Considero a Julio César Londoño
un hombre inteligente y un buen autor, le deseo incluso lo mejor ....de hecho
lo he leído con atención hace tiempos, pero me parece que son muy endebles sus
argumentos en este artículo sobre Alvaro Mutis. Por el contrario, debido a los
méritos de Londoño, creo que este premio le demerita. Lo pone a un nivel que no
es el suyo. Se trata de ejercer la crítica y de alertar a Londoño para que no
baje su nivel y se convierta en un Samper Ospina de la crítica literaria.
Espero por el contrario que Londoño obtenga los premios que merece pero en el
ámbito académico, literario y no en la farándula endogámica del periodismo
bogotano que lo quiere malear... Como lector y admirador de Alvaro Mutis, cuya
muerte lamentamos, trato simplemente de elevar el nivel en el debate que él
abrió con ese artículo lamentable que no es de su nivel … www.egarciaguilar.blogspot.com
NTC ... NOTA: En el Facebbok de Julio César Londoño https://www.facebook.com/juliocesar.londono.5 hay otros comentarios y anotaciones relativas al premio, entre ellas algunas adicionales de García Aguilar. Las reproducimos para difusión entre quienes no tienen Facebook y/o no son "amigos" de quienes intervienen:
Algunos
Comentarios Nov. 14, 2014 En el FaceBook de Julio César Londoño
----
Ruth Paredes
de Letelier Un triste acto de celos profesionales el del señor
García. No se dio cuenta que con esa crítica tan destructiva muestra
ampliamente como es él (no soporta el triunfo de los demás)
Eduardo García
Aguilar Ruth y Guillermo: No, no se trata de eso. Considero a
Julio César Londoño un hombre inteligente y un buen autor, le deseo incluso lo
mejor, ....de hecho lo he leído con atención hace tiempos, pero me parece que
son muy endebles sus argumentos en este artículo sobre Alvaro Mutis. Por el
contrario, debido a los méritos de Londoño, creo que este premio le demerita.
Lo pone a un nivel que no es el suyo. Se trata de ejercer la crítica y de
alertar a Londoño para que no baje su nivel y se convierta en un Samper Ospina
de la crítica literaria. Espero por el contrario que Londoño obtenga los
premios que merece pero en el ámbito académico, literario y en la farándula
endogámica del periodismo bogotano... Como lector y admirador de Alvaro Mutis,
cuya muerte lamentamos, trato simplemente de elevar el nivel en el debate que
el abrió con ese artículo que no es de su nivel.... www.egarciaguilar.blogspot.com
Guillermo Villegas
Buga Bueno, nosotros celebramos el reconocimiento a Julio César,
por quien tenemos gran afecto y admiración. Siempre habrá quien no comparta un
premio -en muchas ocasiones en mi caso. Pero el rechazo debe ir más allá de la
expresión del desacuerdo, argumentarse. Y eso es lo que no hizo Eduardo García
Aguilar -de quien algunas cosas leí hace muchos años- en su primer comentario.
Eduardo García
Aguilar Guillermo: aquí no tengo espacio para argumentar
profundamente, pero les recomiendo leer mi libro Celebraciones y otras
fantasmas. Una biografia intelectual de Alvaro Mutis, publicado en TM editores
en Colombia y Casiopea España y traducido al francés y publicado en Folle
Avoine. Asimismo acaba de salir en España un libro con un amplio ensayo mío al
respecto en la editorial Verbum.
Marco Tulio
Aguilera Considero a Mutis superior a García Márquez. Lo argumenté
en un artículo y Mutis lo celebró (claro). Lo que pasa es que Gabo es más
populachero, menos exquisito, más al alcance de la masa indocta (pa decirlo con
algo de pedantería). El artículo de Julio César es irónico y provocador, pero
se lo tragaron los jueces del premio que deben ser del equipo de indoctos
jueces, que pululan en los premios colombianos...Que confiese Julio César: lo
hizo por joder, namás. Y pegó!
Andrea
Pinzón Escobar Felicito a Eduardo García Aguilar que tiene la
valentía de estar en desacuerdo, decirlo en público y estar a merced del
escarnio público. No creo que se trate de envidia porque Eduardo es un
intelectual de prestigio Creo que el periodista Londoño apreciará sus
observaciones como persona educada que es. Se trata de buscar los quiebres en
una lectura antes que envolverla en un aura de esta manera se busca el
perfeccionamiento. La crítica va hacia el escrito no hacia la persona así que
no por eso se deben crear enemistades al contrario se puede construir
conocimiento a partir de la diferencia.
Eduardo García
Aguilar ¡¡Muchas gracias Andrea
Pinzón Escobar por tu comentario!!! Es la hora de leer al gran Alvaro
Mutis... su espléndida obra poética y sus novelas que circulan entre los
lectores en muchos países del mundo... Hay que volver a leer la Summa de
Maqroll el Gaviero, La nieve del Almirate, Ilona llega con la lluvia, Un Bel
Morir, La Ultima escala del Tramp Steamer y muchos otros textos suyos...
++++
.
De: Armando Barona Mesa
Fecha: 15 de noviembre de 2014, 9:45
Asunto: Re: Julio César Londoño, alabado por su crítica Por: Ricardo Moncada
Esquivel. El País (Cali) , Noviembre 13, 2014
Para: NTC ntcgra@gmail.com
Amigos de NTC ...:
Leyendo el foro que se ha armado alrededor del premio de
Julio César, pienso que están respirando algunas heridas acumuladas. Que
mediocre, dice uno que no puede ocultar su desasosiego. !Helas! En ninguna
forma Londoño ataca a Mutis. Antes lo elogia, si es que aquel personaje se
detiene en su fobia y vuelve a leer y a meditar el texto. El jurado dijo y lo
demás son ladridos. Ah, y es bueno precisar que tonto es el que cree que lo es
el otro.
ARMANDO BARONA
-----
25 de agosto de 2013, en NTC ...
------
"LA CRÍTICA LITERARIA YA NO EXISTE MÁS" (Josefina Ludmer), crónica,
y
"LENTA BIOGRAFÍA", novela (Sergio Chejfec), reseña
En el evento “La letra argentina”, Universidad de Buenos Aires, 6 y 7 de noviembre, 2014
Evento “La letra argentina”. Josefina Ludmer. Sergio Chejfec
-
Carolina Urbano, en primera fila (al centro)
---
ACCEDER y NAVEGAR
De: Yves MONINO
Fecha: París, 17 de noviembre de 2014, 16:20
Asunto: ¡No es así, querido Eduardo!
Para: NTC ntcgra@gmail.com
Incansables Gabriel y María Isabel, gracias por haber eneteceano mis comentarios sobre Dora
Bruder,
Ahora les mando una reacción
que me estaba dando vueltas en la cabeza desde hace días, reacción al
movimiento de mal humor de mi amigo Eduardo García, con quien estoy en
desacuerdo sobre un texto de Londoño.
Favor comuníquenlo a Eduardo y a Julio César. Gracias.
Un gran abrazo, Yves
¡No es
así, querido Eduardo!
¡No,
Eduardo, en general aprecio mucho tus escritos, pero no es así! El artículo de
Londoño sobre Mutis es sumamente inteligente, elegante y argumentado. Puedes
disentir, claro, la buena crítica literaria no es una ciencia exacta
—afortunadamente— pero tus calificativos abruptos (“artículo lamentable”,
“argumentos endebles”) no reemplazan la discusión razonada que esperaba de tí y
que casi siempre te distingue. No es con actitudes de amante ofuscado que vas a
elevar el nivel del debate. Uno de los dos temas que Londoño desarrolla y que
me parece interesante, es que los más grandes novelistas son los que echan su
ego a un lado con un estilo plano, neutro, a lo Balzac o a lo Modiano, que
cautivan al lector con la historia que cuentan más que con los arabescos de su
escritura. Algunos contados estilistas también son grandes narradores, Julio
César menciona a García Márquez, Proust y al magnífico escritor húngaro Sándor
Márai; no puedo dejar de citar aquí a los dos maestros del estilo en la novela
francesa del siglo XX que son, al lado de Proust, Aragón en La Semana
Santa y Colette en Chéri y sobre todo La fin
de Chéri: se dejan olvidar en estas novelas a pesar de su frase barroca y
algo rebuscada. Debo confesar que para mí los tres gigantes de la novela
latinoamericana son los que cita Londoño: Borges, Rulfo y Gabo. No es muy
original afirmar esto; lo es más relegar en segunda división a Vargas Llosa y a
Mutis. Gracias al segundo tema que Londoño expone, entiendo por fin por qué
nunca pude acabar un Maqroll —¡me sumerge la vergüenza!: porque no hay ningún
personaje a su altura. Al menos Sherlock Holmes tenía a Moriarty. Puedes
disentir, Eduardo, y preferir Alvaro Mutis a Gabo, pero tienes que decir por
qué. Y te lo dice uno que no pertenece a la farándula (¿?) de los periodistas
bogotanos, uno que ni siquiera es crítico literario profesional, sino un
aficionado lector franchute a quién le encanta la escritura precisa, elegante,
llena de fino humor y muy cartesiana del palmirano Julio César Londoño,
cuyos libros no han sido traducidos al bengali, pero sí al húgaro, sin
discusión la más bella de las lenguas de Europa, aunque no indoeuropea.
Un
cariñoso abrazo, Eduardo.
Yves
Moñino
.
.
Columnas y premios
Benjamín Barney Caldas
¿Ciudad? El País, Cali, Noviembre 20 de 2014
Sin
duda es bien merecido el premio de periodismo Simón Bolívar, en la categoría de
Crítica de Periodismo Escrito, a Julio César Londoño. Como él mismo lo dice,
las ventajas de tener una población bien informada son obvias, y gracias a las
redes sociales las personas pueden tomar mejores decisiones. Lo cual desde
luego no quiere significar que siempre sean las acertadas, y cita varios casos
muy conocidos en que no resultaron tales, pero advierte que el que la primavera
árabe “se haya marchitado con la celeridad de una rosa de florero [es] harina
de otro costal”. Como concluye: “Desconocer hoy el peso de la opinión pública
no es ético”. (Periodismo científico, El País, 13/11/2014).
“Los
objetivos del periodismo -escribe Londoño- son eminentemente sociales: formar
la masa crítica necesaria para la realización de debates amplios sobre
investigaciones polémicas, brindar al hombre de la calle la oportunidad de
satisfacer su pulsión natural de conocimiento [y] si se logra que un buen
número de personas tengan una comprensión aceptable de [esos] temas, estas
personas actuarán como multiplicadores de información en sus comunidades. De
esta manera […] la opinión pública tendrá voz y voto en el debate. Si no, las
grandes decisiones seguirán tomándose a puerta cerrada, al arbitrio de la
ambición del industrial, la vanidad del científico y el ajedrez de la
política”.
De otro
lado, en las columnas de opinión, como se decía en ¿Lectores o ‘foristas’?
(programalallave.com, Cali 05/03/2013): “Su redacción y estilo, su ‘poesis’ (no
su poesía, en la que no deben intervenir los correctores de estilo, igual que
en el ‘exceso’ de erudición), es clave como en las impecables columnas de
[Antonio] Caballero, o las de Daniel Samper Pizano en El Tiempo. O las de Julio
César Londoño en El País o El Espectador, que se pueden leer por el puro placer
de hacerlo pues son como buenos cuentos, y uno termina por enterarse de cosas
buenas o malas y de las sesudas críticas que el autor les hace a esas cosas.
Incluso algunas son puros cuentos” (como, Ernesto Roth, de Londoño en El País,
25/10/2013).
Y como
igualmente dice Londoño: “Frente al estilo que debe seguir el periodista
científico, hay por lo menos dos posiciones: la ortodoxa, que es partidaria de
abordar los temas con un lenguaje plano, y la poética, defendida por los que
prefieren que la divulgación científica esté en manos de periodistas con buena
formación en letras. A los ortodoxos les preocupa la tendencia de los poetas a
“sacrificar un mundo para pulir un verso”. [pero] el ortodoxo [puede] falsear
los resultados de la ciencia […] por incapacidad verbal”.
Al
respecto hay que comprender que la información bibliográfica que suelen incluir
cada vez más columnistas, (autor, texto, fecha y hasta página) no es apenas un
elemental respeto por los responsables de las ideas o de las frases citadas,
textualmente o no, sino que constituye una valiosa información para los
lectores que deseen profundizar en el tema respectivo o sencillamente verificar
la información. Por lo tanto, es necio decir que dificulta la lectura, cuando
en realidad la está enriqueciendo, o que es una demostración de erudición, como
si esta lo fuera per se. Y por supuesto es claro que hay que buscar escribir
con gracia: como Londoño, y de ahí la pertinencia del premio.
----
.
Las
agonías de la crítica
Ángel Castaño Guzmán. Columnista invitado
EL ESPECTADOR, 24 NOV 2014 - 8:18 PM
Un jurado compuesto, entre otros, por Jorge Orlando Melo,
Heriberto Fiorillo y Ricardo Silva le concedió el Premio Simón Bolívar de
Periodismo, en la modalidad crítica, a Julio César Londoño, por un artículo
sobre la obra literaria de Álvaro Mutis.
Quien lee el texto del novelista de Palmira se pregunta, con
toda razón: ¿esta sarta de tópicos merece el laurel? ¿Las agonías del estilo
es, en realidad, una seria diatriba al trabajo narrativo del exconvicto de
Lecumberri? Aventuro una respuesta: no. ¿El porqué? Bueno, hay varios. El
principal: nadie considera a Mutis un genio. Londoño no es el primero en
cuestionarlo ni el mejor en hacerlo. Hay un error del tamaño del elefante de
Samper en el razonamiento de Melo y compañía.
++++
Ese
breve no sé
Por
Piedad Bonnett
El ESPECTADOR, 23 NOV 2014 -
9:00 PM
Al recibir el nobel, la poeta
polaca Wislawa Szymborska habló contra “los torturadores, dictadores, fanáticos
y demagogos”, porque detrás de sus consignas se adivina que ellos saben.
“Saben, y aquello que conocen
es suficiente para ellos por siempre. No quieren descubrir nada más, pues esto
podría disminuir la fuerza de sus argumentos”. Y reivindicó “ese breve no sé”:
“Expande nuestras vidas para incluir nuevos espacios en nosotros, tanto como
aquellas extensiones exteriores en las que nuestro diminuto planeta Tierra está
suspendido. Si Isaac Newton no se hubiera dicho nunca a sí mismo no sé, las
manzanas en su pequeño huerto podrían haber caído como granizo y él se habría
detenido para recogerlas y degustarlas”.
Del no sé se desprenden la
imaginación y el riesgo, y también la filosofía, la literatura y la ciencia.
“Los poetas, si son genuinos, deben permanecer repitiendo no sé”, dice
Szymborska. Por eso, todo fracaso nacido del deseo de conocer es relativo, y se
descacha Julio César Londoño en su
columna sobre el aterrizaje del módulo Philae sobre el cometa 67P cuando dice
que es “… el proyecto de 20 naciones europeas que hicieron vaca con sus flacos
bolsillos para hacer un oso monumental, internacional e interestelar”. Julio
César, un escritor apasionado por la ciencia, se burla de los científicos que
esperando encontrar una superficie blanda se toparon con la dura roca, “la
materia que forma el núcleo de los cometas, como lo sabe hasta el menos agudo
de mis hijos”. Yo no sé, porque soy menos aguda aún que los metafóricos hijos
de Londoño, si la superficie de todos los cometas es ”durísima como el hielo”,
pero no creo que detrás de diez años de sudores de los científicos exista un
error tan elemental. Lo que sí sé es que el avance de la ciencia se alimenta de
todo tipo de fracasos (relativos siempre), y que estos, por risibles que nos
parezcan, tienen un ribete dramático. Y también poético. Lo sabía Borges —un
autor que Julio César Londoño conoce de memoria— que escribió cuentos y poemas
sobre algunos de esos monumentales fracasos, y que afirmó que “la victoria
tiene una dignidad que la derrota no conoce”.
Tiendo a identificarme, más
bien, con el astronauta canadiense Chris Hatfield, citado por el astrofísico
Juan Diego Soler: “No pongan mucho énfasis en la falla; es hermoso donde
estamos”. Ser bienpensante, sin embargo, o hablar desde lo que la bobalicona
literatura de autoayuda llama “espíritu positivo”, no es bien visto por los
intelectuales. Lo sabe bien Londoño, un escritor inteligente, ingenioso,
mordaz, que aspira a la originalidad, una virtud de la que descreía Borges. Por
eso, a la muerte de Álvaro Mutis, lo
que se le ocurrió fue escribir una columna señalando que ese escritor no es el
gran narrador que la gente cree. Un juicio bien argumentado, que comparto,
aunque el momento de decirlo fuera impertinente Pero a muchos colombianos les
gusta la impertinencia, sobre todo cuando va acompañada de alguna perversidad.
Lo prueba el hecho de que con ella acaba de ganar el Premio Simón Bolívar de
Crítica. De la magnífica poesía de Mutis, Julio César no opina mucho, pues
según él son otros los que de eso saben. Lo que no creo que ignore es que el
espíritu de la ciencia está lleno de poesía.
++++
Martínez
se alzó con “el Gabo”
Por
Julio César Londoño
EL ESPECTADOR, 29 NOV 2014
El escritor argentino Guillermo
Martínez ganó el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.
Acertó el jurado, donde había
petardos como Mempo Giardinelli (un charlatán insufrible), pero también tipos
atentos, como el mexicano Ignacio Padilla, creador de una delicatessen,
Amphytrion, y Antonio Caballero, el autor de Paisaje con figuras, uno de los
mejores libros de crítica de arte y literatura que hayan visto mis viejos ojos.
Martínez ganó con Una felicidad
repulsiva, libro que toma su nombre de un cuento del volumen, la historia de
una familia cuyos miembros son cultos, ricos, esbeltos, bellos y deportistas,
es decir, asquerosamente feliz, de esos que existen sólo para hacernos sentir
bacterias religiosas, Gregorios sin Kafka ni suerte, hasta que Martínez llega y
nos venga a todos.
Es autor de Yo también tuve una
novia bisexual, y de Crímenes imperceptibles, una novela policíaca cuyas
pesquisas involucran la filosofía, la historia y la lógica matemática. El libro
se ha leído en 35 idiomas y fue llevado al cine como Los crímenes de Oxford por
el director español Álex de la Iglesia.
Otra novela suya es La mujer
del maestro, la historia de un estudiante de literatura que le pide consejos
para triunfar a su profesor, un escritor consagrado y maduro. Está escrita con
una prosa de mucha textura, una erudición decantada, una tensión que oscila
entre la bondad y la perversión, y encierra un homenaje en clave a La lección
del maestro, de Henry James, uno de los dioses tutelares de Martínez (en la
novela de James, el maestro le traza a su joven discípulo un programa que
incluye viajes largos y duros sacrificios que finalmente lo llevarán a la
gloria... y a perder la novia, que termina en las garras del maestro).
Borges y la matemática
(Martínez tiene un posgrado de Oxford en la materia) es una historia anómala de
la matemática, por tres razones: porque es legible incluso para lectores
analfanuméricos, está muy bien escrita —es una historia más literaria que
matemática— y en ella aparece, por fin, un latinoamericano, Gregory Chaitin, un
matemático estadounidense de padres argentinos, radicado en Buenos Aires y
amigo de Martínez.
Gödel para todos es un estudio
sofisticado del teorema de incompletitud de Kurt Gödel, el resultado más
profundo de la historia del pensamiento, y de Gödel, un monstruo lógico a cuyo
lado Gauss, Newton y Leibniz parecen chicos aplicados.
El experimento de la habitación
china es un ensayo que empieza reflexionando sobre la inteligencia artificial y
el test de Turing y termina suspirando sobre las ansiedades del amor.
Es saludable que se premien y
se conozcan los complejos cuentos de Martínez, sobre todo ahora, cuando
proliferan los cuentos existenciales, los bodegones en prosa y las historias
lánguidas, como las de Alice Munro, y el culto a Chejov, ese autor que sólo
desdeñaba tres partes del cuento: el inicio, el medio y el final.
.....
El domingo, en estas mismas
páginas, la columnista Bonnett se ocupó sin piedad de mi trabajo. Sacó del
liguero un puñal perfumado y me lo enterró en el cuello hasta la empuñadura.
Puso en entredicho mi sapiencia en los astronómicos asuntos y hasta osó criticar
apartes del obituario de Álvaro Mutis que me valió el Premio Simón Bolívar en
Crítica Literaria (galardón que H. Bloom, G. Steiner y la Academia Francesa de
Letras han calificado como “merecidísimo”). Debería responderle con energía,
pero estoy tan halagado de que semejante escritora se ocupe de mis ejercicios
periodísticos, que no he podido acopiar la rabia necesaria para cantarle la
tabla.
++++
De: ARMANDO ROMERO
Fecha: Cincinnatti (USA), 10 de diciembre de 2014, 14:58
Asunto: Estambul. Álvaro Mutis. “Reducidor de cabezas” …
Para: NTC … ntcgra@gmail.com
Amigos de NTC …
Les debo una larga carta como siempre agradeciéndoles toda su generosidad y la bondad de sus brazos abiertos para los que mucho les queremos y estimamos su labor.
Regreso de Estambul con ojos de maravilla. Nunca esperé encontrarme con una ciudad-palimpsesto tan misteriosa, tan llena de interrogantes sin respuestas. Sentir que nuestra venerada Constantinopla todavía está viva, palpitante, a pesar de los gritos de “Alá” que buscan ocultarla, fue algo que me conmovió profundamente. Nunca había estado en una ciudad donde se superponen tantas culturas, aunque no se mezclan a la manera del “sueño americano”, para no ir muy lejos, o a la manera de nuestro mestizaje tricultural. Hititas, griegos, persas, bizantinos, otomanos, armenios, árabes, kurdos, turcos, en fin, una y otra capa sedimentaria como rocas que podemos sentir, tocar con nuestras manos. Tal vez, y esto me lo hacía ver nuestro querido Jotamario, lo único que se le asemeja sea la Alejandría de Durrell, con el viejo Kavafis paseándose por el malecón.
La presentación del libro de poemas en turco de Álvaro Mutis fue excelente, y no me vanaglorio porque la excelencia se debe a la organización de la Embajada de Colombia, encabezada por el embajador Fernando Panesso, y las encargadas de la difusión cultural, Alejandra Jurado y Daniela Bohorquez. También la presencia del poeta turco, Adnan Ozer, quien se encargó de acercar la obra de Mutis y de otros poetas colombianos a un nutrido público, principalmente académico e intelectual, de Estambul y Ankara. Yo presenté un trabajo sobre Mutis del cual te haré llegar, y ojalá lo puedan difundir por NTC … , un par de páginas *, ya que es un poco largo. Fue sorprendente ver que al lado de García Márquez, la obra de Mutis es lo más conocido nuestro en Turquía, y obviamente eso nos deja de maravilla, y contrarresta esa imagen negra que nos ha acompañado por años gracias a nuestra insania social y política.
Lastimosamente veo en las páginas de NTC … que esta insania nos sigue acompañando, y que un escritor de nuestra provincia ha ganado el premio nacional de periodismo con unas palabras mal intencionadas sobre Álvaro Mutis. Es triste ver que el ejemplo de la diatriba y el insulto se reproduce más rápidamente que el de la crítica honesta e inteligente. Van a pasar muchos años antes de que algunos de nuestros escritores comprendan que sólo a través del estudio y la reflexión profunda, sin aspavientos bullangueros, podremos avanzar y hacer del país algo mejor. Allí en Estambul, no sólo sentía la presencia de Mutis con su poesía, sino con ese cuento magistral titulado “La muerte del estratega”, en donde se nos viene encima todo Bizancio con sus maravillas. Ojalá el escritor ganador lo lea un día, y empiece con este ejemplo a aprender a escribir y a respetar a los mayores.
Horror de horrores, veo por sus páginas hoy que este mismo escritor joven también es un “reducidor de cabezas”, y que ha decidido empequeñecer a nuestros Isaacs y Palacios. ¡Dios nos libre y nos favorezca de los que así adquieren grandeza!
Pueden dejar abierta esta carta para los lectores de NTC … , si la consideran pertinente.
.... Continuará