lunes, 6 de septiembre de 2010

El Bolívar de William Ospina. Por Luis Fernando Afanador. Y otros. // Enlaces

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El Bolívar de William Ospina
El escritor colombiano propone un Libertador múltiple cuyo proyecto histórico está vigente.
Por Luis Fernando Afanador
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LIBROS
El escritor colombiano propone un Libertador múltiple cuyo proyecto histórico está vigente.
Revista Semana, Sábado 4 Septiembre 2010 , http://www.semana.com/cultura/Seccion/noticias-cultura/bolivar-william-ospina/144063.aspx
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Para Ospina, el prócer fue también un liberador de inesperadas fuerzas históricas.

William Ospina. En busca de Bolívar. Norma, 2010, 253 páginas

Estuve a punto de abandonar este libro. Después de tener frescas varias biografías de Bolívar, no estaba dispuesto a leer algunos episodios claves de su vida –conocidos de autos– con la envoltura de una prosa afectada, retórica, que se regodea en su malabarismo verbal: “Después Miranda gastó su vida de corte en corte, de riesgo en riesgo y de batalla en batalla…”. ¡Por favor! Como si no fuera suficiente la influencia exagerada del Borges sentencioso y del Neruda enumerativo en el estilo de William Ospina, decidió ahora agregarle el de Cervantes.

No obstante los capítulos muy breves –que se agradecen– sobre la influencia en Bolívar de los poetas románticos y de los filósofos de la Ilustración, exacerba el lirismo de Ospina hasta el punto que, contrario a su propuesta inicial –bajar a Bolívar de las estatuas–, lo que vemos parece una nueva mitificación: “El hombre que cruzaría en guerra los páramos de los Andes, que siguiendo los pasos de Humboldt escalaría el Chimborazo, que atravesaría al lomo de su cabalgadura un continente mucho más vasto y difícil que Europa, no dejaría de evocar en aquellas gargantas las avalanchas sobre los ejércitos de Aníbal, las mil guerras de todos contra todos que tejieron la historia europea, las peregrinaciones y los viajes místicos que esos paisajes sugieren y animan”.

Por supuesto que este libro –disponible también en las cavas de los principales supermercados del país, al lado de la ginebra, el whisky, el aguardiente y el vino– tiene un interés divulgativo y en ese sentido es muy confiable: el autor conoce la bibliografía canónica sobre Bolívar. Pero este no es el objetivo principal del libro. Al igual que Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez y Eduardo Caballero Calderón, Ospina busca, con pleno derecho, presentar su propia versión de Bolívar, el más novelesco de nuestros personajes históricos. Esto ocurre finalmente en la página 177. Para Ospina, Bolívar hizo algo más que liberar naciones: liberó inesperadas fuerzas históricas. El tesoro que era América –su mestizaje, su paisaje– salió a la luz con la independencia y con el minucioso recorrido por su geografía y su cultura que desencadenó la gesta libertadora: “… y sólo la libertad nos permitió ir sacando, de tumbas mitológicas, esas ciudades barro, esas alturas de Machu Picchu, esos Comalas, esos Macondos, esos ríos profundos, esas arpas del llano, esos acordeones de los litorales, esas bibliotecas de Babel, esas pieles de jaguar con la escritura del Dios que reposan en el fondo de nuestro olvido”. Con la precisión y la minuciosidad que un poeta conoce su lengua, Bolívar llegó a conocer buena parte del territorio americano y sus gentes.

Interesante planteamiento, pero a mí me parece aun más interesante la invitación de Ospina a conocer al Bolívar real, al verdadero, a través del testimonio de su confidente, Perú de Lacroix, quien presenta una semblanza del Libertador a partir de rasgos circunstanciales y de ejemplos vívidos. De Lacroix hizo con Bolívar el mismo trabajo de periodista que realizó Boswell con el doctor Johnson: “Bolívar está hablando en el cuarto de al lado: esa es la sensación que nos dejan las páginas de Perú Delacroix”. El Bolívar de carne y hueso, competitivo, quien entre otros muchos defectos se encolerizaba cuando perdía jugando a las cartas. Ya, en un tono más íntimo, más convincente, ante ese Bolívar cotidiano, concreto, Ospina nos propone la paradoja de alguien a larga inalcanzable, como cualquier ser humano al que se le hace una biografía. Además, no hay un único Bolívar. Por eso, mejor que abarcarlos a todos, es preferible acoger la enriquecedora paradoja de su multiplicidad. Bolívar, más que un mito, es una obra inacabada, un proyecto histórico por realizar. “Así que lo podemos dejar en cualquier parte; en cualquier momento de su vida, y también del futuro. Podemos dejarlo ahora en una calle cualquiera de nuestro convulsionado presente”.
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7 Ago 2010 - 5:30 pm
Novedad de Editorial Norma para la Feria Internacional del Libro de Bogotá
En busca de Bolívar
Por: William Ospina* / Especial para El Espectador
Publicamos cuatro fragmentos escogidos por el autor de este ensayo sobre la vida del Libertador, escrito para el Bicentenario de la Independencia.
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“En busca de Bolívar” de William Ospina
Cartas de los lectores No. 153
Por Vladimir Cardona, Medellín
Con-fabulación. Periódico virtual. No. 153, 15 Sep 2010
http://con-fabulacion.blogspot.com/2007/08/cartas-de-los-lectores-no-153.html
Matriz: http://con-fabulacion.blogspot.com/2007_08_01_archive.html
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EL SUEÑO DE OSPINA. Con-fabulados, cada año, para las fechas en que abre sus puertas la insulsa Feria Internacional del libro, asistimos a la tramoya montada por las grandes editoriales para catapultar tres o cuatro títulos y un puñado de escritores consentidos, no por sus méritos o grandezas literarias sino merced a que presentan alguna expectativa de ventas, a que son prospectos comerciales. Son los artistas que, por facilismo temático y estilístico, o por prestigio social, o por escabrosa búsqueda de temas taquilleros, se supone harán contacto con el gran público, compuesto en su mayoría por montoneros mediocres y manipulables.

Este año, en la lista de las promesas editoriales publicadas con excitación, se encuentra En busca de Bolívar, del infatigable autor tolimense William Ospina, cuyos artificios son de buen ver en los salones de la pequeña y alta burguesa criolla, que compra sus libros como chivas o sucesos de los que no puede prescindirse si se quiere posar de informado, culto y a la moda. Aunque, como pasa siempre, resulten escasos los que verdaderamente terminan leyendo sus páginas.

Otra vez Ospina. Otra vez la promoción. Otra vez la inundación de su libro de turno –los produce anualmente, llueva o truene, pues hacen parte de un contrato de servicios- en los supermercados, las licoreras, los tenderetes y las droguerías. Y, claro está, nuevamente el infaltable coro de aduladores que le tildan de niño terrible, profundo analista, escritor excelso, ideólogo pertinaz y consciencia crítica. A mí se me antoja, más bien, una especie de piedracielista tardío, un desleído Octavio Paz sin hallazgos ni vislumbres.

Muy personalmente, nunca he creído que Ospina pueda ser considerado un escritor tan magnífico o que se le pueda incluir en la lista de nombres lejanos a cualquier sospecha. Me perturba y preocupa el toque anacrónico de su poética, su “retórica maximalista” como dice Antonio Caballero, sus figuras y construcciones lingüísticas puramente ornamentales, su pretenciosa delicadeza viscontiana, de un ingenuidad rayana con lo Naiff, elementos que exigen, anhelan y aplauden las masas, acostumbradas a leer auto superación, baratijas reporteriles, bazofias de secuestrados, y pésimas revistas seudo-literarias o seudo-eróticas.

En Ospina hay mucho mármol, mucho anticuario, mucha palabreja vanidosa como dama fina, mucha retórica de tallador de discursos oficiales.

El último libro es una muestra grave. Aunque con una prosa rica de leer, sazonada con el detallismo típico y algo maniaco del escritor, no se ve por ninguna parte el acierto ensayístico, las venas secretas que deben aflorar en este género, ni las concatenaciones pasmosas, ni las sabias comparaciones, ni la esencia de laboratorio de la que salen las mixturas trascendentes.

Que Bolívar estuvo solo siempre. Que nadie le quiso. Que buscó en las mujeres un paliativo a la soledad de su grandeza. Que solo una vez muerto fecundó su leyenda. Que fue contradictorio. Que se trató de un visionario no comprendido en Europa ni por el mismo Marx. Etcétera. Todo lo sabemos, todo es reiterado, todo es predecible. Ningún tiro de gracia, Ninguna revelación: el escritor estrella termina por contarnos la historia de siempre, con un caudal de imágenes no exento de cierta afectación y manierismo. Creo que muchos tolerarán mi hipótesis y me ayudarán a disipar una duda: ¿Es William digno de que le rebauticemos como Perogrullo Ospina? Que cosa realmente importante quedó de sus largas pesquisas, sus horas de estudio y su minucioso detectivismo en la escena de la historia? Espero respuestas. Vladimir Cardona, Medellín
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Respuesta de Con-fabulación: No estamos de acuerdo con la pugnacidad del corresponsal, pero como este periódico alienta la polémica inteligente, decidimos publicar la volcánica opinión.
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En Busca de Bolívar
Autor Alberto Ramos G. (*)
http://elciudadanoopinionalberto.blogspot.com/2010/09/en-busca-de-bolivar.html
Publicada en El País, impreso, Cali, sept. 18, 2010. El País, impreso --> Septiembre 18 de 2010 Pag. B-4 (El texto aquí es un poco diferente)
http://www.elpais.com.co/elpais/edicion_impresa/7cc641f8ec8febcc7fbaece4552b25ea/elpais-Septiembre-18-de-2010.php

Publica y difunde: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Septiembre 19, 2010

La última obra de William Ospina es una novela histórico-poética, un compendio de todas las biografías leídas, adornando los pasajes, los hechos y exornando los momentos más importantes vividos por el Libertador. Es la visión e interpretación de un intelectual formado en las ciencias sociales. No es una novela con orden cronológico en lo puntual, como El General en Su Laberinto de García Márquez, sobre los últimos seis meses de vida; en esta nueva novela se da el desarrollo de la vida a grandes pasos, aludiendo a los sucesos históricos que le permitieron a Bolívar formarse como filósofo para transmutarse en estadista. Es el súmmum de múltiple lecturas sobe la gesta emancipadora de Simón Bolívar que le proporciona a William Ospina describir la etapa pre-independentista en el Virreynato de la Nueva Granada y los primeros nueve años de la vida republicana.
El autor utiliza calificativos rimbombantes para referirse a las personalidades de la época: Francisco de Miranda, Napoleón, Humboldt, etc., esa es la forma de englobar trozos de vida y estampar sintéticamente su conocimiento. Describe sitios, parajes y localidades como en su obra Ursúa, o en La Piel de La Canela, con exuberancia, detalles y ampulosidad: ente el realismo mágico y metáforas históricas.
Por tratarse de una novela no hay citas a pie de página ni bibliografía relacionada al final como en los ensayos, las monografías o en las investigaciones documentales. Pero si hay frases citadas entre las páginas que permiten vivificar varios momentos importantes donde Bolívar compartió con personalidades, y aparecen referencias de autores e investigadores.
Se desprende de la prosa y descripciones de Ospina un claro entendimiento de la época y sus circunstancias lo que le permite dinamizar al personaje central. Bolívar que nace poco después de la guerra de independencia norteamericana y un poco antes de la Revolución Francesa, y crece en medio del malestar de la época por el agobio impositivo colonial que, se traduce en el magma popular antimonárquico en contexto del primer constitucionalismo pre-republicano latinoamericano. Y una comprensión de la historia y de la ciencia política que le permite entender las coyunturas históricas, como aquella descripción de la página 37 donde explica porque Napoleón a pesar de convertirse en Emperador era fruto de la Revolución que había acabado con el poder sucesoral de origen divino.
Es una novela histórica donde se da la licencia de reinventar ciertos pasajes y que entrecruza la realidad con los adornos literarios para aligerar la narración. En algunos momento brota la pluma del ensayista y el analista político para explicar los contextos históricos y las acciones, y luego surge otra vez, la pluma del novelista, para con ditirambos y florituras, explicar los pasajes que aborda. La obra de William Ospina es una sumatoria de dos géneros: la novela y el ensayo, pero subrayada por la prosa poética.
(*)El autor de esta reseña es Magíster en Ciencia Política, Universidad Javeriana.
Publicado por EL CIUDADANO
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