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.POÉTICAS y OBSESIONES
Marco Tulio Aguilera
Biblioteca Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver., México
Primera edición: Junio de 2007
14.0 x 21.0 x 1.1 cms. 180 páginas.
EL AUTOR
Fuente: blog del autor: http://mistercolombias.blogspot.com/
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Contracarátula del libro
El primer texto que aparece en este libro fue la primera conferencia que dicté en Xalapa, Ver., en los tiempos en que esta ciudad era más provinciana, con un clima nublado, lluvioso, húmedo y una vegetación exuberante hasta el delirio. Una ciudad en la que había pocas actividades, como no fuera ir los viernes a escuchar a la Sinfónica interpretando las mismas de siempre, asistir a alguna conferencia, sentarse en el Café La Parroquia a esperar amigos que disiparan el tedio o leer un libro mientras terminaba de pasar el tiempo de ocio. La tesis de la conferencia es la siguiente: cada cuento es una criatura nueva que se instala en el universo con el esplendor con que se instalaría un nuevo insecto, una nueva bestia, creada por el azar genético o la mano misteriosa de un dios que juega a inventar especies.
La experiencia de escribir cuentos ya era parte vital de mi existencia y me movía a escribir el deseo de sistematizar lo aprendido y de aportar algo parecido a lo escrito por Cortázar en "Paseo por el cuento". La conferencia fue organizada por Julio César Martínez, incansable y gratuito promotor cultural que todavía hoy sigue maquinando sus proyectos culturales.
Tres años antes yo había llegado a la Universidad Veracruzana, tras recibir de manos del entonces rector Roberto Bravo Garzón el Segundo Premio de Cuento de La Palabra y el Hombre. El Primer Premio fue asignado a Sergio Pitol, quien, como yo, terminó viviendo en esta ciudad.
El segundo texto incluido en este volumen está basado en una aventurada hipótesis, que no por aventurada deja de ser un lugar común: que las metáforas no son pocas sino una sola: el acto erótico, que remite y relaciona todos los temas y universos posibles. Postulo que el acto erótico comparte con el cuento una serie de características que me ocupo de destacar. Toda excitación intensa debe ser breve. Esa es la razón que esgrime Poe para sustentar su alegato en favor de la indispensable brevedad e intensidad del cuento. La comparación entre el acto erótico y el cuento da lugar a especulaciones que quizá entretengan y acaso inspiren a algún lector o algún aficionado a la creación de cuentos. La conferencia fue dictada el 19 de octubre de 1996 en el XXI Congreso de Lenguas y Literaturas Hispánicas en Indiana, Pensilvania, reunión anual a la que he asistido con frecuencia. El congreso es organizado por Peter Broad, que a más de ser amigo, es esforzado estudioso y traductor de mis obras.
Para el tercer texto me apoyé en la teoría de las epifanías, expuesta por James Joyce en Stephen hero, momento clave para comprender lo que es un cuento. El protagonista, en medio de sus reflexiones, logra recuperar para la literatura un término que luego haría una larga carrera entre teóricos y escritores. El término epifanía proviene del griego y, significa "lo que aparece, lo que se manifiesta". Esteban, Stephen, "creía que le tocaba al hombre de letras registrar esas epifanías con extremo cuidado, puesto que ellas mismas son los momentos más delicados y evanescentes". Anoto en la conferencia que no puedo evitar estar de acuerdo, pues la experiencia me dice que los cuentos que he logrado concebir son resultado de momentos especiales, de iluminaciones, del súbito descubrir de un ángulo de simetría en el mundo o de una coherencia antes no concebida. La conferencia fue dictada en la Universidad Nacional de Colombia el 27 de abril de 1998 para conmemorar los diez años de la fundación de la carrera de Letras. A la Universidad Nacional de Colombia asisto también con frecuencia invitado por Fabio Jurado.
"Soy un criminal de amor, un cazador de cabelleras, un asesino. Soy insaciable ... ", afirma Henry Miller en su novela inevitablemente autobiográfica Sexus. El hecho de que me ocupara de hacer unas cuantas reflexiones públicas sobre esta novela en la conferencia inaugural del Seminario Literatura y Erotismo en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja no es casual. La lectura de esta obra y en general de las novelas de Miller marcó mi trabajo, que aunque tiene diferencias con el suyo, no oculta su influencia: a lo largo de los años me he ocupado en varias obras de las mujeres, el erotismo, la vanidad masculina, el machismo y el trabajo literario. Temas que trató también Miller de forma me atrevo a decir más libre y despiadada. Quiero suponer que yo he sido más respetuoso que Miller al explorar en el misterio de lo femenino.
"Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar "nínfulas" a estas criaturas escogidas". Si ha habido un tema tabú en la literatura y en cualquier otro campo de las artes es el del erotismo de las y los jóvenes impúberes. Nabokov arrostró la tormenta de una sociedad puritana como la de Estados Unidos, creando un personaje que se transformó en arquetipo. Al análisis de Lolita dediqué la segunda conferencia que dicté en el ya mencionado Seminario Literatura y Erotismo en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja. Dice un personaje de Viaje al centro de la tierra que "es preciso aprender a contemplar el abismo sin la menor emoción". Eso es lo que han hecho los autores que se han atrevido a tocar temas tan delicados. Todos ellos han pagado las consecuencias. De Boccaccio a Sade es bien sabido que todo placer pecaminoso es atractivo pero acarrea castigos inevitables.
Cada escritor tiene su propia versión sobre el origen de sus cuentos. Yo quise contar la mía y compararla con las de otros escritores. Tal es la motivación de la conferencia "¿De dónde salen los cuentos?", dictada en The Cathedral of Learning en la Universidad de Pittsburgh el 19 de octubre de 1993.
"La novela: seda entre las manos" es un texto en el que intento revelar y revelarme de dónde y cómo salieron las novelas que he escrito a lo largo de mi vida. Cada novela nació en medio de un caldo de cultivo y tiene, como los icebergs, sus secretos submarinos, sus trozos de vida adheridos, que sólo están en mi memoria, y que quise rescatar para seguir un itinerario paralelo entre la creación literaria y mi vida. No es mi idea ponerme como ejemplo o modelo de nadie, sino contar de la forma más sencilla una historia personal -en la que por desgracia a veces no pude ocultar un tono de auto elogio o autojustificación que espero los lectores sepan disculpar-o La vida durante muchos años se me antojó una marcha triunfal. Experiencias recientes me han hecho aceptar que lo importante no es el triunfo o el fracaso sino la lucha, mientras más personal y menos pública, mejor. Importa -me importa hoy ser feliz y estar en paz con mi familia y los que me rodean. Lo demás, incluso la literatura, termina por ser vanidad. Vanidad sin la cual no puedo vivir. Por ello persisto en ella.
He sido un lector ávido e indisciplinado, pero de todos los libros que he leído sólo unos cuantos han dejado un sedimento que sirvió de tierra nutricia para mi literatura, una literatura cada vez más marcada por una especie de Weltanschauung fundamentada en el universal dominio del erotismo. El rastreo de esta veta, que se ha constituido en parte axial de mi literatura, es la intención de la conferencia llamada "El gran modelo". Reconozco mi heredad. Pertenezco a esa clase de escritores que, como Proust, Miller, Durrell, Lawrence, se dejan llevar por sus torrentes interiores y se entregan con el cuerpo abierto y el alma de cristal a sus lectores. Soy de los que pueden sacrificar cualquier cosa de su vida personal para configurar su propia obra. Poco de lo que yo haya escrito pertenece a un territorio ajeno a mi propia persona. Lo que invento en el papel es lo que vivo, invento o imagino en mi vida cotidiana. De modo que mi literatura no es otra cosa que una serie de variaciones sobre mi propia existencia. Mis libros configuran el mapa de mis obsesiones y ni siquiera vale la pena ocultarlo. Y si hay excesos en lo que escribo, ello se debe a que yo mismo soy un excesivo, un desaforado: todo lo quiero hacer en grande: comer, beber, correr, escalar, escribir, pelear, y, naturalmente, disfrutar de los dones del cuerpo.
Cuando escribí la anterior conferencia privilegiaba la literatura por encima de la vida. Experiencias complejas y traumáticas me han enseñado que es preferible no sacrificar la vida para salvar el arte. Hoy en día no creo que haya que destrozar el mundo para pulir un texto. Al fin y al cabo la fuerza del destino hará que la gloria desaparezca -y si no desaparece de todos modos qué le puede importar a uno cuando ya haya depuesto las armas- y lo más probable es que el esplendor de la vida no vuelva a repetirse. De todos modos lo escrito, escrito está y de todo podremos salvarnos, menos de nuestro pasado.
La prevalencia de la novela, como la prevalencia del arte, son labores tan importantes como la preservación del planeta: se juega en este golpe de dados, ni más ni menos, la existencia del espíritu, de la imaginación, de la libertad, de la creatividad, de la diferencia, de la tolerancia, del disfrute inteligente del tiempo libre. Por eso el grito "¡Mi reino por una novela!" debería ser la consigna de cualquiera que quiera ser novelista. En la conferencia que lleva por subtítulo esta expresión tomada de Ricardo III de Shakespeare, defiendo y trato de comprender o de explicar qué es una novela, cómo se escribe y para qué sirve.
Propongo que la línea genealógica de los novelistas parta de Caín, el primero que se atrevió a imaginar otra versión de la historia, diferente a la oficial. Raza de cainitas es la de los novelistas, traidores a toda institución: la familia, la patria, la sociedad que los alimenta. En la ponencia "Raza de Caín" presentada en el Segundo Congreso Nacional de Novela Mexicana, celebrado en Xalapa, en 1993, trato de razonar la anterior afirmación. Tales elucubraciones correspondían sin duda a la concepción que por aquellos días tenía del arte de novelar, que no es otro que el arte de traicionar lo contingente para ser coherente con lo trascendente -tres rimas en menos de una línea es un alarde de torpeza estilística que me honro de presumir-. Sé que la frase llena de rimas suena lapidaria y subrayable, pero no por ello la considero menos acertada. He de decir que sigo sustentando tal idea, aunque ahora sea más cauto en mis relaciones con el entorno.
En agosto de 1974, cuando tenía 25 años de edad, me encontré por primera vez con Gabriel García Márquez. La admiración que por entonces le tenía hizo que escribiera todos los detalles de aquel encuentro. Pasados los años he vuelto a encontrarme con él varias veces. Y en todas las ocasiones he escrito pormenorizadamente nuestros coloquios y sus circunstancias sin que mediaran grabadoras o notas tomadas de prisa. En general hemos hablado sobre nuestras vidas, nuestros proyectos y nuestros libros. Yo atesoro los suyos y él conserva los míos. Gabo tiene puntual memoria de mi primera novela y de Cuentos para después de hacer el amor. Cuando le concedieron el Premio Nobel ya se me hizo imposible encontrarlo. Siempre estaba en otra parte. Su personalidad deslumbrante y a veces del todo abarcante hace que se le escuche como se escucha el oráculo. Y es que él es como lo que escribe: encantador. Sólo le queda al lector y al espectador maravillarse. Únicamente una persona como yo, con una enfermiza vanidad, podría ponerse a hablar cuando lo que debió hacer fue escuchar, mientras pudo. Las cuarenta páginas en las que se narran estos encuentros podrían ser radiografía de sus virtudes y de mis debilidades.
El libro que el lector tiene en sus manos es una especie de cartografía de mis obsesiones, de mis debilidades y tal vez de alguna improbable iluminación. Quisiera que fuese una invitación a la lectura de las obras a las que he sometido a una lectura personal. También una puerta abierta a la ciudad que he querido construir con mi imaginación y poblar con mis personajes. En el hipotético lector queda la decisión de entrar o no en ella.
Xalapa, Ver., 12 de julio de 2006.
- La leí en el internado de Zipaquirá. El Ulises lo leí mal traducido en 1948. Lo leí en la Universidad. Acababa de aprecer en Buenos Aires y todo el mundo hablaba de él. Manhattan Transfer lo leí en Barranquilla. Lo que más me gustaba de Dos Passos eran las notas biográficas de los personajes.
-Y ahora, ¿qué lees?
-Eso ya lo dije en El olor de la guayaba -dice-. Leélo.
-Pero es que la intencionalidad de Plinio en El olor ... es diferente a la mía-o Me pongo filósofo-. ¿Has leído a Husserl?
Dice que sí. No le creo. Gabo es lector de puro gusto. No creo que le interese la filosofía o la historia, como sí le interesa a Mutis; un escritor, que -de paso- he de decir, me parece más interesante que Gabo. Lo que en el prestidigitador de Aracataca es superficialidad, en Mutis es una zambullida metafísica interminable. (Sobre este tema, el de mi gusto y aprecio por las novelas de Mutis en detrimento de las de Gabo, escribí un artículo en La Palabra y el Hombre. Le comenté el texto a Mutis y me pidió que se lo mandara por fax. Lo leyó y después me comentó por teléfono: "Siempre he pensado lo mismo, pero hasta hoy ningún escritor joven que yo respetara me lo había dicho tan despiadadamente".) (Hoy,* que estoy releyendo La nieve del Almirante me siento casi humillado: ¿cuándo podré alcanzar semejante tensión entre un estilo casi perfecto, una historia apasionante y una reflexión tan profunda y definitiva, personajes dignos de ser amados, honda sabiduría sobre el trópico y el mundo, todo ello con una facilidad tan tremenda, que uno piensa que lo hace con una mano en la cintura?
-¿Qué lees? -vuelvo a preguntar tratando de no parecer el terco que soy.
-Leo todas las revistas del mundo. También estoy pendiente de todo lo nuevo que aparece en América Latina. Empiezo cada libro y lo leo hasta donde aguanta.
En ese momento recuerdo que sólo en una oportunidad me atreví a pedirle que leyera un manuscrito mío, quizás el peor de todos, al que llamé La región del azar necesario. Nunca supe si la leyó o no. ....
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Contracarátula del libro
En POÉTICAS y OBSESIONES se recopilan las conferencias que sobre el tema de la literatura ha dictado Marco Tulio Aguilera, en varios países.
Poéticas es parte del título, porque el autor propone algunas teorías sobre su práctica literaria, tanto en el cuento como en la novela. Obsesiones porque discurre sobre algunos puntos nodales que son tema de sus obras: el erotismo, el amor, el sentido de la vida, el papel de la literatura en el destino del hombre. Complementa la obra una serie de encuentros, no entrevistas, que Marco Tulio ha tenido con Gabriel García Márquez, en los que se muestra por una parte la perspectiva del escritor principiante y, por otra, la actitud del escritor consagrado.
Marco Tulio Aguilera nació en Bogotá en 1949.
Ha publicado Mujeres amadas (Universidad Veracruzana y Plaza y Janés), Los placeres perdidos (Edamex y Tierra de Promisión), la trilogía El libro de la vida, Cuentos para antes de hacer el amor (Plaza y Janés y Punto de Lectura), Cuentos para después de hacer el amor (Plaza y Janés y Punto de Lectura), entre otros.
Ha recibido los premios José Eustasio Rivera de Novela, Nacional de Cuento San Luis Potosí, Nacional Juan de la Cabada de Literatura Infantil, Internacional de cuento Gabriel García Márquez, Latinoamericano de cuento de Plural y Excelsior, etcétera.
En 2001 fue finalista en el Concurso Internacional de Novela Alfaguara, en España.
En la actualidad es académico de la Dirección General Editorial de la Universidad Veracruzana.
Poéticas es parte del título, porque el autor propone algunas teorías sobre su práctica literaria, tanto en el cuento como en la novela. Obsesiones porque discurre sobre algunos puntos nodales que son tema de sus obras: el erotismo, el amor, el sentido de la vida, el papel de la literatura en el destino del hombre. Complementa la obra una serie de encuentros, no entrevistas, que Marco Tulio ha tenido con Gabriel García Márquez, en los que se muestra por una parte la perspectiva del escritor principiante y, por otra, la actitud del escritor consagrado.
Marco Tulio Aguilera nació en Bogotá en 1949.
Ha publicado Mujeres amadas (Universidad Veracruzana y Plaza y Janés), Los placeres perdidos (Edamex y Tierra de Promisión), la trilogía El libro de la vida, Cuentos para antes de hacer el amor (Plaza y Janés y Punto de Lectura), Cuentos para después de hacer el amor (Plaza y Janés y Punto de Lectura), entre otros.
Ha recibido los premios José Eustasio Rivera de Novela, Nacional de Cuento San Luis Potosí, Nacional Juan de la Cabada de Literatura Infantil, Internacional de cuento Gabriel García Márquez, Latinoamericano de cuento de Plural y Excelsior, etcétera.
En 2001 fue finalista en el Concurso Internacional de Novela Alfaguara, en España.
En la actualidad es académico de la Dirección General Editorial de la Universidad Veracruzana.
En reciente publicación allí comenta que "estuvo en Medellín invitado por la Alcaldía de la Ciudad y la Fiesta del Libro ..." (Septiembre 2009) y da algunos detalles de su estadía y actividades allí.
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CONTENIDO DEL LIBRO:
Prólogo a vuelo de pájaro 7 (Se publica en seguida)
La creación del cuento 15
La mecánica del cuento erótico 33
El pájaro que cruza por el cielo del cuento 41
Sexus: las variedades de la carne 55
Erotismo y sentido de la poesía en Lolita 73
¿De dónde salen los cuentos? 83
La novela: seda entre las manos 89
El gran modelo (notas sobre el erotismo
y la literatura) 109
Sexus: las variedades de la carne 55
Erotismo y sentido de la poesía en Lolita 73
¿De dónde salen los cuentos? 83
La novela: seda entre las manos 89
El gran modelo (notas sobre el erotismo
y la literatura) 109
Mi reino por un caballo. El arte de la novela. 119
Oficio de Caín 131
Encuentros con García Márquez 139. (La página 163 se publica más adelante)
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PROLOGO A VUELO DE PÁJARO (Págs. 7 a 13 del libro)
Por Marco Tulio Aguilera
Xalapa, Ver., 12 de julio de 2006.
Por Marco Tulio Aguilera
Xalapa, Ver., 12 de julio de 2006.
El primer texto que aparece en este libro fue la primera conferencia que dicté en Xalapa, Ver., en los tiempos en que esta ciudad era más provinciana, con un clima nublado, lluvioso, húmedo y una vegetación exuberante hasta el delirio. Una ciudad en la que había pocas actividades, como no fuera ir los viernes a escuchar a la Sinfónica interpretando las mismas de siempre, asistir a alguna conferencia, sentarse en el Café La Parroquia a esperar amigos que disiparan el tedio o leer un libro mientras terminaba de pasar el tiempo de ocio. La tesis de la conferencia es la siguiente: cada cuento es una criatura nueva que se instala en el universo con el esplendor con que se instalaría un nuevo insecto, una nueva bestia, creada por el azar genético o la mano misteriosa de un dios que juega a inventar especies.
La experiencia de escribir cuentos ya era parte vital de mi existencia y me movía a escribir el deseo de sistematizar lo aprendido y de aportar algo parecido a lo escrito por Cortázar en "Paseo por el cuento". La conferencia fue organizada por Julio César Martínez, incansable y gratuito promotor cultural que todavía hoy sigue maquinando sus proyectos culturales.
Tres años antes yo había llegado a la Universidad Veracruzana, tras recibir de manos del entonces rector Roberto Bravo Garzón el Segundo Premio de Cuento de La Palabra y el Hombre. El Primer Premio fue asignado a Sergio Pitol, quien, como yo, terminó viviendo en esta ciudad.
El segundo texto incluido en este volumen está basado en una aventurada hipótesis, que no por aventurada deja de ser un lugar común: que las metáforas no son pocas sino una sola: el acto erótico, que remite y relaciona todos los temas y universos posibles. Postulo que el acto erótico comparte con el cuento una serie de características que me ocupo de destacar. Toda excitación intensa debe ser breve. Esa es la razón que esgrime Poe para sustentar su alegato en favor de la indispensable brevedad e intensidad del cuento. La comparación entre el acto erótico y el cuento da lugar a especulaciones que quizá entretengan y acaso inspiren a algún lector o algún aficionado a la creación de cuentos. La conferencia fue dictada el 19 de octubre de 1996 en el XXI Congreso de Lenguas y Literaturas Hispánicas en Indiana, Pensilvania, reunión anual a la que he asistido con frecuencia. El congreso es organizado por Peter Broad, que a más de ser amigo, es esforzado estudioso y traductor de mis obras.
Para el tercer texto me apoyé en la teoría de las epifanías, expuesta por James Joyce en Stephen hero, momento clave para comprender lo que es un cuento. El protagonista, en medio de sus reflexiones, logra recuperar para la literatura un término que luego haría una larga carrera entre teóricos y escritores. El término epifanía proviene del griego y, significa "lo que aparece, lo que se manifiesta". Esteban, Stephen, "creía que le tocaba al hombre de letras registrar esas epifanías con extremo cuidado, puesto que ellas mismas son los momentos más delicados y evanescentes". Anoto en la conferencia que no puedo evitar estar de acuerdo, pues la experiencia me dice que los cuentos que he logrado concebir son resultado de momentos especiales, de iluminaciones, del súbito descubrir de un ángulo de simetría en el mundo o de una coherencia antes no concebida. La conferencia fue dictada en la Universidad Nacional de Colombia el 27 de abril de 1998 para conmemorar los diez años de la fundación de la carrera de Letras. A la Universidad Nacional de Colombia asisto también con frecuencia invitado por Fabio Jurado.
"Soy un criminal de amor, un cazador de cabelleras, un asesino. Soy insaciable ... ", afirma Henry Miller en su novela inevitablemente autobiográfica Sexus. El hecho de que me ocupara de hacer unas cuantas reflexiones públicas sobre esta novela en la conferencia inaugural del Seminario Literatura y Erotismo en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja no es casual. La lectura de esta obra y en general de las novelas de Miller marcó mi trabajo, que aunque tiene diferencias con el suyo, no oculta su influencia: a lo largo de los años me he ocupado en varias obras de las mujeres, el erotismo, la vanidad masculina, el machismo y el trabajo literario. Temas que trató también Miller de forma me atrevo a decir más libre y despiadada. Quiero suponer que yo he sido más respetuoso que Miller al explorar en el misterio de lo femenino.
"Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar "nínfulas" a estas criaturas escogidas". Si ha habido un tema tabú en la literatura y en cualquier otro campo de las artes es el del erotismo de las y los jóvenes impúberes. Nabokov arrostró la tormenta de una sociedad puritana como la de Estados Unidos, creando un personaje que se transformó en arquetipo. Al análisis de Lolita dediqué la segunda conferencia que dicté en el ya mencionado Seminario Literatura y Erotismo en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja. Dice un personaje de Viaje al centro de la tierra que "es preciso aprender a contemplar el abismo sin la menor emoción". Eso es lo que han hecho los autores que se han atrevido a tocar temas tan delicados. Todos ellos han pagado las consecuencias. De Boccaccio a Sade es bien sabido que todo placer pecaminoso es atractivo pero acarrea castigos inevitables.
Cada escritor tiene su propia versión sobre el origen de sus cuentos. Yo quise contar la mía y compararla con las de otros escritores. Tal es la motivación de la conferencia "¿De dónde salen los cuentos?", dictada en The Cathedral of Learning en la Universidad de Pittsburgh el 19 de octubre de 1993.
"La novela: seda entre las manos" es un texto en el que intento revelar y revelarme de dónde y cómo salieron las novelas que he escrito a lo largo de mi vida. Cada novela nació en medio de un caldo de cultivo y tiene, como los icebergs, sus secretos submarinos, sus trozos de vida adheridos, que sólo están en mi memoria, y que quise rescatar para seguir un itinerario paralelo entre la creación literaria y mi vida. No es mi idea ponerme como ejemplo o modelo de nadie, sino contar de la forma más sencilla una historia personal -en la que por desgracia a veces no pude ocultar un tono de auto elogio o autojustificación que espero los lectores sepan disculpar-o La vida durante muchos años se me antojó una marcha triunfal. Experiencias recientes me han hecho aceptar que lo importante no es el triunfo o el fracaso sino la lucha, mientras más personal y menos pública, mejor. Importa -me importa hoy ser feliz y estar en paz con mi familia y los que me rodean. Lo demás, incluso la literatura, termina por ser vanidad. Vanidad sin la cual no puedo vivir. Por ello persisto en ella.
He sido un lector ávido e indisciplinado, pero de todos los libros que he leído sólo unos cuantos han dejado un sedimento que sirvió de tierra nutricia para mi literatura, una literatura cada vez más marcada por una especie de Weltanschauung fundamentada en el universal dominio del erotismo. El rastreo de esta veta, que se ha constituido en parte axial de mi literatura, es la intención de la conferencia llamada "El gran modelo". Reconozco mi heredad. Pertenezco a esa clase de escritores que, como Proust, Miller, Durrell, Lawrence, se dejan llevar por sus torrentes interiores y se entregan con el cuerpo abierto y el alma de cristal a sus lectores. Soy de los que pueden sacrificar cualquier cosa de su vida personal para configurar su propia obra. Poco de lo que yo haya escrito pertenece a un territorio ajeno a mi propia persona. Lo que invento en el papel es lo que vivo, invento o imagino en mi vida cotidiana. De modo que mi literatura no es otra cosa que una serie de variaciones sobre mi propia existencia. Mis libros configuran el mapa de mis obsesiones y ni siquiera vale la pena ocultarlo. Y si hay excesos en lo que escribo, ello se debe a que yo mismo soy un excesivo, un desaforado: todo lo quiero hacer en grande: comer, beber, correr, escalar, escribir, pelear, y, naturalmente, disfrutar de los dones del cuerpo.
Cuando escribí la anterior conferencia privilegiaba la literatura por encima de la vida. Experiencias complejas y traumáticas me han enseñado que es preferible no sacrificar la vida para salvar el arte. Hoy en día no creo que haya que destrozar el mundo para pulir un texto. Al fin y al cabo la fuerza del destino hará que la gloria desaparezca -y si no desaparece de todos modos qué le puede importar a uno cuando ya haya depuesto las armas- y lo más probable es que el esplendor de la vida no vuelva a repetirse. De todos modos lo escrito, escrito está y de todo podremos salvarnos, menos de nuestro pasado.
La prevalencia de la novela, como la prevalencia del arte, son labores tan importantes como la preservación del planeta: se juega en este golpe de dados, ni más ni menos, la existencia del espíritu, de la imaginación, de la libertad, de la creatividad, de la diferencia, de la tolerancia, del disfrute inteligente del tiempo libre. Por eso el grito "¡Mi reino por una novela!" debería ser la consigna de cualquiera que quiera ser novelista. En la conferencia que lleva por subtítulo esta expresión tomada de Ricardo III de Shakespeare, defiendo y trato de comprender o de explicar qué es una novela, cómo se escribe y para qué sirve.
Propongo que la línea genealógica de los novelistas parta de Caín, el primero que se atrevió a imaginar otra versión de la historia, diferente a la oficial. Raza de cainitas es la de los novelistas, traidores a toda institución: la familia, la patria, la sociedad que los alimenta. En la ponencia "Raza de Caín" presentada en el Segundo Congreso Nacional de Novela Mexicana, celebrado en Xalapa, en 1993, trato de razonar la anterior afirmación. Tales elucubraciones correspondían sin duda a la concepción que por aquellos días tenía del arte de novelar, que no es otro que el arte de traicionar lo contingente para ser coherente con lo trascendente -tres rimas en menos de una línea es un alarde de torpeza estilística que me honro de presumir-. Sé que la frase llena de rimas suena lapidaria y subrayable, pero no por ello la considero menos acertada. He de decir que sigo sustentando tal idea, aunque ahora sea más cauto en mis relaciones con el entorno.
En agosto de 1974, cuando tenía 25 años de edad, me encontré por primera vez con Gabriel García Márquez. La admiración que por entonces le tenía hizo que escribiera todos los detalles de aquel encuentro. Pasados los años he vuelto a encontrarme con él varias veces. Y en todas las ocasiones he escrito pormenorizadamente nuestros coloquios y sus circunstancias sin que mediaran grabadoras o notas tomadas de prisa. En general hemos hablado sobre nuestras vidas, nuestros proyectos y nuestros libros. Yo atesoro los suyos y él conserva los míos. Gabo tiene puntual memoria de mi primera novela y de Cuentos para después de hacer el amor. Cuando le concedieron el Premio Nobel ya se me hizo imposible encontrarlo. Siempre estaba en otra parte. Su personalidad deslumbrante y a veces del todo abarcante hace que se le escuche como se escucha el oráculo. Y es que él es como lo que escribe: encantador. Sólo le queda al lector y al espectador maravillarse. Únicamente una persona como yo, con una enfermiza vanidad, podría ponerse a hablar cuando lo que debió hacer fue escuchar, mientras pudo. Las cuarenta páginas en las que se narran estos encuentros podrían ser radiografía de sus virtudes y de mis debilidades.
El libro que el lector tiene en sus manos es una especie de cartografía de mis obsesiones, de mis debilidades y tal vez de alguna improbable iluminación. Quisiera que fuese una invitación a la lectura de las obras a las que he sometido a una lectura personal. También una puerta abierta a la ciudad que he querido construir con mi imaginación y poblar con mis personajes. En el hipotético lector queda la decisión de entrar o no en ella.
Xalapa, Ver., 12 de julio de 2006.
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Página 163 del libro (Encuentros con García Márquez )
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- ¿Cuándo leiste La Montaña Mágica?
- La leí en el internado de Zipaquirá. El Ulises lo leí mal traducido en 1948. Lo leí en la Universidad. Acababa de aprecer en Buenos Aires y todo el mundo hablaba de él. Manhattan Transfer lo leí en Barranquilla. Lo que más me gustaba de Dos Passos eran las notas biográficas de los personajes.
-Y ahora, ¿qué lees?
-Eso ya lo dije en El olor de la guayaba -dice-. Leélo.
-Pero es que la intencionalidad de Plinio en El olor ... es diferente a la mía-o Me pongo filósofo-. ¿Has leído a Husserl?
Dice que sí. No le creo. Gabo es lector de puro gusto. No creo que le interese la filosofía o la historia, como sí le interesa a Mutis; un escritor, que -de paso- he de decir, me parece más interesante que Gabo. Lo que en el prestidigitador de Aracataca es superficialidad, en Mutis es una zambullida metafísica interminable. (Sobre este tema, el de mi gusto y aprecio por las novelas de Mutis en detrimento de las de Gabo, escribí un artículo en La Palabra y el Hombre. Le comenté el texto a Mutis y me pidió que se lo mandara por fax. Lo leyó y después me comentó por teléfono: "Siempre he pensado lo mismo, pero hasta hoy ningún escritor joven que yo respetara me lo había dicho tan despiadadamente".) (Hoy,* que estoy releyendo La nieve del Almirante me siento casi humillado: ¿cuándo podré alcanzar semejante tensión entre un estilo casi perfecto, una historia apasionante y una reflexión tan profunda y definitiva, personajes dignos de ser amados, honda sabiduría sobre el trópico y el mundo, todo ello con una facilidad tan tremenda, que uno piensa que lo hace con una mano en la cintura?
-¿Qué lees? -vuelvo a preguntar tratando de no parecer el terco que soy.
-Leo todas las revistas del mundo. También estoy pendiente de todo lo nuevo que aparece en América Latina. Empiezo cada libro y lo leo hasta donde aguanta.
En ese momento recuerdo que sólo en una oportunidad me atreví a pedirle que leyera un manuscrito mío, quizás el peor de todos, al que llamé La región del azar necesario. Nunca supe si la leyó o no. ....
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*2002
*2002
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SOBRE EL LIBRO Y EL AUTOR:
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UN TEXTO DEL AUTOR
VISITA* A GABO EN SU CASA
Marco Tulio Aguilera Garramuño
Verano de 2008
Marco Tulio Aguilera Garramuño
Verano de 2008
Este texto está incluido en el libro "Maelström agujero negro"** de MTAG, Universidad Veracruzana, Colección Ficción, 2009.
Ver: MEMORABILIA GGM,
http://memorabiliaggm.blogspot.com/2009_10_08_archive.html Allí texto completo. (* Imaginaria)
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