sábado, 11 de febrero de 2012

"El lavadero de sueños" Constanza Lema Botero, finalista “Concurso Nacional de Cuento La Cueva”, 2011

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Publica y difunde: NTC …* Nos Topamos Con
* Se actualiza periódicamente. Febrero 10, 2012
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Seguimientos y actualización a Julio 26, 2012
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La música de los ángeles y otros cuentos. Premio Nacional La Cueva I. 315 páginas.

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Según Roberto Rubiano Vargas es una “muestra más o menos confiable del cuento que se escribe en Colombia en la actualidad”
Recoge 23 cuentos  que resultaron ganadores y mencionados en este premio.
 Se destacan  cuentos de Rodolfo Villa Valencia, Manuel Iván Urbina, Juan José Castillejo, Martha Cecilia Alonso, Fernando Cano Busquets,  Martha Madrid Malo, Mima Peña,  Tatik Carrión, Glenda Vergara Estarita, Álvaro Mojica, Álvaro González, Diego Martínez, Harold Miranda, Max Enrique Nieto, Ramiro García, Maribel Medina, Rey Carlos Villadiego, María Constanza Lema*, Nicolás Díaz, Juan Felipe Góme,  María Tabares, Juan Francisco Miranda, y el cuento ganador de Carlos Franco.
La segunda versión de este concurso,  Premio Nacional de Cuento, La Cueva 2012-13 :
http://www.fundacionlacueva.org/premio_nacional_de_cuento_la_cueva_2011.php . Jurado: Roberto Burgos Cantor, Juan Diego Mejía y Alberto Salcedo Ramos

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*El lavadero de sueños*
Cuento de
Constanza Lema Botero
Finalista en “Concurso Nacional de Cuento La Cueva”, 2011

Jurados:
Darío Jaramillo Agudelo, Roberto Rubiano y Diego León Hoyos.


Web de "La Cueva" editada por NTC ... 
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Premio Nacional de Cuento


¿Qué texto, entre los 1548 enviados a concurso, ganará los 20 millones del primer Premio Nacional de Cuento La Cueva? ¿Quiénes serán los 25 cuentistas de la antología que se divulgará en miles de ejemplares por todo el país?

En los últimos veinte días del mes de enero, durante cinco tertulias en La Cueva, el país conocerá el nombre de los 25 cuentos semifinalistas y el 7 de febrero, en ese mismo lugar, el jurado, integrado por Darío Jaramillo Agudelo, Roberto Rubiano y Diego León Hoyos nombrará in crescendo los 5 finalistas, hasta revelar quién obtuvo el primer lugar.

El tercer lugar recibirá dos millones de pesos y el segundo tres millones.

GANADORES POR UNANIMIDAD


1 - La música de los ángeles. 512.
Ganador de los 20 millones de pesos. Autor: Carlos Franco


2- El día del salto. 150. Autor: Juan Miranda Marañón.



3- Cinco minutos. 102. Autor: María Tabares.



4- El tábano libro. 535. Autor: Nicolás Duran.



5- Los pájaros miran de lado. 856. Juan Felipe Gómez.




Finalistas



El señor Suescún 309 (Destacado).

El príncipe Samuel 544 (Destacado).

Una pizza para Tarugo 651 (Destacado).

El joven herrero 543.

Yo no engaño a nadie 794.

La minutera de la calle del Río 932.

Mensaje enviado 442.

Vecinos 192.

Una calle desierta a medio día 1200.

El lavadero de sueños, 948.

Corpus delicti 1002.

Los de atrás 51.
Suficiente para un dragón 389.
El fondo de blues 745.
La lagartija muerta 385.
Carmen 253.
Los infinitos rostros de dios 316. ELIMINADO
El segundo milagro 735.
la iniciadora 412.
la parte de mi que se queda 260.



Gracias al auspicio de la Gobernación del Atlántico, Grupo Bancolombia, Fundación Suramericana, Argos, Colinversiones, Banco de la República, Comité Mixto, CUC, Zona Franca, y Avianca.


A LA OPINIÓN PÚBLICA 


La Fundación La Cueva informa que el cuento 316 Los infinitos rostros de Dios, del seudónimo Joseph Avski, debió ser eliminado del grupo de 25 semifinalistas por aparecer en internet, por lo menos desde el 21 de junio de 2011, faltando al segundo reglamento del concurso, cerrado el 29 de julio del mismo año. 
La aparición del texto mencionado fue verificada por la fundación hace dos días, el 31 de enero de 2012, cuando ya el jurado había decidido sus finalistas. 


En consecuencia, la fundación anuncia que el libro a publicar sobre este primer concurso incluirá 24, en lugar de 25 cuentos y reitera que habrá este año un nuevo Premio Nacional de Cuento La Cueva. 




Barranquilla

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* Lavadero de sueños

.............- ¡Ojo Rita con ese pucho, se va a quemar  el bigote! —le gritaba Roque desde el corredor del segundo piso al lado de su celda.
—No se preocupe papi, que mi bigotico no arde sino con su llama —contestaba Rita, acompañando sus palabras con el tentador contoneo de caderas.
Roque se mojaba las ganas con la aguapanela de la entredía de las tres de la tarde mientras los ojos se le iban tras la mujer que lavaba los overoles de los presos. Ella sabía que veinte pares de ojos presenciaban su función a través de la primera reja de seguridad. Aprovechaba  y se acomodaba la falda para que su culo espléndido los enloqueciera. Cuánto disfrutaba Rita de este momento, cuánto disfrutaban todos.
Metido en una celda de tres por tres con otro recluso, Roque se sentía la última cucaracha del mundo, la soledad le taladraba la cabeza, nada tenía sentido en medio de esas paredes sordas, solo ella, la lavandera.
Los presos salían por las mañanas al patio principal, permanecían allí un par de horas. Jugaban dominó, fútbol, caminaban, conversaban y se entregaban papeles y objetos pequeños.
Un día cualquiera: —Se acabó el descanso —gritó Careperro, el jefe de guardias—. ¿Qué lleva usted en ese bolsillo, Roque? Muestre a ver.
Roque mostró una cajetilla de Pielroja, una caja de fósforos y un chocolatín. Careperro sonrió.
— ¡Ay! pero miren a este, no es cualquier chocolate, son de los finos ¿no? ¿A quién le estas tirando los perros? ¿A Camafloja? En medio de tanto cacorro no te había identificado.
Los otros presos empezaron a silbar y a burlarse con carcajadas y alaridos.
Llegó el viernes, día de limpieza general. Ese día se lavaban desde las celdas hasta los tendidos de las camas y la ropa  de los presos. Rita reconocía la de cada uno de los veinte presos del bloque ocho. El vestido de Roque tenía un roto en la entrepierna, el de Jacinto una mancha de pintura blanca, el de Gato un remiendo con hilos de diferentes colores, el de Camafloja botones redondos y cuadrados, el de García una mancha de sangre, el del Pecoso tenía aún el roto de la lezna que le metieron en la nalga por sapo, el de Ruiz tenía un zurcido tosco que siempre la enternecía. Punto-cadeneta-macho, pensaba y sonreía.
Revisaba todos los overoles antes de mojarlos y enjabonarlos. Encontró el chocolatín en el de Roque con un mensaje que decía: “Para ti, lavandera de mis sueños, Roque”. Ella suspiró un buen rato y echó unas cuantas miradas hacia su celda, pero no lo vio.
En esas estaba cuando apareció Gato en calzoncillos.
—¿Ya  lavaste mi ropa, mami?, mirá como me tenés, estoy hecho una aguita, te invito a que conversemos sin ropa. Rita se sobresaltó.
--¿Qué hacés aquí? ¿Cómo llegaste?
--Por la reja, mamita, gato es gato –explicó mandándole la mano.
Ella no salía del susto y del asombro, nadie había hecho eso antes.
--No me acoses que hoy no es mi día, además qué es eso, ¿te creés la última coca cola del desierto o qué? Ni porque estuviera muy necesitada.
—¡Mmmmm! Pero qué te cuesta, será una charla breve y sustanciosa —insistió el Gato con un  azaroso roce de muslos y demás.
— ¡Que no me jodás! Estoy ocupada.
Gato no tenía sosiego, brincaba, se agachaba, le hacía gestos obscenos como si estuviera orgulloso del buen material que tenía para responder. Entonces, Rita perdió la paciencia, se enfureció, se sacó el  cigarrillo de la boca y lo apagó en el brazo de Gato. Él soltó un madrazo de dolor y la empujó con rabia. Ella se fue de espalda, se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento. Los presos injuriaron al Gato, llegaron los guardianes alarmados, mandaron a Rita para el hospital y encerraron al Gato en un calabozo.
El viernes siguiente Rita no pudo lavar, ni el siguiente, ni el siguiente.  La reemplazó otra mujer. Tenía mejores formas que Rita, pero no era Rita. Todos la extrañaron. El chorro del lavadero no cantaba igual y los overoles ya no olían a viento y a sol.
 Apareció al cabo de un mes, caminaba lento y no parecía interesada en recibir miradas de nadie. Ese día lavó muy despacio. En el overol de Roque encontró una nota. “Anoche soñé que era libre. Cuando me desperté sentí una frustración tan grande como la que sentía cuando era niño y soñaba que tenía un triciclo rojo y nuevo y me despertaba y lo buscaba por toda la casa y mi mamá trataba de explicarme qué era un sueño. Desde ese entonces la palabra sueño tiene un mal sabor para mí”. En los bolsillos del  overol de Jacinto encontró dos tapas de gaseosa y un poema que hablaba de la familia que nunca tuvo y de la tierrita que no pudo cosechar. El zurcido de Ruiz estaba deshilachado… Rita lloró y lloró, tanto que las palabras del poema se desdibujaron  y quedaron vueltas nada.

Los días, los meses y los años pasaban y los treinta años que Roque debía permanecer en prisión fueron rebajados a veinte  por  buen comportamiento. Pero resulta que los diez años  purgados ya habían hecho mella en su alma. No quería afeitarse, ni cortarse el pelo. Parecía un marinero a la deriva y para colmo comía poco. No confiaba en nadie, ni en Rita. La odiaba desde la tarde que la vio besándose con Careperro detrás de una ruma de sábanas. Si al menos hubiera sido con otro preso…
Se enfermó. El médico dijo que estaba deshidratado pero que no identificaba ninguna enfermedad en particular. No tiene nada, dijo.
 Una mañana Roque despertó bañado en sudor, la medicina que le estaban dando para dormir le producía pesadillas. Cuando despertó estaba llamando a Rita, se frotó la cara con sus manos como tratando de borrarla de sus ojos. Cuando los abrió, ella estaba allí.
—Traje unas tijeras para cortarte el pelo… y ropa limpia y una tortilla de huevo. No quiero verte así, tenes que luchar —dijo Rita con la voz quebrada.
—¿Y a quién le importa que yo viva o muera?
—A mí.
—Agradezco sus detalles, aunque no tiene necesidad de acaramelar a un desahuciado con palabras necias, déjeme en paz, gorda, su presencia me enferma. ¡Váyase, perra hijueputa, que me estorba!
Rita se fue furiosa, esto me pasa por güevona, pero volvió, no faltó un solo día, como perro faldero que recibe insultos y  porrazos, pero sigue ahí. Estuvo pendiente de Roque hasta que se recuperó. Trataba de ignorar sus insultos, no era una niña y sabía muy bien que el odio es sólo una de las tantas máscaras del amor.  
El paciente se levantó, pasaron unos meses y empezó a verse mejor que nunca. Compró papel, lápices y reglas, y se quedaba hasta altas horas de la noche trabajando.
Por esos días hubo un constante intercambio de objetos entre los presos, se veían ansiosos, secreteaban por todas partes y a la hora del almuerzo comían apresuradamente.
Ya todo estaba resuelto, el domingo era el día, los vigilantes se relajaban y permanecían más tiempo en los patios viendo a las muchachas que venían de visita. Roque, Jacinto, Camafloja y otros cinco presos más empezaron la función a las nueve de la mañana de ese domingo, poco antes de que terminaran las visitas. Se cercioraron de que los vigilantes estuvieran ocupados, caminaron de uno en uno hacia el lavadero, movieron la primera reja, la que separaba el patio  del lavadero (la habían despegado sigilosamente varios días antes raspando el cemento con tapas de gaseosa),  se quitaron los overoles y los dejaron en el lavadero, llevaban debajo la ropa con la que hacían ejercicio, era menos llamativa. Recorrieron con el corazón en la mano los treinta metros que los separaban de la segunda reja, la que comunicaba el lavadero con un corredor que daba a la calle. Cuando iban por la mitad pasó un guardia por un corredor transversal. Contuvieron la respiración. Por fortuna el hombre iba entretenido revisando una planilla. Cuando llegaron a la segunda reja vieron algo que casi los hace llorar. El candado estaba puesto. Con los ánimos en el suelo desanduvieron el camino y volvieron a ponerse los overoles. Cuando se estaban vistiendo oyeron quejidos en el cuarto de planchar. Allí estaba en el suelo Rita, amordazada y casi moribunda.

Nunca supieron que el viernes anterior mientras Rita lavaba llegó el carcelero y alcanzó a ver un bulto en un bolsillo. Ella introdujo afanada el overol en el platón con agua, jabón y  límpido. Cuando él levanto la prenda, Rita reconoció el overol de Roque. En los bolsillos había un fajo de billetes y una carta que el carcelero leyó con voz temblorosa por la ira: “Te entrego mis ahorros que no he tocado por años y no olvides dejar abierto el candado de la segunda reja a las nueve y quince. Te espero donde te dije. Un beso, te amo, Roque”. Nunca supieron que, muerto de celos, Careperro golpeó a Rita sin compasión y la amordazó. Nunca supieron que sus sueños quedaron lavados y borrados para siempre en el lavadero del olvido.

Constanza Lema
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CONSTANZA LEMA BOTERO
Palmira, Colombia. Licenciada en Lenguas Modernas, Universidad del Valle. Magistra en Educación, Universidad Javeriana de Cali. Ha sido docente en colegios y universidades. Publicó la crónica El domador de caballos  y el cuento Examen en blanco en las antologías Relata 2009 y 2010. Publicó el ensayo El significado de nuestro castellano en el diario El País, 2003; y dos libros académicos para la enseñanza del Inglés. Pertenece al Taller de Escritura Creativa de Cali.

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 "El cuaderno de Renata"*. Diciembre 2009. Pag. 189. 
http://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/2010_01_19_archive.html
* Allí otros textos de la narradora..
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Alejandro Lizcano, Constanza Lema y Ramiro Montalvo.
Al fondo, cuadro de Antonieta Riva de Fernández (Toña)
31 de Julio 2010.
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/TallerRENATABDJCLCaliCelebracionDeClausuraJulio312010#
de NTC … ,  Nos Topamos Con  http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia. 
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Publica y difunde:
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Taller de Escritura Comfandi


Por Julio César Londoño.


 
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¿El artista nace o se hace? Se hace, por supuesto; a mano, de manera ardua y lenta como todas las cosas que valen la pena. Algunos sostienen que el artista nace y citan en su apoyo la epigenética, una disciplina, llamémosla así, que sería la combinación de genética, metafísica, reencarnaciones y alas de murciélago. Es una explicación literaria, sin duda, pero resulta demasiado onerosa. Es más misteriosa que el misterio que busca explicar.
En mi taller de escritura trabajamos duro, sin chancucos epigenéticos, y parece que funciona porque mis alumnos han obtenido logros importantes. Hace dos años Winston Espejo se ganó el Premio Nacional de Cuento RCN, y Orlando Cajamarca la beca de creación de Mincultura.
Desde el 2010 el taller cuenta con el generoso patrocinio de Comfandi, cuyos directivos han comprendido que la cultura es un asunto de procesos, no de eventos espectaculares, flores de un día.
El año pasado, la exalumna Martha Márquez recibió los 30 millones y el diploma que la acredita como ganadora del premio para montaje teatral convocado por los organizadores del Festival Internacional de Arte de Cali. El narrador Diógenes Díaz se alzó con el primer premio del concurso de cuento organizado por la Gobernación del Huila. Eugenio Gómez se hizo merecedor a la beca de itinerancias artísticas por Colombia (en el 2010 había ganado la beca de Mincultura para desarrollo de guión).
El 2012 empezó bien. La alumna Constanza Lema * acaba de ser nombrada finalista del concurso nacional de cuento de la Fundación La Cueva, uno de los más prestigiosos y jugosos premios del género. Los severos jurados, el cuentista Roberto Rubiano, el actor Diego León Hoyos y el poeta Darío Jaramillo Agudelo, destacaron su cuento entre los más de 1.500 que llegaron al concurso. El exalumno Iván Olano * obtuvo la mención de honor de un concurso internacional de ensayo * fallado este mes en la Habana. Su ensayo, ‘Círculos y variaciones’, es un inteligente y poético repaso de las estéticas de la música, la pintura, las letras y la arquitectura.
Todas estas son realizaciones concretas y nos han sido otorgadas por pares externos. Pero el Taller de Escritura Creativa Comfandi-Mincultura también da frutos que trascienden lo literario. Por ejemplo: como el grupo es diverso y de muy buen nivel, somos, antes que un gueto literario, un centro de pensamiento de amplio espectro con énfasis en literatura. Y dado que estudiamos géneros como la divulgación científica y el periodismo, con frecuencia nuestros foros pueden versar sobre ecología, antropología, informática, ética, astrofísica, derechos humanos o cualquier otro asunto. Al taller asisten profesores, gestores culturales y asesores de empresa que replican en sus círculos de influencia los conocimientos que adquieren en el taller.
No es fácil dirigir un taller literario. Hay que racionalizar procesos que son, en buena parte, intuitivos y emocionales. Hay que fijar criterios objetivos de evaluación para una materia que es esencialmente subjetiva. Hay que decirle a un joven lleno de mística y entusiasmo que su escrito tiene demasiados problemas…
Pero es de todas maneras una actividad muy gratificante. Un trabajo donde uno aprende mientras enseña y siente que, de alguna manera, está erigiendo murallas contra el avance de los bárbaros.
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* Los enlaces son de NTC …
Celebramos este trascendental erigir, similar a otros Talleres que se han desarrollado y se desarrollan en Cali, tales como 
"El Palabreo" (Poesía, USC), "Escritura Creativa" (José Zuleta, Biblioteca Departamental), "Crónica  y Cronistas" (Medardo Arias,   Biblioteca Departamental),
Taller de Poesía (Rodrigo Escobar Holguín, Biblioteca Departamental, inscripciones en desarrollo) etc ,
así como otras tantas manifestaciones y eventos relacionados con la lectura , la escritura, La Literatura, ... . 
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