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."El Magnicidio de Sucre".
Juicio de responsabilidad penal
Impresora Feriva. Primera edición 2006. 255 páginas. 15 x 24 x 1.5 cms
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Contracarátula
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Un sentido natural de justicia lleva a los seres humanos a repudiar el crimen, hayan pasado los años que fueren. Es el mismo rechazo que sentimos por la acción de Caín. O por el magnicidio de Lincoln. O por el asesinato de Jaurés. Y es precisamente por él que mantenemos la recóndita aspiración de que se sancione, así sea moralmente, al criminal. Al escribir este libro afloran tales motivaciones sicológicas en relación con el mal que significó la muerte alevosa, traidora y despiadada del mariscal Sucre. Se ha demostrado a plenitud la culpabilidad del general Obando y sus secuaces, y puede, finalmente, sostenerse que los levantamientos armados por él contra la justicia y aun su sufrimiento en el largo camino de la selva, o su pobreza en el Perú, no pueden convertirse en bien o enjugar la culpabilidad manifiesta, o hacer que se piense en el facilismo de que ya fue suficiente castigo. No. El juicio de la historia no debe festinarse ni ablandarse, por más que el corazón se conduela con ese ser desgraciado que se llamó José María Obando ... o Iragorri.
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SOLAPAS
SOLAPAS
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El autor de esta obra, Armando Barona Mesa , es un abogado colombiano nacido en el Valle del Cauca, con un dilatado ejercicio profesional, especialmente en el campo del derecho penal. Hombre de estudio, también ha transitado por el terreno de la política, habiendo desempeñado todos los cargos que otorga la democracia en las corporaciones públicas. De paso ha ejercido la diplomacia como embajador de su país en varias oportunidades.
Consagrado a la historia como una pasión, es autor de varios libros de ensayos históricos: Momentos y personajes de la historia, (tres tornos), La separación de Panamá, al igual que otro volumen de variadas prosas, Notas del caminante, y tres libros más de poemas, en todos los cuales muestra una escritura elegante, fina y muy bien elaborada. Es un escritor versátil, erudito y severo. Además es miembro de las Academias de Historia del Valle del Cauca y de Santander.
En el libro que hoy presenta Editora Feriva S.A. penetra el doctor Barona Mesa con agudo bisturí en los recónditos espacios de la historia, sobre un tema aún sensible, doloroso y en cierta manera urticante. Pero lo hace con rigurosa imparcialidad a la luz de toda la documentación existente; y cuando formula su juicio final, aun en contra de su inocultable simpatía hacia el que cree el autor del magnicidio, lo hace con la autoridad de sus probadas disciplinas en el campo jurídico, para que la historia tenga en él un elemento formidable de convicción.
Consagrado a la historia como una pasión, es autor de varios libros de ensayos históricos: Momentos y personajes de la historia, (tres tornos), La separación de Panamá, al igual que otro volumen de variadas prosas, Notas del caminante, y tres libros más de poemas, en todos los cuales muestra una escritura elegante, fina y muy bien elaborada. Es un escritor versátil, erudito y severo. Además es miembro de las Academias de Historia del Valle del Cauca y de Santander.
En el libro que hoy presenta Editora Feriva S.A. penetra el doctor Barona Mesa con agudo bisturí en los recónditos espacios de la historia, sobre un tema aún sensible, doloroso y en cierta manera urticante. Pero lo hace con rigurosa imparcialidad a la luz de toda la documentación existente; y cuando formula su juicio final, aun en contra de su inocultable simpatía hacia el que cree el autor del magnicidio, lo hace con la autoridad de sus probadas disciplinas en el campo jurídico, para que la historia tenga en él un elemento formidable de convicción.
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INDICE
Introducción 7
Bolívar y la noticia de la muerte de Sucre
I La noticia. El hundimiento. Los recuerdos 12
II El recuerdo de los acontecimientos en Venezuela 32
III Nadie como Sucre en su afecto. Las expresiones de su dolor 43
IV Manuela en su nostalgia 48
V Reminiscencia del último viaje. El río Fin del camino 55
Sucre
I Prosapia de los Sucre. Infancia. Juventud 62
II Las derrotas. Se levantan de nuevo. Vuelven a caer 72
III Los caminos del mar. Cartagena. Haití. Naufragios. Triunfos 76
Obando
I Orígenes. El crimen. Buena fortuna 84
II La juventud. Su vida contradictoria. Su presidencia. Su condena por el Senado 99
III Al Iado de Mosquera. Su muerte. Venganza de Mosquera 109
El crimen
I La marcha de Sucre. Como Cervantes, había perdido un brazo 118
II Primeros indicios. El club. Publicaciones indicadoras. La marcha. Berruecos 123
El primer juicio
I Cartas con Flores. Una carta comprometedora al general Murgueitio 132
II Otros aspectos contradictorios de Obando 156
El segundo juicio
I Descubrimiento por azar. Pruebas a granel ..... 163
II Falso que haya habido halagos y engaños para los que confesaron 204
III El comienzo del segundo proceso 225
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Introducción 7
Bolívar y la noticia de la muerte de Sucre
I La noticia. El hundimiento. Los recuerdos 12
II El recuerdo de los acontecimientos en Venezuela 32
III Nadie como Sucre en su afecto. Las expresiones de su dolor 43
IV Manuela en su nostalgia 48
V Reminiscencia del último viaje. El río Fin del camino 55
Sucre
I Prosapia de los Sucre. Infancia. Juventud 62
II Las derrotas. Se levantan de nuevo. Vuelven a caer 72
III Los caminos del mar. Cartagena. Haití. Naufragios. Triunfos 76
Obando
I Orígenes. El crimen. Buena fortuna 84
II La juventud. Su vida contradictoria. Su presidencia. Su condena por el Senado 99
III Al Iado de Mosquera. Su muerte. Venganza de Mosquera 109
El crimen
I La marcha de Sucre. Como Cervantes, había perdido un brazo 118
II Primeros indicios. El club. Publicaciones indicadoras. La marcha. Berruecos 123
El primer juicio
I Cartas con Flores. Una carta comprometedora al general Murgueitio 132
II Otros aspectos contradictorios de Obando 156
El segundo juicio
I Descubrimiento por azar. Pruebas a granel ..... 163
II Falso que haya habido halagos y engaños para los que confesaron 204
III El comienzo del segundo proceso 225
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INTRODUCCIÓN
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Presenta el autor un libro seguramente mortificante para los muchos defensores del general colombiano José María Obando, pero está convencido de que éste fue la mano ejecutora de un terrible plan cuyas intenciones se encaminaron antes a eliminar a Bolívar y posteriormente al Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. Ese designio se cumplió en la siniestra encrucijada de Berruecos, paraje El Cabuya!, en un sitio preciso conocido como La Jacoba, previamente escogido por el coronel Apolinar Morillo, asesino material en compañía de otros. Éste había llegado allí con instrucciones del propio general Obando, comandante militar de la región y curiosamente también recién llegado a Pasto, conocedor como era de que por allí pasaría el Gran Mariscal. Iba, según las órdenes recibidas del alto gobierno, a impedir una acción armada sobre el territorio de la Nueva Granada por parte de Juan José Flores, ya separado de Colombia.
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Mas confluyeron una serie de circunstancias en el agitado cuadro político que se vivía; y fue así como se determinó en unos sectores de la capital la muerte del Gran Mariscal y se confió el desarrollo del siniestro complot a la mano experta del general Obando. Al abominable magnicidio prestaron su concurso el indio José Erazo, comandante de la Línea de Mayo; su mujer, Desideria Meléndez; el teniente coronel del Ejército Juan Gregario Sarria, hombre de confianza del general, y el coronel Antonio Mariano Álvarez, así mismo gran amigo de Obando. Hubo, por supuesto, otros más, todos con órdenes directas del dos veces presidente de Colombia, adalid y caudillo de los liberales, personaje por lo demás de grandes contradicciones, seguramente bajo el peso de una inentendible maldición de los dioses desde antes de nacer, como el Edipo colombiano que lo llamó Salvador Camacho Roldán.
Mas confluyeron una serie de circunstancias en el agitado cuadro político que se vivía; y fue así como se determinó en unos sectores de la capital la muerte del Gran Mariscal y se confió el desarrollo del siniestro complot a la mano experta del general Obando. Al abominable magnicidio prestaron su concurso el indio José Erazo, comandante de la Línea de Mayo; su mujer, Desideria Meléndez; el teniente coronel del Ejército Juan Gregario Sarria, hombre de confianza del general, y el coronel Antonio Mariano Álvarez, así mismo gran amigo de Obando. Hubo, por supuesto, otros más, todos con órdenes directas del dos veces presidente de Colombia, adalid y caudillo de los liberales, personaje por lo demás de grandes contradicciones, seguramente bajo el peso de una inentendible maldición de los dioses desde antes de nacer, como el Edipo colombiano que lo llamó Salvador Camacho Roldán.
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Según esa maldición, los dioses lo transportaban unas veces a las mayores alturas para luego precipitar aparatosamente su caída. De la cima a la sima, hasta la muerte trágica, tendido en el barro, alanceado salvajemente, mutilado su rostro para quitarle el característico bigote con el que hicieron escarnio en la calles de Santafé de Bogotá.
Según esa maldición, los dioses lo transportaban unas veces a las mayores alturas para luego precipitar aparatosamente su caída. De la cima a la sima, hasta la muerte trágica, tendido en el barro, alanceado salvajemente, mutilado su rostro para quitarle el característico bigote con el que hicieron escarnio en la calles de Santafé de Bogotá.
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Esta obra, precisamente por sostener la tesis de la culpabilidad de Obando a sabiendas de que casi todos los historiadores que del tema se han ocupado han defendido su inocencia, acude a todos ellos y los transcribe largamente en citas cuyo propósito es mostrar una severa imparcialidad. Pero el convencimiento de aquella culpabilidad es el trasunto de un enfoque sereno y analítico a la luz de la ciencia del juzgamiento y las pruebas judiciales, desde el punto de vista del derecho penal que el autor ha cultivado durante más de cuarenta años de ejercicio profesional. Si le fuere posible al que esto escribe poner su corazón lo habría hecho, como lo hicieron otros, para defender a esa figura gallarda y atractiva, emblema en su época de la lucha liberal. Pero pueden más la luz de la razón y del deber histórico de narrar la verdad, que el afecto.
Esta obra, precisamente por sostener la tesis de la culpabilidad de Obando a sabiendas de que casi todos los historiadores que del tema se han ocupado han defendido su inocencia, acude a todos ellos y los transcribe largamente en citas cuyo propósito es mostrar una severa imparcialidad. Pero el convencimiento de aquella culpabilidad es el trasunto de un enfoque sereno y analítico a la luz de la ciencia del juzgamiento y las pruebas judiciales, desde el punto de vista del derecho penal que el autor ha cultivado durante más de cuarenta años de ejercicio profesional. Si le fuere posible al que esto escribe poner su corazón lo habría hecho, como lo hicieron otros, para defender a esa figura gallarda y atractiva, emblema en su época de la lucha liberal. Pero pueden más la luz de la razón y del deber histórico de narrar la verdad, que el afecto.
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El tema, por supuesto, todavía resulta apasionante. Siempre estuvo aplazado por el deseo de no revivir los acontecimientos traumáticos y dolorosos de nuestro agitado existir. Mas el autor piensa que el polvo de los años no puede sepultar para siempre lo que debe ser el juicio inexorable de la Historia.
El tema, por supuesto, todavía resulta apasionante. Siempre estuvo aplazado por el deseo de no revivir los acontecimientos traumáticos y dolorosos de nuestro agitado existir. Mas el autor piensa que el polvo de los años no puede sepultar para siempre lo que debe ser el juicio inexorable de la Historia.
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El Magnicidio de Sucre
VANGUARDIA, Bucaramanga.
VANGUARDIA, Bucaramanga.
Martes 24 de Febrero de 2009 00:00 Columnistas
http://www.vanguardia.com/opinion/43-columnistas/21777-el-magnicidio-de-sucre
http://www.vanguardia.com/opinion/43-columnistas/21777-el-magnicidio-de-sucre
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El historiador Armando Bayona Meza, dilecto amigo, nos ha enviado su libro “El Magnicidio de Sucre”. El autor, nacido en el Valle del Cauca, es abogado especializado en derecho penal, político, diplomático, servidor público y erudito.
Su pasión por la historia lo ha consagrado como gran escritor e investigador de los acontecimientos más importantes de los anales históricos colombianos. En su haber tiene varias obras significativas como “Momentos y Personajes de la Historia” en tres tomos, “La Separación de Panamá”, “Notas del Continente”, prosas y poemas. Distinguido Miembro Correspondiente Nacional de la Academia de Historia de Santander.
El libro seguramente ha mortificado a los seguidores del General José María Obando porque culpa al personaje de ser la mano ejecutora del funesto plan para eliminar a Bolívar, luego al Gran Mariscal de Ayacucho y Antonio José de Sucre. Dice la historia que el Coronel Apolinar Morillo fue el asesino por agravios de hecho. El Coronel había llegado al sitio que previamente había escogido el General Obando, Comandante de la región y quien había llegado últimamente a Pasto.
En el abominable magnicidio participaron su mujer, el indio José Erazo, Comandante de Línea de Mayo, Desideria Meléndez, el Teniente Coronel del ejército Juan Gregorio Sarria y el Coronel Antonio Mariano Álvarez. Muchos historiadores defienden al dos veces Presidente de Colombia.
Bayona Meza sostiene la tesis de la culpabilidad de Obando con la transcripción de largas citas cuyo propósito es mostrar una severa imparcialidad. Utiliza pruebas judiciales en un enfoque sereno y analítico a la luz de la ciencia del juzgamiento desde el punto de vista del derecho penal. Cabe anotar que el autor lleva más de cuarenta años en el ejercicio penalista, lo que le permite tener una mejor concepción de los hechos.
Por muchos años se olvidó ese pasaje de nuestra institucionalidad, el tema resulta apasionante revivirlo, sin pasión, hechos históricos que con el correr de los tiempos se reanuda por parte de los amantes de la investigación histórica. Dice el escritor que el polvo de los años no puede sepultar para siempre lo que debe ser un juicio inexorable de la historia. Los acontecimientos traumáticos y dolorosos de nuestro pasado histórico vale la pena dilucidarlo, ahora que la humanidad cuenta con elementos muy importantes para conseguir pruebas fehacientes y contundentes que permiten esclarecer los hechos. Imparciales recibimos estas lecturas como un gran aporte a la bibliografía histórica de nuestra amada Colombia.
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El historiador Armando Bayona Meza, dilecto amigo, nos ha enviado su libro “El Magnicidio de Sucre”. El autor, nacido en el Valle del Cauca, es abogado especializado en derecho penal, político, diplomático, servidor público y erudito.
Su pasión por la historia lo ha consagrado como gran escritor e investigador de los acontecimientos más importantes de los anales históricos colombianos. En su haber tiene varias obras significativas como “Momentos y Personajes de la Historia” en tres tomos, “La Separación de Panamá”, “Notas del Continente”, prosas y poemas. Distinguido Miembro Correspondiente Nacional de la Academia de Historia de Santander.
El libro seguramente ha mortificado a los seguidores del General José María Obando porque culpa al personaje de ser la mano ejecutora del funesto plan para eliminar a Bolívar, luego al Gran Mariscal de Ayacucho y Antonio José de Sucre. Dice la historia que el Coronel Apolinar Morillo fue el asesino por agravios de hecho. El Coronel había llegado al sitio que previamente había escogido el General Obando, Comandante de la región y quien había llegado últimamente a Pasto.
En el abominable magnicidio participaron su mujer, el indio José Erazo, Comandante de Línea de Mayo, Desideria Meléndez, el Teniente Coronel del ejército Juan Gregorio Sarria y el Coronel Antonio Mariano Álvarez. Muchos historiadores defienden al dos veces Presidente de Colombia.
Bayona Meza sostiene la tesis de la culpabilidad de Obando con la transcripción de largas citas cuyo propósito es mostrar una severa imparcialidad. Utiliza pruebas judiciales en un enfoque sereno y analítico a la luz de la ciencia del juzgamiento desde el punto de vista del derecho penal. Cabe anotar que el autor lleva más de cuarenta años en el ejercicio penalista, lo que le permite tener una mejor concepción de los hechos.
Por muchos años se olvidó ese pasaje de nuestra institucionalidad, el tema resulta apasionante revivirlo, sin pasión, hechos históricos que con el correr de los tiempos se reanuda por parte de los amantes de la investigación histórica. Dice el escritor que el polvo de los años no puede sepultar para siempre lo que debe ser un juicio inexorable de la historia. Los acontecimientos traumáticos y dolorosos de nuestro pasado histórico vale la pena dilucidarlo, ahora que la humanidad cuenta con elementos muy importantes para conseguir pruebas fehacientes y contundentes que permiten esclarecer los hechos. Imparciales recibimos estas lecturas como un gran aporte a la bibliografía histórica de nuestra amada Colombia.
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SOBRE SUCRE:
Actualización al 3 de Agosto de 2009
Actualización al 3 de Agosto de 2009
Se publican en la prensa los siguientes textos sobre el libro “El mariscal que vivió de prisa” de Mauricio Vargas Linares
eltiempo.com / domingo a domingo
'El Mariscal que vivió de prisa' es la nueva novela de Mauricio Vargas
eltiempo.com / domingo a domingo
http://www.eltiempo.com/domingoadomingo_eltiempo/el-mariscal-que-vivio-de-prisa-es-la-nueva-novela-de-mauricio-vargas_5750687-1
Ilustración del libro 'El Mariscal que vivió de prisa'. http://www.eltiempo.com/domingoadomingo_eltiempo/IMAGEN/IMAGEN-5755228-2.jpg
'El Mariscal que vivió de prisa' es la nueva novela de Mauricio Vargas
eltiempo.com / domingo a domingo
http://www.eltiempo.com/domingoadomingo_eltiempo/el-mariscal-que-vivio-de-prisa-es-la-nueva-novela-de-mauricio-vargas_5750687-1
Ilustración del libro 'El Mariscal que vivió de prisa'. http://www.eltiempo.com/domingoadomingo_eltiempo/IMAGEN/IMAGEN-5755228-2.jpg
Ganadora del premio Bicentenario 2009, narra las glorias y vicisitudes de la vida del Mariscal Antonio José de Sucre. La obra está basada en cartas y documentos de la Independencia.
Alguna vez una beata provenzal, con un ejemplar de Michelet en la mano, le reclamó a Alejandro Dumas padre el que "violara" a la Historia de esa manera en sus novelas. El maestro, recorrido como pocos en tales convocatorias de andén, le respondió a la mujer sin perder la sonrisa: "sí, mi querida señora: pero le hago estupendas criaturas". Y lo cierto es que, beatas y Michelet aparte, así era: cada libro del autor de Los tres Mosqueteros combinaba de forma magistral lo real con lo inventado (también lo antiguo con lo nuevo, lo trágico con lo grotesco), y en sus historias, las más vendidas de su tiempo y por las que se fletaban barcos enteros para repartirlas por el mundo, la imaginación se volvía un instrumento poderoso del conocimiento y del deleite, y la frontera entre lo verdadero y lo falso, siempre tan sutil, se iba borrando al toque de las más refinadas intrigas; no son pocos los que tienen una idea de la historia y sus protagonistas -Richelieu, Lorenzo el Magnífico, el malogrado Luis XVII- más parecida a los extravíos de Dumas, o a los de Walter Scott o el maravilloso Patrick O'Brian, que a lo que enseñan los manuales de colegio.
Pero es que en últimas la vida misma es así (enrevesada, llena de huecos; a veces incluso normal), y no deja de ser injusto que al que escribe novelas históricas se le exija, además del rigor del investigador de archivo y del encanto del artista, una coherencia que el destino de los seres humanos, casi siempre, suele esquivar con gran facilidad. Y sé que aquí se trata de una coherencia que apunta a los hilos de la narración, a la construcción del relato y del discurso, pero también sé que muchas veces, desde el otro lado, es decir desde la historia como una disciplina intelectual o como una Ciencia (?), son muchísimos los casos en que la reconstrucción de la verdad está marcada por la desmesura y el delirio, por rasgos tan absurdos que quizás ni al más agudo novelista se le podrían ocurrir; no es sólo que la realidad imite al arte, como decía Wilde, sino que además lo supera en desafueros.
Podría uno contar la vida de Napoleón Bonaparte, por ejemplo, y aun siendo fiel a la obsesión rankeana de lo que "en verdad ocurrió", terminaría en el relato de un corso de 1.60, italiano y sarnoso, que a la vuelta de unos pocos años se adueñó de media Europa, en cuyos tronos sentó a toda su familia y a un puñado delicioso de aventureros y vividores; no se me ocurre qué podría pertenecer más al reino de la novela. Lo decía Hecateo de Mileto, el fundador de la ciencia histórica, sobre los griegos y su visión del pasado: "todos mis compatriotas cuentan cosas falsas y ridículas, y yo en cambio diré sólo lo que he visto" (Hecataei Milesii Fragmenta, Apud Reimeri, MDCCCXXXI). Hecateo, tan riguroso, que hablaba de hombres voladores en Asiria.
Menciono todo esto porque acaba de salir la nueva novela de Mauricio Vargas, su anunciado relato sobre Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, uno de los mayores héroes de la emancipación americana. Y sin duda, esta novela hermosa y erudita, escrita con un lenguaje que recrea al detalle el habla andina y caribeña del siglo XVIII, escrita desde una voz narrativa abrasadora que entrelaza el diálogo con la memoria, esta novela servirá también para ampliar la discusión sobre la novela histórica y su historia y su servicio, justo ahora, cuando las celebraciones de "los Bicentenarios" de "las independencias" en Latinoamérica están empezando a encauzar la producción editorial de los países implicados, incluyendo a la propia España. En Colombia no más, por ejemplo, se publicaron en los últimos años las novelas de Víctor Paz Otero, todas ellas sobre figuras esenciales del proceso fundacional de la República; hace poco salió también la novela de Rafael Baena, ¡Vuelvan caras, carajo!, y sus primeras páginas prometen muchísimo. El Sucre de Mauricio Vargas viene a nutrir la baraja, recreando además la vida de uno de los más hermosos personajes de nuestra historia. Uno de los más olvidados, a pesar de toda su grandeza.
Y quizás allí, en la escogencia de su protagonista, está el otro gran mérito de la novela de Mauricio Vargas. Porque si bien Sucre aparece con derecho entre los próceres americanos más notables y agobiados por la solemnidad, su recuerdo en la historia, como si lo hubieran tendido sus enemigos, ha sido tan melancólico como su propia vida: la vida del más hermoso de los generales criollos (no voy a debatir el tema de Córdova: cada quien encuentra la belleza como puede), que aprendió a nadar con los delfines y a desconfiar de los caballos; a quien Bolívar quiso como a un hijo, y del que recibió la victoria más importante de su obra. Fue el Libertador, precisamente, quien primero narró la vida del Mariscal Sucre, y lo hizo al enterarse del triunfo en Ayacucho: todo parecía ser feliz entonces, y la guerra no le había dejado tiempo a nadie para perderlo en intrigas y conspiraciones. Pero a ambos los acechaba su suerte, entre los incisos de las constituciones y las espadas ociosas de los generales que las redactaban. A ambos los acechaba la muerte, y la ingratitud. Vámonos, que esta gente no nos quiere.
Todo eso lo cuenta Mauricio en su maravilloso relato, y mucho más. En una novela que es también una biografía -como suelen serlo las mejores-, y que exhibe la precisión en los datos de un trabajo histórico impecable. En una novela que es también una tragedia: la de un héroe con el destino contrariado, que iba en mula por temor a caerse, y que supo desde el principio, Gran Mariscal de Ayacucho, que a veces es mejor no levantarse. La bala podía venir de cualquier lado, y poco importa que la hubiera ordenado Obando y también, sin decirlo, Santander. La bala, como siempre en los magnicidios de la historia de Colombia que el de Sucre inaugura, ya estaba adentro. "Hagamos con Sucre lo que no hicimos con Bolívar", dijeron sus verdugos entre aguardientes y bendiciones.
Ojalá también hagamos con Sucre lo que ya hicimos con Bolívar, y le demos en la historia, nuestra historia, el lugar que se merece. Este libro es un magnífico comienzo.
Por Juan Esteban Constaín.
Escritor y profesor de la Universidad del Rosario
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“El mariscal que vivió de prisa”, Premio Bicentenario 2009
http://www.bicentenario.gov.co/index.php/component/topcontent/article/7-actualidad/94-el-mariscal-que-vivio-de-prisa-premio-bicentenario-2009
“El mariscal que vivió de prisa”, Premio Bicentenario 2009
http://www.bicentenario.gov.co/index.php/component/topcontent/article/7-actualidad/94-el-mariscal-que-vivio-de-prisa-premio-bicentenario-2009
El periodista y escritor Mauricio Vargas Linares fue galardonado con el premio de novela Bicentenario 2009, organizado por las firmas Telefónica y Planeta, con motivo de las celebraciones del Bicentenario. “El mariscal que vivió deprisa” es la tercera novela escrita por Mauricio Vargas Linares, quién inició su carrera como editor en El Heraldo de Barranquilla y ha sido director de las revistas Cambio, Semana y del noticiero CM&.
El periodista bogotano también ha recibido en 7 ocasiones el Premio Simón Bolívar y, como director de Cambio, recibió el premio Ortega y Gasset otorgado a la revista en 2000. Su libro Tristes Tigres obtuvo el Premio Planeta en el 2000. También ha publicado “Memorias Secretas del Revolcón” y “El Presidente que se iba a caer”.
“El mariscal que vivió deprisa”, una novela histórica que nació como una crónica, cuenta la vida de Antonio José de Sucre, un personaje por el que al autor se apasionó, como cuenta él mismo, cuando su padre le obsequió una selección de cartas del mariscal de Sucre, editado por la Biblioteca Ayacucho de Venezuela.
La ceremonia de entrega del Premio Bicentenario 2009 tendrá lugar el próximo 15 de agosto a las 5:30 p.m., durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá. La presentación de la obra estará a cargo del periodista y político venezolano Teodoro Petkoff.
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¿Podremos usar las razones de Sucre a Bolívar para que las entienda Uribe?
MARÍA ISABEL RUEDA, entrevista a Mauricio Vargas
eltiempo.com / cultura y ocio / libros EL TIEMPO Agosto 3, 2009
http://www.eltiempo.com/culturayocio/libros_in/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-5759957.html
Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO http://www.eltiempo.com/culturayocio/libros_in/IMAGEN/IMAGEN-5761767-1.jpg
El escritor y periodista Mauricio Vargas con María Isabel Rueda. Su último libro, 'El Mariscal que vivió de prisa', obtuvo el Premio Bicentenario 2009, de Planeta y Telefónica.
MARÍA ISABEL RUEDA, entrevista a Mauricio Vargas
eltiempo.com / cultura y ocio / libros EL TIEMPO Agosto 3, 2009
http://www.eltiempo.com/culturayocio/libros_in/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-5759957.html
Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO http://www.eltiempo.com/culturayocio/libros_in/IMAGEN/IMAGEN-5761767-1.jpg
El escritor y periodista Mauricio Vargas con María Isabel Rueda. Su último libro, 'El Mariscal que vivió de prisa', obtuvo el Premio Bicentenario 2009, de Planeta y Telefónica.
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.... (última pregunta)
Toda la vida se ha dicho que fue José María Obando el asesino intelectual de Sucre. Pero eso se basó en los testimonios de sus asesinos, que se retractaron varias veces y lo confirmaron otras tantas. Obando alcanzó a ser reivindicado de esa acusación, primero como Ministro de Defensa y después como Presidente. ¿Usted confirma, después de sus investigaciones, la teoría de que a Sucre lo mandó matar Obando?
Fue un magnicidio muy parecido a los que nos tocó presenciar en Colombia en el siglo XX. Hagamos simplemente el paralelo con el de Galán. En el caso de Sucre había unos sicarios al servicio de un señor de la guerra regional que era Obando. Sucre sabía que lo iban a matar, como lo supo Galán después del frustrado atentado en Medellín, por parte de unos sicarios al mando de otro señor de la guerra perteneciente a un cartel de la droga, como era Pablo Escobar. Pero la pregunta siempre es la misma: aparte de los sicarios y del señor de la guerra que ordena el asesinato, ¿quiénes lo instigan? Y ahí aparece un elemento mucho menos conocido de la historia de Sucre. Lo mismo que a Galán, a Sucre lo mandaron matar los políticos liberales.
No se diga más.
Fue un magnicidio muy parecido a los que nos tocó presenciar en Colombia en el siglo XX. Hagamos simplemente el paralelo con el de Galán. En el caso de Sucre había unos sicarios al servicio de un señor de la guerra regional que era Obando. Sucre sabía que lo iban a matar, como lo supo Galán después del frustrado atentado en Medellín, por parte de unos sicarios al mando de otro señor de la guerra perteneciente a un cartel de la droga, como era Pablo Escobar. Pero la pregunta siempre es la misma: aparte de los sicarios y del señor de la guerra que ordena el asesinato, ¿quiénes lo instigan? Y ahí aparece un elemento mucho menos conocido de la historia de Sucre. Lo mismo que a Galán, a Sucre lo mandaron matar los políticos liberales.
No se diga más.
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