miércoles, 9 de diciembre de 2009

Un regalo africano para la Navidad: Dios, la muerte y la muerte de Dios. Traductor Yves Moñino.

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DE: Yves Moñino *
Para:
NTC …
Fecha: Paris, 6 de diciembre de 2009 07:09
Asunto: Un regalo africano para la Navidad: Dios, la muerte y la muerte de Dios
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Amigos de NTC …
Como regalo de navidad a los lectores de NTC …, les mando una muestra de literatura oral africana, de « oralitura » como dicen ahora. Es el mito que finaliza el ciclo de la creación y de los orígenes de los gbayas de Centroáfrica : una vertiginosa reflexión intensamente poética sobre Dios, la Muerte y la muerte de Dios. Milenios antes de que ésta fuera anunciada por Nietzsche, dos gemelos gbayas habían matado a Dios, y fíjense, nadie culpó a los gemelos ni dejó de vivir según sus propios códigos morales. Es todo lo contrario, veneran a los gemelos, que en toda África son considerados seres con poderes sobrenaturales, una especie de Superhombres (para seguir con Nietzsche), pero superhombres que por lo general viven pocos años. La muerte de Dios no afectó para nada a los gbayas, quizás porque la sociedad en que viven es ácrata, sin otra jerarquía social que la de respetar a padre y madre, acatar sus deseos y rendirles un culto después de muertos, aun cuando no se lo merecen. Pero basta de comentarios, hagamos sitio al mito de los gemelos: Porque hay que enterrar los gemelos en las encrucijadas, traducido por mí del gbaya al español.
Un gran abrazo de Yves Moñino *
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Porque hay que enterrar los gemelos en las encrucijadas

"Ndàyà ndéí gún bé-dàn sàsà kú-wár" (en gbaya). "Pourquoi on enterre les jumeaux à la croisée des chemins" (en francés)

Traducción del gbaya al español de Yves Moñino *

Mito gbaya sacado de : Wanto et l’origine des choses, contes gbaya. Recueillis par Paulette Roulon, Paris, Edicef-CILF, Textes bilingues Fleuve et Flamme, 1977. [texto en francés y en gbaya]
ROULON Paulette, 1977. Wanto et l’origine des choses. Paris, Edicef.
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Un hombre tenía dos esposas. Vivían en una aldea. Se fue de la aldea diciendo : – ¡ustedes dos, mujeres! Ustedes mis esposas, se van a quedar acá. Me voy a fundar otro pueblo más allá. Fertilicé su vientre, están preñadas las dos : la que dé a luz una hembra, que venga a reunirse conmigo en el pueblo nuevo ; la que dé a luz un varón, que se quede acá, en este pueblo abandonado. ¡No quiero macho, lo que quiero son hembras! Entonces se alistó y se fue a construir una nueva casa en el nuevo pueblo.

La segunda esposa parió una hembra. La cogió y se fue donde el padre. Le aprobó : – ¡sí, mujer mía, sí, mujer mía, así como lo dije! ¡Lo que quiero son niñas! ¡Gracias! La primera esposa seguía preñada en el pueblo abandonado. Se lamentaba, el tiempo pasaba, no paría. Se lamentaba en el monte : – ¿Por qué no doy a luz? ¿Por qué sigo en este sitio abandonado sufriendo, por qué?


Un tiempo después, los niños a punto de nacer avisaron a su mamá : – Mamita, ábranos campo, que vamos a salir. Su mamá abrió bien las piernas. Sale uno, un varón ; ella se pone de lado, pare otro, otro varón, ¡gemelos! El primero sale con un cuchillo de varias puntas (1)
, se pone arriba, el otro se pone abajo. El mayor lanza el cuchillo a la boca de su hermano, que lo traga y lo expulsa por el ano. Éste lo recoge, lo lanza a su hermano que lo traga, lo caga, lo recoge y se dirige hacia su mamá, diciéndole : – Mamita, recoge los trastos que nos vamos donde papá, a ese pueblo nuevo.
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La madre arregló los chécheres, listo, se marcharon. Al llegar, llamaron : – ¡que su esposa ya llegó! – ¿Con qué vástago viene? ¿Con varones? Dice el papá : – nó, no los quiero. Yo había dicho que fueran hembras. ¡Recoge tus dos niños y lárgate! Entonces los niños dicen : – nó, papá, escúchenos. Déjenos primero mostrarle lo que sabemos hacer. – Veamos pues. El hermano menor se para, lanza el cuchillo a la boca del otro que lo traga, lo expulsa por el ano, lo recoge y lo lanza, el mayor lo traga, lo caga y lo coge. Luego de verlos actuar, dijo el papá : – bueno, parece que ustedes son capaces de tragar un cuchillo de puntas, pero no son mis verdaderos hijos, porque en esta aldea donde estamos, está la miel silvestre de Dios (2) allá en la quebrada y nadie la recolecta. Cuando unos aldeanos fueron a recoger esa miel, Dios los tragó a todos. Ya que saben hacer cosas tan difíciles, vayan a recolectar la miel de Dios y tráiganmela a mí, a su papá. Cuando lo haya visto, estaré de acuerdo con que ustedes son realmente mis hijos echados pa’lante. Ellos : – vale, muéstrenos la morada de Dios para que vayamos.
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Se fueron a recolectar la miel. Cuando llegaron, las abejas no estaban. El menor dijo que iba a subir al árbol, el mayor contestó que nó, que él iba a subir y que su hermano se quedara abajo. Pero el menor subió y el mayor se quedó abajo. Empezó a recoger la miel, agrandando el hueco un buen rato. En eso llegó el mono de nariz blanca (3), un mono de pelo negro que cargaba un palo. Le dió una palmada en el hombro. – Hermanito, hermanito, dame miel para comer. Pero él : – muéstrame la palma de tus manos. El mono le mostró las manos. – ve, tus manos están sucias, están muy negras, no puedes comer de mi miel, vete. El mono se puso bravo, hizó bolitas de cera de abeja, le tapó una oreja, le tapó la otra y se fue. El niño siguió recolectando. En esto llega Dios : – ¿quién está recogiendo mi miel? El mayor le contesta : – ¡somos nosotros, los gemelos! – Van a morir. El niño dice : – Eres tú quien vas a morir. Dios surge, parte en dos el niño de abajo ; el menor sigue recolectando en el árbol. Acaba de partir el mayor en dos, los pedazos se vuelven a pegar, y eso que Dios lo había bien cortado. Y empiezan a luchar y van alejándose combatiendo.
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El menor seguía arriba, en ese árbol, recogiendo la miel. Con las orejas tapadas, no había oido nada de lo que estaba sucediendo a su hermano, no oía nada. El tiempo pasaba, hasta que llegó el mono verde (4), éste de pelo claro : – hermanito, dame miel para comer. Pero él : – mono verde, muéstrame tus manos. El mono le mostró las manos. Dijo : – bien, tus manos están limpias. Le dió miel.

El mono verde la comió : – ¡gracias, hermanito! Muéstrame tus orejas. Y le sacó lo que el mono negro le había puesto. Volvió a oir. Dijo el mono verde : – ¿Donde está tu hermano? – Ahí abajo, ¿nó? – nó, Dios acaba de matar a tu hermano. El mono negro te jugó una mala pasada y Dios mató a tu hermano. Entonces bajó, empacó la miel, miró el sitio donde habían estado luchando. Se habían marchado, siguió las huellas.
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Llegó a la orilla de un gran rio : Dios estaba del otro lado, su hermano mayor también estaba. Se puso a buscar pelea : – ¡Hermanito mío, estoy acá! ¿Ya lo mataste? – nó, no lo he matado. Dios dijo : – sí, con lo que me hicieron los dos, mañana por la mañana, yo, Dios, ¡los mataré al uno y al otro, gemelos! ¡Los eliminaré! Los gemelos le contestaron : – además de lo que te hicimos los dos, mañana por la mañana, ¡te mataremos a tí, Dios! Al amanecer, Dios se encamina a la cita ; corta un palo al venir. Va a matar a esos « pelaos ». Pero los pedazos de ellos se vuelven a pegar y se vuelven a pegar. Habían tomado una pócima. Lo golpean, lo parten hasta matarlo.

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<-- Dios (a la derecha) y los gemelos : – ¿quién está recogiendo mi miel? Dibujo de Aaron Singa.
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De Dios hicieron trozos de carne ahumada que pusieron en un canasto, con la miel encima. Volvieron cargando todo eso a donde su papá. – Aquí está, papito, tal como lo pidió : aquí tiene dios ahumado. Y la miel de Dios que nadie cogía, la recolectamos toda. ¡El Dios ahumado, aquí está, recójalo! ¡Ya somos fuertes! Dijo el padre : – ¡vaya! No concluyo que son mis verdaderos hijos por el mero hecho de ver a Dios que mataron y la miel. Recojan todo lo suyo y cómanselo. ¡Eso no fue difícil! ¡Lo que hicieron no era difícil! Yo quiero que vayan a agarrar a la Muerte, la Muerte que mata a la gente. Vayan a cazar la Muerte y mátenla. Entonces sí sabré que se volvieron mis hijos, y podrán vivir en el pueblo conmigo. ¡Eeche! No hay truco posible. La madre se puso a llorar : – ¿por qué te comportas así con tus hijos? – yo te dije de parir hembras, y te negaste. Pariste varones, pues que vayan a agarrar la Muerte : son fuertes. Que vayan a coger la Muerte que coge a la gente y la mata. Que me la traigan, y se volverán mis hijos. – Vale, hágase la voluntad de nuestro padre, muéstrenos la morada de la Muerte. ¡Señalenosla y vamos!
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Pusieron harina de yuca en una bolsa, la cargaron y se marcharon. Para allá donde la Muerte mete a la gente, se fueron. Llegaron a un pueblo, preguntando : – ¿la Muerte no está por acá? – nó, la Muerte no ha pasado por acá. Siguieron y llegaron a otro pueblo : –¿la Muerte pasó por acá? – sí, la Muerte pasó hoy a coger a alguien. Se marchó y vuelve mañana. Preguntaron : – el camino por donde viene para coger a la gente, ¿por dónde es? – pues vean ese camino : por ahí es que la Muerte viene a cogernos. Se fueron los dos, se fueron. Alcanzaron una encrucijada : un camino llegando, otro partiendo, otro yaciendo. Ahí esperaron a la Muerte. Apenas estaban acechando y la Muerte aparece. La Muerte venía cantando :

Ocoró ocoró
Muerte Muerte
Ocoró ocoró
Muerte Muerte

Llegó. Le dijeron : – ¡hey, alto ahí! La Muerte se detuvo.
– ¿A donde vas? Y ella :
– Voy a recoger gente, voy a coger a alguien en ese pueblo.
– ¿Por qué coges a la gente?
– Es el objeto mismo de mi trabajo, a mí la Muerte, lo mío es recoger gente. Pero no he venido por ustedes. Estoy yendo a ese pueblo a recoger unas personas.
– Nó, no vas a poder ir a coger más gente hoy. Nosotros los gemelos, te vamos a matar para llevarte a donde nuestro padre.
La Muerte : – ¡no me hagan reir! Ellos : – ¡eres tú quien nos haces reir!

La Muerte quiere pasar, pero el mayor agarra la Muerte, la tira al suelo con violencia, saca su navaja como una exalación y exclama : – ¡la degollo, la Muerte! La degolla y él cae al suelo. Su hermano grita : – ¡nó! ¿Por qué la Muerte se levanta y se marcha? Y ¡upa! El menor la agarra, la tira al suelo, saca la navaja para cortarle el cuello a la Muerte, y la degolla también. Los gemelos yacen, muertos. Su madre los esperó mucho tiempo, así como su padre. No aparecían. El padre decía : – me da igual, yo no quería varones. Se fueron, no regresaron, me da igual. Y tú, su madre, vete a donde sea, ¡que no te quiero más!

Por eso mueren los gemelos. Damos luz a dos niños y mueren ambos. Entonces los enterramos en una encrucijada. Cualquier encrucijada, ahí enterramos a los gemelos. Si uno pasea por ahí, corta unas hierbas y las pone sobre la tumba, ahí en la encrucijada. Así es, hasta hoy en día. Es el campo de batalla de los gemelos.

Contado por Joseph Samba
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(1) Es un arma que se lanza, sus muchas puntas siempre logran herir el blanco. En francés se llama couteau de jet, « cuchillo de arrojar » o « arma de lanzamiento » ; no he encontrado traducción satisfactoria. http://www.christies.com/LotFinder/lot_details.aspx?intObjectID=4543309
http://www.wele-mbangi.org/inv_cultures.html
http://lulef.free.fr/html/body_armes_africaines.html
http://lulef.free.fr/html/ngombe_tk.html
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(2) Gbasõ « el gran espíritu, el alma mayor », nombre de Dios en gbaya. Es el creador y organizador del universo, aunque nó del « soplo », de lo que anima la vida misma, concepto anterior a Dios. De Gbasõ nació el primer hombre, Wantó, un Prometeo astuto (sin castigo final) que tuvo que robarle todo a Dios (la palabra, el agua, la yuca, el ajonjolí, las cabras, etc.) quien era un viejo egoista desabrido ; ofendido, se apartó de los hombres, hasta que los gemelos lo desafiaran. A los curas y pastores que evangelizaron una gran parte de los gbayas les resulta difícil de hacerles creer que Dios es bueno : aceptan que Jesús sea amor, pero Dios, ni hablar.
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(3) Cercopithecus nictitans, en español « mono de nariz blanca ».
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(4) Chlorocebus æthiops, en español « cercopiteco verde ».
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http://ntc-eventos.blogspot.com/2008_05_17_archive.html . Allí Ives Moñino como director de traductores del libro "Caligrafías - Caligraphies" editado por VERICUETOS (París) y la Universidad del Valle.
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'Mis cuentos africanos' es una preciosa colección de fábulas y relatos breves recogidos por el líder sudafricano Nelson Mandela. El libro, editado en numerosos idiomas, fue traducido al español y publicado en el 2007 por la exquisita Editorial Siruela de España. En cada una de las 32 narraciones de la obra
aparecen en su magnífico esplendor la selva africana y su mítica fauna, protagonistas de fábulas que nos llevan al corazón de la sabiduría popular.

Valdría la pena que se conociera entre nosotros, en una edición más sencilla y barata, un libro que desvirtúa una vez más la necedad del eurocentrismo y destaca
la importancia que tienen en la cultura de todos los tiempos los relatos nacidos en la tradición oral de pueblos distintos al nuestro.

Al leer algunas de estas historias encontramos similitudes sorprendentes con nuestras tradiciones orales, sobre todo las cultivadas en el Pacífico colombiano, asiento de afrodescendientes que no han dejado morir los relatos transmitidos de generación a generación y que remontan su origen a los ancestros esclavizados venidos del "continente negro".

Como en otras tradiciones, el cuento y la fábula han sido medios de expresión de una sabiduría milenaria. Las virtudes y defectos que les atribuimos desde siempre a los animales aparecen en estos relatos con su tremenda carga simbólica. En el cuento El león, la liebre y la hiena, por ejemplo, aparecen la generosidad solidaria y la mezquindad de la intriga, actitudes que los seres humanos hemos perfeccionado insidiosamente.

Como lo indica su título, los protagonistas son un león solitario y herido, refugiado en una cueva; una liebre que lo descubre accidentalmente y le presta ayuda, y una hiena intrigante que trata de indisponer a la liebre con mentiras. Pero resulta que "gracias a las esmeradas atenciones de la liebre, Simba (el león) fue recuperando paulatinamente sus fuerzas hasta que se sintió capaz de cobrar piezas pequeñas con las que ambos se alimentaban".

La hiena, aprovechando la ausencia de la liebre, trata de convencer al león de que la generosa amiga no tiene la intención de ayudarlo a sanar sino el propósito de matarlo lentamente. Llena al león de dudas y sospechas. Así que, en presencia de la hiena, el león espera el regreso de la liebre y esta, muy humildemente, le dice que, en verdad, no ha podido encontrar todavía el remedio definitivo para curarlo, pues "los medicamentos son muy grandes y no estoy en condiciones de conseguirlos". "¿Cuáles son esos medicamentos?", le pregunta el león. La liebre le responde que necesita "un trozo de piel del lomo de una hiena adulta para vendarle la herida y conseguir que sane por completo".

Acto seguido, el león se abalanza sobre la hiena y "le arranca del lomo de la muy estúpida una tira de piel, desde la cabeza hasta la cola, y se la coloca en la herida de la pata". Y, por supuesto, al poco tiempo sana, mientras la liebre alcanza "gran celebridad como médico (...)" y la hiena se cubre de vergüenza.

"Hubieron de pasar muchas semanas -nos relata el anónimo keniata- antes de que la hiena hiciese acopio del valor necesario para presentarse de nuevo en público", pues toda la selva sabía de sus miserables intrigas y del propósito de desprestigiar a la voluntariosa liebre y la había castigado con la más severa censura social.
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Enlaces NTC …
http://www.parasaber.com/ocio/libros/mundo-libro/imagen/cuentos-africanos-nelson-mandela/6648/ , http://www.parasaber.com/libros/media/200804/22/20080422psalib_2_Ies_LCO.jpg Carátula.
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/22140/Mis_cuentos_africanos (Comentario un poco adverso)
http://www.amazon.ca/Nelson-Mandelas-Favorite-African-Folktales/dp/0393329909
http://www.amazon.com/Nelson-Mandelas-Favorite-African-Folktales/dp/1600246664
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Actualizó: NTC … / gra . Dic. 9, 2009, 10:45 PM // DIC, 27, 2009. 1:45 PM