jueves, 16 de octubre de 2014

El combate. Harold Kremer. Segunda edición: septiembre de 2014

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En su 2a. etapa, provisional, publican y difunden 
NTC … Nos Topamos Con 

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El combate

Harold Kremer

Segunda edición: septiembre de 2014

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Páginas : 105
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Harold Kremer
Fotografía (Octubre 10, 2008)MIC de NTC …
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Bandera

El combate . © Harold Kremer
A.A. 24149 Cali
E-mail: coleccionde@yahoo.es
Primera edición: noviembre de 2004
Segunda edición: septiembre de 2014
ISBN: 958-33-6952-7
Impreso y hecho en Colombia / Printer and made in Colombia 
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita del autor
Ilustración de carátula: Roland Sabatier
Diseño y diagramación: Orlando López Valencia
Impreso en Unidad de Artes Gráficas, Facultad de Humanidades, Universidad del Valle Cali, Colombia
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Ekuóreo, revista de minicuentos. Bustamante - Ficher - Kremer
Visítenos en: http://e-kuoreo.blogspot.com
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Índice

El ratón tenía la costumbre de...
Los dos magos 11
Los confusos 14
Los héroes 16
La cierva y la leona 18
El anuncio 21
Binoculares 23
La misión 25
Los ojos 27
Tradición 29
Papaíto 31
Fábula triste 33
La tarasca 34
Hombre de honor 35
Carta con un sueño 37

Fue en la guerra…
El combate 41
Animales invisibles 42
El alma que venía todas las noches 44
La primera ley 46
El leopardo 48
Shivá 50
Beit Shean 52
El abuelo 54
El proyecto 55
Huellas 58Robo 59
Emiliano 61
Mutación 63
La casa 64
Espejo 65

Cuando el mundo conocido…
Conejitos 69
Colibrí 70
Mord 72
El asalto 73
La huida 75
Mediodía 76
Fotografía (1925) 77
El regalo 78
El informe 79
Ceremonia 81
Cambie su vida 82
El enano 86
El dragón 88

Te sentarás en el andén…
La silueta 91
Jolgorio 93
Ceci 95
Striptease 97
La quimera 99
La bestia 101
En memoria de Paulina 102

CUENTOS (Muestra) 
El dragón
Por Harold Kremer
Cuando el mundo cono­cido sólo era China, el dragón Han se apareció en sueños al rey Tong y le dijo:
—Al despertar sólo tendrás un día más de vida, pero podrás evitar tu muerte si construyes para mí un castillo que dure mil años.
Cuando despertó, el rey olvidó el sueño. Al anochecer, cuando faltaban apenas seis horas para la sentencia, lo recordó y llamó de prisa a sus ministros, consejeros y magos.
—Pronto moriré —concluyó después de contar su sueño—. Si alguno de ustedes tiene una solución quiero oírla.
Divagaron durante horas hasta que uno de los consejeros trajo unas copas de licor. En la del rey echó un fuerte somnífero que lo hizo dormir al instante.
—Pero… ¿qué hiciste, siniestro consejero? —clamaron en coro los hombres.
—Salvarlo —respondió—. Sólo en sueños podrá construir ese castillo.

***
Striptease
Por Harold Kremer
La mujer entró tomada del brazo de un hombre vestido de frac y un sombrero de copa. El hombre la dejó en la barra vertical y anunció a “María, la mejor nudista del mundo”. Las luces se apagaron y, luego, una luz tenue rompió la oscuridad. Ella vestía una minifalda salpicada de lentejuelas y zapatos de tacón puntilla. Henry la estaba esperando y había logrado, a punta de codazos, un puesto adelante. Escuchó los murmullos de los hombres. “Parece una zorra”, dijo uno. “La mujer más hermosa del mundo”, dijo otro. “La puta más hermosa del mundo”. “Es una bruja”. Empezó a desnudarse, al ritmo de una canción de Rocío Jurado. Los hombres gruñían vulgaridades. Henry se abrió paso hasta un extremo de la tarima, le echó un último vistazo y la vio levantar una pierna paralela a la barra. “Es única”, se dijo, “nunca se acerca a esos patanes”. Sabía que María nunca se separaba de la barra ni mendigaba los billetes sucios de la clientela, que aprovechaba para tocar a las nudistas. Era el presentador quien se acercaba al público, al final de la presentación, sombrero en mano. “No es como las otras. María es decente y digna”, se dijo, escurriéndose por una puerta. Caminó por un pasillo oscuro y se detuvo: el hombre del sombrero de copa, que observaba el espectáculo por una ventanilla, entró al escenario para recoger el dinero. Henry corrió en busca del camerino de María. La puerta, con su nombre, tenía cinco estrellas. Entró y, tras una rápida ojeada, decidió esconderse detrás del vestuario. Al rato apareció el hombre con María bajo el brazo. La tiró a un rincón y se sentó a contar el dinero. Luego se levantó, la desinfló, la dobló y la guardó en un baúl. Henry, desconcertado, esperó. Cuando el hombre salió, corrió al baúl y sacó a María: doblada parecía una figura para pegar en la pared. Desconsolado la abrazó y, con timidez, le estampó un beso en la boca pintada. Al amanecer huyó con ella en una bolsa de papel. Al llegar a su casa, la infló, y vivió con ella hasta que se murió.
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