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http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.
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LOS OASIS DE LA PROSA
Por: Alejandro José López Cáceres
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Te habrá pasado, seguramente, que cuando estás leyendo te encontrás con una línea brillante, de esas que uno quisiera recordar porque sintetizan poéticamente cierta idea, alguna sensación, determinada intuición. Y te dejás llevar por ese impulso inconsciente que te hace agarrar un lápiz, o un resaltador, y usarlo para destacarla. Después, al concluir la lectura, cuando sucumbís a la tentación de echar una última ojeadita para despedirte del volumen -antes de instalarlo temporalmente en su anaquel-, ahí aparecen todas, notorias ya gracias a tu sensibilidad de lector. Tal vez podríamos denominarlas “frases subrayables”, o quizás “oasis de la prosa”. Porque son eso, pequeños manantiales verbales que fueron escritos para tu deleite.
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Por cierto que acabo de terminar, muy gratificado, “Reina de América”. Descubro que he dejado este libro de Nuria Amat repleto de trazos. Al volver sobre éstos, me doy cuenta de que su profusión es directamente proporcional a la felicidad que me ha causado esta novela. Releo algunos apartes y lo confirmo: estoy ante una auténtica orfebre del lenguaje. Y he de anotar que mi alegría de lector tiene visos de descubrimiento, pues ya no abundan -en estos tiempos de escritura industrial- autores que cultiven eso que Roland Barthes denominó “el artesanado del estilo”.
Por cierto que acabo de terminar, muy gratificado, “Reina de América”. Descubro que he dejado este libro de Nuria Amat repleto de trazos. Al volver sobre éstos, me doy cuenta de que su profusión es directamente proporcional a la felicidad que me ha causado esta novela. Releo algunos apartes y lo confirmo: estoy ante una auténtica orfebre del lenguaje. Y he de anotar que mi alegría de lector tiene visos de descubrimiento, pues ya no abundan -en estos tiempos de escritura industrial- autores que cultiven eso que Roland Barthes denominó “el artesanado del estilo”.
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En “Reina de América” se nos cuenta el periplo de Monserrat, una joven española que viaja a Colombia con Wilson, su marido escritor. La costa del Pacífico es el escenario de esta historia en la que se dan cita los ejecutores de nuestras calamidades interminables: la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes y la Fuerza Pública. Orientada por los pasos de la negra Aída -acaso el más entrañable de los personajes creados por Amat-, nuestra protagonista recorre la selva tropical y descubre el Pozo de las Mujeres Muertas, centro de acopio del comercio cocalero.
En “Reina de América” se nos cuenta el periplo de Monserrat, una joven española que viaja a Colombia con Wilson, su marido escritor. La costa del Pacífico es el escenario de esta historia en la que se dan cita los ejecutores de nuestras calamidades interminables: la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes y la Fuerza Pública. Orientada por los pasos de la negra Aída -acaso el más entrañable de los personajes creados por Amat-, nuestra protagonista recorre la selva tropical y descubre el Pozo de las Mujeres Muertas, centro de acopio del comercio cocalero.
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La condición de extranjera permite que Rat (Monserrat) advierta lo insólito del entorno y de las situaciones; pero, al mismo tiempo, hace que recaiga sobre ella el peso de la segregación. En su narración de tono intimista nos da cuenta de dichas sensaciones y percepciones. Sin embargo, esta mujer blanca inmersa en una población negra llega a integrarse de forma dolorosa. La violencia tiene la cruel facultad de igualar a todo el que transfigura en víctima. De manera que, al ser adoptada por la tragedia, Rat termina convertida en un miembro más de la comunidad.
La condición de extranjera permite que Rat (Monserrat) advierta lo insólito del entorno y de las situaciones; pero, al mismo tiempo, hace que recaiga sobre ella el peso de la segregación. En su narración de tono intimista nos da cuenta de dichas sensaciones y percepciones. Sin embargo, esta mujer blanca inmersa en una población negra llega a integrarse de forma dolorosa. La violencia tiene la cruel facultad de igualar a todo el que transfigura en víctima. De manera que, al ser adoptada por la tragedia, Rat termina convertida en un miembro más de la comunidad.
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Antes de cerrar la novela de Nuria Amat, caigo en la cuenta de que las “frases subrayables” tienen diferentes modos de ser. De hecho, históricamente han recibido nombres distintos según la clase de repercusión que busquen en el lector. Las que aparecen en las obras de Balzac, de matiz moralizante, son denominadas apotegmas: “hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir”. Aquellas de connotación filosófica, y que parecen formas poéticas de la definición, son aforismos, como los que estilaba Oscar Wilde: “el cigarrillo es el perfecto ejemplo del placer perfecto. Es exquisito y deja insatisfecho”. Hay otras que giran en torno al humor -Ramón Gómez de la Serna, su creador, las llamó greguerías-; García Márquez suele recurrir a ellas con mucha fortuna: “la estatua en cuya cabeza se fija una paloma debería sonreír”.
Antes de cerrar la novela de Nuria Amat, caigo en la cuenta de que las “frases subrayables” tienen diferentes modos de ser. De hecho, históricamente han recibido nombres distintos según la clase de repercusión que busquen en el lector. Las que aparecen en las obras de Balzac, de matiz moralizante, son denominadas apotegmas: “hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir”. Aquellas de connotación filosófica, y que parecen formas poéticas de la definición, son aforismos, como los que estilaba Oscar Wilde: “el cigarrillo es el perfecto ejemplo del placer perfecto. Es exquisito y deja insatisfecho”. Hay otras que giran en torno al humor -Ramón Gómez de la Serna, su creador, las llamó greguerías-; García Márquez suele recurrir a ellas con mucha fortuna: “la estatua en cuya cabeza se fija una paloma debería sonreír”.
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Los “oasis de la prosa” que aparecen en “Reina de América” tienen un carácter particular. Quizás podríamos designarlos como aforismos fenoménicos, pues son síntesis verbales que no suelen estar destinadas a condensar ideas sino a iluminar sensaciones, a capturar percepciones. Así, cuando está más asustada, Monserrat nos dice: “cada uno llevaba una historia oculta en su silencio. Algo con qué amarrar el vértigo del miedo”. Y dejá que me despida con éste, que es una joya: “la noche era un enorme corazón negro que no cesaba de latir a nuestro lado”.
Los “oasis de la prosa” que aparecen en “Reina de América” tienen un carácter particular. Quizás podríamos designarlos como aforismos fenoménicos, pues son síntesis verbales que no suelen estar destinadas a condensar ideas sino a iluminar sensaciones, a capturar percepciones. Así, cuando está más asustada, Monserrat nos dice: “cada uno llevaba una historia oculta en su silencio. Algo con qué amarrar el vértigo del miedo”. Y dejá que me despida con éste, que es una joya: “la noche era un enorme corazón negro que no cesaba de latir a nuestro lado”.
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Reina de América , Nuria Amat, . Editorial Norma. Bogotá, 2007 (2002).
http://www.librerianorma.com/producto/producto.aspx?p=Yyl1qVx/vKh1LGJ4aNlP2WPCgqMVc0/a
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Reina de América , Nuria Amat, . Editorial Norma. Bogotá, 2007 (2002).
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La letra y el garabato , Allí otros textos del escritor