¿Homenajes?
Por Ómar Ortiz *
CALI CULTURAL. No. 219. Octubre, 2016. Pág. 5. Impreso y digital.
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El viernes 9 de Octubre de 2016 en el marco del evento literario Oiga, mire, lea *, se programó un homenaje a los escritores Humberto Jarrín, Medardo Arias y Julio Cesar Londoño. Como me pareció grato que una ciudad que no suele reconocer sus valores y por el contrario se solaza con el mal o el infortunio ajeno y más si el aquejado por la desventura goza de algún prestigio, escenario que el escritor Jair Villano ha descrito muy bien en una columna publicada recién en El Espectador y que título Calibalismo, quise acompañar a los festejados y de paso escuchar al escritor cubano Leonardo Padura.
Me lleve varias sorpresas, la primera, el abundante público que asistió a la Biblioteca, la segunda, la cantidad de lectores que tiene Padura en la ciudad y la tercera, la forma desobligante y grosera con que fueron tratados los escritores seleccionados para celebrar su trabajo literario. Y frente a esta última enojosa situación quiero detenerme. Para comenzar fue un error juntar el conversatorio del narrador cubano con el acto laudatorio, porque el grueso de los asistentes fue motivado por su interés en la obra de Padura y no por la otra actividad que consideraron por lo menos anodina, tanto que el personaje que hizo las veces de presentador tuvo que pedir a los asistentes que no abandonaran sus asientos ya que el programa no se había acabado, advirtiendo que haría un esfuerzo para que lo que restaba, el homenaje, se demorara lo menos posible.
Y así se procedió, sin ni siquiera subir a los celebrados al escenario donde se realizan los actos del certamen y desde una esquina escondida del inmenso patio habilitado para la concurrencia, se fue llamando a cada uno de los exaltados para entregarles una placa conmemorativa y una nota de estilo, mientras lo que quedaba de público hacia una larga fila para hacer firmar del invitado caribeño sus libros en una mesa situada tras escena.
Fuera de la lista de obras publicadas, de merecimientos obtenidos y otras minucias que se leyeron a la carrera de la hoja de vida de cada escritor, fue imposible oír un solo comentario sobre el valor de su trabajo, las características del mismo o sobre las preocupaciones, las obsesiones y el día a día de su labor como trabajadores de la palabra. Sobre todo cuando habíamos oído del invitado internacional cantidad de anécdotas, como por ejemplo lo que sintió la primera vez que en Colombia le sirvieron una bandeja paisa. Pienso que cada uno de los llamados al acto de reconocimiento, no se sintieron tratados con respeto y cariño, sino más bien agraviados por una ciudad que se sigue negando a aceptar la importancia de sus talentos creadores y mirando para otro lado, para el lado de afuera, no importa de donde venga lo foráneo.
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*Abogado, Escritor y Poeta – Exdirector de Cultura del Departamento del Valle
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NTC ... ENLACES
Humberto Jarrín
Medardo Arias
Julio César Londoño
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NTC ... publicación digital-virtual del periódico completo (en dos "nubes")
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A
PROPÓSITO DE UN HOMENAJE
Por
Medardo Arias
En su Facebook, Septiembre 29,
2016
Han surgido algunas voces, como
la del poeta Omar Órtiz, otro día Secretario de Cultura del Valle, para
criticar el homenaje del que fuimos objeto varios escritores, en el evento
Oiga, Mire, Lea.
Dice el poeta que el homenaje
fue irrespetuoso con los escribas, pues se hizo a las volandas y en “en un
rinconcito…”, lo cual puede tener algo de cierto.
La verdad es que, de alguna
manera contribuí a que este acto se hiciera de manera más discreta y no a
escenario pleno, como seguramente fue fraguado en sus inicios. Por motivos que
desconozco y respeto, a los organizadores se les ocurrió reconocer, en la misma
ceremonia, a personajes dispares de la parroquia. Y digo dispares, porque fui
claro con el director del evento, el escritor Pepe Zuleta, que aceptaría el
reconocimiento sólo si me era permitido permanecer dentro del público. Pensé que
no era digno compartir mesa, a escenario pleno, con un oligofrénico de Palmira,
personaje que recientemente se permitió insultarme, sin motivo y de manera
pública.
Creo, el de marras tuvo la
oportunidad, a tiempo, de comportarse como un señor, y presentar excusas por su
mal momento. Uno entiende que a veces existen personas que amanecen “mal
guisadas” y descargan su resentimiento contra quienes jamás los han vejado, ni
con el pensamiento. Pero, no lo hizo, con lo que se declaró enemigo -el único
que exhibo hasta este momento- por lo que la organización de Oiga, Mire, Lea,
me puso en un pequeño aprieto que afortunadamente fue zanjado de manera
sencilla.
Creo sí que el evento pudo no
estar unido al diálogo con el escritor Leonardo Padura, pues los asistentes a
este programa-entre lo que me conté- no estaban obligados a escuchar las
trayectorias de los tres homenajeados. Algunos asistentes, por cortesía se
quedaron.
La intención de la Biblioteca
Departamental fue buena y desde esta tribuna agradezco nuevamente a su
directora, María Fernanda Penilla por su noble gesto.
Y en cuanto al de Palmira, sólo
me inspira compasión.
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