lunes, 21 de mayo de 2012

Carlos Fuentes. Algunos textos después de su muerte.

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Carlos Fuentes 
Algunos textos después de su muerte.  
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Alberto Rodríguez

Algunos periódicos y revistas en el mundo tienen en el computador del editor un dossier García Márquez, una nota fúnebre, recopilaciones biográficas, citas, artículos, monografías y muchas fotos, para cuando llegue el momento. “De repente, murió: que es cuando un hombre llega entero, pronto de sus propias profundidades. Se pasó para el lado claro. La gente muere para probar que vivió. Pero ¿qué es el pormenor de ausencia? Las personas no mueren. Quedan encantadas...” Y eso justamente sucedió con Carlos Fuentes, quedó encantado. Aunque su muerte ha sido menos anticipada que la García Márquez, a quien en Internet ya han matado varias veces. Fuentes no quería probar que vivió, vivió.

Nunca me fue fácil leer a Fuentes, era uno de esos autores difíciles que exigen demasiado del lector. Su literatura está llena de implícitos, de supuestos, de entrelineas, de ironías profundas, fluye por entre un discurso que bordea y se entrecruza entre las escenas de sus historias. Su novela es de pensamiento, como si hubiera sido centro europeo. Con Fuentes nunca supe si narraba para reflexionar o reflexionaba para narrar. Fue un hombre de más de cincuenta libros, que se gastó la vida leyendo y escribiendo. Lo cual ya es prueba de respeto por sus obsesiones vitales.

Tal vez fui un lector por debajo de la obra de Fuentes, no alcancé el registro de tono con el cual era posible descifrarlo. No encontré completamente su voz, no sentí el llamado profundo de ese otro que se nos entrega en lo que escribe. Fuentes era demasiado exigente con su lector. No se dejaba leer por entretenimiento, no se dejaba leer por novedad, o por mero aprendizaje. Fuentes necesitaba un lector- cómplice, un lector demasiado entregado, que quizás no fui yo. Al menos con él.

Le llegó la edad, el momento, en el que los hombres llegan de sus propias profundidades. Murió Artemio Cruz. La novela está contada por tres narradores diferentes. Uno que autofocaliza, otro que focaliza en segunda y otro en tercera, con distintas claves lingüísticas.
El narrador en primera lo hace en presente. El de segunda lo hace en un futuro. Y el de tercera en clave de absoluto pretérito.

La primera persona de Artemio Cruz, el hombre que está muriendo, se expresa en monólogo. La segunda es Artemio contándose su propia historia. El tú, un alter ego, el sí mismo desdoblado del personaje. Hablando en futuro ilumina el pasado, es la conciencia crítica de Artemio. La tercera se refiere a Artemio en el pasado. En él se narran los doce momentos sacramentales de su vida.

El hombre que muere, el hombre que fue, el que queda, el que escribió, el que llevó sus juegos de voces en la novela más allá de todas las “buenas conciencias”, es el hombre que a partir de hoy comienza a ser recuerdo. A recorrer con sus adustas buenas maneras el camino al olvido que será.

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Carlos Fuentes




"El hecho es que cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada", confesó Carlos Fuentes en la pasada Feria del Libro de Buenos Aires. Había entregado los originales de su último libro, Federico en su balcón, y se alistaba para el próximo, de nuevo sobre una de sus obsesiones de escritor: interpelar a la Historia desde las conjeturas de la novela.

En los últimos días de enero del 2012 fue uno de los invitados de honor del Hay Festival de Cartagena. Si algo maravilló a quienes atiborraron el Teatro Adolfo Mejía fue la extraordinaria lucidez de un hombre que había cumplido ya, sin mayores tropiezos, los 83 años de edad, soportando, sin rajarse por dentro, la muerte de Carlos y Natasha, sus hijos.

Su obra literaria es inmensa y abarca todos los géneros: la novela, el cuento, el ensayo, el teatro, el periodismo, pero su celebridad venía desde 1958. Ese año publicó La región más transparente e introdujo a su personaje, Ixca Cienfuegos, en la galería de grandes personajes literarios de América Latina. En 1962 daría a la literatura otro personaje memorable, Artemio Cruz, la agónica conciencia de la épica y el fracaso de la revolución. 

Fuentes inauguró una prosa narrativa atravesada por la permanente reflexión crítica. Allí se encuentran su consistencia de gran escritor y su fragilidad de novelista: en algunas de sus obras pesa demasiado la conciencia abrasadora del intelectual. A menudo, las imágenes literarias se entreveran con el borbotón de las ideas filosóficas, sociales y políticas del escritor. 

Continuó la aventura empezada por Octavio Paz en El laberinto de la soledad: preguntarse y responderse sobre el ser mexicano.
 
México y la Ciudad de México (el territorio de "la demasiada gente", que diría Monsiváis) fueron recreados desde la Historia, los mitos precolombinos y la crónica del presente. Pero el México de Fuentes dialoga también con España, con Europa, con Norteamérica. De esta panorámica surge la densidad épica de 
Terra Nostra, su inmensa novela de 1975.

Fuentes fue un "excéntrico", un hombre "fuera del centro". Su excentricidad explica su cosmopolitismo y trashumancia y la devoradora curiosidad intelectual que dejó registrada en artículos, ensayos y novelas. Explicable: como mexicano, venía de la tradición de Alfonso Reyes.

Marcó distancias, por un lado, con el neoliberalismo, que profundiza las injusticias y desigualdades de hoy, y, por el otro, con la ortodoxia izquierdista, que coquetea con el Estado totalitario. 

Desde la centroizquierda, se situaba al costado izquierdo de Mario Vargas Llosa y al derecho de Gabriel García Márquez, dos de sus amigos entrañables. Tal vez esto explique sus diferencias con Octavio Paz y el séquito de escritores que protegía el legado político de este. 

Fue casi imposible seguirlo en la sucesión cronológica de sus obras. El escritor iba más rápido que sus lectores. La vertiginosa velocidad de su escritura, la puntual agenda de sus citas editoriales volvieron casi imposible la empresa de leerlo todo. El siempre lúcido polígrafo, el hombre público cercano al poder y a los poderosos, atraía y repelía por el peso a veces excesivo y lujoso de su equipaje.

Fuentes llenó la historia literaria de México durante 65 años. Y parte de esa historia irradió hacia América Latina, pero también hacia la vida cambiante y fértil del idioma castellano. No se debería juzgar su obra por los grandes alcances del novelista o por la sugestiva luminosidad de sus ensayos. Fuentes fue un gran escritor: desde el lenguaje, su patria, rompió las fronteras de los géneros y los muros de las nacionalidades.

collazos_oscar@yahoo.es
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El Espectador .com 20 Mayo 2012 - 1:00 am , http://www.elespectador.com/opinion/columna-347348-digan-estoy-dormido . Impreso 21 de Mayo. 
Héctor Abad Faciolince

Que digan que estoy dormido

Por: Héctor Abad Faciolince

Muriera donde muriera, el mexicano Carlos Fuentes dejó instrucciones precisas de que lo enterraran en el cementerio de Montparnasse, "cerca de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir".


Mientras cargan para allá con sus restos, me acordé de la voz de Jorge Negrete cantando un corrido de su país: “México lindo y querido / si muero lejos de ti / que digan que estoy dormido / y que me traigan aquí”. Aquí lo pueden oír: http://bit.ly/rz5N1I y aprovechen para fijarse en la imagen de Jorge Negrete. Su estampa fue el modelo de belleza para los latin lovers: moreno, delgado, mero macho, peinadísimo, de corbata, con bigotico negro muy cuidado. ¿A quién se parece mucho? Pues nada menos que a Carlos Fuentes.
Fuentes, desde hace decenios, se paseaba por el mundo entero como una especie de embajador de la literatura, perfectamente ataviado como Jorge Negrete, dando discursos en los que pontificaba sobre todo lo divino y humano: no solamente sobre quiénes eran sus herederos legítimos en la literatura latinoamericana, sino sobre cualquier tema de sociedad o política internacional. Al mismo tiempo, casi cada año presentaba nuevos libros, lo cual habla muy bien de su capacidad de trabajo, pero que comparados con sus grandes primeras obras (La muerte de Artemio Cruz, Aura, La región más transparente) parecían escritos por un aprendiz. Son ensayos y novelas descuidados, precipitados, como si hubieran sido escritos en hoteles y aeropuertos, cuando las recepciones y los agasajos dejan un espacio en la vida. Los libros de madurez de Fuentes eran dignos, aunque muy abundantes. Una vez Monsiváis declaró que si a Fuentes le habían dado una beca de dos años para escribir Terra Nostra, a él deberían darle otra para leerlo. Pero el personaje Fuentes acabó dándole un golpe de estado al escritor Fuentes. Cuanto más crecía el primero, menos bien escribía el segundo.
En la ‘cultura del espectáculo’ de la que habla Vargas Llosa en su último libro, el escritor contemporáneo corre un grave riesgo: que su imagen se lleve por delante su obra. Que la permanente exposición al mundo aniquile su concentración como artista. Al conocer a Fuentes había algo que llamaba la atención y que José Saramago registró con agudeza: “No soy persona que pueda ser fácilmente intimidada, pero mis primeros contactos con Carlos Fuentes, en todo caso siempre cordiales (…), no fueron fáciles, no por su culpa, sino por una especie de resistencia que me impedía aceptar con naturalidad lo que en Carlos Fuentes era naturalísimo, y que no es otra cosa que su forma de vestir. Todos sabemos que Fuentes viste bien, con elegancia y buen gusto, la camisa sin una arruga, los pantalones con la raya perfecta, pero, por ignotas razones, pensaba yo que un escritor, especialmente si pertenecía a esa parte del mundo, no debería vestir así. Gran equivocación mía. Al final, Carlos Fuentes hizo compatible la mayor exigencia crítica, el mayor rigor ético, que son los suyos, con una corbata bien elegida. No es pequeña cosa, créanme”.
Concuerdo con la primera observación de Saramago; menos con el matiz que luego le da. A Carlos Fuentes le gustaba hacer un permanente monumento de sí mismo, empezando por el exagerado atavío. Le gustaba oírse hablar, oírse caminar. Le gustaba su imagen de Negrete en los espejos. Se sentía cómodo en su papel de pontífice de las letras. Era tieso, solemne. Y su último acto fue prepararse la tumba en París, cerca de quienes él consideraba sus pares. Dijo en una de sus últimas entrevistas: “Tengo un monumento muy bonito esperándome; se acerca el momento de ir a ocuparlo”. Dentro de poco estará ahí, en su automonumento. Para algunos escritores este es “un modelo de intelectual”. Para otros, entre quienes me cuento, es el antimodelo: exactamente eso a lo que nunca quisiéramos parecernos. ¿Se imaginan a Coetzee, a Philip Roth o a García Márquez mandándose a hacer un monumento? No lo necesitan: su único y verdadero monumento son sus libros.
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El Espectador .com 18 Mayo 2012 - 11:00 pm , http://www.elespectador.com/opinion/columna-347321-carlos-fuentes-ya-distancia . Impreso 19 de mayo. 
Santiago Gamboa


Carlos Fuentes, ya a la distancia
Por: Santiago Gamboa

Fue una periodista de la Agencia EFE, de Bogotá, quien el 15 de mayo, a las 21:02, hora de Roma, me escribió lo siguiente: “Ha muerto Fuentes y no es un rumor. Imagino que estarás impresionado, más aún después de la muerte ficticia de Gabo ayer”.

Me quedé atónito, agarré el teléfono y llamé a Jorge Volpi, a Madrid. ¿Lo confirmas?, le dije, y Jorge, con voz apagada, respondió, sí, desgraciadamente sí. “Entonces soy yo quien te da las condolencias”, le dije. Colgué y estuve mirando el teléfono un rato, recapitulando, intentando comprender qué venía ahora.
La vida siempre es más fuerte, y un rato después pensé que cualquiera debería envidiar la suerte de Fuentes: vivir como él, tan intensamente, tan impregnado del mundo, tan cercano a todo lo importante del mundo, un escritor de los de antes, de los que eran percibidos como pequeños jefes de Estado de países imaginarios, y sobre todo, a pesar de esa enorme y kilométrica figura de escritor, en el fondo, ser sólo alguien apasionado por la escritura: alguien para quien escribir era mucho más importante que ser escritor.
Fuentes murió, según intuyo por la información, en plena conciencia y de un modo intempestivo, como siempre he creído que uno debe morir (¡qué privilegio!): sin deterioro, sin dolores prolongados, sin lástima. Se levantó ese día y se murió, como si tuviera una cita inamovible con La Pelona. Ya lo dijo Carmen Balcells: “Pasados los ochenta es como si la policía le avisara a uno que va a ser detenido en cualquier momento”. A Fuentes le tocó el 15 de mayo, y entró a la muerte por la puerta grande.
Aparte de su obra, impregnada de un lenguaje tenso y violento que no tendrá problemas en perdurar, uno de los aspectos de su carácter que más me impresionó fue su generosidad. Había algo misterioso en ella. Pongamos el caso de García Márquez, que llegó a México en torno a 1963 en un carro destartalado, procedente de Nueva York y sin trabajo, con su esposa y dos niños pequeños, sin un peso, y que había publicado un par de cuentos en la revista que Fuentes dirigía. ¿Cómo conociste a Gabo?, le pregunté una vez, y Fuentes respondió: “En una fiesta en la casa de Álvaro Mutis. Desde ese día nos hicimos amigos”. Fuentes era famoso, rico, aristócrata, pertenecía al jet set capitalino, estaba casado con la actriz de moda (Rita Macedo), era guapo y elegante, en fin, lo tenía todo, ¿cómo se hizo tan amigo de un inmigrante colombiano recién llegado? Por supuesto que García Márquez debía tener un aura poderosa, pero intento imaginar hoy a un joven de 30 años mimado por la fama y el dinero, políglota, amigo de Arthur Miller y Buñuel, que tenía amoríos con actrices de Hollywood, y la verdad me impresiona su apertura de mente, su gran intuición.
En una ocasión le pregunté si no le interesaría escribir sus memorias, y me dijo: “No, ¿qué voy a escribir? Mi vida dejó de tener interés a los 22 años. A partir de ahí sólo podría decir: me senté y escribí un libro”. Más adelante volví a poner el tema, y él sentenció: “Las memorias sólo sirven para molestar a tu mujer y pelearte con tus amigos, ¿no?”. Sin embargo la idea acabó por seducirlo y estaba escribiendo textos biográficos que me propuso leer antes de publicar. Un honor que no alcancé a tener.
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domingo, 13 de mayo de 2012

Ojalá se muera Gabo. Por: Julio César Londoño. El Espectador .com, 11 Mayo 2012


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Julio César Londoño

Ojalá se muera Gabo

Por: Julio César Londoño

El Espectador .com 11 Mayo 2012 - 11:00 pm. http://www.elespectador.com/opinion/columna-345640-ojala-se-muera-gabo  Impreso 12 mayo. 

Hace ocho días tuve el privilegio de escuchar una conferencia de Fernando Jaramillo, el autor del magnífico blog Memorabilia, el más exquisito compendio de todo lo mejor que se ha escrito en el mundo sobre la vida y la obra de García Márquez en los últimos 45 años (  http://memorabiliaggm.blogspot.com/ ).

No contento con esta suma casi teológica, Jaramillo acaba de compilar en un volumen de 745 páginas, Para que no se las lleve el viento**, las mejores entrevistas concedidas por GGM desde 1955 hasta ayer, uno de los trabajos de investigación más importantes jamás realizados aquí.
Entre muchas otras cosas, Jaramillo nos regaló en su conferencia esta definición matemática: “Cien años de soledad es una versión vital de la historia de la humanidad, montada sobre una melodía barroca”.
Es verdad. A través de los avatares de los Buendía cruza, alegre y tramposa, la caravana de los gitanos, el hombre del sombrero de alas de cuervo y manos de gorrión que en lengua oscura escribe el destino del pueblo, la muchacha de belleza insoportable cuya sola visión puede trastornar para siempre la mente de un hombre, la madre que por años logra ocultar a sus hijos que ha perdido la vista, la solterona que teje en las tardes su propia mortaja; la peste, el éxodo, el sánscrito y el diluvio, los juguetes mecánicos, el imán, el reloj, el telescopio, el compás y el clavicordio; los prodigios de los magos y los desvelos de los alquimistas; la rigurosa lógica de los milagros, la utopía social, la guerra, el amor, el incesto, los fantasmas de la culpa, la soledad... mil y una fábulas que se entretejen para formar un libro que no nos cansamos de agradecer.
Sólo faltó un prodigio al libro, uno no menos asombroso: que un hombre nacido en una aldea minúscula de un continente olvidado escribiera en medio de pocas hadas y muchos ogros un poema que fuera la admiración del mundo; una obra ante la que se inclinarían, conmovidos, lectores y críticos de muy diversos credos.
Cuando le preguntaron sobre el ya mítico segundo tomo de las memorias de GGM, Jaramillo nos reveló las respuestas que le dieron dos personas muy cercanas al escritor: “El volumen reposa en un locker de un banco noruego y sólo será publicado después de su muerte” (José Salgar). “Ese libro no existe” (Jaime García Márquez).
Yo quiero creer en la primera respuesta porque en ese tomo GGM había prometido contar las únicas entrevistas que no están en el libro de Jaramilllo: las que sostuvo con varios personajes del mundo en los últimos 30 años del siglo XX. Torrijos. Mitterrand. Clinton. Castro. López Michelsen. Graham Greene. Karol Wojtyla. Pablo Neruda. Cortázar. Carmen Balcells. Vargas Llosa.
He soñado con ese volumen muchas veces y no puedo dejar de pensar en el partido que podría sacarle GGM a semejante filón. Si fue capaz de regalarnos pasajes de enorme intensidad con sabios y líderes sacados de la manga, como el coronel Aureliano Buendía y Melquíades, si fue capaz de adivinar las pesadillas más íntimas de Bolívar, qué no haría (qué no habrá hecho) con sabios y líderes de carne y hueso. Como bien lo ha señalado Cristian Valencia, la crónica tiene un plus sobre la ficción: el lector sabe que lo que está leyendo, ocurrió. Como si fuera poco, a la crónica no le está vedada por completo la ficción. Por eso es un género poderoso: verdad en el fondo y ficción en los detalles. Historia y poesía.
Todas las noches sueño con ese locker y le pido a Jesús que el bendito tomo exista. Estoy seguro de que me escuchará por la sencilla razón de que yo soy ateo, y Él vive, como buen judío, interesado en ampliar la clientela. Por esto es que todas las noches le pido con fervor que Gabo se muera. Que Dios me perdone.
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** NTC ... Enlaces:

Presentación del libro por Fernando Jaramillo, NTC ... video: 
http://www.youtube.com/watch?v=BJAYNrTMwxY 16/09/2011
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Fernando Jaramillo presenta su libro "Para que no se las lleve el viento", ensayo y compilación de entrevistas a Gabriel García Márquez. 16/09/2011
https://picasaweb.google.com/lh/photo/bq5Ma_Fp860IYDcMsCPPe-b3u0wrSYIGCgxYBdLiiYA
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miércoles, 9 de mayo de 2012

UN TRIBUTO A "BOMBA CAMARÁ". 40 años. 1972 (México)- 2012. Por Eduardo Delgado.

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40 años
1972 - 2012


UN TRIBUTO A "BOMBA CAMARÁ"


México, 1972, Editorial Diógenes
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de Umberto Valverde

Cali,  3 de junio de 1947 …. 
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40 años
1972 - 2012
                                                                          
                                                                                              Por: Eduardo Delgado Ortiz
                                                                                   Me gusta mucho Bomba camará
                                                                                                                  y considero que Valverde es uno
                                                                                                                  de los mejores narradores colombianos.
                                                                                                                                                             G.G. Márquez

                                                                                   El barrio son todos los barrios, amigo
                                                                                                                                                             E. Delgado

Los caminos que conducen a la literatura son bastante extraños, si extraño es encontrar una palabra que conduce a repetir la misma palabra infinitas veces hasta encontrar su origen allí donde empezó. Y, paradójicamente todo empezó cuando estaba corrigiendo el manuscrito de mi última novela La ciudad de babel. Uno de los personajes de mi novela hace una referencia crítica a unos escritores, y es, con uno de ellos, algo lapidario.  De paso menciona, entre otros,  al escritor Humberto Valverde.

Lo que un narrador o un personaje dice o hace, no creo que sea problema del escritor –me lavo las manos–, como diría Pilatos; pero sí creo que debe haber, por parte del escritor, un problema de aclaración de fuentes. Me explico. El escritor tiene sus licencias de decir cuánto quiera, siempre y cuando aplique algo a una conjetura real o fantástica: que sea veraz y creíble. Un escritor perfectamente puede estar en contradicción –o desacuerdo– con una idea, pensamiento o estilo. Lo que no se puede aceptar, conceptualmente, es que diga barbaridades.

Lo cierto es que este personaje de mi novela, dice cosas serias, en medio de una sorna perversa; por lo que decidí  revisar los textos a los que hace referencia. Me dirigí a mi humilde biblioteca de escritores colombianos, busqué los libros sobre el escritor caleño agredido y, sí, entendí su razón, el texto quedó tal y cual como estaba y, por el contrario, reforcé su tesis; lo cual no quiere decir que esté totalmente de acuerdo con su pensamiento.  Sin embargo, la revisión de este capítulo de la novela me había sembrado varias inquietudes y, de paso,  me había clavado una espina; el libro de cuentos Bomba camará, de Humberto Valverde. 

A Humberto lo conocí en un diciembre, en el año de 1970 o 71, en la Caseta Panamericana. Se encontraba con mi amigo y profesor Tomas Quintero y, esa noche se presentaba El gran combo de Puerto Rico, con la voz de Andy Montañez; La dimensión latina, cantando Oscar de León y la orquesta de Jhoe Quijano.

Por allá en el año de 1974-5, obtuve un facsímil de su libro de cuentos  Bomba camará, publicado en México en 1972 por la Editorial Diógenes, maltrecha por el sudor de las manos, los subrayados y por el paso del tiempo, que inexorablemente termina con la memoria, los placeres y las desgracias. Junto con la fotocopia del libro, tenía el texto original publicado por Arango editores, en 1995; creo haber tenido otra edición de Oveja Negra (imagen de la derecha), que alguna mano negra se la llevó. Con ello había otros libros del autor, entre ellos Celia Cruz, Reina Rumba y la novela Quítate de la vía perico, de la cual había subrayado una dura crítica que nunca publique.

Habían pasado, de mi lectura de Bomba camará, más de treinta años. Solo sé, que algo muy dentro de mi cabeza, me decía que algo bueno había en este libro de diez cuentos, por lo que me acomodé con un buen vaso de vino y empezó ese rítmico y sonoro viaje por la palabra de La calle mocha.

“Camará Ricardo:
¿Y la movida qué? ¿Déjate de
esa sanoapestosa postales que
nos jetenviste, acaso tratas de sifilizarnos?
Ahora que tu cheverísima persona está
newyorkizadamente legal no nos vas a dejar
en la vía, con el pucho de la vida apretado
entre los labios y un poco lento el andar.”


En el primer cuento del libro, la misiva que escribe el compañero del barrio, a su amigo,  nos lleva a recorrer el alma de la calle como si fuera la misma alma de sus moradores y, allí está el latir de la vida, simple y llano, con todas esas ansias de la juventud de vivir sus destinos, cruzados de nostalgia y dolor, pero a fin de cuentas la palpitación de un sentir que la palabra teje en una construcción verbal rica en énfasis dialogístico. Y aparecen los muchachos del barrio con su carácter y su figura: Emilio, Tulio, Milena, Yolandita etc. El baile de los 15; el vestido, y todo ese escarceo de juegos eróticos de una pasión intensa  y ya el narrador cambia de voz y ese mundo diáfano común y corriente se torna cosmopolita. Las voces narrativas se amplifican en la estructura narrativa, de una creatividad, simplemente mordaz.

Y se viene Caravieja, Los inseparables, Verano, Noche de ronda, Después del sábado, etc. ¡Carajo! Cómo alcanza este joven escritor, a los 20 años, aproximadamente, haber logrado un acople sintético narrativo, donde la expresión verbal eterniza la idea del barrio, y la metáfora adquiere un tono poético de síntesis. Porque en el fondo,  el cuento es como un rayo de luz, caído del cielo. Carevieja es ese relámpago, que desde la primera frase: “¡Mañana tendrá que suceder algo!”, deja al lector electrificado en el entresueño narrativo.  Trastoca el tiempo y, con la virtud del narrador sustancial, nos lleva por el camino de la palabra, donde rigor y economía se acoplan para darle ritmo a la obra.

Más pérfida y tozuda puede resultar Los inseparables, en el cual la violación rompe los estragos sociales, por el solo placer del Mal: “Como la primera vez, los vieron o los vimos atravesar la noche y, por supuesto, la lluvia que se acumulaba en el sucio pantano, anegando la calle entera”, anticipando las traslaciones metonímicas, esas bellas figuras narrativas,  con el juego de la naturaleza, el horror que se avecina, o el horror de sus personajes. Las figuras que el narrador crea, son de una textura perversa, visual y rítmica de una belleza singular: “Crecieron gozosos sin advertir que su barrio era feo y sucio”. Una figura que identifica a algunos personajes.

En Verano el reflujo de la palabra crea un síncope verbal donde una palabra trastoca otra dando al texto un  ritmo musical y agradable. O juega en la construcción de ritmos variables: “imaginamos un verano pues el sol habitó tus palabras y tus ansias”. O aquello que dice: “Cubriéndonos de distancia, vamos despojándonos  de ese verano de ciudad que llevamos pegados a nuestra piel, violamos el viento, intrépidos, huidizos, y por la carretera vamos tirando nuestros recuerdos…”, texto éste de una llaneza literaria rica en colorido, donde fluye el imaginario narrativo.

Noche de ronda, bien puede ser el diálogo con la muerte, o el devenir  de nuestros fantasmas en el recuerdo, en la memoria: “…la amo más contra ese silencio en que hemos caído, violado sólo por monosílabos sin sentido y mis ojos fueron palabras en sus ojos…” en ese fluir de la palabra, del monologo interior, la sustancia recicla el placer intenso y terso de una poética, en la cual  la figura literaria verbaliza la catarsis del personaje, con un estilo único y moderno.

En después de sábado  el recuerdo, la memoria y el barrio eternizan a un mundo sin fronteras en donde el verbo se volatiliza con una generosidad que el autor logra amasar con un sabor sintético: “Les gustaba hablar de su barrio, y sus voces se derramaban infatigablemente bajo el sol, sin cesar, mientras el tiempo, lento y sofocante, va tomando sus gestos inexpresivos hasta el inevitable ocaso precipitándose sobre las derrotadas palabras”.  Sin lugar a dudas este párrafo, exalta el espíritu donde el color y la fuerza de la naturaleza, que no es más que el espíritu del los personajes que lo habitan, conmueven en un goce estético único. A fin de cuentas, el verbo que habita en el cuerpo de estos textos, materializa la imagen y le dan un espíritu vivificador a la vida.

Sin lugar a dudas, Humberto Valverde nació con ese espíritu poético maldito, concedidos a los grandes escritores, para que en su maldición, quemen sus anclas en el vuelo de la palabra tempranera y, Bomba camará, que en este año de 2012, está cumpliendo 40 años de su existencia, sigue más fresco, moderno que cuando vio la luz. Requisito, si se quiere,  de gran obra. Sin embargo,  pasa, sin pena ni gloria, con una indiferencia total, por sus contemporáneos; existiendo  como una de las grandes obras de la literatura colombiana y universal.

El barrio son todos los barrios, amigo.
Brindo con un justo homenaje Bomba Camará.

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NTC ... Enlaces: 
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*** De Gabriel García Márquez sobre Bomba Camará y sobre Valverde.
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En entrevista: "Mi trabajo político consiste en escribir bien" (parte 3 de 3). El Manifiesto*. Caracas*, Venezuela. Octubre 13, 1977.   
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Tomado de la página 135 del libro 

Presentación del libro por Fernando Jaramillo, NTC ... video: 

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Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas y abrirlas en nueva ventana.
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* Más adelante ver mensaje de : MANUEL BERGGRUN 
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Sigue en: 

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Bomba Camará (1972)

Mexico: Editorial Diógenes, 1972.

Colombia: Oveja Negra, enero de 1972

Bogotá: Arango Editores, 1995.

Descripción física:161 p. ; 20 cm. Relatos incluidos: La calle mocha ; Carevieja ; Los inseparables ; Verano ; Noche de ronda ; Después del sábado ; Un faul para pibe ; Esa otra muerte ; Muchachos ; Domingo sonoro.
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Valverde, Umberto: Bomba Camará. México DF, Editorial Diógenes S.A., Primera Edición, 159 páginas,  1972.


Bomba camará - México D.F., Mexico Diógenes 06 de Enero de 1972 - 158p http://200.87.98.202/cgi-bin/koha/opac-ISBDdetail.pl?biblionumber=750
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Primer cuento de Umberto Valverde

LOS INSEPARABLES
http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2009/2009prim/literatura072010/colombi-16072010.asp
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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
* Se actualiza periódicamente. Mayo 9, 2012
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MENSAJES y SEGUIMIENTOS
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**** 10 de mayo de 2012 
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De: MANUEL BERGGRUN 
Fecha: 10 de mayo de 2012 16:18
Asunto: RE: Bomba Camará de Umberto Valverde. 40 años. 1972 (México) -2012 . De Gabriel García Márquez ...
Para: Fernando Jaramillomemorabilia.ggm@gmail.com
CC: 
NTC … ntcgra@gmail.com

Hola querido Fernando:

Si de "Para que no se las lleve el viento"  se trata, sabes muy bien, tal como lo expresé en el artículo que con generosidad  me publicaste recientemente en MEMORABILIAGGM , que pienso que es una compilación antológica que no debería faltar en una buena  biblioteca .

Ahora bien, es preciso anotar que El Manifiesto fue una revista dirigida  por Carlos Jiménez y gerenciada por el buen amigo de García Márquez, el periodista militante  Bernardo García (ex ALTERNATIVA) por la época en que se publicaron las tres partes de la entrevista a GGM, que como bien lo anotas en tu libro, llevan por título  "El viaje a la semilla"; como Jefe de Redacción se desempeñaba la periodista e investigadora Cristina de la Torre (también ex ALTERNATIVA). (Más adelante carátula de un número de El Manifiesto) 

Pero vale la pena aclarar un pequeño detalle: esta revista,  órgano central de prensa de la  Unión Revolucionaria Socialista , se publicó  en BOGOTA, COLOMBIA, y no en Caracas, Venezuela. Me gustaría agregar, ya que en  NTC … citan tu libro  a propósito de un comentario de GGM sobre   Bomba Camará, que en el número 38 de abril 28 a mayo 12 de 1977  del quincenario El Manifiesto  salió publicado un texto* del inefable H. Alvarado Tenorio relacionado con el citado  libro de H. Valverde, ... . 

Recibe como siempre un caluroso abrazo de tu amigo, Lucho
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* Texto de Harold  Alvarado Tenorio
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Carátula de uno de los números de EL MANIFIESTO (sept. 8, 1977) 
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 Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
* Se actualiza periódicamente. Mayo 10, 2012