miércoles, 30 de abril de 2014

El color de la cera en su rostro. Harold Kremer. Novela. Editorial UdeA

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El color de la cera en su rostro  
Harold Kremer 

Novela 
Editorial Universidad de Antioquia, UdeA
Abril 2014

193 páginas. 13.0 x 21.0 x 1.2 cms. 
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EL AUTOR
Fotografía: MICRo de  NTC …

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Solapas y separador
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En la web de la Editorial UdeA 
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http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/BibliotecaPortal/DetalleNoticia/Editorial_?bookid=2-15-1-904-1
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NTC ... SEGUIMIENTOS


OPERA PRIMA
Omar Ortiz
Tuluá, Julio 29, 2014

Sin duda Tuluá tiene ganado un nombre en la literatura universal por las novelas de Gustavo Álvarez Gardeazábal y en especial por “Cóndores no entierran todos los días”. Fuera de las grandes urbes cosmopolitas como Nueva York, París, San Francisco, Tokyo, Praga, Berlín, Beijín, Lisboa, Buenos Aires, Moscú, para citar algunas, no son muchas las ciudades que gozan de dicho privilegio. Fuera del mítico Macondo, podemos citar a la desolada Santa María de Onetti, a Cómala donde los muertos relatan su historia, como en el poblado de Spoon River de Edgar Lee Master y el condado de Yoknapatawapha de William Faulkner.
Por ello siempre me pregunté como una ciudad como Buga, que aparenta vivir en el siglo XXI con todos los beneficios e inconvenientes de la modernidad, pero que en realidad asume un imaginario y unas situaciones cotidianas propias de la Edad Media, no tenía ni un novelista ni una novela que destacara tan compleja y paradójica realidad. Pues bien, con “El color de la cera en su rostro” opera prima del escritor Harold Kremer, Buga tiene la novela que se merece.
Basada en una historia de familia, la novela de Kremer nos lleva por esos torcidos y tenebrosos senderos por donde transcurre buena parte del día a día de la sociedad bugueña. Una abuela, Felisa, apegada a las más absurdas e irracionales creencias, con un espantoso autoritarismo que recuerda los personajes más sombríos de la novelística del siglo XIX y un atormentado José, su nieto, amamantado en la más rigurosa y sistemática locura, recordemos que no hay estado más coherente con la razón, que precisamente la falta de la misma, y vuelto un artista desadaptado que solo en la muerte encuentra su  motivación de vida, van tejiendo una espesa tela de araña en la que envuelven no solo al resto de la familia, sino a toda una comunidad deslumbrada y atemorizada ante el delirio. “El color de la cera en su rostro”, explica sin proponérselo buena parte de la demencia nacional, ya que igual a los protagonistas de la historia, nuestra sociedad también reclama corrección y castigo y un implacable padre o madre que se lo proporcione.
Desde un lenguaje sin tacha y con una manera de narrar que nos atrapa desde la primera línea, esta novela de Kremer anticipa un disciplinado y cuidadoso creador a la hora de escribir sus singulares historias. 
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Publicado el EL TABLOIDE .com, Tuluá
Agosto 4, 2014
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Punto de vista. Ómar Ortiz 
Ópera prima 
EL País, Cali, Agosto 5, 2014, Pág. C2 
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Fotografía
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NTC ... Segumientos a Noviembre 1, 2014

El color de la cera en su rostro . Por Asbel Quintero. Crítica
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domingo, 27 de abril de 2014

EL CORONEL SIEMPRE TENDRÁ QUIEN LE ESCRIBA. Juan Manuel Roca

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VIENE y COMPLEMENTOS DE: 

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EL CORONEL SIEMPRE TENDRÁ QUIEN LE ESCRIBA

Juan Manuel Roca
La Jornada semanal, Abril 27, 2014, MX. http://www.jornada.unam.mx/2014/04/27/sem-juan.html
Raras veces aparecen escritores como Gabriel García Márquez, de tanta coherencia entre la fidelidad a una vocación y la grandeza de una obra. Nunca fue un hombre postergado, desde que sintió su pasión por la literatura y el periodismo se volcó en ellos sin cuartel e hizo migrar sus lenguajes de un género a otro. Su futuro de escritor siempre fue hoy, una suma de futuros ya cumplidos. Una y otra vez empezaba de cero frente al papel en blanco.
Son inmensos sus logros. En relación al país no es poca cosa: lo puso como nadie en el mapa de la literatura universal. Su legado a los escritores resulta inobjetable: la constancia como divisa, la obsesión como guía, el riesgo asumido.
Para mí su mayor conquista pertenece a una verdad reiterada: su ennoblecimiento de la cotidianidad por vías de la poesía, su traducción en imágenes de un país que no han dejado ser, su destreza para crear atmósferas desde el cuento, la novela, las crónicas y reportajes y para reinventar con bríos algo ya inventado, el realismo mágico.
Confieso que cierta poética de su narrativa, siendo atractiva, muchas veces me produjo dudas. Y quiero explicar con respeto esta infidencia: cuando de niños vamos a una piñata y el mago saca por primera vez de una chistera un conejo, la sorpresa es total, cuando lo saca en otra oportunidad el asombro disminuye, pero cuando vemos por tercera vez al mago y pensamos “ya va a sacar el conejo” y lo saca, sentimos la decepción del ritual repetido. Ya Kafka señalaba que si un leopardo irrumpe en un templo es un milagro, pero si se repite es un rito.
También debo confesar que la cercanía al recetario en algunos parajes de su obra no lo disminuye frente a sus prodigios. Ahí están “El coronel no tiene quien le escriba”, “Crónica de una muerte anunciada” o “El amor en los tiempos del cólera”, muchas páginas de “Cien años de soledad” y una treintena de cuentos que están entre los más altos de la lengua.
De toda su magnífica obra, mi libro es “El coronel no tiene quien le escriba”. Allí habita su más hondo personaje, un hombre erguido que anuncia lo que habremos de comer en el país de las promesas, en el  magistral remate de su novela.


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Es la metáfora del olvido. De un Estado fantasma. De unos viejos que mastican tiempo a falta de comida. Conmueve el recurso enajenado de la esposa del coronel: tener que hervir piedras para que los vecinos no sepan que no tienen nada que poner en el fogón. Es una visión triste del Caribe desde la dignidad opaca del pobre. Pocas veces, desde Hamsum, he leído algo más agudo y doloroso sobre el hambre.

Es cierto lo que dice Luis Hars. “Hay un aura de cosas no dichas, de medias luces, de silencios elocuentes y milagros secretos”. Es una poética que canta y cuenta a la vez desde su ascetismo verbal. Le basta decir que el entierro de un músico es un acontecimiento por ser “el primer muerto de muerte natural” en muchos años, para señalar un tiempo de masacres. O señalar que el cadáver del músico no podrá cruzar frente al cuartel de policía porque “estamos en estado de sitio”, para evocar una época enquistada en la vida colombiana. Hace algún tiempo fabulé una carta para el coronel, un correo de sombras entre la vida y el sueño y la reproduzco para indicar cómo siento de real al personaje de nuestro novelista.

Remoto coronel: 
Calle de los Tenderetes
Orillas del Río

Un día soñé que un gallo picoteaba las estrellas del cielo como si fueran granos de maíz y pensé en usted, en su eterno paraguas para soles y lluvias, en usted que vive enamorado más que del arribo de una carta, enamorado de la espera. Cruel oficio vivir aguardando un trozo de lejanía, envuelto más que en un ropaje de opereta militar en la quietud de un poblado cuyos domingos deben durar más de ocho días.
Las guerras civiles, esa sucesión de guerras de a caballo, a una de las cuales fue tremolando una bandera de telas de araña, dejó en los campos más lisiados de espíritu que muertos.
Si me permite expresar mi opinión, la heráldica de sangre que comporta el sueño del gallo, su cresta de coral y sus aires de cacique emplumado en el gallinero, sólo le vendrían bien a una dignidad sin otros blasones que los de un monarca sin vasallos, como los del tirano Lope de Aguirre, que era el rey de su pellejo, el rey de su locura.
Ese gesto de amarrar un gallo espuelero a un árbol genealógico, a un pasado guerrero, ¿cree que podrá salvarlo de caer en los abismos que habitan en la hondonada de los platos y soperas y recipientes a los que no visita ningún alimento distinto a un sarro de metal? ¿No resulta inútil como taladrar el agua? ¿No es bailar en la oscuridad del solitario? ¿Recibir como único y brutal estipendio la mitad de la nada?
Usted, coronel en desuso, aturdido huérfano de su hijo, es capaz de llevar bajo la capa de su orgullo un reloj de pared que siempre da la misma hora de la espera. Al fin y al cabo, bajo un almendro o a la sombra de un tamarindo, bajo los nísperos o los frondosos zapotales, en esos pueblos ribereños siempre parecen ser las 12 del día.
Las 12 del día al amanecer de los caballos, las 12 del día a la hora de la serenata, las 12 del día del ángelus, las 12 del día de los hervores lejanos en  las cocinas, las 12 del día del aire, las 12 del día en los girasoles de la noche, las 12 horas del día que se riegan por las cabelleras negras de las aguadoras, las 12 del día de los ladrones de ganado, las 12 del día envueltas en el olor de la ayahuasca o el borrachero, las 12 del día y su eterno sopor a todas horas, las 12 del día cuando las mujeres lavan la flor de su vientre, las 12 del  día con su caravana de horas lentas como dromedarios o canoas que llegan llenas de nada al embarcadero, las 12 del día para la resurrección y la muerte.
Su tristeza es de facto, coronel. Su tristeza se ha tomado por asalto el gobierno de sus años. La risa, la vida misma y hasta la luna de Manaure están en cuarentena. Tuérzale el cuello a su gallo, deshójele su canto, desplúmelo como a un  heroico guerrero de las batallas del olvido. Usted mismo lo dijo: “los gallos se gastan de tanto mirarlos”.
Yo regreso a sus parajes y lo veo agazapado tras las fisuras de sus palabras, tras los recados que usted mismo se entrega, admirable coronel, obediente subalterno de sí mismo. Yo lo veo caminando en su  cuerpo como si sus huesos fueran un campo de rehenes, más solitario que yo, que hablo a fantasmas.
Reciba de mi parte la medalla de la dignidad, la orden de la espera en primer grado y un almanaque de olvidos.
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NTC ... ENLACES

Gabriel García Márquez en la red. Enlaces del Centro Virtual Cervantes

http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/red.htm

Matriz: http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/
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GGM en Google a Abril 27, 2014 (8:50 AM) .
Aproximadamente 3.300.000 resultados (0,41 segundos) 
https://www.google.com/search?q=Gabriel+Garc%C3%ADa+Marquez&es_sm=93&source=lnms&sa=X&ei=tQpdU9vCO4eX2QXi2YD4BA&ved=0CAUQ_AUoAA&biw=1920&bih=955&dpr=1
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viernes, 25 de abril de 2014

Juan Rulfo. Agente de Migración. Del libro Un extraño en la tierra. Biografía no autorizada de Juan Rulfo. Por Juan Ascencio

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NTC ... agradece al Ing. Dolcey Casas R. por el aporte  del documento
 y por el libro
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Juan Rulfo. Agente de Migración.
Del libro Un extraño en la tierra. Biografía no autorizada de Juan Rulfo.
Por  Juan Ascencio
Debate, 2005, México
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A propósito de

¿Fue sapo Rulfo?

Por Julio César Londoño
Julio Cesar Londoño
EL PAÍS, cali. .com e impreso  Abril 17, 2014
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NTC ... ENLACES

Juan Rulfo, ¿un escritor a sueldo de la CIA? - Entrevista
Fundación Juan Rulfo
Por Alejo Schapire


¿Dinero de la CIA para Juan Rulfo?
GENEY BELTRÁN FÉLIX
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Al recibir el 23 de abril el Premio Cervantes, el equivalente al Nobel de la lengua española, la escritora Mexicanizada Elena Poniatowska nos ha regalado una joya literaria, histórica y libertaria en su discurso. Quien nunca haya leído a esta escritora, por lo menos que se dé la oportunidad de escuchar su lucidez, humor, compromiso social, el amor por el PUEBLO mexicano...
 Apenas tiene 82 años.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/premio-cervantes/discurso-integro-elena-poniatowska-recoger-premio-cervantes/2526024
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jueves, 24 de abril de 2014

"El desmemoriado". Fabio Martínez. Novela, Presentación del libro en Cali. Abril 23, 2014. NTC ... REGISTROS

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VIENE y NTC ... SEGUIMIENTOS a JUNIO 7, 2014

Presentación del libro en CasaAmérica, Madrid, Junio 4, 2014
Intervienen: Ma. Ángeles Vázquez,   directora Editorial La Mirada Malva,  
la escritora colombiana Consuelo  Triviño y Fabio Martínez, el autor. 
Video (36:31 min), fotografías y enlaces:
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Texto de la presentación por Consuelo Triviño
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Fabio Martínez 
Novela 
Editorial La Mirada Malva, Madrid, España
Presentación del libro en Cali. Abril 23, 2014. 

NTC ... REGISTROS 
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La NTC ... INVITACIÓN  EN



*** 23 de Abril, 2014, Cali, 6:30 PM
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--- "El desmemoriado". Fabio Martínez. Nueva novela, Editorial La Mirada Malva, Madrid, España. Presentación del libro por Medardo Arias y Ómar Ortiz Forero.  LUGAR: Biblioteca Departamental, Auditorio Jorge Isaacs. Entrada libre. /  Otras presentaciones1 de Mayo. Bogotá. Feria Internacional del libro. Salón José María vargas Vila. Presentan: Sonia Truque y Gusatvo Reyes. 2:00 P. M. / -4 de Junio. Madrid. Casa de América. Presentan: M. Angeles Vázquez.   directora Editorial La Mirada Malva, y la escritora colombiana Consuelo  Triviño. 6:00 P. M. (Hora local) ///  * Detalles del libro, reseñas, crítica: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_01_27_archive.html
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DESARROLLO DEL EVENTO
NTC ... REGISTROS
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LA MESA PRINCIPAL
Ómar Ortiz Forero, Fabio Martínez y Medardo Arias Satizábal
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Fabio Mártinez interviene
Introducción al evento
Video: 

Allí, entre otros, homenaje y agradecimientos a 
Gabriel García Márquez 
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Homenaje a GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
NTC ... Enlace y Homenaje : http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_04_19_archive.html

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Medardo Arias Satizábal interviene
VIDEO:
 https://www.youtube.com/watch?v=cTRvd87sYfE
Texto al final de esta publicación*
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Ómar Ortiz Forero interviene
VIDEO: 
 https://www.youtube.com/watch?v=UqqSRt6Hak8
Texto al final de esta publicación**
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Fabio Mártínez lee fragmentos de su novela 
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DIÁLOGOS

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El autor con su esposa, Ivonne De Greiff,  y otros asistentes
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Algunos de los asistentes comparten y celebran
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de NTC … ,  Nos Topamos Con  http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.
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* Estamos en el año 2068
      Por Medardo Arias Satizábal.

Presentación de la novela “El desmemoriado” de Fabio Martínez. Santiago de Cali, 23 de abril de 2014.   
NTC ... agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo
La primera sorpresa al leer El desmemoriado, tuvo que ver con el intento del autor, -valiente y de muchísimo riesgo-, de situar la literatura colombiana en el campo de una ciencia ficción hasta hoy inexistente en nuestras letras.
Fabio Martínez de manera juvenil y risueña, asume el reto de imaginar un mundo bogotano que transcurre en el año 2068, con taxis urbanos que cruzan el cielo de Monserrate, gentes que se afanan por ir a Marte, entonces un destino común, y vidas que él conoce bien, la de profesores enamorados, una pareja inserta en la aridez de una ciudad, Pitty y Manzana quienes, como en el resto de la tierra, se defienden de los riesgos de la lluvia ácida.
El paisaje de aquella ciudad nos hace pensar de todos modos en esos mundos desolados que imaginaron Ray Bradbury, el creador de las Crónicas Marcianas, Isaac Asimov, Herbert Georges Wells, -autor de La Máquina del Tiempo y de El Hombre Invisible-, o  George Orwell con su “1984”, novela que prefiguró la atroz realidad de hoy. Si alguien quiere leer hoy “1984”, encontrará esta presentación entre comillas: “Tres grandes potencias se dividen el mundo y luchan entre ellas, en un conflicto que parece no acabar nunca. Todo está controlado por la sombría y omnipresente figura del Gran Hermano, el jefe  que todo lo ve, todo lo escucha y todo lo dispone. La historia reciente se falsea alterando los registros escritos, la policía del Gran Hermano vigila incluso en el interior de las casas, gracias a una televisión en dos sentidos; el amor está prohibido y el sexo es un acto político. La opinión personal se neutraliza con lavados de cerebro y la vida es un infierno del que no se puede escapar…”
En “El desmemoriado” abundan, todavía en el 2068, las referencias a un pasado que comparte las ternezas de la vida campirana, el chocolate espumoso, los roscones dulces, las changüas, ciertos parques del pasado, las liturgias del ayer expresadas en el deseo del abrazo en lugares que ya no existen. Bogotá tiene un techo que la protege de la lluvia ácida, el río Bogotá ha sido pavimentado por un tal Goyeneche, y desde Monserrate se emite la voz unánime de  un dictador que ha logrado uniformar el pensamiento y las costumbres. Gentes que ahora logran vivir más de 150 años, gracias a las dietas elaboradas por una avanzada tecnología médica que ha reemplazado los “steaks” por pastillas de colores, recuerdan, por ejemplo al Goce Pagano, y a las viejas luchas de obreros y estudiantes, cuando el mundo era ese amasijo de humanidad que  pervive todavía, en la novela, en la llanura prosaica.
En El desmemoriado abundan los homenajes literarios; Bogotá es la montaña mágica, centro del poder que ha visto pasar las guerras de la coca, del petróleo, del agua, y el resto de la república es una amalgama de pueblos atrasados, aferrados al pasado, reconocidos por  Fabio Martínez como “la llanura prosaica”. Thomas Mann, Cervantes, Schopenhauer, hablan desde la intertextualidad, así como Foucault, desde su péndulo, pionero también de una modernidad literaria que insertó en el imaginario el nuevo lenguaje de los computadores.
Y con los clásicos, el autor emplea el humor y coexiste en la novela con personajes literarios como los poetas Juan Pablo Rocky, un antiguo boxeador, campeón del Caribe, y Harold Almorranas, así como una enigmática portalira, por él llamada Piedad Revlon.
Es claro que esta novela sólo pudo ser escrita por quien habitó la urbe capitalina, y reconoce sus rincones, calles, costumbres. A través de esta apretada narración que nos lleva por las avenidas del futuro, el autor nos advierte acerca de una realidad que se expresa ya en nuestros días: la pérdida de la memoria, el desánimo por los apoyos humanísticos que hicieron la vida hasta hoy, la dependencia extrema de la tecnología cibernética, el olvido de los libros y la lectura, la conformación de un mundo de nuevos esclavos prosternados ante la voz única de Wikipedia. Para Fabio Martínez, esa voz que engulle todo el conocimiento humano, se llama Babel, metáfora de aquella torre que pintara sobre roble Pieter Brueghel El Viejo en el siglo XVI. Cada ser humano tiene un chip inserto debajo de la piel, un número de contraseña, que lo identifica como amigo del Amo y del Estado; no pertenecer a ese rebaño ahora vigilado por el Gran Ojo del poder, es sinónimo de disidencia, de guerrillerismo. Ese el drama de Pitty de y de Manzana, protagonistas de la novela. Se quedan por fuera del sistema que ordena las mentes, las costumbres y el destino de millones, por una razón que se comprende; Pitty es en estas páginas un reducto de las viejas guardias humanísticas, un romántico perdido, un marihuano irredento que continúa en el 2068 adicto a la sativa congolesa, ahora sintética. Familia y amigos huyen de ellos como de la peste; están en la mira de ese gran ojo vigilante que hoy para imperceptible, pero que fue avizorado por Orwell en “1984”, como arúspice de lo que hoy se llama NSA, la  misma organización que acaba de ser denunciada, la que conoce en detalles tus fondos bancarios, tus gustos gastronómicos, tus preferencias sexuales y musicales, a través de Facebook y Twitter, los Grandes Hermanos que atisban desde las avenidas cibernéticas, desde los chips y deltas de espionaje agazapados en los Iphones. Babel sabe dónde estás, qué piensas, para dónde vas.
Estar por fuera de esos circuitos en el 2068, es como no tener cédula o pasaporte; para entonces ya la dependencia informática es obligatoria. Se han extinguido los supermercados, la comida llega a casa vía internet, tanto como el sexo, el orgasmo, el conocimiento y los sueños.
El desmemoriado nos describe el paisaje humano de un mundo que de pronto estalla en su diseño tecnológico y se enfrenta al desastre; trenes paralizados, aviones que no pueden despegar, ciudades apagadas. En el espacio se han confundido las lenguas, todos los códigos y contraseñas. Pitty, como otros, entregó parte de su vida a ese nuevo diseño universal, y su memoria, otro día rica y fecunda, se ve de pronto supeditada al breve misterio de una USB; vivimos un mundo, el de ahora, en el que Google todo lo sabe; Martínez se pregunta para qué leer grandes clásicos, poesía, si todas las preguntas guardan ahí una respuesta. Para qué husmear en los huesos de los de los muertos de Pompeya, en el harem de Topkapi, en los remos de las viejas barcas de Samos, o en el polvo que corre detrás de las pirámides; todo esfuerzo parece vano. Se acabaron las bibliotecas; a tiro de click, todo se sabe, llega a casa, en una pantalla que viene el envoltorio de imágenes e información,  referencias que comparadas con el pasado siglo, hacen de la investigación un juego de niños. Cortar, pegar, distraer, fusionar, empobrecer, enriquecer un texto, hace sabios a los tunantes y banaliza a quienes otro día fraguaban en su cerebro parte de la historia humana.
Manzana recibe la lección en Patio Bonito, un barrio del sur de Bogotá: “Usted señora sabe que hoy en día el mundo se mueve gracias a la memoria de Babel. En la ciudad no cae al suelo una pepa de eucalipto si no es accionada por la diosa de Babel. Es la tragedia global del siglo...”
Para entonces, en ese orbe donde Harold Almorranas es Director de la Biblioteca Nacional y su imagen es repetida en grandes pantallas, existe ya un museo de antiguallas cubierto por el polvo indulgente del pasado: (Lectura de la Página 45, enmarcado en rojo*. Minuto 10:52 en el video).


Mutantes que bailan boleros en salones iluminados por la luz verdes que emana del poder de Monserrate, muchachas del servicio clonadas, ecos de un mundo extinto expresado por indias de trenza y ojos rasgados que todavía sirven sopas calientes entre montañas azules que guardan  la visión del mar, serán recordados quizá dentro de 54 años en esta primera saga colombiana de ciencia ficción. Muchos de los tópicos aquí descritos por Fabio Martínez, serán, sin duda, una irrevocable realidad. Celebremos pues  este arrojo de la imaginación, esta suerte de privilegio, desde esta, nuestra llanura prosaica.

      Medardo Arias Satizábal; en la presentación de la novela “El desmemoriado” de Fabio Martínez. Santiago de Cali, 23 de abril de 2014.   
* “Allí se encontraron con piezas de comienzos de siglo, que les causó cierta nostalgia. Estaban encerradas en unas urnas de cristal debidamente vigiladas por un agente robotizado de seguridad. Eran miles y miles de cajas donde se guardaba la memoria real del mundo globalizado. Allí estaba, entre otros artilugios, la bomba de uranio; restos de las partículas de polvo de asbesto de las Torres Gemelas de Nueva York; el primer celular que era tan grande y pesado como una panela; los tacones de Naomi Campbell; el primer cerebro electrónico, que era del tamaño de una habitación de 3 x 4 metros cuadrados; el peinado de Amy Winehouse; el primer Ipod erótico-vibrador; la mano mutilada del cantante Víctor Jara; la sangre congelada de Violeta Parra; las pañoletas de las madres de Mayo; los cuerpos de las mujeres desaparecidas de Juárez; el último berrido de Mike Jagger; los torturados de Irak, Bosnia y Guantánamo; el gol que hizo Maradona con la mano de Dios; las zapatillas con las que bailó por última vez Michael Jackson; y la sonrisa de Barack Obama, el primer negro que llegó a la Casa Blanca. Eran artilugios antiguos que conservaban un color mohoso, sepia.”                 
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Fragmento de la presentación anterior se publicó en la columna: 

Castillo de Proa

El desmemoriado
Por Medardo Arias Satizábal
EL PAÍS .com Julio 03 de 2014 . Impreso Julio 4


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** SE ME OLVIDO QUE TE OLVIDE

Por Ómar Ortiz
 NTC ... agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo
Paquita la del barrio, una cantante mexicana que se caracteriza por asumir desde la letra de sus melodías eso que llamamos, muchas veces peyorativamente “cultura popular”, hizo  una canción en ritmo de bolero ranchero que después fue convertida por los genios de la Orquesta Experimental de Nueva York en un tema ícono del sentir latino y que en su estribillo dice: “Se me olvido que te olvide, a mí que nada se me olvida”. Esta aparente declaración de amor perenne va, sin proponérselo, mucho más allá de su intención inicial, nos recuerda uno de los postulados básicos del pensamiento hegeliano, cuando el filósofo de Sttugart afirma “no somos sino pura memoria y nada más”.
Así, Fabio Martínez, al entregarnos su nueva novela publicada “El desmemoriado”, parapetado en una historia armada sin pretensiones estilísticas, intencionalmente juguetona y risueña, donde algunos de sus protagonistas son referencias concretas a personajes del mundillo literario y político colombiano, empezando por el Jefe Supremo, “especie de pequeño Napoleón-chibcha, que lo único que desea es perpetuarse en el poder”, va, esta vez proponiéndoselo, a asumir una defensa a ultranza de la escritura, del libro, del pequeño Larousse, frente a la inminente amenaza de la Nada representada por la Sociedad del Conocimiento, “encarnada en la siempre viva Babel”.
Porque lo que cosntituye el uso perverso y manipulador de las nuevas tecnologías  nos está conduciendo al vacío, a la pérdida de la sustancia humana como es la palabra. Desde los libros sagrados sabemos que el mundo es, desde el momento en que podemos nombrarlo. Edmond Jabés, ese gran escritor egipcio francés de origen judío hoy tan injustamente olvidado se pregunta “¿Nacemos en el instante en que rompemos a llorar o bien, más razonablemente, en el momento en que los padres eligen para nosotros un nombre?” A lo que podemos agregar y ¿qué son Comala, Santa María y Macondo sino universos que a través del lenguaje trascienden el tiempo, convirtiéndose en entidades mucho más reales y perdurables que los  mundos de los que son su reflejo?
Volvamos a Jabés, cuando asentado en la Cábala afirma “El mundo desemboca en un libro. El mundo existe porque el libro existe. Y es que para existir hay que ser nombrado. La nominación nos precede”. Recordemos a Borges en su noche seis de “Siete Noches”. “Cuando pensamos en las palabras, pensamos históricamente que las palabras fueron en un principio sonido y que luego llegaron a ser letras, En cambio en la cábala (que quiere decir recepción, tradición) se supone que las letras son anteriores; que las letras fueron los instrumentos de Dios, no las palabras significadas por las letras. Es como si se pensara que la escritura, contra toda experiencia, fue anterior a la dicción de las palabras.” Por lo que en otra noche, la cinco, Borges concluye “Cada palabra es una obra poética”.
Como ya lo advirtió Saramago hay que preservarnos de la oscuridad, esa misma vigilancia es la que propone el narrador caleño en esta novela, desde un corrosivo humor  que sin duda levantará una que otra ampolla.
Pero mucho más allá de las discusiones, polémicas o ninguneos que “El desmemoriado” suscite, no dudo en recomendar este libro como lectura y reflexión obligada para profesores y alumnos en los espacios pedagógicos que versen sobre literatura.
 Omar Ortiz

Tuluá, Abril 21 de 2014.
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*** 1 de Mayo, 2014, Cali, 2:00 PM. En el Marco de la FILBo
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--- "El desmemoriado". Fabio Martínez. Nueva novela, Editorial La Mirada Malva, Madrid, España. Presentación del libro por Sonia Truque y Gustavo Reyes. Lugar: Salón José María Vargas Vila./ Otras presentaciones -4 de Junio. Madrid. Casa de América. Presentan: M. Angeles Vázquez.   directora Editorial La Mirada Malva, y la escritora colombiana Consuelo  Triviño. 6:00 P. M. (Hora local) ///  * Detalles del libro, reseñas, crítica: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_01_27_archive.html / NTC ... Registro de presentación en Cali (Abril 23, 2014): http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_04_24_archive.html
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El desmemoriado, una novela entre las redes de las redes

Por: Gustavo Reyes
 Texto presentado y leído en el lanzamiento del libro en la 
27 Feria Internacional del Libro de Bogotá, 27 FILBo, el 1 de Mayo, 2014.  
El desmemoriado podría ser algo tan imposible como una novela dentro de un cuento. Una ostra dentro de la perla. Se presenta como una novela explícitamente y desde el principio y, aparte de que nadie se atrevería a proponer como cuento un relato de 174 páginas, tiene forma e intención de novela. Sin embargo, el sabor residual que queda tras la lectura de El desmemoriado es el de un sueño, y los sueños son relatos instantáneos y no novelas.
Cuando Pitty Caballero termina de leer con nosotros la novela de su vida, descubrimos que hemos sido timados por el personaje y, como en una trama de thriller perfecta, el asesino es uno, y la víctima el planeta Tierra.
Esta quinta novela de Fabio Martínez, perteneciente al universo de la anticipación o ciencia ficción, es también una protesta, un manifiesto, un desquite, una diatriba y una advertencia construida en el habla llana de la calle para darnos el anticipo de un futuro alucinante que, quizá, ya no  estaríamos a tiempo de evitar, a menos que espejos como el que se propone ser esta obra actuaran como  freno de emergencia.
 La historia de El desmemoriado es una parábola esperpéntica que comienza dos veces y en diferentes fechas. La primera la noche del 19 de diciembre de 2012, y la segunda 56 años después, el amanecer del 6 de agosto de 2068, el día en que la ciudad se apresta a celebrar su aniversario número 530.
La obra, dedicada a la memoria del escritor y periodista Ignacio Ramírez,  se desarrolla en la geografía física y psíquica de una Bogotá que el autor conoce y que ahora, al retroceder al futuro, desconoce y lo vulnera.
Al lado de Pitty Caballero y Manzana Siachoque, la ciudad es coprotagonista. Es en sus entrañas donde ocurre la historia de esta  curiosa pareja que con su postura alternativa funge a lo largo del libro como una especie de conciencia que, de alguna manera, subsiste gracias a que logra respirar un aire menos viciado que el que intoxica a los millones de habitantes del Distrito Capital, una megaciudad transformada en el sueño pesadillezco de la tecnocracia y la automatización a ultranza.
Mediante un lenguaje desabrochado que recuerda la prosa generacional de Andrés Caicedo, el autor contrasta y matiza una ciudad que respira y transpira a “2.600 metros sobre el nivel del mal” mediante cientos de miles de pantallas encargadas de suplantar la presencia humana. Martínez aprovecha para ajustar cuentas con el stablishment, con Obama, con los narcos y los paramilitares, la guerrilla y la burocracia, las relaciones virtuales y el terrible progreso de la humanidad, e incluso con la masa inmensa de lectores que, como una pandemia, desertan de la literatura para digerir las pastillas deslactosadas del párrafo virtual.
El hecho fortuito de que Pitty Caballero y su esposa Manzana Siachoque lleguen tarde a registrarse como habitantes de la ciudad desata la acción que se desarrollará en adelante. Un adelante a partir del cual El desmemoriado establece un puente en el que conviven presente y futuro con el objeto de remarcar aún más las divergencias entre los siglos XX y XXI y, de esta manera, lograr que el ajiaco y los alimentos encapsulados compartan mesa con la misma naturalidad que los ciudadanos toman taxis aéreos para ir a comprar computadores robados en Patio Bonito.
La novela es una fuga constante para escapar no solo de las asfixiantes autoridades que, al igual que en 1984 de George Orwell o el Mundo Feliz, de Aldous Huxley, gobiernan como una entidad invisible que decide el destino de la Ciudad - Estado creada por Martínez.
  Para él la escritura de ficción siempre ha sido un hecho lúdico, una oportunidad excepcional de desacralizar y cuestionar lo establecido, de modo que El desmemoriado, fiel a esa postura irreverente se viene con todo desde la primera hasta la última línea. Los mismos nombres de sus personajes le advierten al lector acerca de su comicidad: Harold Almorranas, Manzana Siachoque, Pitty Caballero son una muestra de la actitud bromista del escritor. El humor en medio del delirio paranoico es una constante a lo largo de la vida, y sirve para escamotear una cotidianidad en la que los robots y los clones ganan terreno merced al desplazamiento de los propios humanos, con su suicida complicidad.
En la Bogotá de 2068 los ciudadanos mediante un harakiri absurdo admiten su propia destrucción a cambio de un confort y una seguridad cuyo precio es la vida “humana”  a cambio de la robotización. De la libertad  solo van quedando las versiones virtuales prefabricadas de una sociedad en la que incluso la intimidad se transforma en representación virtual.
Los personajes de Martínez tienen el aspecto y la actitud que conviene a seres destinados a llevar la ironía hasta sus últimas consecuencias. El epígrafe elegido por el escritor para su novela: “El presente está en peligro. El planeta vive, titubea, rueda, eructa, tiene hipo, ventosea día a día. Todo se hace, se vive a corto plazo. El futuro se borra tanto o más en cuanto depende, no solo de azares y bifurcaciones, sino también de un eventual todo o nada”, de Edgar Morin, nos anuncia un mundo globalizado que se comporta como un nuevo rico de la ciencia y la rebaja al  servicio de la automatización humana.
Esta novela funciona como un revulsivo que a la vez que replantea el desafío de saber administrar los avances de la ciencia en beneficio de la humanidad y la absurda miopía de esos mismos seres humanos que juegan a la ruleta rusa con ella.
La Bogotá de Martínez está llena de guiños para el nativo y el adoptado. Para quienes han crecido o vivido en la capital interpretar la burla que entraña el apellido Goyeneche es algo casi mecánico. El científico transformador de la ciudad, el creador de una inverosímil cubierta de plástico corrediza  con la que se protege la metrópoli de las lluvias ácidas o del sol sin filtros, así como la canalización del río Bogotá, ahora convertida en autopista, y otros avances igualmente desopilantes, es un loco.
El desmemoriado nos plantea la solución como problema, capturándonos en las redes de las redes, de las que necesariamente solo cabe esperar que podamos escapar a tiempo.

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