domingo, 4 de octubre de 2015

La caravana de Gardel. De Fernando Cruz Kronfly. Por EDUARDO GARCÍA AGUILAR. EXCÉLSIOR, MÉXICO. D.F., 04 de Octubre de 2015

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La caravana de Gardel
Esta novela muestra la gran capacidad juguetona de Fernando Cruz Kronfly de salirse de sus propios senderos

Café París. Por EDUARDO GARCÍA AGUILAR *

EXCÉLSIOR, MÉXICO. D.F., 04 de Octubre de 2015. http://www.excelsior.com.mx/opinion/eduardo-garcia-aguilar/2015/10/04/1049184

Uno de los grandes escritores colombianos y latinoamericanos actuales, sin duda merecedor del Premio Cervantes y otros galardones internacionales si esas instancias exploraran más allá de autores de best sellers o ligados a esferas de poder y de intriga, es —sin lugar a dudas— Fernando Cruz Kronfly (1943), autor de una vasta obra que incluye nueve novelas, diversos libros de relatos y ensayo, e incluso poesía.
Cruz Kronfly pertenece a la generación de autores colombianos que empezaron a publicar muy jóvenes en los años 60 y fueron eclipsados desde el inicio por la irrupción del boom latinoamericano y la deflagración atómica de Gabriel García Márquez, y a la que pertenecen novelistas como Germán Espinosa (1939), Óscar Collazos (1942) y Rafael Humberto Moreno-Durán (1946), para sólo mencionar algunos de los ya fallecidos. Y entre los vivos, Albalucía ÁngelFanny Buitrago y Roberto Burgos Cantor.
Antes de que la narrativa colombiana diera un viraje casi total a la sicaresca, centrada en la temática del narco y la violencia criminal o hacia la comercialización a ultranza de la mano del escándalo autobiográfico o el neocostumbrismo escatológico muy preciado por los lectores locales, esta generación se caracteriza por su amplia cultura, la práctica del ensayo y el diálogo con otras culturas, y la reflexión sobre el acto de escribir en el contexto de su agitada época no desde el ángulo de la fácil demagogia emocional, sino del pensamiento riguroso y del cotejo académico y universitario.
Hijos del Extremo Occidente, definido así con lucidez por el ensayista francés Alain RouquiéCruz Kronfly y sus compañeros de generación, nacidos casi todos en los años 40 y que publicaron sus primeros textos en la revista Eco u otras publicaciones de alto nivel existentes antes de la frivolización de las letras colombianas, estaban al tanto de todas las corrientes del pensamiento mundial y ejercían el arte de novelar con una mirada mucho más amplia que la actual, menos preocupada en satisfacer al lector de novelas McDonald o a los editoreschatarra, que en romper cánones, abrir laberintos y establecer vasos comunicantes.
Cruz Kronfly, abogado de la Universidad Gran Colombia de Bogotá, ha sido profesor de la Universidad del Valle en Cali, que le otorgó el doctorado honoris causa en Literatura. Allí en esa ciudad del occidente colombiano, centro de una gran actividad poética, cinematográfica y dramatúrgica de vanguardia en el siglo XX, ha vivido el autor entregado a su trabajo académico y de escritura.
De la vasta obra narrativa de Cruz Kronfly destacan FallebaLa ceremonia de la soledadEl embarcadero de los incurablesLa ceniza del Libertador y sus dos más recientes, La vida secreta de los perros infieles y Destierro, entre otros libros que abordan los avatares del deseo y la soledad, también publicados por el excelente sello Sílaba de Medellín. En el campo del ensayo figuran La tierra que atardece,Amapolas al vapor y La sombrilla planetaria, a través de los cuales conocemos su sólido pensamiento sobre nuestra época.
Pero hoy nos ocuparemos brevemente de La caravana de Gardel **, que acaba de ser reeditada en Colombia por Sílaba y fue llevada al cine este mismo año por el director Carlos Palau, cineasta de la generación del llamado Caliwood, de Cali, y cuyo principal exponente de leyenda es el suicida Andrés Caicedo, autor de la mítica novela ¡Que viva la música!
La caravana de Gardel muestra la gran capacidad juguetona de Cruz Kronfly de salirse de sus propios senderos. Si en gran parte de su obra muy contemporánea nos introduce a los aposentos de parejas modernas confrontadas a la neurosis citadina, la asfixia del cuerpo y a las derivas del deseo, desde ángulos interiores y en ámbitos intelectuales y reflexivos, fragmentarios, desolados, en La caravana de Gardel viaja hasta el pasado, introduciéndonos primero a 1935, cuando murió Carlitos Gardel en Medellín en un accidente aéreo.
Quince años después del accidente, Cruz Kronfly nos lleva también a la trágica época de la violencia partidista en Colombia, a través de la voz de un personaje, Arturo Rendón, que participó en el traslado imaginario o real del cadáver del rey del tango por los caminos y montañas del occidente colombiano, a pie, a lomo de mulas, por camión o vía férrea para llegar al puerto de Buenaventura, desde donde el sarcófago viajaría en barco hasta Buenos Aires.
Rendón vuelve 15 años después a la ruta por donde transcurrió el traslado del cadáver del tanguero, en busca del tesoro que tal vez extrajo del catafalco gardeliano su compañero de aventura, el pillo Heriberto Franco. Pero Rendón ya es otro. No queda nada del humilde arriero. Ahora es un joven tanguero urbano que se ha despojado de su pasado agrario y viste como Gardel, con traje completo, chaleco, sombrero Stetson alón, mancuernas, pelo engominado y es un inveterado mujeriego.
El retorno de Rendón es el pretexto para hacer un viaje por una zona del país marcada por las masacres de la violencia, cuando los ultramontanos conservadores liderados por Laureano Gómez buscaban exterminar a liberales y comunistas y cuando lo agrario, feudal y ultracatólico trataba de exterminar a machete el pecaminoso auge de lo liberal, ateo, librepensador y proletario que irrumpía en pueblos y ciudades: o sea la modernidad urbana que transformaba a la vieja Colombia, tema predilecto de Cruz Kronfly.
La novela es un cuadro de época, minuciosa reconstrucción de un tiempo ido en el que vamos de la mano de La Leona y La Gata, dos putas amantes de Rendón que frecuentan cantinas y hoteles de paso con el joven y adorado tanguero, un duro que busca su objetivo sin saber o tal vez sabiendo su fatal destino.
La caravana de Gardel es sólo una de sus nueve novelas, terrible y llena de humor, pero es una ventana a la obra de este gran autor que ojalá los lectores hispanohablantes descubran pronto, porque es el más importante novelista colombiano de su generación y de los más destacados de América Latina, al lado de Ricardo Piglia y César Aira, y por eso ya es hora de leerlo y escucharlo; está entre nosotros más lúcido que nunca.
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* Texto reproducido en el blog personal del autor
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7 de julio de 2015

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