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El cuento de contar
Memorias del Taller de escritura creativa
Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero
Año 2012
Director del Taller: José Zuleta
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14.0 x 21.0 x 0.8 cms. 111 páginas.
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Texto: Fragmento de la Presentación*, por José Zuleta.
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Contenido
Presentación 5
José Zuleta
El secreto 8
Débora Gheiman Abadi
Cuento 12
L.H.
La escuela en
mi piel 18
Amparo Quintero
El secuestro
de la libertad 26
Hernán Arango Jaramillo
Historias 44
Luis Eduardo Ramírez
El único 48
Víctor Peña
Rosalba 56
Alexander Amézquita Pizo
Cuentos 59
Eliana Scioville
Cuento y poemas
64
Fabio Fernando Arango Gómez
Poemas 74
Fernando Puerto Osorio
.........Poemas 83
Alexandra Walter
.........Poemas traducidos del inglés al español 90
Margarita Baena
.........Poemas 104
Mercedes Franco Garrido
* Presentación
José Zuleta, Director del Taller.
La partitura de las palabras.
Hay un momento en el que el escritor alza su voz y
aprecia aquello que eran dibujos como sonidos. Entonces
se produce un milagro; lo que había escrito, lo que había
articulado como grafismos, se convierte en una criatura
sonora y cobra una nueva dimensión.
Las palabras se nos revelan como música, a partir de
ese momento nos deleitamos saboreando su doble con-
dición de sentido y sonido. Ordenarlas no será lo mismo
desde que esto se hace evidente. En adelante, al elegir
las palabras, atenderemos no sólo su precisión o fortuna
para expresar lo que deseamos expresar, sino también su
aspecto sonoro, estaremos atentos al resultado que pro-
duce una palabra al lado de otra, luego apreciaremos el
conjunto que forma una oración, una frase, y podremos
advertir, gozar de su armonía, si está lograda, o trasta-
billar en su arritmia, en sus imperfecciones fonéticas, en
su desatino rítmico, cuando no suena bien.
Recuerdo con placer el miedo que sentí la primera
vez que leí en público. Lo mío era la comodidad del ano-
nimato. Escribía en la cómoda estancia del onanismo,
sin preocuparme de si lo que escribía estaba bien o mal.
Esa feliz, adánica manera de escribir, se derrumbó el día
en que, después de muchos años de placeres solitarios,
me vi ante una invitación a leer en público. La perspec-
tiva de exponer a otros mis íntimos sucesos me aterró.
Cuando leí en voz alta lo que iba a ofrecer, aparecie-
ron con una nitidez milagrosa todas mis taras y excesos,
los innumerables y abrumadores desaciertos. Quise que
me tragara la tierra. Sabía que lo que iba a hacer era un
acto irresponsable, y más que nada, un acto de superflua
vanidad.
Pero había dicho que sí. Me apliqué a corregir, bus-
qué ayuda, compartí a un amigo escritor, lo que pensaba
leer. Él, con su habitual serenidad, tomó en sus manos el
que pensé era mi mejor logro literario. A continuación vi
con terror cómo rayaba con un bolígrafo rojo cada línea
de mi escrito. El texto quedó lleno de tachones y marcas.
Al final el poema parecía una criatura agonizando en
medio de la sangre y los cuchillazos propinados por su
primer lector. No tengo con qué pagar aquella matanza.
Aprendí que cuando un texto busca otros ojos, otros
oídos, entra en el mundo de lo que ya está escrito, y se
sitúa en un escenario en el que muchos grandes talentos
han desplegado sus alas: entra en el mundo de la litera-
tura.
Nacer como aspirantes a escritores es algo apabullar-
te, pero si ya hemos dicho que sí, entonces comenzare-
mos una larga, si se quiere infinita tarea; la de aprender
a desprendemos de nosotros, de nuestra vanidad, de
nuestras aparatosas grandilocuencias, y más que nada,
de la ilusión inicial que se complacía con el valor íntimo
de nuestros escritos.
Lo que trato de hacer en el taller que dirijo en la Bi-
blioteca es ayudar a otros a desprenderse de sí, procurar
que encuentren sus limitaciones, que aprendan a reco-
nocerlas y logren comprender que escribir es una lucha
contra uno mismo. Contra nuestros prejuicios, contra
nuestras verdades, contra nuestra vanidad. Contra el
lastre que acumulamos al ser más orales, que literarios,
y más hijos de la razón que de la libertad.
Hoy presentan sus trabajos algunos escritores del ta-
ller El Cuento de Contar. Les pido que tomen esta lectura
como parte de su trabajo de aprendizaje. Leer en público
es parte del asunto a la hora de evaluar nuestros textos.
Les he repetido que el único taller es el texto en el
que trabajamos y el mejor maestro, aquel que es capaz
de confrontamos, de exigimos, de descifrar nuestros
yerros. La calidad de un texto reside en gran parte en
el nivel de auto exigencia que posea el autor. Así, de la
calidad de su propia crítica, dependerá la calidad de su
escritura.
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