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http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.
Y a los relacionados en: http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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"Los almuerzos"
Evelio José Rosero
Edición Editorial Universidad de Antioquia
Junio 2001.
Ejemplar, único en existencia, adquirido por a NTC ... el 22 de Diciembre de 2009 en la librería Siglo del Hombre Editores. Agradecemos las gestiones de la Señora María Margarita Borda Carranza.
Sobre la nueva edición Tusquets (España), Septiembre 2009, ver: "Los almuerzos". Evelio Rosero. , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_18_archive.html
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EL LIBRO
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
Ilustración de la carátula. Diseño de cubierta: Saul Álvarez Lara.
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El autor por los años 2000-2001.
Fuente:http://www.imaginaria.com.ar/03/9/premio.htm
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Contracarátula del libro.
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TEXTO:
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El reverendo Padre Juan Pablo Almida preside la jefatura de una parroquia en Bogotá, dedicada en apariencia a dar de comer a los necesitados. Los demás habitantes de la parroquia, Tancredo ("iglesia que se respete ostenta su jorobado" nos dice el autor), la procaz y libidinosa Sabina, ahijada del sacristán, el mismo sacristán, oscuro y amargo personaje, y, finalmente, las tres Lilias, las tres viejas que se hacen cargo de la cocina y demás servicios domésticos en la parroquia, conforman un cuadro trágico y alucinante -por lo humano-, signado por una inconformidad rayana en la demencia, que muy pronto tendrá su estallido con la llegada del reverendo San José Matamoros, el misacantano genial, que además de borracho y falso creyente parece alentar el misterio que sólo en la última página será revelado.
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SOLAPA de la carátula.
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
El reverendo Padre Juan Pablo Almida preside la jefatura de una parroquia en Bogotá, dedicada en apariencia a dar de comer a los necesitados. Los demás habitantes de la parroquia, Tancredo ("iglesia que se respete ostenta su jorobado" nos dice el autor), la procaz y libidinosa Sabina, ahijada del sacristán, el mismo sacristán, oscuro y amargo personaje, y, finalmente, las tres Lilias, las tres viejas que se hacen cargo de la cocina y demás servicios domésticos en la parroquia, conforman un cuadro trágico y alucinante -por lo humano-, signado por una inconformidad rayana en la demencia, que muy pronto tendrá su estallido con la llegada del reverendo San José Matamoros, el misacantano genial, que además de borracho y falso creyente parece alentar el misterio que sólo en la última página será revelado.
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SOLAPA de la carátula.
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Texto:
Evelio José Rosero
Medellín, 1958
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En 1979 se dio a conocer con su obra Ausentes, primer Premio Nacional de Cuento Gobernación del Quindío.
En 1979 se dio a conocer con su obra Ausentes, primer Premio Nacional de Cuento Gobernación del Quindío.
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En 1982 ganó el Premio Internacional de libro de cuentos Netzahualcóyotl organizado en México, y en 1983, el Iberoamericano de novela corta La Marcelina, en Valencia, España.
En 1982 ganó el Premio Internacional de libro de cuentos Netzahualcóyotl organizado en México, y en 1983, el Iberoamericano de novela corta La Marcelina, en Valencia, España.
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Autor de la trilogía novelística Primera vez, integrada por las obras: Mateo solo (1984), Juliana los mira (1987) y El incendiado (1988), que obtuvo el segundo Premio Pedro Gómez Valderrama a la mejor novela colombiana publicada en el quinquenio 1988-1992.
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Ha publicado las novelas Señor que no conoce la luna (1992); Muertes de fiesta (1995); Las esquinas más largas (1998); Cuchilla (Premio Latinoamericano NF 2000 de Literatura) y Plutón (2000).
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Se ha destacado su producción literaria para jóvenes y niños con las obras: Pelea en el parque (1990); Para subir al cielo (1993); La duenda (1997. Premio Internacional Enka 2001); El aprendiz de mago y otros cuentos de miedo (Premio Nacional Colcultura 1992); El capitán de las tres cabezas (1995) y Ahí están pintados (1998).
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Cuentos suyos han participado en diversas antologías nacionales e internacionales.
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DETALLES EDITORIALES
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DETALLES EDITORIALES
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Colección Narrativa
Director: Luis Fernando Macías Zuluaga
© Evelio José Rosero . © Editorial Universidad de Antioquia
Director: Luis Fernando Macías Zuluaga
© Evelio José Rosero . © Editorial Universidad de Antioquia
ISBN: 958-655-501-1 -(volumen) . ISBN: 958-655-366-3 (obra completa)
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Primera edición: junio de 2001
Diseño de cubierta: Saul Álvarez Lara.
Primera edición: junio de 2001
Diseño de cubierta: Saul Álvarez Lara.
Diagramación: Adriana Jaramillo Chaparro
Impresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia
Impresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia
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Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia . Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia
Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia . Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia
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Editorial Universidad de Antioquia. Teléfono: (574) 210 50 10. Telefax: (574) 263 82 82 E-mail: mercadeo@editorialudea.com Página web: http://www.editorialudea.com/ .Apartado 1226. Medellín. Colombia
Editorial Universidad de Antioquia. Teléfono: (574) 210 50 10. Telefax: (574) 263 82 82 E-mail: mercadeo@editorialudea.com Página web: http://www.editorialudea.com/ .Apartado 1226. Medellín. Colombia
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Ediciones UNIÓN , Unión de Escritores y Artistas de Cuba 17 No. 354 el G y H. El Vedado Ciudad de La Habana. Cuba .Dirección de correo electrónico: uneac@uneac.co.cu
Ediciones UNIÓN , Unión de Escritores y Artistas de Cuba 17 No. 354 el G y H. El Vedado Ciudad de La Habana. Cuba .Dirección de correo electrónico: uneac@uneac.co.cu
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SOLAPA de la contracarátula.
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Colección Narrativa .
Títulos publicados
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Jaime Alberto Vélez, Un coro de ranas
Jorge Alberto Naranjo, Los caminos del corazón
Juan Diego Mejía, El cine era mejor que la vida
Javier Escobar Isaza, El recuerdo y el silencio
Marío Escobar Velásquez, Diario de un escritor
María Cristina Restrepo, De una vez y para siempre
Juan José Hoyos, Tuyo es mi corazón
Juan Gil Bias, El valle de los perros mudos
Jaime Espinel, Cárdeno réquiem
Humberto Navarro Lince, Casa del palomar del Príncipe
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TEXTO DE LAS TRES PRIMERAS PÁGINAS DE LA NOVELA.
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Tiene un miedo terrible de ser un animal, sobre todo los jueves, a la hora del almuerzo. "Tengo ese miedo horrible", dice, y descubre su joroba reflejada en la ventana. Sus ojos merodean por sus ojos: Se desconoce: "Qué otro" piensa, "qué otro", y escruta su rostro. "Los jueves -se repite-, este jueves, sobre todo, que es el día de viejos". Martes de ciegos, lunes de putas, viernes de familia, miércoles de gamines, y sábado y domingo días de Dios, según el padre: "A descansar los espíritus", le pide, o, lo que es igual, a rezar y batir incienso: misa, misa, misa. Misa hay todos los días, Palabra de Dios, pero cada mediodía entre semana la parroquia es el infierno. Con semejantes almuerzos no queda paz para almorzar. Almuerzan ellos. Él debe vigilar, hacerse cargo de las cosas, desde el principio. Los jueves, sobre todo, cuando tiene un miedo terrible de ser un animal. A las diez de la mañana empiezan a brotar viejos y más viejos de los cuatro puntos cardinales, Bogotá los escupe por docenas; y hacen cola impaciente, recostados a la orilla de la iglesia, ante la puerta lateral que conduce al comedor, y que sólo se abre a las doce en punto, se desplome el granizo o arda el sol, puntas de cuchillo. Los viejos no soportan ningún clima, y tampoco toleran que la puerta de metal sólo se abra al mediodía: su cola es de lamentos y gruñidos, de imprecaciones. Son los únicos que olvidan que su almuerzo es otra caridad del padre Almida. Protestan, como ante
----- 2.
un restaurante, como si fuesen a pagar. Se pretenden clientes de respeto, y él su mesero, el acomodador. "Me quejaré con su dueño" le gritan, "Hemos venido de lejos", "Quiero mi sopa, se hace tarde", "Estoy enfermo", "Tengo hambre", "Abran, abran, me voy a morir", "Abran ya, que ya estoy muerto", y se mueren, en efecto: ya murieron once viejos en los tres años que se llevan ofreciendo los Almuerzos de Piedad del padre Almida: se han muerto en la fila, o mientras almuerzan, y su miedo terrible de ser un animal se reduplica: debe llamar por teléfono a sitios donde nunca contestan, médicos, policía, los institutos y fundaciones que ya están de acuerdo con el padre para colaborar en estos casos, beneméritos y benéficos personajes que si contestan se hacen los olvidadizos cuando más se los necesita: Dicen: "Estamos en camino", "Nos haremos presentes de inmediato", "Un minuto", pero él debe esperar con el cadáver durante horas, en el mismo salón donde se sirven los almuerzos, el muerto y él igual de quietos, cada uno en su silla, los únicos comensales ante la mesa sucia de desperdicios, la fúnebre mesa donde los demás viejos, a pesar de que murió uno de ellos, no dudaron en seguir comiendo y todavía se chancearon a costa del difunto, se apoderaron de los restos de su comida, "A ti ya no te sirve", lo despojaron de un sombrero, una bufanda, un pañuelo, o los zapatos. Afortunadamente para él, no todos los jueves se muere un viejo. Y eso no quiere decir que no tema convertirse en animal. Lo teme siempre, tiene ese miedo horrible, y sobre todo los jueves, cuando termina el almuerzo y debe desalojar: "El padre Almida los espera la próxima semana" les dice, y empieza la batalla. Un fragor de voces de desconsuelo sacude la mesa, los platos, los cubiertos. Son como niños estupefactos. Lo invocan como si él fuese un pariente, un recuerdo:
Lo llaman por nombres insólitos, nombres que luego él sueña y no puede creer que sean realmente esos nombres: Ehich, Schekinah, Ajin, Haytfadik. "Tú no serías capaz ....
----- 3.
de echarme" dicen. Después las protestas. Lloriqueos. Clamores que ruegan, "No quiero irme de aquí, dónde me puedo esconder". Debe levantarlos de las sillas, todos remolones, la mayoría dormidos, sus estómagos repletos de sopa y carne de puerco desmenuzada: su comida se les prepara en papilla, no tienen dientes y mucho menos caja de dientes y además comen lentísimo, adrede, como si no desearan acabar nunca. Sus almuerzos son eternos. Pero acaban, a su pesar, acaban, y él debe despertarlos a gritos, arrearlos como a ganado terco, incluso cargados en brazos y sacarlos en vilo del salón, espantarlos a palmadas y empellones de la iglesia. "Llamaremos al padre Almida" replican los más despiertos, “Nos quejaremos". Él los empuja, uno tras otro, tiene que ser un verdugo a la fuerza, las ancianas pretenden morderlo, se abrazan a su cuello, engarfian sus dedos en su pelo, piden que el padre Almida se haga presente, que son sus abuelas, dicen, sus tías, sus mamás, sus conocidas, y se ofrecen como criadas para la iglesia, o cocineras o jardineras o modistas, algunas se meten debajo de la mesa y se agazapan y encrespan como fieras, amenazan con sus uñas, debe ponerse a gatas, buscarlas, perseguirlas, atraparlas, retirarlas, y no termina todavía su jornada porque si bien los más de los viejos aceptan que deben irse hasta el próximo jueves, siempre quedan diseminados por el salón dos o tres que se fingen muertos, agonizantes, y algunos lo han engañado, logran confundirlo a veces, lo convencen de su muerte, "Que ya nos morimos" dicen los más incautos, descubriéndose, "Yo ya estoy muerto, a mí no me molestes", pero otros siguen de piedra, extendidos en el frío lecho de ladrillo - que es un charco de sopa y arroz desparramados-, los ojos blancos, los miembros tiesos; él pone su oreja en sus pechos: no se les escucha el corazón, eso parece, por instantes, y se reviste de mañas para descubrirlos, invoca la paciencia de Job, les hace cosquillas, en las orejas sucias, en las pestañas, en las axilas que hieden y en la planta de los pies …
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un restaurante, como si fuesen a pagar. Se pretenden clientes de respeto, y él su mesero, el acomodador. "Me quejaré con su dueño" le gritan, "Hemos venido de lejos", "Quiero mi sopa, se hace tarde", "Estoy enfermo", "Tengo hambre", "Abran, abran, me voy a morir", "Abran ya, que ya estoy muerto", y se mueren, en efecto: ya murieron once viejos en los tres años que se llevan ofreciendo los Almuerzos de Piedad del padre Almida: se han muerto en la fila, o mientras almuerzan, y su miedo terrible de ser un animal se reduplica: debe llamar por teléfono a sitios donde nunca contestan, médicos, policía, los institutos y fundaciones que ya están de acuerdo con el padre para colaborar en estos casos, beneméritos y benéficos personajes que si contestan se hacen los olvidadizos cuando más se los necesita: Dicen: "Estamos en camino", "Nos haremos presentes de inmediato", "Un minuto", pero él debe esperar con el cadáver durante horas, en el mismo salón donde se sirven los almuerzos, el muerto y él igual de quietos, cada uno en su silla, los únicos comensales ante la mesa sucia de desperdicios, la fúnebre mesa donde los demás viejos, a pesar de que murió uno de ellos, no dudaron en seguir comiendo y todavía se chancearon a costa del difunto, se apoderaron de los restos de su comida, "A ti ya no te sirve", lo despojaron de un sombrero, una bufanda, un pañuelo, o los zapatos. Afortunadamente para él, no todos los jueves se muere un viejo. Y eso no quiere decir que no tema convertirse en animal. Lo teme siempre, tiene ese miedo horrible, y sobre todo los jueves, cuando termina el almuerzo y debe desalojar: "El padre Almida los espera la próxima semana" les dice, y empieza la batalla. Un fragor de voces de desconsuelo sacude la mesa, los platos, los cubiertos. Son como niños estupefactos. Lo invocan como si él fuese un pariente, un recuerdo:
Lo llaman por nombres insólitos, nombres que luego él sueña y no puede creer que sean realmente esos nombres: Ehich, Schekinah, Ajin, Haytfadik. "Tú no serías capaz ....
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de echarme" dicen. Después las protestas. Lloriqueos. Clamores que ruegan, "No quiero irme de aquí, dónde me puedo esconder". Debe levantarlos de las sillas, todos remolones, la mayoría dormidos, sus estómagos repletos de sopa y carne de puerco desmenuzada: su comida se les prepara en papilla, no tienen dientes y mucho menos caja de dientes y además comen lentísimo, adrede, como si no desearan acabar nunca. Sus almuerzos son eternos. Pero acaban, a su pesar, acaban, y él debe despertarlos a gritos, arrearlos como a ganado terco, incluso cargados en brazos y sacarlos en vilo del salón, espantarlos a palmadas y empellones de la iglesia. "Llamaremos al padre Almida" replican los más despiertos, “Nos quejaremos". Él los empuja, uno tras otro, tiene que ser un verdugo a la fuerza, las ancianas pretenden morderlo, se abrazan a su cuello, engarfian sus dedos en su pelo, piden que el padre Almida se haga presente, que son sus abuelas, dicen, sus tías, sus mamás, sus conocidas, y se ofrecen como criadas para la iglesia, o cocineras o jardineras o modistas, algunas se meten debajo de la mesa y se agazapan y encrespan como fieras, amenazan con sus uñas, debe ponerse a gatas, buscarlas, perseguirlas, atraparlas, retirarlas, y no termina todavía su jornada porque si bien los más de los viejos aceptan que deben irse hasta el próximo jueves, siempre quedan diseminados por el salón dos o tres que se fingen muertos, agonizantes, y algunos lo han engañado, logran confundirlo a veces, lo convencen de su muerte, "Que ya nos morimos" dicen los más incautos, descubriéndose, "Yo ya estoy muerto, a mí no me molestes", pero otros siguen de piedra, extendidos en el frío lecho de ladrillo - que es un charco de sopa y arroz desparramados-, los ojos blancos, los miembros tiesos; él pone su oreja en sus pechos: no se les escucha el corazón, eso parece, por instantes, y se reviste de mañas para descubrirlos, invoca la paciencia de Job, les hace cosquillas, en las orejas sucias, en las pestañas, en las axilas que hieden y en la planta de los pies …
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COMPLEMENTACIONES Y ACTUALIZACIONES
COMPLEMENTACIONES Y ACTUALIZACIONES
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*** ‘Los almuerzos’. Evelio Rosero. Reedición de Tusquets en España, Septiembre 2009, 144 págs. Primera edición: editorial de la Universidad de Antioquia, 2001-
Los pecados de la caridad. La novela ‘Los almuerzos’ de Evelio Rosero.
Por: Angélica Gallón Salazar.
El premiado escritor Evelio Rosero regresa a las librerías con una obra que escudriña las entrañas de una parroquia en donde la bondad no se viste de túnica. EL ESPECTADOR .com Cultura 17 Dic 2009 - 10:22 pm. Impreso Dic. 18, 2009.
Allí: detalles del libro y del autor, imágenes, textos, fragmentos, video, enlaces, ....
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EL PAÍS de España incluye a Evelio Rosero como uno de los Protagonistas 2009, CREADORES. EL PAÍS, España, Dic. 23, 2009, con texto "Vivos que han muerto en vida" por Juan Gabriel Vásquez. Detalles, el texto de Vásquez y otros publicados en este periódico, ver: "Los almuerzos". Evelio Rosero. , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_18_archive.html
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Foto publicada en EL PAÍS de España.
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Imágen de lo publicado en EL PAÍS (España)
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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Imágen de lo publicado en EL PAÍS (España)
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Una gran novela (‘Los almuerzos’, Evelio Rosero.)
Ojo a las hojas . Por: Juan David Correa Ulloa ojoalahoj@yahoo.com
El Espectador .com Opinión 7 Ene 2010 - 10:21 pm
http://www.elespectador.com/columna180970-una-gran-novela Impreso 8 Ene 2010.
Difunde: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Enero 9, 2010 (Los enlaces, con el debido respeto, son de NTC …)
En junio de 2001 Evelio Rosero publicó (1) en la editorial de la Universidad de Antioquia Los almuerzos, novela que gracias a los premios recibidos el año pasado se reeditó en septiembre ( 2 ) de 2009 en el sello español Tusquets.
Se trata de una de las más sobrecogedoras novelas que se han escrito sobre Bogotá y causa desconcierto leerla ahora cuando, al parecer, no mucha gente la había tenido en cuenta cuando se publicó. Ese parece ser el drama de muchos escritores colombianos que publican en sellos serios como el de la universidad mencionada y que deben pasar primero por el reconocimiento internacional para que acá comencemos a leerlos.
Los almuerzos es una novela estupenda que todo el mundo debería leer. Y digo que es estupenda, además de lograda, porque en tan sólo 140 páginas Rosero ha sabido conjurar un mundo que no es fácil de narrar. Un mundo que no es otro que el de una ciudad como Bogotá que, en muchas ocasiones, cuando se imagina para la literatura, aparece lleno de frases grandilocuentes o de lugares comunes.
Rosero, como el gran escritor que es, eligió el pequeño escenario de una iglesia; a un puñado de personajes brillantemente conseguidos y una manera de contar que nos recuerda que la suya es escritura superlativa: uno se siente leyendo a un clásico que ha sabido escoger con paciencia cada palabra, cada adjetivo, cada frase, para desde allí hacernos partícipes de un universo particular que resulta, tras la lectura, de una tristeza enorme.
Tancredo, el jorobado y ayudante de una iglesia bogotana, es el encargado de servirles una ración de caridad a los desposeídos, a los gamines, a los ciegos, a los viejos, a esos en que nadie fija su mirada. Esos almuerzos, preparados por las tres Lilias —tres hermanas chismosas— y auspiciados por el padre Almida, son la excusa para contar la historia de esa vieja parroquia de un amor tormentoso, de una serie de pasiones ocultas y de una manera de ser, cicatera y oscura, de algunos bogotanos.
Almida debe salir por primera vez de la iglesia en años y consigue un reemplazo para la misa. Así aparece el padre Matamoros, un alcohólico y brillante misacantano, para subvertir un orden hasta ese momento imperturbable. Lo que ocurre desde la misa de la noche hasta el amanecer del otro día es esta novela en la cual se esconden secretos que vamos develando gracias a la inteligencia de una narración que nos recuerda porqué Evelio Rosero es ya un escritor consagrado en buena parte del mundo.
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( 1 ) "Los almuerzos". Evelio José Rosero. Edición UdeA, Junio 2001.
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_23_archive.html
( 2 ) "Los almuerzos". Evelio Rosero.
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_18_archive.html
Ojo a las hojas . Por: Juan David Correa Ulloa ojoalahoj@yahoo.com
El Espectador .com Opinión 7 Ene 2010 - 10:21 pm
http://www.elespectador.com/columna180970-una-gran-novela Impreso 8 Ene 2010.
Difunde: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Enero 9, 2010 (Los enlaces, con el debido respeto, son de NTC …)
En junio de 2001 Evelio Rosero publicó (1) en la editorial de la Universidad de Antioquia Los almuerzos, novela que gracias a los premios recibidos el año pasado se reeditó en septiembre ( 2 ) de 2009 en el sello español Tusquets.
Se trata de una de las más sobrecogedoras novelas que se han escrito sobre Bogotá y causa desconcierto leerla ahora cuando, al parecer, no mucha gente la había tenido en cuenta cuando se publicó. Ese parece ser el drama de muchos escritores colombianos que publican en sellos serios como el de la universidad mencionada y que deben pasar primero por el reconocimiento internacional para que acá comencemos a leerlos.
Los almuerzos es una novela estupenda que todo el mundo debería leer. Y digo que es estupenda, además de lograda, porque en tan sólo 140 páginas Rosero ha sabido conjurar un mundo que no es fácil de narrar. Un mundo que no es otro que el de una ciudad como Bogotá que, en muchas ocasiones, cuando se imagina para la literatura, aparece lleno de frases grandilocuentes o de lugares comunes.
Rosero, como el gran escritor que es, eligió el pequeño escenario de una iglesia; a un puñado de personajes brillantemente conseguidos y una manera de contar que nos recuerda que la suya es escritura superlativa: uno se siente leyendo a un clásico que ha sabido escoger con paciencia cada palabra, cada adjetivo, cada frase, para desde allí hacernos partícipes de un universo particular que resulta, tras la lectura, de una tristeza enorme.
Tancredo, el jorobado y ayudante de una iglesia bogotana, es el encargado de servirles una ración de caridad a los desposeídos, a los gamines, a los ciegos, a los viejos, a esos en que nadie fija su mirada. Esos almuerzos, preparados por las tres Lilias —tres hermanas chismosas— y auspiciados por el padre Almida, son la excusa para contar la historia de esa vieja parroquia de un amor tormentoso, de una serie de pasiones ocultas y de una manera de ser, cicatera y oscura, de algunos bogotanos.
Almida debe salir por primera vez de la iglesia en años y consigue un reemplazo para la misa. Así aparece el padre Matamoros, un alcohólico y brillante misacantano, para subvertir un orden hasta ese momento imperturbable. Lo que ocurre desde la misa de la noche hasta el amanecer del otro día es esta novela en la cual se esconden secretos que vamos develando gracias a la inteligencia de una narración que nos recuerda porqué Evelio Rosero es ya un escritor consagrado en buena parte del mundo.
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( 1 ) "Los almuerzos". Evelio José Rosero. Edición UdeA, Junio 2001.
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_23_archive.html
( 2 ) "Los almuerzos". Evelio Rosero.
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_18_archive.html
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