domingo, 21 de octubre de 2012

CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES. Por José Luis DÍAZ-GRANADOS

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CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES

Por José Luis DÍAZ-GRANADOS *
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El Maestro Luis Vidales, con Luis Fayad y José Luis Díaz-Granados 
En casa de autor del texto en Palermo, Bogotá, junio de 1969
Fotografía: Archivo particular del autor. Click derecho sobre la imagen para ampliarla en una nueva ventana.
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Yo sentía por Luis Vidales verdadera devoción. Diría mejor, veneración. Fue tal mi endiosamiento, que en los años 70, 80 y 90, cuando ya gozaba de su amistad filial y de la más completa confianza e intimidad, jamás dejé de decirle Maestro y de tratarlo de Usted, mientras otros poetas jóvenes y contertulios lo llamaban Luis y lo tuteaban.

Desde que supe de su existencia, en mi adolescencia, lo admiraba y lo respetaba. Oí su nombre por primera vez por referencias  de mi padre, Manuel José Díaz-Granados, abogado, economista y estadístico, liberal de izquierda y asesor de la Contraloría General, y por mi tío materno Carlos Valdeblánquez Moreu, poeta, violinista y bohemio, empleado de la sección de Cartografía de la Contraloría y posteriormente del DANE (ambos, compañeros de oficina de Vidales en los años 40 primero y luego a comienzos de los 60, y contertulios ocasionales en los cafés Lord, Automático, Lutecia y de otros tradicionales bares bogotanos).

Sabía de su amistad con Luis Tejada, de su militancia comunista, de sus treinta y pico detenciones carcelarias y su legendaria huelga de hambre durante el gobierno de Olaya Herrera; de su participación en la huelga del Calzado Pacífico en Cali, de la toma de San Eduardo en Boyacá, de sus enfrentamientos con Ignacio Torres Giraldo, de su amistad con Gilberto Vieira, de su exilio en Chile, de su viaje a la URSS en 1954 y sus encuentros con Picasso, Tristán Tzará, Luis Cardoza y Aragón, Neruda, Roberto Salgado y Volodia Teitelboim.
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Descubrí la prodigiosa poesía de Luis Vidales, primero, gracias al segundo tomo de Las mejores poesías colombianas, compilación hecha por Andrés Holguín para el Festival del Libro Colombiano de 1960; luego ya, en la secundaria, cuando yo ya estaba metido de lleno en el mundillo literario, y más tarde, en 1968, cuando adquirí por un peso la primera edición de Suenan timbres en la tradicional feria del libro del parque Santander.

A Luis Vidales lo vi por primera vez a comienzos de 1962, durante la ceremonia de premiación de un concurso de poesía del cual él era jurado y cuyo fallo revelaban esa noche en la Biblioteca Nacional. Recuerdo que el ganador fue el poeta barranquillero Víctor Amaya González (amigo de mi familia, compadre y biógrafo de Barba-Jacob, también compañero de Vidales en la Estadística). 

Entre 1962 y 1968, mi admiración por la figura legendaria de Vidales se volvió una verdadera obsesión. Se había convertido ya en personaje mítico. El doctor Jesús María Melgarejo Rey, antiguo director de los Censos Nacionales, le tenía profunda admiración y contaba muchas anécdotas del maestro que se confundían con la leyenda.

Con Melgarejo y su esposa, íntimos amigos de mis padres, celebrábamos todos los años las festividades navideñas en familia. Y en las largas conversaciones de Jesús María con mi padre y especialmente conmigo, que ya pergueñaba mis primeros poemas, siempre salía a flote el anecdotario riquísimo de la vida y la obra de Luis Vidales.

Alguna vez ¿1965? ¿1966?, pasó con nosotros el Añonuevo don Omar Rojas Molina, un respetado personaje de la estadística chilena. Yo aún no conocía personalmente a Vidales y disfruté mucho su anecdotario sobre el maestro.

A mi conocimiento del poeta y del político  se agregaban malévolas leyendas que le endilgaban el haber oficiado misas negras en su juventud, el haber orinado en las paredes de un colegio de monjas justo cuando las inocentes alumnas salían de sus labores escolares, el haber lanzado irreverentes diatribas contra prohombres de la nación, y muchas diabluras más, fruto, desde luego, de la mala leche de viperinas y reaccionarias lenguas chapinerunas.

Pero las leyendas, en blanco y en negro, no lograban socavar la transparencia del alma y la sensibilidad genuina de este poeta mayor, ensayista sin par, pensador político correcto y lúcido orientador de la estética del arte de todos los tiempos.

Recuerdo que en 1964, cuando murió su madre, doña Rosaura Jaramillo de Vidales, Melgarejo me comentó: “El maestro Vidales está completamente desgarrado”.

Sin embargo, en esos años 60, (luego del regreso de su exilio en Chile), el poeta vivía en un discreto retiro de toda actividad pública. No se me olvida que alguna vez, en el Correo de “El Tiempo”, apareció una carta firmada por Vidales titulada “¡Yo estoy vivo!”, en alusión al comentario de un corresponsal que en alguna reseña sobre la poesía colombiana se había referido a “el difunto Luis Vidales”. (Suenan timbres había aparecido en 1926 y Vidales no había vuelto a publicar libros de poesía desde entonces).

En esa época, el maestro vivía en el tradicional barrio Teusaquillo, en un pequeño apartamento situado en el primer piso de la carrera 15 con calle 27 (en lo que en alguna época se denominó El ghetto judío). Una vez, con Luis Fayad, caminando de noche bajo la lluvia, por el centro de Bogotá, lo vimos en la puerta de “El Tiempo”, aguardando a que escampara. Yo me atreví, desafiando la timidez de mis 18 años, a saludarlo con efusión y él, muy amable, correspondió el saludo dándome la mano. Lo mismo hizo con Fayad. Vestía una gabardina azul oscura que disimulaba su prominente panza.

De lejos lo veía tomando tinto y fumando en alguna mesa del Café Pasaje o caminando por la Avenida Jiménez (en esa época trabajaba en el DANE, en la sede del Edificio Lara, en la Calle 13 con carrera 13), o contemplando alguna vitrina en la Séptima con calle 24, con las manos en los bolsillos del gabán, confundido entre un gentío que también miraba la vitrina.

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En 1962 había tomado yo la decisión de dedicarme completamente a la literatura. Sería escritor, esa era mi decisión inamovible. No me importaba ser empleado público como Vidales. También lo eran León de Greiff, Jorge Zalamea, José Umaña Bernal y otros poetas que admiraba profundamente. En aquella época yo escribía versos en cantidades abrumadoras, pero de la misma forma los rompía o los quemaba. Mi proyecto era escribir un solo libro con poemas de poderosa factura y no publicar nada más. Es decir, quería abarcar en una sola obra todas las posibilidades creadoras.

Pero no puedo describir la alegría cuando leí en un manual del crítico Javier Arango Ferrer, titulado Dos horas de literatura colombiana, que Luis Vidales había publicado a los 22 años un libro titulado Suenan timbres, y que esto le había bastado para su inmortalidad.

Pues bien, ese sueño lo cultivé también durante varios años. Y fue así como después de escribir y romper, reescribir y quemar, volver a tomar la pluma, experimentar y hacer toda clase de piruetas literarias, poco antes de cumplir mis 22 años, publiqué un poema narrativo, sin pies ni cabeza, con pretensiones cortazarianas, titulado El laberinto, al que luego, con el tiempo, le fui adicionando poemas de diversa temática y estructura, y que fui publicando en ediciones aumentadas hasta la definitiva, aparecida en 1984.

El día que cumplí los 22 años, el 15 de julio de 1968, fui convocado por algunos amigos a leer poemas en el Consejo Británico. Allí acudí con Luis Fayad, Carmen Lidia Cáceres, Myriam Luque Peña, Nicolás Suescún, Darío Samper, Clara Samper (mi novia entonces) y Arturo Camacho Ramírez, entre otros, y para sorpresa mía, encontré a Luis Vidales, sentado en un rincón de la sala, dispuesto a leer algunos poemas inéditos.

Cuando terminó la velada, Vidales me hizo un discreto ademán con la mano derecha, y yo me senté a su lado. Muy afectuoso me felicitó por mi lectura. Me preguntó si era "hijo de Manuelito” (así era conocido mi padre, tanto en Santa Marta como en los círculos políticos y bohemios de Bogotá), y luego me invitó a que fuéramos con mi grupo de amigos a su apartamento de Teusaquillo. Mi felicidad fue enorme. Inenarrable.

Recuerdo nítidamente que allí llegamos con Clara, Carmen Lidia, Fayad y Miryam Luque. Vidales, jubiloso, nos aguardaba en la puerta con Camacho Ramírez y dos funcionarios británicos.

---Vamos a ver si cabemos, decía sin dejar de reír.

En verdad, se trataba de un apartamento muy pequeño: una salita repleta de libros, con un sofá y dos o tres sillas; un baño y una alcoba diminuta. Allí, Vidales vivía solo, pues por entonces Paulina, su esposa, y sus cuatro hijos ---Luz, Carlos, Ximena y Leonardo--- vivían en Santiago de Chile. Se habían radicado allí desde que salieron exiliados con el poeta en 1952. Con el advenimiento al poder del presidente Alberto Lleras Camargo, amigo de la infancia de Vidales y compañero de la Generación de Los Nuevos, el poeta había regresado a Colombia en 1960 y se había incorporado al DANE como jefe de la Oficina de Redacción Técnica.

Como pudimos nos acomodamos en la sala. Vidales nos brindó abundante whisky. Sacó de un closet, situado detrás del sofá donde se sentó con los británicos, unas latas de sardinas, un frasco de aceitunas y un enorme pan pastramo que le regalaban los judíos dueños del edificio. Además, dejó sobre la mesita de cristal, varios paquetes de cigarrillos ingleses “Dunhill” y “Piccadilly” y una cajetilla de cigarrillos egipcios, absolutamente exquisitos. Cuando todos encendimos los tabacos,  habló sobre las delicias de un cigarrillo jordano marca “Abdullah” y nos lanzamos a disfrutar de la más fabulosa travesía por los senderos infinitos del arte, la poesía, la política y las ciencias humanas. 

Fue el comienzo de una amistad maravillosa, inmaculada y radiante, que constituyó la más preciosa condecoración que me ha otorgado la vida.
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* CRONOLOGÍA DE JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS. Por  GLADYS SIABATO FERNÁNDEZ. VIDA Y OBRA DE  JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
 http://joseluisdiazgranados.blogspot.com/
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José Luis Díaz-Granados - EcuRed
http://www.ecured.cu/index.php/Jos%C3%A9_Luis_D%C3%ADaz-Granados
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Luis Vidales y José Luis Díaz-Granados. Navidad de 1988.
Al fondo biblioteca de Vidales. Parecen degustar brevas con arequipe, con vino.
 Agradecemos al poeta José Luis el aporte de la histórica foto, marzo 20, 2011.
(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

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---------- Mensaje recibido ----------


De: Carlos Vidales 


Fecha: Estocolmo,  21 de octubre de 2012 20:30
Asunto: Re: CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES. Por José Luis DÍAZ-GRANADOS.
Para: NTC  ntcgra@gmail.com   Cc: NTC ... ntcboletin@gmail.com


Muchas gracias por ese interesante artículo, escrito con tanto afecto. El cariño de José Luis Díaz Granados hacia mi padre ya es legendario.



Debo, sin embargo, hacer algunas mínimas precisiones que, no por ser muy pequeñas, dejan de tener su importancia:


Nuestra familia (padre, madre y cuatro hijos) salió de Colombia en febrero de 1953 (no en 1952, como dice Díaz Granados). Nuestra salida, planeada efectivamente para 1952, fue postergada por mi padre, pese a que corríamos graves riesgos (era la época de La Violencia), pues estaba empeñado en cumplir hasta el último minuto con sus obligaciones en la oficina de publicidad y propaganda de los censos nacionales.

Si bien es cierto que el exilio de mi padre concluyó formalmente en 1960, cuando el presidente Alberto Lleras Camargo le ofreció un cargo técnico en el DANE, el retorno a Colombia no se produjo de inmediato. Hubo un período de transición entre 1960 y 1964, durante el cual mi padre y mi madre reorganizaron la vida familiar para atender mejor la educación de los hijos: yo ya me había ido de la casa paterna y estudiaba en Argentina; mis tres hermanos (Luz, Ximena y Leonardo) seguirían estudiando en Chile al cuidado de mi madre. La obligada separación de mis padres duró hasta 1970, cuando mi madre regresó finalmente a Colombia a reunirse definitivamente con su esposo.

Espero que estas anotaciones sirvan como un aporte al memorioso artículo de Díaz Granados.

Saludos muy cordiales.

Carlos Vidales 
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De: GUILLERMO HENAO *


Fecha: 22 de octubre de 2012 08:03

Asunto: RE: CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES. Por José Luis DÍAZ-GRANADOS.

Para: NTC ntcgra@gmail.com

Gracias por este aporte tan importante.  Saludos

Guillermo Henao* , Medellín

* NTC ... enlaces: 1 y  http://3.revista.gotasdetinta.org/cultura.html

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De: José Luis Díaz-Granados

Fecha: 22 de octubre de 2012 09:18
Asunto: Saludo para Carlos Vidales

Para: ntcgra@gmail.com, ntcboletin@gmail.com

Muchas gracias al inolvidable y admirado Carlos Vidales por sus precisiones sobre mis recuerdos del maestro. Sea la oportunidad para manifestar mi cariño inmenso por Paulina, quien tuvo una amistad entrañable con mi madre, y mi afecto indeleble por Luz, Carlos, Ximena y Leonardo.

Abrazos fraternos,

JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

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NTC ... ENLACES sobre LUIS VIDALES: 

** http://luisvidales.blogspot.com/ Luis Vidales. Página oficial del poeta de "Suenan timbres"
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** http://ntcblog.blogspot.com/2006_03_02_archive.html Publicación de NTC ... . 80 AÑOS DE “SUENAN TIMBRES” de Luis Vidales, 25 de Febrero de 1.926 HOMENAJE Y MEMORIAS. FEBRERO 26, 2.006.
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Luis Vidales. NTC ... Compilaciones 1. Ene 14, 2012.pdf

http://es.calameo.com/read/000948328bfc5f4536c97

* 12 de enero de 2012

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Publica y difunde NTC … Nos Topamos Con 
http://ntcblog.blogspot.com ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.
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