martes, 2 de julio de 2013

Colección CantaRana. 2013. Uceva, Tuluá. Tres nuevos títulos.

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Colección CantaRana , 2013 

Tres nuevos títulos 

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Prólogo

Repasando el domingo, el Magazín y la vida

Por Carolina Urbano

Existen hitos en la historia de la cultura en Colombia de los que hay que hablar con un poco de nostalgia y sobre todo de impotencia, como es el caso del suplemento del periódico El Espectador conocido como el Magazín Dominical y de la emisora HJCK que recordamos por su lema: “Una emisora para la inmensa minoría”, dos ejemplos claros de que, en algunas ocasiones, los cambios tecnológicos no significan progreso sino decadencia. Recuerdo que cuando decidieron ponerle fin a estos medios de divulgación cultural (para darles la peor defunción por vía de los medios en línea) sentí que algo que constituía el patrimonio cultural del país se estaba perdiendo con la dureza del comercio y de las tendencias light que predominan en el momento bajo la idea, más bien insulsa, de que para atraer al público hacia la cultura hay que ser menos intelectual y más divertido y/o accesible. Es una posición facilista y superficial porque ningún otro medio impreso ha logrado superar la calidad de este magazín, por lo que seguramente perdimos sus lectores, los cuales, además no creo hayamos aumentado en número.

Durante setenta y cuatro años, el Magazín Dominical del Espectador fue el suplemento con el que los colombianos de provincia nos formamos en la literatura y las artes, ya que la divulgación cultural era mucho más escasa que ahora y sin la ayuda de Internet, así que generación tras generación, miles de curiosos tuvieron la posibilidad de alimentarse de la calidad de este suplemento ante la precaria condición de las bibliotecas locales o simplemente  para saber lo que ocurría en el mundo de las artes y las letras. El Magazín dio a conocer en su primera etapa a intelectuales y escritores de la  talla de Luis Eduardo Nieto Caballero,  Alberto Lleras Camargo, Rafael Maya o Luis Vidales. Durante los veinte años siguientes fue el registro del crecimiento de las letras en nuestro país con colaboradores como Eduardo Zalamea Borda, Guillermo Cano, Gabriel García Márquez, Germán Pinzón, e ilustradores como Enrique Grau y Héctor Osuna.

Es a partir de los años noventa, con la coordinación de Marisol Cano y Juan Manuel Roca, que el poeta Omar Ortiz hace parte del grupo de colaboradores por cerca de diez años en los cuales comparte al lector los gustos y experiencias literarias que marcaban su vida y que este libro, con una rigurosa selección por parte del autor, quiere rescatar del polvo de las bibliotecas y de las polillas. Es por lo tanto, un homenaje a uno de los medios impresos más importantes que ha tenido Colombia, y por otro lado, una mirada al poeta Ortiz desde su propia voz que en retrospectiva, podríamos decir, nos cuenta los libros y autores que le han dado la madurez en el oficio que hoy tiene.

Repasando el domingo, nos devuelve la aguda mirada de escritores vallecaucanos como Álvarez Gardeazábal y Cruz Kronfly, o la riqueza de la poesía contemporánea del Perú, con el grupo “Poetas de los lunes” o de la literatura y cultura Brasileña en su escrito “Inventor de Bahía” haciendo alusión a Jorge Amado. Pero quizás uno de los escritos más sorprendentes e interesantes sea “La religión es azul”, texto cargado de una nostalgia poética de la noche, de la poesía maldita, de la mística que cada verso lleva tras un velo o un manto de plata, como el de la luna, como el de los arquetipos poéticos que siguen vigentes si se los sabe tocar, es decir, leer. Allí encontramos una declaración de principios, una confesión frente a la poesía y la vida, con un tono que difícilmente volveremos a encontrar en la voz del poeta, porque representa etapas de la vida que el tiempo no olvida pero que reescribe y transforma.

Como siempre, los buenos escritos y las sabias reflexiones trascienden su tiempo y se hacen vigentes con cada lector, por esto en la entrevista con Fernando Cruz Kronfly, el escritor nos recuerda que “El gran género es la poesía. Y por eso la prosa que me preocupa es una prosa poética, y cuando me refiero a una prosa poética hablo de una prosa que trata que el lenguaje no sea obvio, sino que tiene unos niveles de elaboración formal, que las palabras aparezcan reunidas de nuevo por primera vez. Similar al mundo de la poesía”. Eso es algo que Omar Ortiz sabe muy bien, por eso en prosa o en verso lo que su universo siempre dibuja, a pesar de la crudeza o belleza de la realidad, está  permeado por el género al que Hölderlin, Novalis o Tralk, hicieron sus honores.
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Prólogo

La apuesta narrativa de Norman Muñoz

Carolina Urbano

 Después de incursionar en la literatura desde el género poético, Norman Muñoz se inicia en la narrativa con El vendedor de milagros, título que corresponde a uno de los cuentos, quizás el más representativo, que muestra una parte de la idiosincrasia de Colombia, del Valle y, sobretodo, los vericuetos de su ciudad natal: Tuluá. Esta es la constante en la propuesta narrativa de Muñoz, quien alejado de las pretensiones de ganar espacios de reconocimiento rápido, no se deja seducir por el tema de la literatura sicaresca; o por el estilo repleto de imágenes y carente de poesía que lleva a pensar más en un guión cinematográfico que en buena narrativa; tampoco utiliza la estrategia de la primera persona, ni la narración oral en la que se escribe tal como se habla desde un lenguaje estridente y fuerte; y mucho menos acude a los recursos musicales tradicionales, como parte de su lenguaje. En otras palabras, Muñoz no parte de las características en las que se ha enfrascado la actual narrativa colombiana y vallecaucana, en estos diez cuentos encontramos una búsqueda muy personal y honesta en la escritura,  que constituye el mayor mérito del libro, ya que así el lector puede encontrar otro tipo de historias, de personajes, de desenlaces.

Aun si entre los cuentos existen personajes sicarescos, como en el caso de Confesiones de un verdugo, el lenguaje utilizado nos mete en la psicología del personaje, no en una riada de imágenes sangrientas y morbosas, pues todas las historias, aunque relacionadas con un universo cotidiano y de provincia, están contadas desde el prisma de la ficción y no de los  efectos. Parece que Muñoz quiere mostrar que no hay temas anacrónicos y que lo más importante en una historia es, por supuesto, su trama, pero también la manera como se cuenta. Es lo que sucede con Isabel, la protagonista del cuento Ella y el gigante, porque solo en una ciudad pequeña, con los espacios y costumbres de Tuluá, este personaje puede resultar verosímil y permitir el despliegue narrativo de su autor, que va a llegar a su punto máximo en El vendedor de milagros, en el cual hace notar su capacidad para apropiarse de las anécdotas que percibe, vive, recibe y recrea de su  ciudad.

También encontramos que el autor está interesado en experimentar juegos a través del narrador, el cual no es constante, sino que pasa de uno a otro, quizás para no traicionar cierto pudor en el lenguaje que busca ser claro y agudo sin necesidad de ser directo y obvio. Esta es otra constante en el libro, que se ve más claramente en los cuentos Uno que parecen dos y Angosto es el camino hacia la locura, pues las intervenciones entrecortadas de los personajes hacen que la historia se vuelva más dinámica, que genere tensiones y expectativas en el lector.

 Así es la afortunada apuesta que le está haciendo el escritor tulueño para perseguir su voz narrativa, la cual tiene muchos riesgos, porque no seguir las tendencias de la época puede tener un costo muy alto. Sin embargo, el conocimiento y apropiación de su universo inmediato, de sus rutinas y sus principios de vida, convertidos en el móvil que lo inspira, puede tener la fuerza que se requiere para adquirir el arte de contar historias. 
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Prólogo

Buenos aires affaire

Omar Ortiz

Como todo joven que alimente un proyecto de vida que le permita ser competitivo en el campo laboral, Juan Carlos Escobar Rivera decidió partir hacia Buenos Aires en busca de un posgrado en ya no recuerdo que importante disciplina académica. Pero aunque al principio no lo tenía claro poco a poco fue entendiendo que su viaje, más que una búsqueda de crecimiento profesional, era el sendero que deben recorrer los iniciados. Sin ser consciente de ello Juan Carlos repetía esa suerte de exilio que algunos deben afrontar para encontrar su verdadero destino. Comenzó así su periplo por los trabajosos caminos de la creación literaria, enfrentando el reto de ficcionar la realidad, de crear sus propios mundos a partir de contar historias, narrando sus encierros, sus vivencias, sus obsesiones.

Fruto de ese desplazamiento de sus capacidades creativas es este su primer libro, Gente de mucho querer, donde el lector encontrará una novedosa propuesta narrativa ajena a todo tipo de pretensión formal, pero sí abundante en humor, cargada de ironía y presentada con un lenguaje fresco y actual, más no ajeno a la reflexión y a una crítica feroz del mundo que nos corresponde, cada vez más extraño y ajeno. En dos partes, En Blanco y Amor virtual, el autor reúne veinte cuentos protagonizados por la soledad, el desamor, los desencuentros familiares y el absurdo de una cotidianidad que ha borrado el paisaje, la holgazanería y el ocio, en la vorágine del consumo, de la producción, de la eficacia y en fin de cada uno de los usuales desatinos con los que amanecemos y anochecemos. Las cortas pero punzantes historias reunidas en Gente de mucho querer, proponen un universo donde se venden corazones, se cometen inocentes obscenidades, se equivocan los zapatos y las muchachas siempre terminan por escabullirse en un juego donde siempre perdemos los boletos.

Este libro es el resultado del trabajo de un autor juicioso que sabe que lo interesante es todo aquello por lo que hemos perdido el interés y que sin duda, a partir de esta su primera publicación, va a dar mucho de qué hablar en el revuelto campo de las letras nacionales.
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De: gustavo alvarez gardeazabal

Fecha: 9 de julio de 2013 17:14
Asunto: en la luciernaga hoy antes de las 5

EL LIBRO DEL DIA.


gente de mucho querer, de  juan carlos escobar rivera. este colombiano, estudiante en  la universidad de la plata en argentina, publica un extraordinario libro de cuentos, con narraciones modernas, ingeniosas y cargadas de humor chismoso. 98 paginas, edito cantarana de la universidad uceva, vale 30 mil pesos.

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27 de marzo de 2011

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25 de diciembre de 2010


"Notas sobre la fundación de Tuluá". Jacques Aprile Gniset. Colección Canta Rana. UCEVA.

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