Publica y difunde: NTC …* Nos Topamos Con …
Intermedio
Canto al
Señor
y al amor
carnal
Jotamario Arbeláez
Desde que tenía 17
años estoy escribiendo en la prensa sobre temas que en un principio eran vedados,
como atacar al gobierno y a la santa madre iglesia, usar terminología
subida de tono, hacer la apología descarnada del sexo y promover el turismo
lisérgico.
Ello respondía a los presupuestos ideológicos de un movimiento sísmico
en las conciencias y de trasegar palabrero, al que había adherido,
y que no tardaron en aceptar los medios de comunicación, así se supiera
de sobra que no comulgaban con ello.
He sido columnista –y comunicador esporádico–, de casi todos los
periódicos y revistas de Colombia,
en especial de El País, El Tiempo, El Espectador, El Siglo, Occidente,
El Espacio, El Expreso, El Pueblo, Cromos, Carrusel, Semana, Soho, revista Anda
y NTC ...
y en todos ellos me han permitido publicar lo que el espíritu santo o el
espíritu burlón me han dictado.
En un principio era
rabioso confrontador de todo lo considerado lesivo contra la dignidad y la vida
de mis semejante terrícolas o vecinos de barrio, cosa que implicaba algún
riesgo.
Me aconsejaron de algunas redacciones que no fuera tan directo, primero
porque podría correr riesgos con los denunciados armados o amparados por los
armados,
y segundo porque la injuria hace perder el efecto de la denuncia.
De modo que apelé a lo mejor que sé hacer, al igual que mis compañeros
de grupo, y fue apelar a la gran mamadera de gallo, esa que Gabo elevaría
después a la categoría de género literario.
En tal forma se podía pisar callos sin que los afectados atinaran a
responder con una patada. Manes del viejo Charlot.
Pero resultó de lo más
simpático que los que respondían no eran los en directos afectados, los
denunciados, los señalados,
sino escritores del suelo raso, rivales que no soportaban que uno se
fuera creciendo con la publicación sistemática de sus sarcasmos.
Y apelaron, en particular uno que
todos identifican con irrisión,
a los correos de prensa fingiendo con sucesivos seudónimos sentirse
mortificados en su moral de ciudadanos decentes,
y pidiendo a los medios que cancelaran colaboraciones tan oprobiosas, de
sujeto tan repelente y mal escritor,
a pesar de haber recibido los premios más significativos de la prosapia
española, cosa que más les alborotaba la ira.
Es el mismo personaje
que comenzó espolvoreando en el aire la especie de que el poeta Juan Manuel
Roca era del estado mayor de las Farc,
acusación que a pesar de ser tan ridícula, pues todos conocemos de vieja
data el rechazo de Roca hacia esa
guerrilla pilla,
no dejaría de conllevar un peligro para el dolosamente acusado
en un país donde a cuántos no han asesinado por señalamientos torcidos.
Roca y Jota en una exposición de Mordzinski.
2014.
Ahora un círculo de poetas mexicanos enfurecidos porque un festejo literario en Marruecos homenajeó la
trayectoria literaria de Roca.
han hecho lo propio, agraviándolo con el primer epíteto y agravándolo
más aún, con que el poeta, que a veces también se las trae de picapleitos,
fuera un enviado del narcotráfico.
Acusación gratuita y canalla, por no decir lapidaria, no sólo por el
riesgo que conlleva con las facciones opuestas, sino con la misma ley
internacional que tendría que entrar a verificar
y al no encontrar fundamento en el envenenado chisme con que se deshonra
desde adentro al país azteca
sancionar a los indignos poetas, a los que ya la misma poesía deberá
conducir al círculo del infierno donde nadan los hijos de la gran chingada.
A quienes no los debería volver a
saludar ningún coterráneo decente ni ningún poeta con cara. Y ni su misma
familia abochornada con el apellido.
Pues si hay algo más ruin que ser sapo es ser sapo de falsedades.
Pero estaba hablando
de las flatulencias del enemigo que me queda contra mis columnas de prensa, como
ésta, algunas de las cuales posteriormente voy convirtiendo en poemas a mi
estilacho.
Me han aplaudido más mis escritos en Calicuta que en Cali, Valle.
La directora del Instituto Rabindranath Tagore me dijo, a través del
intérprete, que no entendió muy bien lo que decía en mis romanzas,
pero que nunca olvidaría el fascinante timbre de mis raspsodias.
Y eso que en la función de gala estaba acompañado por Chocquibtown,
el grupo colombiano afro descendiente que con su ritmo saca la cara por
Colombia en el exterior.
Ahora tengo 77, 60 años
más que cuando empecé, y la joda de los rivales sobrevivientes continúa con la
misma saña, ya bastante mamona, vale decir.
Y peor todavía cuando he dejado de ser contradictor social o político,
y he enfilado mis temas por los senderos de la erótica y de la mística,
a la manera de Don Juan de la Cruz y San Juan Tenorio.
Referido a la primera, me considera el infamante lector un depravado
confeso, algo así como el monstruo de los mangones literarios.
Porque en este país –como lo señalaba en su momento el poeta X-504–.
donde asesinan a 50 campesinos diariamente, no soportan un poema donde se haga
el amor humanamente una sola vez.
Y cuando me refiero a la espiritualidad mística ahí sí que peco.
He confesado en este mismo ámbito que me he reencontrado con el Señor
Jesucristo, y es anatema.
Cristianos cerreros creen que sigo mamando gallo, pues les es más
escandaloso que mi antañón ateísmo el que retorne al redil de Cristo,
cuando me oyen manifestar mis reservas con respecto a las
contradictorias iglesias que pretenden representarlo.
Al oírme decir que el nadaísmo ha de ser la cruz roja de la religión.
apelan al exorcismo.
Los estigmas profundos que les muestro en las palmas de mis manos los
atribuyen a Onán.
No sé si tengo el halo visible, que me retiro con la diestra para
saludar a las damas.
Si me levanto algunos centímetros del suelo se lamentan de que siga
metiendo hongos.
Apuestan a que el Cristo cristal al que he dado albergue en mi corazón es
diabólico. Posiblemente un recurso forzado del Anticristo.
Pues es inaceptable que permita que me hunda a la vez en el espiritualismo más diáfano y en la inmunda sensualidad.
Pero si rechazo la carne en qué quedo. No creo que nadie acceda a
estrecharse con un espíritu puro.
Me mantengo en mis trece
de que si Dios es Amor, igualmente el Amor es Dios. Y a ambos elevo mis
cánticos fervorosos enfebrecido.
Debemos amar a Dios y por sobre todas las cosas deificar el Amor.
“Hay que hacer el amor de Dios con todo el mundo”, escribía la iluminada
María de las Estrellas a los 5 años.
Envío: De modo que ni
para qué siguen con sus insidias buscando que las directivas de los periódicos a
estas alturas del partido me cierren las orondas tribunas,
logradas merced a la celestial influencia y a algunas palancas
terrestres.
Seguiré cantando en ellas hasta que me dure la cuerda, o hasta a que San
Juan agache el dedo, como se dice.
Jehová es mi pastor, nada me faltará, como en realidad nada me falta
y menos la inspiración nadaísta, ahora arreciada por el viento
paráclito.
La montaña
mágica, Villa de Leyva, mayo 14 de 2018
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Publicado, parcialmente, en
http://www.elpais.com.co/opinion/columnistas/jotamario-arbelaez/canto-al-senor-y-al-amor-carnal.html
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