lunes, 3 de febrero de 2014

Ite missa est ... la nueva novela del último dinosaurio. Por Edgar Collazos, Editor de La Palabra, UV. Febrero 3, 2014. No. 245. Año 23

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NTC ... SEGUIMIENTOS Y COMPLEMENTACIONES  a febrero 3, 2014, de 

30 de enero de 2014

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Ite missa est ... 
la nueva novela 
del último dinosaurio

Por Edgar Collazos, Editor de La Palabra 

LA PALABRA 
Periódico cultural de la Universidad del Valle. 

Versión impresa

Febrero 3, 2014. No. 245. Año 23. Página 13 


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Ite missa est ... 
la nueva novela 
del último dinosaurio


Por Edgar Collazos, Editor de La Palabra 

La misa ha terminado
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Fondo Editorial UNAULA 2014

Poco antes de salir de la Universidad del Valle, donde por años en sus salones de clase compartió con cientos de estudiantes dedicados a la literatura: su conocimiento literario, su fino humor sobre la historia de Colombia y sus pareceres irreverentes sobre nuestra cultura caleña, anunció que no volvería a escribir, que no valía la pena afilar más la pluma en un país donde no existen lectores, promesa que de alguna manera cumplió cuando se dedicó a la política y al ejercicio periodístico. Aun así, quienes lo conocemos "de marras," como el mismo diría, y quienes hemos sido sus amigos, teníamos la ilusión de verlo regresar a las letras, sabíamos que algún día la fuerza por contar, las narraciones y temas y la magia de la literatura lo volverían a alcanzar en algún recodo de su largo y diverso camino, para que diera la versión novelada de los acontecimientos con el sello de su tono y de su voz.

Y así es. En La Misa Ha Terminado, encontramos otra vez la voz, el ritmo y el tono de Gustavo Álvarez Gardeazábal, ese tono al que por años nos acostumbró con Cóndores no entierran todos los días, con Dabeiba y El Bazar de los idiotas. Como veterano novelista, Gustavo sabe que es siempre ventajoso iniciar hablando de alguien y no de un algo, porque toda novela trata sobre el ser, por eso desde la primera frase ya sabemos quién es el personaje: "Martín Ramírez era tan feo que daba pena mostrarlo".

La historia está sometida a una gran agilidad basada en la estructura, posible por la versatilidad mordaz de la prosa directa, la cual nos comunica que es un novelista versado en las estructuras de la novela contemporánea. Con rapidez el narrador salta a las pequeñas biografías y reseñas de vida, nos arrastra con fotos de un personaje y de un lugar del país a otro, contando con fluidez y precisión la historia: de Rogelio Briceño, heredero de los genes sexuales y maricones de su bisabuelo; la historia de monseñor Casimiro Rangel, y sus astucias de alcoba y cama, para escalar altas posiciones; el drama de un médico joven, enamorado contumaz de monseñor Casimiro.

Experto en tramas, Gustavo nos engaña, intrinca el argumento. La novela es el recuento de dos extravagantes historias de amor, el amor de cuatro locas clericales arrastradas por el frenesí del sexo, y no una diatriba contra la Iglesia Católica. Se podría decir que es más bien el recuento de la condición humana de los homosexuales amparados en la institución católica.

El espacio es múltiple, las escenas se suceden entre Tuluá, Roma, Buenos Aires, Barcelona, debido a que para las historias de amor que se cuentan es importante el tejido de influencias que existe dentro del poder del Vaticano. En esos escenarios, los sucesos alcanzan sus tentáculos de la laxitud y los horrores del pecado entre curas y monaguillos, seminaristas y profesores, todo inscrito en las premoniciones de la voz de El Demente, un orate tulueño quien empeña su voz y su destino en las profecías de la Virgen de Fátima, confundiéndola con la voz de un coro griego. 

Hay dos aspectos importantes en esta enmarañada y desafiante ficción: una, es la presencia del humor, cáustico y a veces coloquial; el otro es la presencia del narrador, que resulta ser el mismo escritor, pues es el propio Gustavo Álvarez quien escribe y conversa con el lector. Esa audacia le da la posibilidad de hacer precisos pareceres sobre la vida, la política, el amor y la moral y sobre las discriminaciones sociales, aquellas que sólo un hombre, quien por más de medio siglo ha estado en los estrados del país investigando qué cosa es el poder, puede hacer con sabiduría. Su voz es siempre escéptica, es la voz de quien no cree en nada ni a nada teme, por eso siempre está lastimando donde hay que hacerlo, dudando donde hay que dudar, preguntando donde no hay respuestas, defendiendo a quien lo necesita. Así es la novela y así es Gustavo Alvarez Gardeazábal, hay que leerla, es el punto de vista de quien así mismo se llama: el último dinosaurio.
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NTC ... NOTA: Próximamente este texto aparecerá en la versión digital-virtual de LA PALABRA: http://lapalabra.univalle.edu.co/


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