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TIERRA QUEMADA. Oscar Collazos. 2013
Guido Tamayo. El profesor recomienda
ARCADIA. No. 101. Febrero, 2014. Pag. 36, última. Escaneó: NTC ...
La recreación de la guerra en el mundo de la ficción
casi siempre ha parecido ser patrimonio de un realismo crudo, sensacionalista y
no pocas veces chato. Tierra quemada,
de Oscar Collazos, se sumerge en ese universo
oscuro y complejo de la guerra (de las guerras), pero desde una mirada
alegórica que le hace el quite a los lugares comunes, al efectismo y a un
localismo que acota la verdadera dimensión humana e inhumana de la misma. Y eso
es precisamente lo que logra al narrar la travesía de un grupo de seres humanos
desplazados por una violencia ciega, recorriendo una selva en ningún lugar que
recuerda el hermoso y desolado título de Juan José Saer Nadie nada nunca, y que a través de tres personajes femeninos
cuenta ese descenso, aquí horizontal, a los infiernos. Como en La vorágine, a estos personajes
también parece devorarlos la selva.
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NTC … SEGUIMIENTO
DE:
1 de septiembre de 2013
.
La tierra quemada de Óscar Collazos
Por Beatriz Mesa Mejía
Entrevista
GENERACIÓN. Suplemento de EL COLOMBIANO
Medellín. Enero 26, 2014. Páginas 6 a 8
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http://www.hayfestival.com/cartagena/documents/2014/HayFestivalCartagena2014_Programa.pdf (Págs 8 y 32)
En
el Hay Festival. El escritor colombiano nacido en Bahía Solano,
Óscar Collazos ( 1 ), hablará sobre Tierra quemada
con Dominique Fernández, el 30 de enero a la 7:30 p.m. en el Salón Santa Clara (Hotel Sofitel).
Y el 2 de febrero, a las 12:30 m., en el mismo lugar, conversará con la escritora colombiana Piedad Bonnett.
con Dominique Fernández, el 30 de enero a la 7:30 p.m. en el Salón Santa Clara (Hotel Sofitel).
Y el 2 de febrero, a las 12:30 m., en el mismo lugar, conversará con la escritora colombiana Piedad Bonnett.
.
TEXTO
La tierra quemada de Óscar Collazos
TEXTO
La tierra quemada de Óscar Collazos
Por Beatriz Mesa Mejía
Entrevista
GENERACIÓN. Suplemento de EL COLOMBIANO
Medellín. Enero 26, 2014. Páginas 6 a 8
HAY FESTIVAL, Cartagena. 2014
El más reciente libro de Óscar Collazos, Tierra quemada, conmueve desde una ficción que toca las
fibras de lo real. De él hablará en Cartagena.
BEATRIZ MESA MEJÍA
A pesar de esa contundente y cruda realidad que
ficciona en sus novelas, el escritor colombiano Óscar Collazos afirma que la
escritura para él resulta ser el único escenario en el que se siente absolutamente
libre y feliz... Envidiable, dirán algunos. Sin embargo, esa felicidad tiene un
precio. Generación habló con él sobre su último libro Tierra quemada (Mondadori), y sobre otros asuntos relacionados
con su trabajo, con la filigrana que lo ha convertido en uno de los narradores
colombianos más representativos, autor de otras obras como Rencor y Señor sombra.
¿Cómo realiza la investigación de una novela como
Tierra quemada y de otras que usted
ha escrito y que recogen parte de la historia reciente de Colombia?
"En principio,
existió un método de documentación directo: la búsqueda de episodios atroces en
el conflicto del último medio siglo, luego, los testimonios de las víctimas de
guerrillas, paramilitares y agentes del Estado: libros, revistas, periódicos,
tallos judiciales, sitios en la web. Sobre todo para novelas como Rencor, Señor Sombra y Tierra quemada. No tanto para usarlos como textos directos sino para procesarlos como
referentes de la otra realidad, la novelesca".
¿Tiene personas que le colaboran en ese proceso
de investigación? ¿Usa fuentes primarias?
"No, es una
búsqueda individual y se ha dado por etapas; en algún caso, como en Rencor, con el encuentro con personajes reales que
acabaron volviéndose personajes de ficción. De allí la apariencia documental de
esta novela. Pero no hay que olvidar que los colombianos somos, a lo largo de
la historia, los receptores de una información sobre el conflicto y su
degradación que acaba siendo una fuente documental. En mucha más medida, los
columnistas de opinión: estamos casi obligados a recibir y procesar
críticamente esa realidad".
¿Cómo
arma la historia? ¿Hace una especie de mapa temático -estructura-, por
capítulos, dramas y situaciones puntuales, personajes y diálogos?
"En mi caso, la historia
se arma primero como una generalidad: un tema que pesa obsesivamente y busca su
salida novelesca. No sé, en principio, hacia dónde voy; sé de dónde tengo que
partir. Y así, poco a poco, se va construyendo la historia, con el
encadenamiento de episodios iniciales y personajes que dan origen a otros.
Pocas veces hago un mapa o esquema. Llevo, eso sí, un registro de personajes y
de la relación que establecerán entre ellos. En algunas novelas, he escrito
diálogos en libretas de apuntes porque sé dónde irán y a cuáles personajes
corresponden".
Es
un éxodo. ¿Cree que en Colombia se ha vivido en ese estado casi que de manera
permanente, incluso antes de la Independencia?
"Si hay guerras, hay
éxodos: llámelos desplazados, refugiados, fugitivos: siempre existirán
"multitudes errantes", desesperados que
huyen de la muerte. Si aceptamos que nuestra historia republicana es una
historia de guerras sucesivas, pues es cierto: en Colombia siempre ha habido
éxodos pero, a diferencia de la imagen bíblica, ninguno hacia una tierra
prometida. El primero y más trágico del siglo XX se dio entre 1948 y 1955 con
la confrontación de conservadores y liberales. Hubo un éxodo fundacional: el de
los esclavos africanos que se convertían en cimarrones".
¿Qué tanto puede aportar la ficción -desde el punto en que usted la asume- a un investigador o historiador?
-
¿En
su novela todo parece un espejismo, la gente va y viene, desaparece y vuelve,
como bien lo decía Dolores. ¿Cómo hemos logrado convivir con esas ausencias y
reapariciones?
"La sensación que tuve al
escribir la historia y crear unos personajes en las primeras cincuenta páginas
fue esa: de estar construyendo un mundo fantasmal. Como ellos, yo tampoco sabía
a dónde iba. Era el espejismo de la esperanza y la angustia de la
incertidumbre. A partir de un momento, ni siquiera los cabecillas de la banda
armada que "guía" a esos pobres sobrevivientes saben hacia dónde van.
Creo que, en el fondo, ha sido el sin-destino de las víctimas. Tuve que
imaginar un éxodo que traza una especie de círculo vicioso, sugerir la pérdida
del tiempo y el espacio, la anulación de la voluntad en las mayorías. Esto es
lo que me ayudó a orientar la novela, a partir de un momento, hacia la
alegoría".
Novela
e historia se unen. Se ven realidades, hay ficciones inspiradas en hechos
puntuales. ¿Por qué el género? ¿Obras como esta contribuyen a conocernos mejor,
a comprender y perdonar?
Tierra quemada responde desde
la imaginación literaria a una pregunta: ¿qué pasaría si...? De allí su
atmósfera apocalíptica. Esos 500 refugiados o desplazados son todos víctimas.
Incluso, se dan entre ellos situaciones de confesión y perdón. ¿Qué lección
pretendo dar? Ninguna. Responder, simplemente, a la pregunta que me hago como
persona y escritor: ¿qué pasaría si la guerra continuara?, ¿qué pasaría si se
pretende acabar la guerra con más guerra?, ¿qué pasaría si el mundo sigue su
carrera demencial hacia la destrucción de la naturaleza, si el campo deja de
ser productivo, si los campesinos se van a las ciudades...? En fin. Sin embargo, no es una
novela de "tesis": es una ficción.
¿Por
qué narrar la historia actual de Colombia desde la novela?
"Porque la Historia no
basta, porque, muchas veces, como la novela, la Historia es también una
hipótesis de la realidad. A diferencia de la Historia, la novela recrea e
interpre-, ta la realidad con personajes y comportamientos humanos. En la
Historia no se ve tan claramente el fondo de la condición humana. Por eso,
Historia y novela se retroalimen-tan. Pero le digo más: en esta novela no se
nombra Colombia ni una geografía determinada".
¿Qué tanto puede aportar la ficción -desde el punto en que usted la asume- a un investigador o historiador?
"Algunos amigos
historiadores se han referido a mis últimas novelas. Lo curioso es que, en
algunos casos, estas novelas se han apoyado libremente en investigaciones
históricas. La ficción le da vida a aquello que, desde las ciencias sociales,
se da en ideas y conceptos. Digamos que la ficción es algo así como un
conocimiento sensible de la realidad".
Hay
algo simbólico en Tierra quemada que
parte más que de los objetos o del desolado paisaje, de sus personajes: la
relación de Elena y Elvira; Elena como el presente, Elvira, la visionaria;
Dolores y la fuerza del pasado; Arcesio, con su sabiduría: Colombina y
Pantalón, en su drama y su comedia. ¿Lo planteó desde un principio así? ¿Cómo
se van configurando estos seres y su expresión?
"Aparecieron en el curso
del relato y crecieron en la ficción. No fueron anteriores ni fueron dibujados
en un proyecto previo. Cobraron vida en el transcurso del relato y me tocó
respetar acciones y pensamientos que los distinguen como personajes. Eso es lo
fascinante de la escritura novelesca. Tal vez existan vagas siluetas de seres
vivos que nos sirven de modelos. Fíjese bien: algunos de esos personajes
"heroicos", víctimas de la guerra, son discapacitados, como Arcesio y
Elvira, que parece bipolar. Al verlos crecer, me di cuenta que podían ser
arquetípicos".
¿Cómo
logra darle la personalidad a cada uno de los protagonistas, esos que se mueven
de un punto cardinal a otro en ese "mapa de señales dibujado por la
guerra"?
"En principio, existe
apenas el bosquejo de una personalidad. Hay que darle entonces consistencia. La
realidad los modifica. Entonces se enriquecen y se vuelven más complejos. Es un
acto inconsciente que, no obstante, requiere de una conciencia vigilante del
escritor. Elvira y Dolores, por ejemplo, se me crecieron en el transcurso de la
historia. La sabiduría de Arcesio es arquetípica, como la crueldad del
comandante paramilitar. El viejo Arcesio sabe que la guerra sigue en otra
parte, ha aprendido a vivir con ironía su propia desgracia de mutilado”.
¿Cómo
encontró la voz, el tono y el ritmo del narrador?
"Lo encontré después de
haber fracasado en dos intentos. ¿Una narración objetiva en tercera persona? ¿O
en primera persona, como la voz de alguien que está narrando la historia que
vivió? ¿Una voz colectiva? Decidí que en ciertos episodios apareciera un
plural, una voz colectiva entrometida en la tercera persona objetiva. Creé esa
sensación de ambigüedad: el narrador de Tierra quemada es también testigo, es
un personaje sobreviviente del éxodo.
¿Cómo
se relaciona con los personajes a lo largo de la escritura? ¿Son una especie de
obsesión? ¿Ocurre que por momentos siente que lo dominan o que ellos marcan su
propio camino, distinto al inicial?
"Si no conviven con el
escritor, puede resultar grave. Cuando no se está escribiendo, ellos siguen
viviendo con el escritor y piden más vida propia. Se puede encontrar un
personaje que sirva de alter ego del escritor, pero hay que hacerlo con
cuidado, sin que interfiera en la identidad de los otros. Digamos que ese es el
trabajo más delicado en toda novela, de estas distinciones depende la
verosimilitud. Me he encontrado con personajes repugnantes, pero, por serlo, no
tengo que descargar mi odio en ellos. Tampoco todo mi amor hacia el que llego a
amar".
Al
leerla, uno siente "miedo ante tanta inmensidad", como lo sentía
Elvira ante el mar que solo vio en sueños. Siente el miedo de aquellos que
caminan, que uno sabe tienen una enorme carga de realidad. ¿A qué conduce vivir
ese miedo?
"El miedo es una
experiencia inseparable del valor y el coraje. Me sentí caminando como escritor
con personajes dominados por el miedo. Yo era el último de la caravana. Hasta
los verdugos tienen miedo. El miedo ha dominado nuestras guerras, todas las
guerras. La guerra es el dominio del miedo y en esto basan su poder quienes la
hacen".
Al mismo tiempo, se advierte
cómo esa vida trashumante, en grupos cada vez más cerrados, los hace pensar en
un mundo que se encoge; los hace actuar, también, como sonámbulos, cuya vida,
por momentos, perdiera sentido.
"La novela está llena de
sonámbulos: pacientes domesticados por el sufrimiento, pero la épica y la vida
de Tierra quemada la hacen los pocos personajes conscientes. Por eso tienen
nombre y participan en el transcurso y desenlace de la historia, pese a ser
también víctimas. Son los que sobreviven y cuentan la novela".
¿Qué
significa el tiempo para usted en relación con ese viaje de terror? Tiempo que
se mide primero en un papel, para luego quedar como sugerido, como una
abstracción sin reloj, sin minutos ni segundos.
"Sin la noción de tiempo
se pierde la noción de espacio. Los refugiados conducidos a ninguna parte
quedan así más expuestos al terror. El tiempo da la medida de la vida, el
espacio del destino, es decir, de la salida y la llegada. El terror desnudo
destruye tiempo y espacio".
Observa
uno en ese éxodo la formación de relaciones muy fuertes. Esos grupos se
convierten en una especie de familia: está presente el amor, la solidaridad, el
respeto, la rabia, el recelo, el temor. ¿Esto es una característica de esos
desplazamientos? ¿Es evidencia clara de nuestro ser gregario? ¿De la urgencia
de proteger la vida nuestra y de los otros?
“Establecen relaciones fuertes
como instrumento de supervivencia. El tejido de solidaridad que los une, los
fortalece. Lo vemos en los terribles y hermosos testimonios de las víctimas: el
terror los disgrega como sociedad, la solidaridad los vuelve a unir como
colectivo humano. Sin "familia" ni solidaridad no hay
esperanza".
¿Cómo
se siente al terminar una obra tan intensa como esta, que relata ese recorrido
sin fin por una tierra fértil y generosa en un territorio devastado, como bien
se dice en una de sus páginas?
"En la nebulosa. A tres
meses de publicada, tengo la sensación de estar todavía en Tierra quemada. Es
el territorio más indeseable pero prefigura un futuro. Detrás de ese escenario
de esterilidad y espanto deben de estar como telón de fondo novelas leídas y
admiradas de Coetzee (En la mitad de ninguna
parte) y Cormac McCarthy (La carretera y La oscuridad exterior). Se escribe con
la memoria de todo aquello que se ha leído".
¿Cuántos
libros ha publicado? ¿Qué le ha dado la escritura a lo largo de todas esas páginas?
"Muchos, de distintos
géneros. ¿20? No recuerdo. Voy a mirar Wikipedia. No he dejado de escribir en
50 años: cuentos, novelas, reportajes, periodismo, ensayos. No he escrito
demasiado; he escrito los libros que necesitaba escribir. La escritura le ha
dado sentido a mi vida. Vuelvo a leer algunos viejos textos y siento que
murieron: otros, en cambio, cobran vida y me sorprendo. Siento que los escribió
otro".
Entre
el ensayo y la novela. ¿En cuál se siente más cómodo?
"Me siento cómodo en ambos
géneros. Cuando escribo uno u otro género siento que es el que requiere lo que
deseo expresar. A veces, se entrometen uno en otro: mis ensayos tienen
últimamente un tono más narrativo. Y la reflexión del ensayo está presente en
ciertas novelas o, al menos, en la voz de algún personaje".
Dijo
que Tierra quemada "es la suma de temas obsesivos en mis últimos libros,
desde Rencor hasta Señor Sombra (...) gira alrededor de una guerra que no
termina" ¿Qué sigue en su obra?
"No sé lo que sigue. Estoy
tentado hace años por la posibilidad de unas memorias. Pero siempre se
entromete otra historia, otro texto. El nuevo libro llegará cuando me libere
espiritualmente del anterior".
¿Le
han ofrecido llevarla al cine? ¿O al teatro? Los personajes son fuertes en sus
características físicas y psicológicas y en sus contundentes parlamentos y uno
como lector ve claramente el recorrido de horror.
"Mis últimas novelas,
dicen, son muy cinematográficas. He tenido algunas ofertas vagas para llevar al
cine La modelo asesinada y Rencor. Nada concreto. A lo mejor alguien se anima
con Tierra quemada”.
¿Qué
le gusta de haber nacido en Bahía Solano?
"Que parece mentira haber
nacido en una perdida aldea del Pacífico y ser escritor".
¿Qué
es lo que más le gusta de vivir en Cartagena?
"Que mi vida da saltos de
un mar a otro mar. El Pacífico (Bahía Solano, Buenaventura), el Mediterráneo
(Barcelona), el Caribe (Cartagena). "El mar, el mar/siempre
recomenzando", como en el poema de Valéry. ¿Sabe que la ciudad donde más
he vivido no es Buenaventura ni Cartagena sino Barcelona?
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Óscar Collazos
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Solapa del libro Tierra Quemada
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