EL POETA
MARCO FIDEL CHAVES
Por Héctor Fabio Varela Bejarano ( 1 )
Cali,
octubre 1996
.
Chaves y Varela
Chaves y Varela
Tomado de la Antología de Héctor Fabio Varela
B.,
realizada por sus hijos Mónica y Simón Varela
Falaschi,
de próxima publicación.
NTC … agradece a los hijos antologistas el aporte y la autorización para
publicarlo.
Así mismo, gratitud para el poeta Javier Tafur González por sus amables gestiones ante ellos.
Cali, Agosto 17 de 2019*
Así mismo, gratitud para el poeta Javier Tafur González por sus amables gestiones ante ellos.
Cali, Agosto 17 de 2019*
Congregámonos en esta ilustre sala para celebrar con profunda complacencia
los cincuenta años de las nupcias de Marco Fidel Chaves con la poesía. Es un
singular aniversario. No se ha registrado que alguien se acuerde de otro
alguien por haber sido fiel durante tanto tiempo a la búsqueda de la belleza.
Conmemoramos hoy que hace cinco décadas un visionario partió en busca de un
fantasma, jamás capturado, pero que en las revueltas del camino le reveló,
desde lejos, el esplendor de los ideales inalcanzables.
El poeta Chaves ha dejado testimonio de su aventura intelectual en tres
libros de versos que constituyen, hasta ahora, su “ópera omnia” poética: Oscuro
mediano, Edipo Negro y Tiresias el Vidente, reunidos hace poco bajo el rubro
general de Batalla con la Luz. Los solos títulos acusan su amor a los símbolos
y los mitos como vehículo para llegar al conocimiento de las humanas
realidades. Es porque el poeta es en esencia un ser metafísico. No aprisiona
las cosas en su materialidad tangible sino en su trascendencia. Habla siempre
en metáforas y en imágenes.
Hay imágenes y metáforas de primer grado. Son aquellas en que los términos
de comparación son inmediatos. Otras veces, en las de segundo grado, se suprime
el elemento intermedio que les sirve de enlace para que el lector deduzca la
idea implícita. Cuando García Lorca dice: “El jinete se acercaba tocando el
tambor del llano”, está claro que los golpes de los cascos sobre la llanura son
semejantes al redoblar de los tambores. Pero otras veces la relación es más remota, se
aleja de la deducción lógica, hace referencia a experiencias o pensamientos
aparentemente inconexos, unidos sin embargo por un hilo invisible y sobrepuesto
a la realidad. Esta manera de expresarse, tan válida en pintura como en poesía,
se llama en francés surrealismo y en español sobrerrealismo. A ella ha sido
Chaves adicto. Sus versos están impregnados de esa estética.
A Oscuro Meridiano y a Edipo Negro me referí no hace mucho en los
siguientes términos: “Desde el punto de vista formal los dos libros son
semejantes, en uno y otro campean el verso largo, parecido a los versículos
bíblicos; la ausencia de rima, pero no de ritmo y la libertad de expresión, le
permite las más audaces metáforas. Pero no es fácil para los no iniciados
descifrar su mensaje porque suele envolverlo en cendales de enigma y de
misterio. En cierto modo recuerda a poetas que como William Blake y Gerardo de
Nerval, se hundían en los más profundos abismos de la desolación y la angustia."
En los poemas de Oscuro Meridiano se sumerge en los eternos temas de la
poesía: la ausencia, la muerte, el tiempo, la perecedera condición de los seres
y las cosas, la irremediable nostalgia. Pero no canta esos motivos desde fuera,
como si ya se le hubieran desentrañado. No; los mira desde la más volcánica
intimidad, en lucha contra su despótica presencia. En esto consiste el
sobrerrealismo que tan en boga estaba, en poesía y pintura, cuando Chaves
comenzó su periplo poético. De allí quizás sus insólitas asociaciones de ideas
y de sentimientos. En su Anti-réquiem para Marilyn Monroe, la triste y bella
Venus de nuestro tiempo, a quien la soledad y la desesperanza empujaron hacia
la puerta irreversible, se oyen estas palabras de protestas: “Nadie supo quién
eras, nadie sospechó que llevabas una paloma rota donde creció un murciélago”.
Y ese canto a sí mismo que es El sueño de Marco Fidel, comienza con esta
terrible alusión: “He aquí que puse mi cabeza sobre una almohada de culebras, y
fui cegado por un sonoro camaleón de sueño”.
Sí; chaves no quiere mostrar las cosas como son sino superar su condición
real para expresarlas como aparecen confusamente en su espíritu, cosidas a
otras por hilos mentales y sentimentales. Su meridiano es oscuro para el lector
ligero, pero claro y esplendoroso, para quien se sume a sus delirantes sueños.
Sin abandonar sus metáforas y sus imágenes sobrerrealistas, en Edipo Negro
tiende Chaves puentes de comunicación con el mundo exterior, con los símbolos
de la cultura. Interpreta a Heráclito para decir que sin él nadie sabría que existe
el movimiento, el no ser o la nada, la fluencia. Se acerca con una antorcha en
la mano a dialogar con Góngora, el ángel de las tinieblas. Y sabe que Otelo
mató a Desdémona únicamente porque dejó de ser bella. El tema de Dios, que en
el libro anterior le había merecido una amarga imprecación por sus olvidos, se
le convierte en este libro en ansiedad incesante: “Busco a Dios por tu pelo
como un loco, por tu espalda también y por tu boca”, clama en su poema Búsqueda
metafísica. Y en otro gime: “No sé si existes pero te siento sollozar, en la
almohada cuando las piernas callan”.
Edipo Negro es, a pesar de su título y de sus imprecaciones, un libro más
sereno, quizás el camino que le conducirá a la reconciliación con el universo.
Continuará siendo el enigmático que canta, camina y escribe cuanto quiere, pero
sus cantos, sus pasos y su escritura reflejarán las realidades hermosas y no la
desolada visión de los avernos humanos. Llegará, como en el famoso himno, por
el dolor a la alegría.
Después de esos libros iniciales, escrito el primero en su temprana mocedad
y el segundo en sus años de madurez, apareció el último, Tiresias el Vidente,
que resume la quinta esencia de su espíritu. Sus referencias no son ya al mundo
de la cultura, aunque los viejos mitos no le abandonan totalmente. El título,
sin ir lejos, trae desde la mitología griega a Tiresias, el ciego visionario
que representa al poeta que encuentra y percibe la belleza donde el hombre
común sólo halla utilitarias realidades o nauseabundas pestilencias.
En Tiresias se canta a sí mismo y a sus amigos, tengan éstos vida real o
vivan en la superior realidad del arte. Entre estos últimos desfilan por sus
páginas, a veces apenas aludidos, las figuras de la desnuda Lady Godiva, de
Francois Villón, el poeta ladrón y vagabundo, el fugitivo pintor Cézzanne, el
doliente príncipe Hamlet, el poderoso Walt Whitman en su isla de Manhattan,
Claver, el apóstol de los negros, el trashumante Ulises, en quien ama
prefigurarse, y tantos aspectos más que le han acompañado en su tránsito vital
con fidelidad insobornable. Pero ellos apenas la sirven de telón de fondo para
pintar en los primeros planos a sus amigos y a su amado paisaje.
Allí aparecen su madre, con su aire balsámico; la muchacha de otro tiempo,
en cuya piel de agua vivían los luceros; Arnoldo, el expatriado, que a través
de tierras extrañas lleva la patria a cuestas; Gino, sumergido en sus
laberintos interiores: Liliana, romántica como la flor de lilolá; Armando,
siempre gentil, rodeado antaño de bellas muchachas en flor y Hogaño crucificado
de aflicciones; Omar Rayo, quien tras larga errancia ha llegado ya a la
estación del reposo y el equilibrio, geométrico; la fiel Ofelia, reina del país
que él ama; y tantos otros que le han dispensado su lealtad y su afecto.
Está sobre todo el propio Marco Fidel
que se confunde con el Ulises homérico pero es, como él mismo se define, un
mago de lengua penumbrosa y un taciturno ventrílocuo de feria. Detrás están su
natal Puerto Tejada, de betún y bronce; los ríos Cauca, Palo y Paila donde ha
visto reflejada su imagen; el mar, ebrio de soledad y olas amargas; y el Cali
de su infancia sublunar y lejana.
Aquí estamos Marco Fidel para celebrar tus bodas de oro con la palabra
poética, sin olvidar que has sido profesor universitario, investigador
histórico y social, periodista de temas serios, promotor de cultura,
funcionario oficial y humanista no sólo por haber estudiado las literaturas
clásicas y modernas sino, sobre todo, porque como dijo el romano, nada humano
te es ajeno.
Ceñimos tus sienes con el lauro de la admiración, la gratitud por tu obra y
la amistad como en los antiguos torneos provenzales.
Cali, octubre 1996
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NTC … agradece a los hijos antologistas el aporte y la autorización para publicarlo.
Así mismo, gratitud para el poeta Javier Tafur González por sus amables gestiones ante ellos.
Cali, Agosto 17 de 2019
Así mismo, gratitud para el poeta Javier Tafur González por sus amables gestiones ante ellos.
Cali, Agosto 17 de 2019
* NOTA DE NTC ... : Este texto lo recibimos de manos del poeta Javier Tafur González
el día de la CELEBRACIÓN "93-92, Marco Fidel y Ofelia",
el 17 de agosto de 2019, Cali
incluimos este histórico y valioso y pertinente texto.
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