domingo, 2 de marzo de 2014

BÁNFIELD, EL JARDÍN FLORIDO DE JULIO CORTÁZAR. Por Claudia Patricia Mantilla Durán. Buenos Aires (Arg.), Marzo 1, 2014

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BÁNFIELD,
EL JARDÍN FLORIDO DE JULIO CORTÁZAR


Por   Claudia Patricia Mantilla Durán *

Buenos Aires (Arg.), Febrero 12, 2014

Las fotografías son de la autora del texto
  El cielo presagiaba lluvia y llegué a pensar que me encontraría con cientos de ellas, las hormigas negras que Cortázar inmortalizara en su cuento ‘Los venenos’.  Un relato que transcurre en Bánfield donde el autor de Rayuela vivió de los cuatro a los diecisiete años y, donde experimentó sus primeros amores y sus primeras decepciones, esas que tronchan la inocencia.  “Conocíamos bien las hormigas de Bánfield, las hormigas negras que se van comiendo todo, hacen los hormigueros en la tierra, en los zócalos, o en ese pedazo misterioso donde una casa se hunde en el suelo”. 
Quise llegar hasta su casa, la misma que un siglo atrás recorriera el niño e  intentar recuperar cierta música, un perfume,  de lo que pudo ser el territorio hechizado de su infancia.  En alguna entrevista, Cortázar evocó su barrio como “ese (…) que tantas veces encuentras en las palabras de los tangos, no es el suburbio de la ciudad pero es un poco el meta-suburbio, el suburbio que le sigue (…), con pequeños faroles en las esquinas, una pésima iluminación que favorecía el amor y la delincuencia en proporciones más o menos iguales y que hizo que mi infancia fuera un poco cautelosa y temerosa”. Con esas ideas y con la dirección:   calle Rodríguez Peña 585, entre San Martín y Azara, salí a tomar la ‘combi’ que me llevaría a Bánfield, por  la misma ruta que va hacia Adrogué, donde vivió Jorge Luis Borges.  Dos grandes reunidos en la zona sur del Gran Buenos Aires.


Las casualidades, tratándose del ‘enormísimo cronopio’, no deberían considerarse simples coincidencias, el caso es que no habrían pasado diez minutos de trayecto, cuando me atrajo un programa de radio que traía sintonizado el conductor.  En la 99.1 FM una voz, de esas que acompañan, narraba con gracia la historia de las principales confiterías porteñas, ‘la confitería ideal’, toda una crónica de exquisiteces.  Lamenté no tener un bombón a la mano y que terminara tan pronto.  Enseguida,  una voz inconfundible, “con cadencia de erres arrastradas”, Julio Cortázar:   /yo era realmente un niño muy pequeño  cuando mi madre empezó a coleccionar poemas y pequeños relatos y pequeños textos que yo iba escribiendo en cuadernos y en papeles sueltos/.  No lo podía creer porque, si bien se cumplen cien años de su nacimiento y  treinta de su muerte, escucharlo en ese preciso instante me conmovió.   Cortázar me acompañaba como invitándome a su patio de recreo, a su jardín florido.
Me dejé llevar por esa idea mientras el periodista, ya de fondo, decía lo orgulloso que Cortázar se había sentido de considerarse argentino en la cercanía y en la distancia.  Pensé que mejor sería hablar de lo orgullosos que se sentían sus lectores de cuentos.  Sí, de cuentos especialmente. 
De pronto,  asomó un aviso que decía Temperley y recordé que, en esa misma entrevista, Cortázar dijo que Temperley era la estación de tren que antecedía a Bánfield.  ¡Estamos cerca!  Bajé en la calle Hipólito Yrigoyen, ya caían las primeras gotas, plaf, imposible no asociarlas con la gotita en lo alto del marco de la ventana.  /Tristes gotas, redondas inocentes gotas/.  Caminé un par de cuadras oliendo la lluvia que pronto se precipitaría, observando los cipreses y eucaliptos,  ‘los plátanos’ altos y generosos en su sombra.
Era evidente que estaba perdida o que algo buscaba porque un señor se detuvo. ¿En qué le puedo ayudar?  -busco la casa de Cortázar-, enseguida esbozó una sonrisa y me dio las coordenadas exactas.  Definitivamente,  como dijo García Márquez, Cortázar es el argentino que se hizo querer de todos. 
Allí estaba, en la que fue su cuadra de juegos, en una casa que nada tiene que ver con lo que fue su casa, donde se observa una modesta placa que dice:   Aquí vivió el escritor Julio Cortázar entre 1918 y 1928.
  
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Imaginé su reino,  “un paraíso porque la casa tenía un gran jardín que daba sobre otros jardines, entonces ese era mi reino”.  Tomé algunas fotos,  y se desató la lluvia.
Tuve que esperar bajo un alero a que escampara.  Intenté buscar las hormigas pero, nada.  Ni siquiera asomaron los ‘agujeros disimulados’.  Entonces conversé un rato con el vigilante de la manzana quien me saludó con un:   -eeee, dejáme adivinar, Cortázar, che-. 
Luego, me dirigí a la estación de tren que menciona en su cuento ‘Bestiario’, por el camino que, según dicen, fue su trayecto diario para ir a clase, a la Escuela número diez, Julio A. Roca.  Ocho cuadras que lo obligaban a atravesar las vías del llamado Ferrocarril del Sud.  En el andén número uno es célebre el mural de Cortázar que, con perdón de sus artífices (Fernando Piccone y Víctor Fernández), no hace justicia al cielo de nuestro querido cronopio.  Aparece un Cortázar lánguido, rodeado de unos ángeles sospechosos, junto a otras grandes figuras que habitaron el sector como:   Alfredo De Angelis, Cesar Ratti, Nini Marshall, Julio Sosa y Oscar Allende.

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Salgo de la estación y en la esquina de Maipú me encuentro con un café que lleva el nombre de Cronopio, quiero creer que Cortázar es más que un anuncio publicitario o una conmemoración.  Quiero pensar que lo leen, especialmente sus cuentos.



De nuevo la lluvia, esta vez bajo los árboles;   tal vez ‘los venenos’ hayan hecho efecto, ni una sola hormiga.  Cierro los ojos y pienso en el hombre con alma de niño, el que siempre tuvo un par de preguntas bien estampadas en la frente.
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NTC ... NOTA : Este texto se publicó el 1 de Marzo 2014, en: 
http://www.vanguardia.com/vida-y-estilo/cultura/249001-el-jardin-florido-de-julio-cortazar 
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 Periodista ( 1 ) . En la actualidad la autora realiza estudios de Doctorado en la  Universidad Nacional de La Plata. Comunicación Social con énfasis en literatura de las ciudadesAgosto de 2013 a ...)  .  Generosa corresponsal, ad honorem,  de NTC ... en Argentina. 

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‘Los venenos’ , http://www.literatura.us/cortazar/veneno.html

‘Bestiario’ , http://www.loscuentos.net/cuentos/other/1/1/113/
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