miércoles, 29 de enero de 2014

La tierra quemada de Óscar Collazos. Por Beatriz Mesa Mejía. Entrevista. GENERACIÓN. Suplemento de EL COLOMBIANO, Medellín. Enero 26, 2014

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TIERRA QUEMADA. Oscar Collazos. 2013  
Guido Tamayo. El profesor recomienda

ARCADIA. No. 101. Febrero, 2014. Pag. 36, última. Escaneó: NTC ... 
La recreación de la gue­rra en el mundo de la ficción casi siempre ha parecido ser patrimonio de un realismo crudo, sensacionalista y no pocas veces chato. Tierra quemada, de Oscar Co­llazos, se sumerge en ese  uni­verso oscuro y complejo de la guerra (de las guerras), pero desde una mirada alegórica que le hace el quite a los luga­res comunes, al efectismo y a un localismo que acota la ver­dadera dimensión humana e inhumana de la misma. Y eso es precisamente lo que logra al narrar la travesía de un grupo de seres humanos desplazados por una violencia ciega, reco­rriendo una selva en ningún lugar que recuerda el hermoso y desolado título de Juan José Saer Nadie nada nunca, y que a través de tres personajes fe­meninos cuenta ese descenso, aquí horizontal, a los infier­nos. Como en La vorágine, a estos personajes también pare­ce devorarlos la selva.
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NTC … SEGUIMIENTO DE:
1 de septiembre de 2013
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La tierra quemada de Óscar Collazos 

Por Beatriz Mesa Mejía 
Entrevista 

GENERACIÓN. Suplemento de EL COLOMBIANO 
Medellín. Enero 26, 2014. Páginas 6 a 8

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En el Hay Festival ( 1 ), Cartagena, 2014

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En el Hay Festival. El escritor colombiano nacido en Bahía Solano, Óscar Collazos ( 1 ), hablará sobre Tierra quemada 
con Dominique Fernández, el 30 de enero a la 7:30 p.m. en el Salón Santa Clara (Hotel Sofitel). 
Y el 2 de febrero, a las 12:30 m., en el mismo lugar, conversará con la escritora colombiana Piedad Bonnett.
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TEXTO
La tierra quemada de Óscar Collazos 
Por Beatriz Mesa Mejía 
Entrevista 
GENERACIÓN. Suplemento de EL COLOMBIANO 
Medellín. Enero 26, 2014. Páginas 6 a 8

HAY FESTIVAL, Cartagena. 2014

El más reciente libro de Óscar Collazos, Tierra quemada, conmueve desde una ficción que toca las fibras de lo real. De él hablará en Cartagena.
BEATRIZ MESA MEJÍA
A pesar de esa contundente y cruda realidad que ficciona en sus novelas, el escritor colombiano Óscar Collazos afirma que la escritura para él resulta ser el único escenario en el que se siente absolu­tamente libre y feliz... Envidiable, dirán algunos. Sin embargo, esa felicidad tiene un precio. Generación habló con él sobre su último libro Tierra quemada (Mondadori), y sobre otros asuntos relacionados con su trabajo, con la filigrana que lo ha convertido en uno de los narradores colombianos más representativos, autor de otras obras como Rencor y Señor sombra.
¿Cómo realiza la investigación de una novela como Tierra quemada y de otras que usted ha escrito y que recogen parte de la historia reciente de Colombia?

"En principio, existió un método de documentación directo: la búsqueda de episodios atroces en el conflicto del último medio siglo, luego, los testimonios de las víc­timas de guerrillas, paramilitares y agentes del Estado: libros, revistas, periódicos, tallos judiciales, sitios en la web. Sobre todo para novelas como Rencor, Señor Sombra y Tierra quemada. No tanto para usarlos como textos directos sino para procesarlos como referentes de la otra realidad, la novelesca".
¿Tiene personas que le colaboran en ese proceso de investigación? ¿Usa fuentes primarias?
 "No, es una búsqueda individual y se ha dado por eta­pas; en algún caso, como en Rencor, con el encuentro con personajes reales que acabaron volviéndose personajes de ficción. De allí la apariencia documental de esta novela. Pero no hay que olvidar que los colombianos somos, a lo largo de la historia, los receptores de una información sobre el conflicto y su degradación que acaba siendo una fuente documental. En mucha más medida, los columnistas de opinión: estamos casi obligados a recibir y procesar críticamente esa realidad".

¿Cómo arma la historia? ¿Hace una especie de mapa temático -estructura-, por capítulos, dramas y situaciones puntuales, personajes y diálogos?
 "En mi caso, la historia se arma primero como una generalidad: un tema que pesa obsesivamente y busca su salida novelesca. No sé, en principio, hacia dónde voy; sé de dónde tengo que partir. Y así, poco a poco, se va construyendo la historia, con el encadenamiento de episodios iniciales y personajes que dan origen a otros. Pocas veces hago un mapa o esquema. Llevo, eso sí, un registro de personajes y de la relación que establecerán entre ellos. En algunas novelas, he escrito diálogos en libretas de apuntes porque sé dónde irán y a cuáles personajes corresponden".

Es un éxodo. ¿Cree que en Colombia se ha vivido en ese estado casi que de manera permanente, incluso antes de la Independencia?
 "Si hay guerras, hay éxodos: llámelos desplazados, refugiados, fugitivos: siempre existirán "multitudes errantes", desesperados que huyen de la muerte. Si aceptamos que nuestra historia republicana es una historia de guerras sucesivas, pues es cierto: en Colombia siempre ha habido éxodos pero, a diferencia de la imagen bíblica, ninguno hacia una tierra prometida. El primero y más trágico del siglo XX se dio entre 1948 y 1955 con la confrontación de conservadores y liberales. Hubo un éxodo fundacional: el de los esclavos africanos que se convertían en cimarrones".



¿En su novela todo parece un espejismo, la gente va y viene, desaparece y vuelve, como bien lo decía Dolores. ¿Cómo hemos logrado convivir con esas ausencias y reapariciones?

"La sensación que tuve al escribir la historia y crear unos personajes en las primeras cincuenta páginas fue esa: de estar construyendo un mundo fantasmal. Como ellos, yo tampoco sabía a dónde iba. Era el espejismo de la esperanza y la angustia de la incertidumbre. A partir de un momento, ni siquiera los cabecillas de la banda armada que "guía" a esos pobres sobrevivientes saben hacia dónde van. Creo que, en el fondo, ha sido el sin-destino de las víctimas. Tuve que imaginar un éxodo que traza una especie de círculo vicioso, sugerir la pérdida del tiempo y el espacio, la anulación de la voluntad en las mayorías. Esto es lo que me ayudó a orientar la novela, a partir de un momento, hacia la alegoría".

Novela e historia se unen. Se ven realidades, hay ficciones inspiradas en hechos puntuales. ¿Por qué el género? ¿Obras como esta contribuyen a conocernos mejor, a comprender y perdonar?
Tierra quemada responde desde la imaginación literaria a una pregunta: ¿qué pasaría si...? De allí su atmósfera apocalíptica. Esos 500 refugiados o desplazados son todos víctimas. Incluso, se dan entre ellos situaciones de confesión y perdón. ¿Qué lección pretendo dar? Ninguna. Responder, simplemente, a la pregunta que me hago como persona y escritor: ¿qué pasaría si la guerra continuara?, ¿qué pasaría si se pretende acabar la guerra con más guerra?, ¿qué pasaría si el mundo sigue su carrera demencial hacia la destrucción de la naturaleza, si el campo deja de ser productivo, si los campesinos se van a las ciudades...? En fin. Sin embargo, no es una novela de "tesis": es una ficción.

¿Por qué narrar la historia actual de Colombia desde la novela?
 "Porque la Historia no basta, porque, muchas veces, como la novela, la Historia es también una hipótesis de la realidad. A diferencia de la Historia, la novela recrea e interpre-, ta la realidad con personajes y comportamientos humanos. En la Historia no se ve tan claramente el fondo de la condición humana. Por eso, Historia y novela se retroalimen-tan. Pero le digo más: en esta novela no se nombra Colombia ni una geografía determinada".

¿Qué tanto puede aportar la ficción -desde el punto en que usted la asume- a un investigador o historiador?

"Algunos amigos historiadores se han referido a mis últimas novelas. Lo curioso es que, en algunos casos, estas novelas se han apoyado libremente en investigaciones históricas. La ficción le da vida a aquello que, desde las ciencias sociales, se da en ideas y conceptos. Digamos que la ficción es algo así como un conocimiento sensible de la realidad".

Hay algo simbólico en Tierra quemada que parte más que de los objetos o del desolado paisaje, de sus personajes: la relación de Elena y Elvira; Elena como el presente, Elvira, la visionaria; Dolores y la fuerza del pasado; Arcesio, con su sabiduría: Colombina y Pantalón, en su drama y su comedia. ¿Lo planteó desde un principio así? ¿Cómo se van configurando estos seres y su expresión?

"Aparecieron en el curso del relato y crecieron en la ficción. No fueron anteriores ni fueron dibujados en un proyecto previo. Cobraron vida en el transcurso del relato y me tocó respetar acciones y pensamientos que los distinguen como personajes. Eso es lo fascinante de la escritura novelesca. Tal vez existan vagas siluetas de seres vivos que nos sirven de modelos. Fíjese bien: algunos de esos personajes "heroicos", víctimas de la guerra, son discapacitados, como Arcesio y Elvira, que parece bipolar. Al verlos crecer, me di cuenta que podían ser arquetípicos".

¿Cómo logra darle la personalidad a cada uno de los protagonistas, esos que se mueven de un punto cardinal a otro en ese "mapa de señales dibujado por la guerra"?

"En principio, existe apenas el bosquejo de una personalidad. Hay que darle entonces consistencia. La realidad los modifica. Entonces se enriquecen y se vuelven más complejos. Es un acto inconsciente que, no obstante, requiere de una conciencia vigilante del escritor. Elvira y Dolores, por ejemplo, se me crecieron en el transcurso de la historia. La sabiduría de Arcesio es arquetípica, como la crueldad del comandante paramilitar. El viejo Arcesio sabe que la guerra sigue en otra parte, ha aprendido a vivir con ironía su propia desgracia de mutilado”.

¿Cómo encontró la voz, el tono y el ritmo del narrador?

"Lo encontré después de haber fracasado en dos intentos. ¿Una narración objetiva en tercera persona? ¿O en primera persona, como la voz de alguien que está narrando la historia que vivió? ¿Una voz colectiva? Decidí que en ciertos episodios apareciera un plural, una voz colectiva entrometida en la tercera persona objetiva. Creé esa sensación de ambigüedad: el narrador de Tierra quemada es también testigo, es un personaje sobreviviente del éxodo. 



¿Cómo se relaciona con los personajes a lo largo de la escritura? ¿Son una especie de obsesión? ¿Ocurre que por momentos siente que lo dominan o que ellos marcan su propio camino, distinto al inicial?
 "Si no conviven con el escritor, puede resultar grave. Cuando no se está escribiendo, ellos siguen viviendo con el escritor y piden más vida propia. Se puede encontrar un personaje que sirva de alter ego del escritor, pero hay que hacerlo con cuidado, sin que interfiera en la identidad de los otros. Digamos que ese es el trabajo más delicado en toda novela, de estas distinciones depende la verosimilitud. Me he encontrado con personajes repugnantes, pero, por serlo, no tengo que descargar mi odio en ellos. Tampoco todo mi amor hacia el que llego a amar".

Al leerla, uno siente "miedo ante tanta inmensidad", como lo sentía Elvira ante el mar que solo vio en sueños. Siente el miedo de aquellos que caminan, que uno sabe tienen una enorme carga de realidad. ¿A qué conduce vivir ese miedo?
 "El miedo es una experiencia inseparable del valor y el coraje. Me sentí caminando como escritor con personajes dominados por el miedo. Yo era el último de la caravana. Hasta los verdugos tienen miedo. El miedo ha dominado nuestras guerras, todas las guerras. La guerra es el dominio del miedo y en esto basan su poder quienes la hacen".

 Al mismo tiempo, se advierte cómo esa vida trashumante, en grupos cada vez más cerrados, los hace pensar en un mundo que se encoge; los hace actuar, también, como sonámbulos, cuya vida, por momentos, perdiera sentido.
"La novela está llena de sonámbulos: pacientes domesticados por el sufrimiento, pero la épica y la vida de Tierra quemada la hacen los pocos personajes conscientes. Por eso tienen nombre y participan en el transcurso y desenlace de la historia, pese a ser también víctimas. Son los que sobreviven y cuentan la novela".


¿Qué significa el tiempo para usted en relación con ese viaje de terror? Tiempo que se mide primero en un papel, para luego quedar como sugerido, como una abstracción sin reloj, sin minutos ni segundos.
"Sin la noción de tiempo se pierde la noción de espacio. Los refugiados conducidos a ninguna parte quedan así más expuestos al terror. El tiempo da la medida de la vida, el espacio del destino, es decir, de la salida y la llegada. El terror desnudo destruye tiempo y espacio".

Observa uno en ese éxodo la formación de relaciones muy fuertes. Esos grupos se convierten en una especie de familia: está presente el amor, la solidaridad, el respeto, la rabia, el recelo, el temor. ¿Esto es una característica de esos desplazamientos? ¿Es evidencia clara de nuestro ser gregario? ¿De la urgencia de proteger la vida nuestra y de los otros?
“Establecen relaciones fuertes como instrumento de supervivencia. El tejido de solidaridad que los une, los fortalece. Lo vemos en los terribles y hermosos testimonios de las víctimas: el terror los disgrega como sociedad, la solidaridad los vuelve a unir como colectivo humano. Sin "familia" ni solidaridad no hay esperanza".

¿Cómo se siente al terminar una obra tan intensa como esta, que relata ese recorrido sin fin por una tierra fértil y generosa en un territorio devastado, como bien se dice en una de sus páginas?
 "En la nebulosa. A tres meses de publicada, tengo la sensación de estar todavía en Tierra quemada. Es el territorio más indeseable pero prefigura un futuro. Detrás de ese escenario de esterilidad y espanto deben de estar como telón de fondo novelas leídas y admiradas de Coetzee (En la mitad de ninguna parte) y Cormac McCarthy (La carretera y La oscuridad exterior). Se escribe con la memoria de todo aquello que se ha leído".

¿Cuántos libros ha publicado? ¿Qué le ha dado la escritura a lo largo de todas esas páginas?
"Muchos, de distintos géneros. ¿20? No recuerdo. Voy a mirar Wikipedia. No he dejado de escribir en 50 años: cuentos, novelas, reportajes, periodismo, ensayos. No he escrito demasiado; he escrito los libros que necesitaba escribir. La escritura le ha dado sentido a mi vida. Vuelvo a leer algunos viejos textos y siento que murieron: otros, en cambio, cobran vida y me sorprendo. Siento que los escribió otro".

Entre el ensayo y la novela. ¿En cuál se siente más cómodo?
"Me siento cómodo en ambos géneros. Cuando escribo uno u otro género siento que es el que requiere lo que deseo expresar. A veces, se entrometen uno en otro: mis ensayos tienen últimamente un tono más narrativo. Y la reflexión del ensayo está presente en ciertas novelas o, al menos, en la voz de algún personaje".

Dijo que Tierra quemada "es la suma de temas obsesivos en mis últimos libros, desde Rencor hasta Señor Sombra (...) gira alrededor de una guerra que no termina" ¿Qué sigue en su obra?
"No sé lo que sigue. Estoy tentado hace años por la posibilidad de unas memorias. Pero siempre se entromete otra historia, otro texto. El nuevo libro llegará cuando me libere espiritualmente del anterior".

¿Le han ofrecido llevarla al cine? ¿O al teatro? Los personajes son fuertes en sus características físicas y psicológicas y en sus contundentes parlamentos y uno como lector ve claramente el recorrido de horror.
"Mis últimas novelas, dicen, son muy cinematográficas. He tenido algunas ofertas vagas para llevar al cine La modelo asesinada y Rencor. Nada concreto. A lo mejor alguien se anima con Tierra quemada”.

¿Qué le gusta de haber nacido en Bahía Solano?
 "Que parece mentira haber nacido en una perdida aldea del Pacífico y ser escritor".

¿Qué es lo que más le gusta de vivir en Cartagena?
 "Que mi vida da saltos de un mar a otro mar. El Pacífico (Bahía Solano, Buenaventura), el Mediterráneo (Barcelona), el Caribe (Cartagena). "El mar, el mar/siempre recomenzando", como en el poema de Valéry. ¿Sabe que la ciudad donde más he vivido no es Buenaventura ni Cartagena sino Barcelona? 
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http://ntc-narrativa.blogspot.com/2013_09_01_archive.html
Óscar Collazos
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Solapa del libro Tierra Quemada
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