miércoles, 17 de diciembre de 2014

DE IRENE NÉMIROVSKY, LA ESCRITORA UCRANIANA, EN MEDIO DE LOS PERROS Y LOS LOBOS. POR ARMANDO BARONA MESA

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DE  IRENE NÉMIROVSKY, LA ESCRITORA UCRANIANA,
EN MEDIO DE LOS PERROS Y LOS LOBOS

                                                  POR ARMANDO BARONA MESA


         Fue una niña dulce, de ojos azules, muy blanca, pelo de rizos blondos y unos sueños perdidos en la lejanía esteparia del inmenso imperio ruso gobernado por un zar autárquico, legendario, déspota, sanguinario y humillante, para quien la vida de un hombre carecía de valor, especialmente si se llevaba la sangre judía. Vivían éstos diseminados en guettos ominosos, de los cuales  sólo podían salir los muertos sin redención y algunos que, con talento y trabajo, lograban pasar la poderosa línea de la pobreza.


         Las aldeas y las ciudades tenían un término cíclico para que cualquier noche, que se temía como un gran cataclismo, llegaran las hordas de cosacos, asistidos como hienas por los ladrones ebrios, y en una ordalía de sangre y fuego, degollaran y mataran a hombres, mujeres y niños a punta de sable y de pistola. Era una fiesta del odio y del crimen delirante y se llamaba el pogromo. Aquella niña era Irene Némirovska -los apellidos femeninos en ruso toman el género- pero se la conoce como Némirovsky. Vivió todo el horror de ser judía, mas su padre, León Némirovsky, logró vencer su condición y convertirse en un banquero muy rico, con un palacete en Petrogrado, donde vivieron.
         Su vida fue un holocausto. Cuando llegaba la revolución de octubre, con los horrores de que estuvo rodeada, ella y su familia lograron escapar, primero a Finlandia, luego a Estocolmo y finalmente a París, donde la vida y la fortuna aun le sonreirían a manos llenas.
         Ella tenía talento y se volvió escritora desde muy joven. Logró penetrar la urdimbre del frío círculo de intelectuales franceses y a pesar de que escribía en perfecto francés con seudónimo, sus obras iniciales llamaron mucho la atención y pronto se supo su nombre. Luego, cuando aparecieron sus primeras publicaciones, alguno la llegó a comparar con el genio ruso de Dostoievski.
         En un estilo claro, nítido, con un dosificado aporte poético, la descripción de personajes perfecta y la llegada a los hechos sin preámbulo, directa. Némirovsky fue imponiendo ese estilo que llegaba en un lenguaje nuevo a ese París que aun conservaba un culto al romanticismo y al drama maldito. Y fue feliz con su marido judío Michel Epstein y sus dos hijas, no obstante que había dejado su credo para bautizarse y comulgar con los católicos. Presentía la persecución que a partir de los años treinta jugaba en el delirio del absolutismo grosero y sanguinario del nacional-socialismo.
         Cuando volvió la guerra y Francia fue vencida, ella se desplazó, luciendo en su solapa la estrella de David amarilla, a la ciudad de Issy-L´Évéque donde siguió escribiendo con pasión y desesperanza. Ella misma decía que eran obras póstumas. Y allí llega el mes de junio de 1942, cuando es puesta prisionera y deportada a Polonia. Su marido Epstein se mueve con amigos en busca de recuperar la libertad de la escritora. Hasta le escribe al mariscal Pétain, títere de Hitler. Todo es inútil. Ha llegado enferma a Auschwitz, donde es asesinada.
          Por su parte Pétain, desde Vichy, ordena el arresto y la deportación del esposo, quien igualmente es enviado al campo de concentración polaco. Ya su mujer había sido asesinada y él lo es en pocos días. Sus hijas Denisse y Elizabeth Epstein han deambulado con amigos por todas partes evadiendo la orden de arresto que contra ellas también mandó Pétain, y soportando su dolor en silencio.    Por toda herencia han tomado una maleta de su madre repleta de manuscritos que se salvaron. Uno de esos textos recogía la obra Suite francesa, que ha tenido millones de ejemplares. Otros libros son David Golder, El ardor de la sangre, El baile, El maestro de almas, El caso Kurilov, Nieve en otoño, El vino de la soledad Jezabel, Los perros y los lobos.
                 Veamos un breve aspecto de su escritura en Los perros y los lobos:
         Un judío muy pobre va a un Zadic, que es un santo del culto y le dice: "Santo hombre, estoy en la miseria, tengo diez hijos a quienes  alimentar, una mujer gruñona, una suegra con una salud de hierro, fuerte y con buen apetito...¿Qué puedo hacer? Ayúdame! Y el santo varón le contestó: Mete doce cabras en casa. ¿Cómo? Pero si ya vivimos amontonados como arenques en un tonel! Dormimos todos juntos en un mísero jergón. No podemos respirar. ¿Dónde pongo a los animales? Y el santo le respondió: Escucha, hombre de poca fe. Llévate las cabras a casa, y glorificarás al Señor. Al cabo de un año, el pobre volvió. Bueno, ¿eres más feliz?, le preguntó el hombre santo. ¿Más feliz? ¡Mi vida es un infierno! ¡Si he de quedarme con las malditas cabras, me mato! Bien, pues ahora vas a deshacerte de ellas y disfrutarás de la felicidad que antes no reconocías".


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Cali, 16 de diciembre de 2014
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Irène Némirovsky (Kiev, 11 de febrero de 1903 - campo de concentración de Auschwitz, 17 de agosto de 1942)



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