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VIENE y NTC ... SEGUIMIENTOS a JUNIO 7, 2014
Presentación del libro en CasaAmérica, Madrid, Junio 4, 2014
Intervienen: Ma. Ángeles Vázquez, directora Editorial La Mirada Malva,
la escritora colombiana Consuelo Triviño y Fabio Martínez, el autor.
la escritora colombiana Consuelo Triviño y Fabio Martínez, el autor.
Video (36:31 min), fotografías y enlaces:
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Texto de la presentación por Consuelo Triviño
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Fabio Martínez
Novela
Editorial La Mirada Malva, Madrid, España
Presentación del libro en Cali. Abril 23, 2014.
NTC ... REGISTROS
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La NTC ... INVITACIÓN EN
*** 23 de Abril, 2014, Cali, 6:30 PM
--- "El desmemoriado". Fabio Martínez. Nueva novela, Editorial La Mirada Malva, Madrid, España. Presentación del libro por Medardo Arias y Ómar Ortiz Forero. LUGAR: Biblioteca Departamental, Auditorio Jorge Isaacs. Entrada libre. / Otras presentaciones: 1 de Mayo. Bogotá. Feria Internacional del libro. Salón José María vargas Vila. Presentan: Sonia Truque y Gusatvo Reyes. 2:00 P. M. / -4 de Junio. Madrid. Casa de América. Presentan: M. Angeles Vázquez. directora Editorial La Mirada Malva, y la escritora colombiana Consuelo Triviño. 6:00 P. M. (Hora local) /// * Detalles del libro, reseñas, crítica: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_01_27_archive.html
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DESARROLLO DEL EVENTO
NTC ... REGISTROS
Ómar Ortiz Forero, Fabio Martínez y Medardo Arias Satizábal
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Fabio Mártinez interviene
Introducción al evento
Video:
Allí, entre otros, homenaje y agradecimientos a
Gabriel García Márquez
Homenaje a GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
NTC ... Enlace y Homenaje : http://ntc -narrativa .blogspot. com/2014_0 4_19_archi ve.html
NTC ... Enlace y Homenaje : http://ntc
Medardo Arias Satizábal interviene
VIDEO:
Ómar Ortiz Forero interviene
VIDEO:
https://ww
Texto al final de esta publicación**
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Fabio Mártínez lee fragmentos de su novela
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VIDEOS
https://ww w.youtube. com/watch? v=mMLUjH1U VrM
Continuaci ón: https://ww w.youtube. com/watch? v=F-ZN7UzI ASU
Continuaci
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DIÁLOGOS
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VIDEOS
https://wwhttps://ww
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FOTOGRAFÍAS (120)
NTC ... ÁLBUM
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Algunas fotos
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Algunos de los asistentes comparten y celebran
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Fotografías y grabaciones: María Isabel Casas
R. , http://ntcblog.blogspot.com/2010_05_31_archive.html
,
de NTC
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Colombia.
..
* Estamos en el año 2068
Por Medardo Arias Satizábal.
Presentación de la novela “El desmemoriado” de
Fabio Martínez. Santiago de Cali, 23 de abril de 2014.
NTC ... agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo
La primera sorpresa al leer El desmemoriado, tuvo que ver
con el intento del autor, -valiente y de muchísimo riesgo-, de situar la
literatura colombiana en el campo de una ciencia ficción hasta hoy inexistente
en nuestras letras.
Fabio Martínez de manera juvenil y risueña, asume el reto de
imaginar un mundo bogotano que transcurre en el año 2068, con taxis urbanos que
cruzan el cielo de Monserrate, gentes que se afanan por ir a Marte, entonces un
destino común, y vidas que él conoce bien, la de profesores enamorados, una
pareja inserta en la aridez de una ciudad, Pitty y Manzana quienes, como en el
resto de la tierra, se defienden de los riesgos de la lluvia ácida.
El paisaje de aquella
ciudad nos hace pensar de todos modos en esos mundos desolados que imaginaron
Ray Bradbury, el creador de las Crónicas Marcianas, Isaac Asimov, Herbert
Georges Wells, -autor de La Máquina del Tiempo y de El Hombre Invisible-, o George Orwell con su “1984”, novela que
prefiguró la atroz realidad de hoy. Si alguien quiere leer hoy “1984”,
encontrará esta presentación entre comillas: “Tres grandes potencias se dividen
el mundo y luchan entre ellas, en un conflicto que parece no acabar nunca. Todo
está controlado por la sombría y omnipresente figura del Gran Hermano, el jefe que todo lo ve, todo lo escucha y todo lo
dispone. La historia reciente se falsea alterando los registros escritos, la
policía del Gran Hermano vigila incluso en el interior de las casas, gracias a
una televisión en dos sentidos; el amor está prohibido y el sexo es un acto
político. La opinión personal se neutraliza con lavados de cerebro y la vida es
un infierno del que no se puede escapar…”
En “El desmemoriado” abundan,
todavía en el 2068, las referencias a un pasado que comparte las ternezas de la
vida campirana, el chocolate espumoso, los roscones dulces, las changüas,
ciertos parques del pasado, las liturgias del ayer expresadas en el deseo del
abrazo en lugares que ya no existen. Bogotá tiene un techo que la protege de la
lluvia ácida, el río Bogotá ha sido pavimentado por un tal Goyeneche, y desde
Monserrate se emite la voz unánime de un
dictador que ha logrado uniformar el pensamiento y las costumbres. Gentes que
ahora logran vivir más de 150 años, gracias a las dietas elaboradas por una
avanzada tecnología médica que ha reemplazado los “steaks” por pastillas de
colores, recuerdan, por ejemplo al Goce Pagano, y a las viejas luchas de
obreros y estudiantes, cuando el mundo era ese amasijo de humanidad que pervive todavía, en la novela, en la llanura
prosaica.
En El desmemoriado abundan los homenajes literarios; Bogotá
es la montaña mágica, centro del poder que ha visto pasar las guerras de la
coca, del petróleo, del agua, y el resto de la república es una amalgama de
pueblos atrasados, aferrados al pasado, reconocidos por Fabio Martínez como “la llanura prosaica”.
Thomas Mann, Cervantes, Schopenhauer, hablan desde la intertextualidad, así
como Foucault, desde su péndulo, pionero también de una modernidad literaria
que insertó en el imaginario el nuevo lenguaje de los computadores.
Y con los clásicos, el autor emplea el humor y coexiste en
la novela con personajes literarios como los poetas Juan Pablo Rocky, un
antiguo boxeador, campeón del Caribe, y Harold Almorranas, así como una enigmática
portalira, por él llamada Piedad Revlon.
Es claro que esta novela sólo pudo ser escrita por quien habitó
la urbe capitalina, y reconoce sus rincones, calles, costumbres. A través de
esta apretada narración que nos lleva por las avenidas del futuro, el autor nos
advierte acerca de una realidad que se expresa ya en nuestros días: la pérdida
de la memoria, el desánimo por los apoyos humanísticos que hicieron la vida
hasta hoy, la dependencia extrema de la tecnología cibernética, el olvido de
los libros y la lectura, la conformación de un mundo de nuevos esclavos
prosternados ante la voz única de Wikipedia. Para Fabio Martínez, esa voz que
engulle todo el conocimiento humano, se llama Babel, metáfora de aquella torre
que pintara sobre roble Pieter Brueghel El Viejo en el siglo XVI. Cada ser
humano tiene un chip inserto debajo de la piel, un número de contraseña, que lo
identifica como amigo del Amo y del Estado; no pertenecer a ese rebaño ahora vigilado
por el Gran Ojo del poder, es sinónimo de disidencia, de guerrillerismo. Ese el
drama de Pitty de y de Manzana, protagonistas de la novela. Se quedan por fuera
del sistema que ordena las mentes, las costumbres y el destino de millones, por
una razón que se comprende; Pitty es en estas páginas un reducto de las viejas
guardias humanísticas, un romántico perdido, un marihuano irredento que continúa
en el 2068 adicto a la sativa congolesa, ahora sintética. Familia y amigos
huyen de ellos como de la peste; están en la mira de ese gran ojo vigilante que
hoy para imperceptible, pero que fue avizorado por Orwell en “1984”, como
arúspice de lo que hoy se llama NSA, la
misma organización que acaba de ser denunciada, la que conoce en
detalles tus fondos bancarios, tus gustos gastronómicos, tus preferencias
sexuales y musicales, a través de Facebook y Twitter, los Grandes Hermanos que
atisban desde las avenidas cibernéticas, desde los chips y deltas de espionaje
agazapados en los Iphones. Babel sabe dónde estás, qué piensas, para dónde vas.
Estar por fuera de esos circuitos en el 2068, es como no tener
cédula o pasaporte; para entonces ya la dependencia informática es obligatoria.
Se han extinguido los supermercados, la comida llega a casa vía internet, tanto
como el sexo, el orgasmo, el conocimiento y los sueños.
El desmemoriado nos describe el paisaje humano de un mundo
que de pronto estalla en su diseño tecnológico y se enfrenta al desastre; trenes
paralizados, aviones que no pueden despegar, ciudades apagadas. En el espacio
se han confundido las lenguas, todos los códigos y contraseñas. Pitty, como
otros, entregó parte de su vida a ese nuevo diseño universal, y su memoria, otro
día rica y fecunda, se ve de pronto supeditada al breve misterio de una USB;
vivimos un mundo, el de ahora, en el que Google todo lo sabe; Martínez se
pregunta para qué leer grandes clásicos, poesía, si todas las preguntas guardan
ahí una respuesta. Para qué husmear en los huesos de los de los muertos de
Pompeya, en el harem de Topkapi, en los remos de las viejas barcas de Samos, o
en el polvo que corre detrás de las pirámides; todo esfuerzo parece vano. Se
acabaron las bibliotecas; a tiro de click, todo se sabe, llega a casa, en una
pantalla que viene el envoltorio de imágenes e información, referencias que comparadas con el pasado
siglo, hacen de la investigación un juego de niños. Cortar, pegar, distraer,
fusionar, empobrecer, enriquecer un texto, hace sabios a los tunantes y banaliza
a quienes otro día fraguaban en su cerebro parte de la historia humana.
Manzana recibe la lección en Patio Bonito, un barrio del sur
de Bogotá: “Usted señora sabe que hoy en día el mundo se mueve gracias a la memoria
de Babel. En la ciudad no cae al suelo una pepa de eucalipto si no es accionada
por la diosa de Babel. Es la tragedia global del siglo...”
Para entonces, en ese orbe donde Harold Almorranas es
Director de la Biblioteca Nacional y su imagen es repetida en grandes
pantallas, existe ya un museo de antiguallas cubierto por el polvo indulgente
del pasado: (Lectura de la Página 45, enmarcado en rojo*. Minuto 10:52 en el video).
Mutantes que bailan boleros en salones iluminados por la luz
verdes que emana del poder de Monserrate, muchachas del servicio clonadas, ecos
de un mundo extinto expresado por indias de trenza y ojos rasgados que todavía
sirven sopas calientes entre montañas azules que guardan la visión del mar, serán recordados quizá
dentro de 54 años en esta primera saga colombiana de ciencia ficción. Muchos de
los tópicos aquí descritos por Fabio Martínez, serán, sin duda, una irrevocable
realidad. Celebremos pues este arrojo de
la imaginación, esta suerte de privilegio, desde esta, nuestra llanura
prosaica.
Medardo Arias Satizábal; en la
presentación de la novela “El desmemoriado” de Fabio Martínez.
Santiago de Cali, 23 de abril de 2014.
* “Allí se encontraron con piezas
de comienzos de siglo, que les causó cierta nostalgia. Estaban encerradas en
unas urnas de cristal debidamente vigiladas por un agente robotizado de
seguridad. Eran miles y miles de cajas donde se guardaba la memoria real del
mundo globalizado. Allí estaba, entre otros artilugios, la bomba de uranio;
restos de las partículas de polvo de asbesto de las Torres Gemelas de Nueva
York; el primer celular que era tan grande y pesado como una panela; los
tacones de Naomi Campbell; el primer cerebro electrónico, que era del tamaño de
una habitación de 3 x 4 metros cuadrados; el peinado de Amy Winehouse; el
primer Ipod erótico-vibrador; la mano mutilada del cantante Víctor Jara; la
sangre congelada de Violeta Parra; las pañoletas de las madres de Mayo; los
cuerpos de las mujeres desaparecidas de Juárez; el último berrido de Mike
Jagger; los torturados de Irak, Bosnia y Guantánamo; el gol que hizo Maradona
con la mano de Dios; las zapatillas con las que bailó por última vez Michael
Jackson; y la sonrisa de Barack Obama, el primer negro que llegó a la Casa
Blanca. Eran artilugios antiguos que conservaban un color mohoso, sepia.”
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Fragmento de la presentación anterior se publicó en la columna:
Castillo de Proa
El desmemoriado
Por Medardo Arias Satizábal
EL PAÍS .com Julio 03 de 2014 . Impreso Julio 4
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** SE ME OLVIDO QUE TE OLVIDE
Por Ómar Ortiz
NTC ... agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo
Paquita la del barrio, una cantante
mexicana que se caracteriza por asumir desde la letra de sus melodías eso que
llamamos, muchas veces peyorativamente “cultura popular”, hizo una canción en ritmo de bolero ranchero que
después fue convertida por los genios de la Orquesta Experimental de Nueva York
en un tema ícono del sentir latino y que en su estribillo dice: “Se me olvido
que te olvide, a mí que nada se me olvida”. Esta aparente declaración de amor
perenne va, sin proponérselo, mucho más allá de su intención inicial, nos
recuerda uno de los postulados básicos del pensamiento hegeliano, cuando el filósofo
de Sttugart afirma “no somos sino pura memoria y nada más”.
Así, Fabio Martínez, al entregarnos su
nueva novela publicada “El desmemoriado”, parapetado en una historia armada sin
pretensiones estilísticas, intencionalmente juguetona y risueña, donde algunos
de sus protagonistas son referencias concretas a personajes del mundillo
literario y político colombiano, empezando por el Jefe Supremo, “especie de
pequeño Napoleón-chibcha, que lo único que desea es perpetuarse en el poder”,
va, esta vez proponiéndoselo, a asumir una defensa a ultranza de la escritura,
del libro, del pequeño Larousse, frente a la inminente amenaza de la Nada
representada por la Sociedad del Conocimiento, “encarnada en la siempre viva
Babel”.
Porque lo que cosntituye el uso perverso
y manipulador de las nuevas tecnologías
nos está conduciendo al vacío, a la pérdida de la sustancia humana como
es la palabra. Desde los libros sagrados sabemos que el mundo es, desde el
momento en que podemos nombrarlo. Edmond Jabés, ese gran escritor egipcio
francés de origen judío hoy tan injustamente olvidado se pregunta “¿Nacemos en
el instante en que rompemos a llorar o bien, más razonablemente, en el momento
en que los padres eligen para nosotros un nombre?” A lo que podemos agregar y ¿qué
son Comala, Santa María y Macondo sino universos que a través del lenguaje
trascienden el tiempo, convirtiéndose en entidades mucho más reales y
perdurables que los mundos de los que
son su reflejo?
Volvamos a Jabés, cuando asentado en la
Cábala afirma “El mundo desemboca en un libro. El mundo existe porque el libro
existe. Y es que para existir hay que ser nombrado. La nominación nos precede”.
Recordemos a Borges en su noche seis de “Siete Noches”. “Cuando pensamos en las
palabras, pensamos históricamente que las palabras fueron en un principio
sonido y que luego llegaron a ser letras, En cambio en la cábala (que quiere
decir recepción, tradición) se supone
que las letras son anteriores; que las letras fueron los instrumentos de Dios,
no las palabras significadas por las letras. Es como si se pensara que la
escritura, contra toda experiencia, fue anterior a la dicción de las palabras.”
Por lo que en otra noche, la cinco, Borges concluye “Cada palabra es una obra
poética”.
Como ya lo advirtió Saramago hay que
preservarnos de la oscuridad, esa misma vigilancia es la que propone el
narrador caleño en esta novela, desde un corrosivo humor que sin duda levantará una que otra ampolla.
Pero mucho más allá de las discusiones,
polémicas o ninguneos que “El desmemoriado” suscite, no dudo en recomendar este
libro como lectura y reflexión obligada para profesores y alumnos en los
espacios pedagógicos que versen sobre literatura.
Omar
Ortiz
Tuluá, Abril 21 de 2014.
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El desmemoriado, una novela entre las redes de las redes
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*** 1 de Mayo, 2014, Cali, 2:00 PM. En el Marco de la FILBo
--- "El desmemoriado". Fabio Martínez. Nueva novela, Editorial La Mirada Malva, Madrid, España. Presentación del libro por Sonia Truque y Gustavo Reyes. Lugar: Salón José María Vargas Vila./ Otras presentaciones: -4 de Junio. Madrid. Casa de América. Presentan: M. Angeles Vázquez. directora Editorial La Mirada Malva, y la escritora colombiana Consuelo Triviño. 6:00 P. M. (Hora local) /// * Detalles del libro, reseñas, crítica: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_01_27_archive.html / NTC ... Registro de presentación en Cali (Abril 23, 2014): http://ntc-narrativa.blogspot.com/2014_04_24_archive.html
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.El desmemoriado, una novela entre las redes de las redes
Por:
Gustavo Reyes
Texto presentado y leído en el lanzamiento del libro en la
27 Feria Internacional del Libro de Bogotá, 27 FILBo, el 1 de Mayo, 2014.
El desmemoriado podría ser algo tan
imposible como una novela dentro de un cuento. Una ostra dentro de la perla. Se
presenta como una novela explícitamente y desde el principio y, aparte de que
nadie se atrevería a proponer como cuento un relato de 174 páginas, tiene forma
e intención de novela. Sin embargo, el sabor residual que queda tras la lectura
de El desmemoriado es el de un sueño, y los sueños son relatos instantáneos y
no novelas.
Cuando
Pitty Caballero termina de leer con nosotros la novela de su vida, descubrimos
que hemos sido timados por el personaje y, como en una trama de thriller
perfecta, el asesino es uno, y la víctima el planeta Tierra.
Esta quinta
novela de Fabio Martínez, perteneciente al universo de la anticipación o
ciencia ficción, es también una protesta, un manifiesto, un desquite, una
diatriba y una advertencia construida en el habla llana de la calle para darnos
el anticipo de un futuro alucinante que, quizá, ya no estaríamos a tiempo de evitar, a menos que
espejos como el que se propone ser esta obra actuaran como freno de emergencia.
La historia de El desmemoriado es una parábola
esperpéntica que comienza dos veces y en diferentes fechas. La primera la noche
del 19 de diciembre de 2012, y la segunda 56 años después, el amanecer del 6 de
agosto de 2068, el día en que la ciudad se apresta a celebrar su aniversario
número 530.
La obra,
dedicada a la memoria del escritor y periodista Ignacio Ramírez, se desarrolla en la geografía física y
psíquica de una Bogotá que el autor conoce y que ahora, al retroceder al
futuro, desconoce y lo vulnera.
Al lado de
Pitty Caballero y Manzana Siachoque, la ciudad es coprotagonista. Es en sus
entrañas donde ocurre la historia de esta
curiosa pareja que con su postura alternativa funge a lo largo del libro
como una especie de conciencia que, de alguna manera, subsiste gracias a que
logra respirar un aire menos viciado que el que intoxica a los millones de
habitantes del Distrito Capital, una megaciudad transformada en el sueño
pesadillezco de la tecnocracia y la automatización a ultranza.
Mediante un
lenguaje desabrochado que recuerda la prosa generacional de Andrés Caicedo, el
autor contrasta y matiza una ciudad que respira y transpira a “2.600 metros
sobre el nivel del mal” mediante cientos de miles de pantallas encargadas de
suplantar la presencia humana. Martínez aprovecha para ajustar cuentas con el stablishment, con Obama, con los narcos
y los paramilitares, la guerrilla y la burocracia, las relaciones virtuales y
el terrible progreso de la humanidad, e incluso con la masa inmensa de lectores
que, como una pandemia, desertan de la literatura para digerir las pastillas
deslactosadas del párrafo virtual.
El hecho
fortuito de que Pitty Caballero y su esposa Manzana Siachoque lleguen tarde a
registrarse como habitantes de la ciudad desata la acción que se desarrollará
en adelante. Un adelante a partir del cual El desmemoriado establece un puente
en el que conviven presente y futuro con el objeto de remarcar aún más las
divergencias entre los siglos XX y XXI y, de esta manera, lograr que el ajiaco
y los alimentos encapsulados compartan mesa con la misma naturalidad que los
ciudadanos toman taxis aéreos para ir a comprar computadores robados en Patio
Bonito.
La novela
es una fuga constante para escapar no solo de las asfixiantes autoridades que,
al igual que en 1984 de George Orwell o el Mundo Feliz, de Aldous Huxley,
gobiernan como una entidad invisible que decide el destino de la Ciudad -
Estado creada por Martínez.
Para él la escritura de ficción siempre ha sido
un hecho lúdico, una oportunidad excepcional de desacralizar y cuestionar lo
establecido, de modo que El desmemoriado, fiel a esa postura irreverente se
viene con todo desde la primera hasta la última línea. Los mismos nombres de
sus personajes le advierten al lector acerca de su comicidad: Harold
Almorranas, Manzana Siachoque, Pitty Caballero son una muestra de la actitud
bromista del escritor. El humor en medio del delirio paranoico es una constante
a lo largo de la vida, y sirve para escamotear una cotidianidad en la que los
robots y los clones ganan terreno merced al desplazamiento de los propios
humanos, con su suicida complicidad.
En la
Bogotá de 2068 los ciudadanos mediante un harakiri absurdo admiten su propia
destrucción a cambio de un confort y una seguridad cuyo precio es la vida
“humana” a cambio de la robotización. De
la libertad solo van quedando las
versiones virtuales prefabricadas de una sociedad en la que incluso la
intimidad se transforma en representación virtual.
Los personajes
de Martínez tienen el aspecto y la actitud que conviene a seres destinados a
llevar la ironía hasta sus últimas consecuencias. El epígrafe elegido por el
escritor para su novela: “El presente está en peligro. El planeta vive,
titubea, rueda, eructa, tiene hipo, ventosea día a día. Todo se hace, se vive a
corto plazo. El futuro se borra tanto o más en cuanto depende, no solo de
azares y bifurcaciones, sino también de un eventual todo o nada”, de Edgar
Morin, nos anuncia un mundo globalizado que se comporta como un nuevo rico de
la ciencia y la rebaja al servicio de la
automatización humana.
Esta novela
funciona como un revulsivo que a la vez que replantea el desafío de saber
administrar los avances de la ciencia en beneficio de la humanidad y la absurda
miopía de esos mismos seres humanos que juegan a la ruleta rusa con ella.
La Bogotá
de Martínez está llena de guiños para el nativo y el adoptado. Para quienes han
crecido o vivido en la capital interpretar la burla que entraña el apellido
Goyeneche es algo casi mecánico. El científico transformador de la ciudad, el
creador de una inverosímil cubierta de plástico corrediza con la que se protege la metrópoli de las
lluvias ácidas o del sol sin filtros, así como la canalización del río Bogotá,
ahora convertida en autopista, y otros avances igualmente desopilantes, es un
loco.
El
desmemoriado nos plantea la solución como problema, capturándonos en las redes
de las redes, de las que necesariamente solo cabe esperar que podamos escapar a
tiempo.
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