miércoles, 18 de enero de 2017

"Una lectura airada de Henry Marsh". Y "UNA NOVELITA AMOR MÍO, CON FALTAS ORTOGRÁFICAS". Dos textos POR LEONARDO MEDINA PATIÑO*

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Una lectura airada de Henry Marsh

‘Arcadia’ es fan de este neurocirujano británico. No solo reseñamos su laureado libro ‘Ante todo, no hagas daño’, sino que además lo incluimos entre los mejores libros del año pasado. Uno de nuestros lectores no está de acuerdo, y nos envió este artículo.

POR LEONARDO MEDINA PATIÑO*
 * Abogado especializado en derecho administrativo y constitucional.


Soy seguidor de la edición digital de la revista Arcadia, la tengo en mi Facebook, en mi cuenta de twitter, disfruto leyendo a Caballero, a Sanín, como las opiniones de arte, de música, las notas sobre eventos culturales; en fin, es una revista necesaria, para estar mínimamente enterado del acontecer diario de la cultura y el arte en el país.

Pero hoy quiero hacer una diatriba porque el año pasado me hizo dos jugadas imperdonables, por decir lo menos, con referencias literarias: Ante todo, no hagas daño (Henry Marsh) y La pasión de Maidemoiselle S. (Anónimo). Los perdono, pues sigo leyéndolos con igual gusto. Sin embargo, no dejaré de hacer mi diatriba sobre uno de los dos libros referidos.


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 UNA NOVELITA "AMOR MÍO", CON FALTAS ORTOGRÁFICAS
 Cali, 16 de enero de 2017

He leído de Gonzalo Mallarino varias de sus novelas. Su trilogía sobre la Bogotá pacata de siglo XIX no me disgustó; empezando por “Según la costumbre”, que refleja el precario estado de la medicina de otrora versus la mojigatería para curar enfermedades venéreas provocadas por las “infidelias” que siempre se han querido ocultar, pero persisten. Y narra bellamente episodios de una Bogotá fría y neblinosa, de hombres de ruana infectados de sífilis y que buscaban curarse de una manera artesanal, bajo el manto de silencio.
También leí  “Delante de ellas”, sobre el ejercicio de la ginecología y la obstetricia contado desde su protagonista, quien comenta los pormenores que existen en el tratamiento de patologías postparto como las fiebres puerperales, de las que Mallarino cuenta con buen estilo, siendo un asunto espinoso de abordar por su especialidad y tecnicismos médicos.
Luego seguí con “Los otros y Adelaida”, con la que cierra la trilogía.
No volví a recorrer sus líneas, a sabiendas que publicó “Santa Rita” que narra la historia de su infancia en un barrio de Cali, que lleva ese nombre. Tal vez algo romántico hay en esa historia.
No sé por qué designios me obsesioné en diciembre con su reciente novela       “Canción de dos mujeres”. Me la obsequió Vicky Álvarez de cumpleaños, ya en Enero. Empecé a leerla de inmediato para calmar la ansiedad. Pero me encontré con una novela de esas de amor tan frágil, tan rosa, tan “amor mío”- como llama el poeta Gómez Jattin a ciertos poetas-, que la terminé por cumplirme, y poder escribir estas líneas con cierta autoridad.
Además, léase bien –subrayo incluso-, con faltas ortográficas y gazapos que irrespetan al lector. La editorial allí tiene su co-responsabilidad, por no examinar, detenidamente el texto, antes de imprimirlo.
Sobre la historia de la novela no hablaré. Ya la revista “Diners”publicó un comentario *; “Arcadia” hizo una reseña ** en su edición digital en el mes de octubre; el periódico “El Tiempo” también *** ingresó en esa lista de quienes comentaron la novela. Pero, sin querer agüar la fiesta, les presento dos observaciones que detecté, para demostrar lo afirmado líneas arriba.
A página 58 de la novela se encuentra el siguiente párrafo: “Así es aquí la cosa…”, cuando se sabe que el refrán popular – que es algo traqueado- dice: “Aquí, es así la cosa”. Redacción que puede ser menor, si se quiere, pero la verdad en un escritor de categoría, y una editorial de renombre, no puede pasar desapercibido este renglón.
Posteriormente, a página 107 de la novela, se encuentra la falta ortográfica, cuando narra el episodio del hermano de la protagonista de la novela imaginándolo cuando empezaba a erguirse, aprendiendo a caminar: “Con sus piernas que ya eran firmes, aun estando en medias, dando sus pacitos y sus brincos”. La verdad es llamativo que una editorial del nivel de Alfaguara haya permitido se filtre esa falta ortográfica en el término “pacitos”, que debió haberse escrito con “s” y no con “c”, como quedó en el texto entregado al público y que hoy comento, porque es deber del lector hacer reparos al texto que adquiere y lee con interés.
El presente artículo es con el propósito de alzar la voz como lector, como consumidor de libros que exige que el producto se entregue con calidad. Ya el examen sobre el contenido de la novela pasa a otro plano, porque sabemos que hay quienes podrán disentir de planteamientos que critiquen el contenido, pero la redacción o la ortografía no puede soslayarse, máxime en un escritor de los kilates de Gonzalo Mallarino.
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* Abogado especializado en derecho administrativo y constitucional.
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 VIDEO https://youtu.be/2XQL9NEJKvU , Entrevista a Gonzalo Mallarino sobre su libro. 

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