viernes, 13 de marzo de 2009

La bondad de las almas muertas. Elkin Restrepo. Cuentos.

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Actualización al 5 de Mayo 2010:
1.- Portal del Poeta: http://www.elkinrestrepo.com/


El escritor Elkin Restrepo presentará su libro,
La bondad de las almas muertas,
en Medellín.

"La bondad de las almas muertas" es el nuevo título de la colección de cuentos Sólo para adultos de Panamericana Editorial. El autor tendrá dos presentaciones:

Jueves 19 de marzo
en la Casa Museo Otraparte
Carrera 43A No. 27A Sur11 (Envigado), a las 7:00 p.m.
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Viernes 27 de Marzo
Librería Al pie de la letra
a las 6:30 p.m.
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Carátula
(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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Elkin Restrepo y http://www.elkinrestrepo.com/
en la 21 Feria Internacional del libro de Bogotá. Mayo 30, 2008 ( 1 )
Fotografía: María Isabel Casas de
NTC …
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Intentando paraísos
Por Luis Fernando Afanador
Catorce historias muy bien escritas que muestran las distintas variantes del amor y el desamor
Revista Semana, Sábado 30 Mayo 2009
http://www.semana.com/noticias-cultura/intentando-paraisos/124541.aspx
Elkin Restrepo, La bondad de las almas muertas, Panamericana, 2009 . 166 páginas

Elkin Restrepo es un creador cuidadoso de la expresión verbal y narra con la fluidez del cine. Vale decir, un poeta que cuenta historias. Así lo describe Darío Jaramillo en la contracarátula de La bondad de las almas muertas, un conjunto de 14 breves y buenos cuentos recientemente aparecidos en la colección Sólo para adultos de la Editorial Panamericana. Por supuesto que estoy de acuerdo con esa calificación que me ha hecho recordar una de las mejores definiciones que sobre el cuento hiciera el maestro Henry James: "El cuento se sitúa en el punto exquisito en donde acaba la poesía y empieza la realidad".

Hay en los cuentos de Restrepo un tono, una sabiduría de las pasiones humanas, una atmósfera que los unifica, no obstante sus particularidades. Esa es la primera impresión una vez hemos concluido su lectura. Lo cual podría ser una pista confiable para empezar a desovillar sus hilos narrativos. Hay historias muy bien definidas, pero eso no parece lo más importante porque la trama aquí ocupa un lugar secundario. Lo que interesa es acercarnos a un momento crucial de la vida de los personajes y, con ellos, asistir a una revelación, desoladora o luminosa. La peripecia interior es entonces el gran desenlace con el que nos vamos a encontrar, la verdadera "acción" de La bondad de las almas muertas.

El narrador del cuento Intentando el paraíso parece un tranquilo y acomodado hombre de clase media, que sale temprano en las mañanas a cumplir su rutina de caminar al aire libre por una ciudad todavía silenciosa y tranquila. Hasta el día en que se encuentra con dos jóvenes de vestimenta estrambótica que lo saludan como si fuera un viejo amigo -él nunca antes las había visto- y lo invitan a continuar con la rumba que no cupo en la noche: "Aún sigue la fiesta, te invitamos". El hombre de la sudadera no se resiste a la tentadora oferta de los dos 'pajarracos' porque a pesar de su sensatez y su sentido práctico, el espíritu de lo desconocido lo ha tocado. Y, ciertamente, en su apocada vida no había habido semejantes sensaciones eróticas y de libertad como las que pronto encontrará. En el cuento Confesión, Débora, una mujer que lleva 12 años de feliz matrimonio con León, acostumbra a celebrar su aniversario de bodas de una manera especial. Para no desentonar, esta vez no quiere celebrarlo en su país sino en la lejana Nueva York y alojarse en el prestigioso Hotel Plaza, cueste lo que cueste. Pero una inesperada lluvia de otoño los recluirá en su jaula de oro y empezará a ensombrecer no sólo el dorado aniversario, sino algo que parecía a toda prueba, la solidez de su relación: "Entonces, aunque era una estupidez, una idea sin asidero, a Débora se le ocurrió pensar que el curso de las cosas tenía que ver con ella y que si en Nueva York llovía de ese modo (una verdadera catástrofe), era por su culpa".

Vidas mediocres a las que les ha ocurrido algo importante, algo que implicará un cambio cualitativo, una toma de conciencia que no les permitirá volver a ser los mismos, para bien o para mal. Hablaríamos de epifanía, si dicha palabra no sonara un tanto exagerada para personajes que no cambiarán el curso de la historia ni de nada. Si acaso, el curso de sus monótonas existencias. Aunque esto último tampoco lo sabremos. En la mejor tradición chejoviana, donde no hay comienzos ni finales efectistas, los cuentos de Restrepo terminan en un anticlímax y en una ambigüedad que constituye su riqueza literaria. En Vecinos, por citar sólo un ejemplo, lo más importante, la relación del narrador con una adivina de pacotilla -que el lector intuye turbia y fascinante- jamás será contada. Esa es la trama secreta, el iceberg que le da profundidad y consistencia.

Las ambigüedades no son sólo formales. En estas historias, el deseo y el amor resplandecen en toda su intensidad. Al precio de ver sin eufemismos su deterioro y su inevitable extinción. Y está bien así, no hay lugar a quejas: desde el título mismo nos advirtieron de la bondad de las almas muertas.
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“Elkin Restrepo es un poeta que cuenta historias. Un poeta que, como todo excelente escritor, cuida el lenguaje hasta la obsesión con el fin de que no se note; con el fin de que cada palabra corresponda a lo que narra y cada adjetivo le dé color y sabor a la escena… La bondad de las almas muertas es una excelente compañía para quien quiera disfrutar de una prosa deliciosa aplicada a contar historias”
Darío Jaramillo Agudelo
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La bondad de las almas muertas contiene catorce cuentos que exploran los sentimientos intrincados y la mente humana. Sus relatos se desarrollan entre el amor, el desamor y los triángulos amorosos, en los que se evidencia la ausencia de ternura y el desencanto entre las parejas.

El lector encontrará cuentos como: Inventando el paraíso que describe la historia de un hombre agobiado, pero atraído, por dos mujeres, con quienes experimentará situaciones inimaginables; o Ardid cuento que muestra la dualidad que vive un hombre cuando decide suplantar a otra persona.

Reseña del autor
Elkin Restrepo, nació en Medellín. Es poeta, narrador, editor y dibujante. En 1968 ganó el Premio Nacional de Poesía Vanguardia - El Siglo con su libro Bla, bla, bla. Fue cofundador y codirector de las revistas Acuarimántima, Poesía, Deshora y Odradek, el cuento.

Actualmente dirige un Taller de Lecturas Literarias para profesionales en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín y es director de la Revista Universidad de Antioquia .

Libros publicados:

Poesía: La palabra sin reino (1982), Retrato de artistas ( 1983), Absorto escuchando el cercano canto de Sirenas (1985), La dádiva (1991), Lo que trae el día (2000), La visita que no pasó del jardín (2002), Luna blanca (antología) (2005), “Amores cumplidos” (antología) ( 1 ) (2006)

Narrativa: Sueños (1993), Fábulas (1991), El falso inquilino (2000), Del amor, lo pasajero (2007)

Tomado de Boletin de Prensa (marzo 12, 2009) y de http://www.panamericanaeditorial.com.co/?p=show_content&id=202 de Panamericana Editorial CONTACTO: JAIDYTH PERDOMO A- Divulgación y Prensa. Cel: 311 2282473 – 315 3699217. Tel. 3603077 ext. 258
medios@panamericana.com.co . www.panamericanaeditorial.com.co
El libro en la web de PE:
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Actualizó: NTC … / gra . Marzo 14, 2009. 8:12 AM
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La bondad de las almas muertas
Elkin Restrepo ( 1 )
Cuentos. Panamericana Editorial * , Bogotá, 2009. 13.5 x 20.5 cms
*Allí carátula, detalles y contenido (título de cada cuento).
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“Escribí los cuentos que conforman "La bondad de las almas muertas"
respondiendo a un impulso interior que me movía a convertir
recuerdos, experiencias, sueños, absolutamente todo, la vida misma, en una historia”.
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Tomado de El Tiempo impreso y virtual de Marzo 12, 2009.
Foto de EL TIEMPO
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Fragmento de la página de EL TIEMPO
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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Las nuevas historias de Elkin Restrepo
La Vida Misma En Catorce Cuentos
Por: Melissa Serrato Ramírez, Redactora de El Tiempo.
eltiempo.com / archivo Marzo 12, 2009
El escritor usó su intuición de poeta y su lápiz de dibujante para crear personajes cautivadores.

“Escribí los cuentos que conforman "La bondad de las almas muertas" respondiendo a un impulso interior que me movía a convertir recuerdos, experiencias, sueños, absolutamente todo, la vida misma, en una historia”, cuenta Elkin Restrepo ( 1 ) –poeta, narrador, dibujante y Premio nacional de poesía Vanguardia, con la serie de poemas Bla, bla, bla– al referirse a su más reciente libro de relatos.

Son catorce las historias que tejen el entramado que armó Restrepo. Y aunque todas, a su manera, resultan asombrosas, conmovedoras y curiosas, el lector podrá descubrir que este libro se le pega a las manos gracias a un hilo conductor que Restrepo supo hilvanar muy sutilmente de cubierta a cubierta.

Este no podía ser otro distinto del amor.

Pero hay que aclarar que en sus páginas no se encuentra aquel amor cargado de clichés: muy idílico, algo romántico y casi perfecto, sino, por el contrario, ese que es más bien contrariado, negado, difícil, inalcanzable o perdido.

Ni real ni fantástico “Mis cuentos tratan del amor y de las sutiles y férreas telas de araña que lo envuelven y marchitan. Me atrae ese revés que la pasión construye en su camino; aquella parte oscura que, quiérase o no, acaba con lo que una vez fue dicha carnal, logro, instante supremo o que termina por confundirse con su remedo”, dice.

A veces, el escritor ubica a sus personajes en situaciones que no son del todo verosímiles, lo cual, según explica Restrepo, corresponde a su manera de ver el mundo: “Este no es real ni fantástico, es ambiguo, o ambas cosas a la vez: milagroso, en una palabra; por eso, mis personajes actúan en ese umbral en el que lo arcaico participa del presente, lo real del sueño, lo trivial del misterio, lo cotidiano de lo maravilloso, lo moral de lo libertino y lo civilizado de lo decadente y bárbaro, en un movimiento continuo que los atrae y los repele”.

Así, Restrepo retrata en La bondad de las almas muertas el mundo de los adultos, con sus mil y un asuntos, sin bordes y en el que todo cabe, haciendo de la escritura un espejo que lo refleja y multiplica. Sobre todo, ese asunto que él incluyó tan cuidadosamente en sus textos, pero aclara que “carece de teorías sobre el amor y está seguro de que vivirlo es mucho más recomendable que hacer literatura”.
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Publicación eltiempo.com Sección Cultura y entretenimiento Fecha de publicación 12 de marzo de 2009
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Inquietudes respecto a mi pequeño libro.
Por Elkin Restrepo
Para: Melissa Serrato Ramírez
Medellín, marzo 3 de 09
Agradecemos al autor que nos haya proporcionado el texto (Marzo 13, 2009).
Los enlaces son nuestros.
Querida Melissa:

Los cuentos reunidos en La bondad de las almas muertas se escribieron a lo largo de varios años y su redacción se alternó con la de algunos libros de poesía, mis talleres de dibujo y grabado y mi trabajo de editor en la Revista Universidad de Antioquia y Odradek, el cuento. Comencé a escribirlos respondiendo a un impulso interior que me movía a convertir recuerdos, experiencias, sueños, absolutamente todo, la vida misma, en una historia.
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De muchacho había leído Ficciones y El Aleph de Borges y Bestiario y Final del juego de Cortazar. Como se sabe, estos son libros compuestos por historias no muy extensas, que juegan a un sentido de la realidad, que altera cualquier conceptualización que se tenga de ella, escritas además en un lenguaje espléndido. La historia de los dos reyes y los dos laberintos de Borges y Continuidad de los parques, sobre todo este último, me pusieron a pensar ilusamente en que yo bien podría escribir alguno. Eran tan breves y su asunto tan insólito que cualquier día me atreví a escribir una historia a imitación suya, con la que me gané un concurso de cuento abierto por la Universidad Santiago de Cali. Pero sólo llegué hasta ahí, porque andaba entusiasmado con la poesía y ya preparaba mi primer libro bla, bla, bla con arreos prestados al Cortázar de Historias de Cronopios y Famas.
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Pasaron muchos años y, de repente, mi poesía que entretanto se había hecho más coloquial y narrativa, más la angustia de las horas muertas en las que el poema se rehúye, sumado a la vida misma que empuja, me volvieron temerario y un día escribí Las tres gracias.
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Un negociante se pierde en un paraje desconocido, viéndose obligado a pernoctar en una vieja casona campestre habitada por tres mujeres de aspecto misterioso, bellas a su manera, que se sirven de sus encantos para retenerlo y con su voracidad amorosa llevarlos lejos de toda orilla conocida, hacia una voluptuosidad de los orígenes, semi-divina, pero también atroz porque él tiene que dejar de ser él y sumirse en lo primigenio. Ese es más o menos el argumento y, mientras construía la historia, como era mi primer verdadero cuento, estuve muy atento a descubrir que temas se revelaban allí porque también entendía que, con sus variantes continuas, se me estaba dando el tema de mis futuros relatos.
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Lo escribí a máquina y demoré mucho corrigiéndolo, una tarea que era también nueva para mí porque, a diferencia del poema, la escritura de un cuento puede extenderse por semanas y meses e inclusive, por años. Corregir, lo descubrí, era una etapa tan creativa y reconfortante como aquella otra en que el tema surge, motivado por cualquier circunstancia, y uno empieza a construir el relato, no siempre de manera fácil. En el poema, éste se te da de una vez o nunca. Y si se corrige, es mera labor de carpintería.
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Fui muy feliz cuando supe que ya había escrito un cuento y que podía con un poco de suerte, seguir haciéndolo. Tenía entonces que entrenar mi mente para un ejercicio que exigía un comportamiento distinto al de escribir un poema, en el que intuición e intelecto deben complementarse, como el domador y el látigo para que no se lo coma el tigre.
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Ahora podía ir pensando la historia sin perder el impulso inicial y sin conocerla por completo, dejando para el momento final de la redacción la pieza o piezas que faltaren y que, por experiencia se, le dan al relato el tono y la forma debidos. Si en la poesía, es el estado interior, cierta disposición anímica, el que advierte de la posibilidad de que la palabra se vuelva carne, en el cuento el resultado depende mucho de una labor de días, que mantiene ocupado al autor todo el tiempo. No tanto como a un novelista, pues el cuentista es un corredor de distancias cortas, cuya plasticidad, perfección de movimientos y velocidad, comparte con el poeta.
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El cuento es una joya de muchos quilates. La novela una mina de carbón.
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Por lo general, mis cuentos tratan del amor y de las sutiles y férreas telas de araña que lo envuelven y marchitan. Me atrae ese revés que la pasión construye en su camino; aquella parte oscura que, quiérase que no, acaba con lo que una vez fue dicha carnal, logro, instante supremo, o que termina por confundirse con su remedo. Asunto de dos o más que, muchas veces, como sucede en Ardid, acepta la impostura y conviene con ella como si fuera el amor mismo; en su imposibilidad como su posibilidad (La mujer ajena, Una vida después), o en la culpa y servidumbre como su única realidad (Confesión, Vecinos), con una variante en su mecanismo y accionar paradójico: que al amor se sumen deidades silvestres y pasajeras que iluminen y lleven a instancias sin frontera, sin nombre aún, a aquéllos que se crucen con ellas (Las tres Gracias, Inventando el paraíso), sólo que pagando un precio por ello, por el servicio de sumirse en el torrente de la pasión completa y absoluta. Primigenia, diría yo.
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Por supuesto que de este entramado sólo soy consciente ahora que el libro ha sido escrito. Carezco de teorías sobre el amor y, al respecto, vivirlo es mucho más recomendable que hacer literatura. Ahora bien, este asunto me ha llevado a otro más complejo que tiene que ver con el sentido de la realidad en el texto. No todas son historias verosímiles aunque busco siempre que al lector no le parezcan fantásticas o traídas de los cabellos. Lo que allí sucede, sucede de manera tan natural que quien las lea, las acepte como acepta el hecho más trivial de todos, y ahí es donde entra en juego mi trabajo de escritor y una idea que responde también a mi manera de ver las cosas: el mundo no es real ni fantástico, es ambiguo, o ambas cosas a la vez: milagroso, en una palabra; por eso mis personajes actúan en ese umbral donde lo arcaico participa del presente, lo real del sueño, lo trivial del misterio, lo cotidiano de lo maravilloso, lo moral de lo libertino y lo civilizado de lo decadente y bárbaro, en un movimiento continuo que los atrae y repele.
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Mi mayor esfuerzo va en ese sentido, ya se dirá si lo he conseguido o no.
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De ahí también, podía añadir, que sea el mundo de los adultos, con sus mil y un asuntos, siempre conflictivos pero también fascinantes, el que centre todo mi interés de escritor. Un mundo que como el mayor de los universos no tiene bordes y en el que todo cabe, haciendo de la escritura un espejo que lo refleja y multiplica en ese reflejo infinito en que de repente lo es todo.

"La bondad de las almas muertas" es un título que me gusta y que surgió como muchas veces surgen las cosas, sin una explicación. Por supuesto que tiene sus resonancias gogolianas, y esa es una filiación, como también la de Chéjov, que aspiro a merecer.
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Tampoco es mi primer libro de cuentos. La editorial de la Universidad Pontifica Bolivariana publicó hace dos años todos mis relatos breves bajo el título de Del amor, lo pasajero, y más atrás, la de la Universidad de Antioquia El falso inquilino, y en los noventa la editorial El propio bolsillo, Fábulas, mi primera incursión en la narrativa.
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Tengo un libro de poesía inédito Como en tierra salvaje, un vaso griego que busca editor.
Y los achaques de la edad, que son también oráculo, me aconsejan hoy día con insistencia, tirar todo por la borda y dedicarme a la actividad plástica, que tanto disfrute me da, en vez de estar pendejeando por ahí.

Querida Melissa, espero haber respondido a tus inquietudes respecto a mi pequeño libro. Te estoy infinitamente agradecido por tu interés y me gratifica grandemente tener una lectora como tú. Y hasta que nos conozcamos.

Con un cálido abrazo
Elkin
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"EL GATO", texto completo de este cuento en el portal de Otraparte (Medellín):
Literatura en Otraparte: “La bondad de las almas muertas”
http://www.otraparte.org/actividades/literatura/elkin-restrepo-2.html ( Allí, también, presentación e invitación al evento de presentación del libro el 19 de Marzo, 2009. 7:30 PM, en Medellín)
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El libro en la web de Panamericana Editorial:
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Actualizó: NTC … / gra . Marzo 14, 2009. 5:55 AM+



Actualizó: NTC … / gra . Marzo 13, 2009. 10:14 AM // Mayo 5, 2010, 6:18 PM

1 comentario:

  1. Leer los cuentos de "La bondad de las almas muertas" de Elkin Restrepo es una deliciosa aventura en la que uno se encuentra con el alma de cada uno de los relatos. Ella va llevando de la mano por la buena prosa, por las imágenes hermosas, por guiños socarrones y sobretodo, por la propia alma del escribiente. Asoma su sonrisa sobre las palabras para contar cuánto se divirtió escribiéndolos. Lina María Pérez

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