miércoles, 18 de agosto de 2010

CUENTAN. Relatos de escritoras colombianas contemporáneas. Selección y Prólogo: Luz Mary Giraldo. Sílaba Editores.

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ACTUALIZACIÓN y seguimientos a Mayo 28, 2012. 
El Espectador, Mayo 27, 2012. Páginas 72 y 73.
Click derecho sobre la imagen para ampliarla en una nueva ventana.
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ACTUALIZACIÓN y seguimientos a Mayo 21, 2012. 
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De: Luz Mary Giraldo

Fecha: 21 de mayo de 2012,  08:12

Asunto: Ellas cuentan. Relatos de escritoras colombianas contemporáneas. Premio Monserrat Ordóñez 2012

Para: NTC … ntcgra@gmail.com

Amigos de NTC … : les comparto este reconocimiento. 

Un abrazo, Luz Mary Giraldo


A nombre de la sección Colombia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos LASA, http://lasa.international.pitt.edu/sections/colombia/ , me complace informarle que el Premio Monserrat Ordóñez 2012 es para el libro:  Ellas cuentan. Relatos de escritoras colombianas contemporáneas. Selección y prólogo de Luz Mary Giraldo. Editoras: Paloma Pérez, Claudia Ivonne Giraldo y Lucía Donadío. Medellín,  Sílaba, 2010. 

En la reunión general de la sección el próximo sábado 26 de mayo se leerá el acta general y se entregarán certificados a las editoras y una mención especial a Luz Mary Giraldo.  Si alguna de Uds. asiste al congreso de LASA este año, agradecemos su presencia o enviaremos los documentos por correo. ( LASA2012 / Hacia el Tercer Siglo de Independencia en América Latina, XXX Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, 23 al 26 de Mayo, San Francisco, California,  http://lasa.international.pitt.edu/esp/congress/index.asp ) 

Para la entrega de los U$5000 del premio, necesitamos que una de Uds. se haga cargo de la recepción del dinero.  Los criterios para distribución del mismo entre editoras y autora de la selección/prólogo o editorial los dejamos a criterio suyo,  como persona que nominó el libro.  
….
 Extendemos la más cálida felicitación a cada una de uds; le agradecemos la vocería a sus colegas en este importante logro.  Agradecemos de paso la colaboración de nuestras colegas Elvira Sánchez Blake y Ana Mercedes Patiño que han llevado el comité para el premio de este año.  

Cualquier pregunta, no dude en comunicarse conmigo.  
Le copio enseguida el dictamen del jurado.

Cordial Saludo
Juana Suárez
LASA Colombia, Chair.  
   
Razonamiento: La antología tiene la virtud de establecer un significativo vínculo entre la producción cuentística de escritoras colombianas ampliamente reconocidas por la crítica como Helena Araújo y Consuelo Triviño y las propuestas de otras escritoras que están en proceso de consolidar su quehacer narrativo como Gloria Inés Peláez o Carolina Sanín o que empiezan a sonar en el panorama literario colombiano como Andrea Rozo y Luz Teresa Valderrama, entre otras.
Lo anterior dota a la antología de un carácter innovador en el marco de la literatura femenina colombiana, en la medida que no se limita a reproducir voces canónicas, sino que asume el riesgo de reconocer los aportes a dicha tradición de voces emergentes. Una apuesta que se convierte en un complemento ideal a la antología publicada a finales del siglo pasado por Giraldo (Ellas cuentan. Una antología de relatos de escritoras colombianas de la Colonia a nuestros días) en la que “se sigue el proceso de construcción de la voz de la mujer en el desarrollo de nuestra historia literaria y se consigna qué dicen y cómo lo expresan algunas autoras nacidas de 1671 a 1960”, tal cual lo apunta en el prólogo de la nueva antología y que también es susceptible de aplicarse al propósito de esta última, realizando el debido ajuste cronológico.
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Nota de NTC ...: sobre Monserrat Ordóñez, Ver: http://ntcpoesia.blogspot.com/2010_03_29_archive.html 

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ACTUALIZACIÓN , OCTUBRE 23, 2010:
ACTUALIZACIÓN, Octubre 18, 2010.
*** CUENTAN. Nuevas escritoras colombianas. Sílaba editores. Presentación y conversatorio sobre el libro en el marco de la Feria Internacional del Libro Pacífico, Versión 16, (Cali) . Intervendrán: Cristina Valcke, Sol Colmenares y José Zuleta Ortiz. Fecha: 22 de Octubre, 2010. Hora: 4:00 PM. Lugar: Sala José Celestino Mutis. Biblioteca Mario Carvajal. Universidad del Valle. Meléndez. Click sobre el afiche para ampliarlo y leer más detalles. También ver el contenido de este blog. Evento registrado ("eneteceado") en: http://ntc-eventos.blogspot.com/2010_10_14_archive.html
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PRESENTACIÓN y FORO
*** 11 de Septiembre, Medellín (IVFiesta del Libro). 2:30 - 8:30 PM . PROGRAMACIÓN: Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí.

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CUENTAN
Relatos de escritoras colombianas contemporáneas
Selección y Prólogo: Luz Mary Giraldo.Sílaba Editores , http://www.silabaeditores.com/ , Medellín.

-PRESENTACIÓN EN LA 23 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BOGOTÁ. 21 de Agosto, 2010. 3:00 PM. Invitación.
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CARÁTULA y SOLAPA del LIBRO(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)-
CONTRACARÁTULA Y SOLAPA del LIBRO
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)


DE Rodrigo Parra Sandoval. Texto en la contracarátula.


Cuentan, la antología de cuentos de mujeres escritoras contemporáneas tiene dos aciertos que convierten su lectura en un placer y en una iluminación. El primero es mostrarnos los últimos trabajos de escritoras contemporáneas ya consagradas, sus variantes, sus descubrimientos, los caminos sorprendentes que ha tomado su escritura. El segundo es la inclusión de un grupo de escritoras novísimas y sus textos desafiantes, lúcidos, temáticamente diferentes en los que utilizan el lenguaje de manera suelta, dúctil, poderosa y muy eficaz. Es un placer y una iluminación esta nueva contribución de Luz Mary Giraldo a la cultura literaria colombiana que, junto con Ellas cuentan, su otra antología sobre el tema, construyen el colorido mosaico del cuento escrito por mujeres colombianas desde la Colonia hasta nuestros días.
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DE Roberto Burgos Cantor . Texto en la contracarátula.
Esta antología entraña una apuesta: entre lo conocido y la emoción de lo recién descubierto se cuela el oleaje de un archipiélago. Fluir y oposiciones. Asimilación y rechazo. Borges atribuyó al tiempo el don de hacer antologías. Luz Mary Giraldo ha preferido el enfrentamiento al tiempo, los retos de la historia, quizás influir en su alocado curso. Abandonó la pesca con red por la de arpón, precisa y vigilante.


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Con paciencia y riesgo esta antóloga viene buscando las piezas extraviadas y a lo mejor aún inexistentes con las cuales armar el puzzle de las tendencias del cuento en Colombia. Ahora insiste en la indagación de la escritura con que ellas, las mujeres, rechazan y se apropian del mundo que someten a sus particulares miradas. Veintidós escritoras asedian los espejismos de la realidad; dejan la huella de una tensión entre las palabras acariciadas y las palabras sublevadas; construyen una sensibilidad, eso que algunos llaman el estilo. Y aquí está, ni coro ni panorama, la muestra de una escritura con sus dificultades y sus logros en la perspectiva de la diferencia. No como imposición sino como necesidad.


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Contenido

Helena Araujo, El tratamiento

Gloria Guardia, Isak Dinesen: la venganza de la verdad

Amalia Lu Posso Figueroa, Divina Barceló Mecino

Consuelo Posada,
Alicia y las maravillas
María Cristina Restrepo, Carola

Lina María Pérez, Partitura en clave de amor

Soad Louis Lakah,
El peso de una corona
Nora Carbonel, El zancón

Claudia Ivonne Giraldo, Hasta el fin del amor

Paloma Pérez, Convidada

Gloria Inés Pelaez,
La mujer del observatorio
Nana Rodríguez Romero,
El coleccionista
Consuelo Triviño,
La muñeca
Emma Lucía Ardila,
Un cuarto de hotel
Lucía Donadío, Esa señora tan buena

Esther Fleisacher,
Las tres pasas
Clara Llano, Remolque

Luz Teresa Valderrama,
Vinicius y el deseo
Carolina Sanín, Carolina en mi funeral

Sol Colmenares, La visita

Andrea Rozo, Colibrí

Sandra Milena Ramírez, Magia
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PRÓLOGO



PULSAR LAS LETRAS Y DECIR SOBRE LA LÍNEA

Luz Mary Giraldo

1
Quiero comenzar refiriéndome a unas palabras memoriosas de Marina Tsvietáieva, en las que al recordar en su primera infancia sus orígenes como escritora, evoca cómo echaba de menos el papel limpio en el que pudiera escribir. Antes de los siete años tenía “hambre de papel en blanco”, dice, subrayando que su infancia era “un grito continuo por el papel en blanco. Un grito disimulado. Más una mirada que un grito” (15). Su madre la quería dedicada a la música, como ella, y consideraba que la niña escribía mal.


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2
En la edad adulta, la escritora pensaba en el significado de estar frente a la temerosa y codiciada hoja en blanco o ante el cuaderno vacío, y reconocía una intraducible sensación, “algo así como un estremecimiento sagrado” (20) que incita a llenar cada página, porque el cuaderno vacío es como “un reproche vivo”, casi una orden que parte de la afirmación: “Yo –existo, ¿y tú?” (20). Lo anterior equivale a decir: si hoja y cuaderno existen, aunque estén vacíos, el escritor necesita de la escritura para ser. Se es a través de la escritura, porque en ella y con ella se muestra o revela la propia existencia, como cuando el pintor llena de líneas o de colores el lienzo que lo nombra, o como cuando el músico deja que salgan las notas del instrumento y del pentagrama para que vuelen en sonidos con toda su emoción. En el caso de la escritura, el cuaderno reclama aquello que se vuelca en el papel, el manuscrito, la vida impresa. Como tal, constituye un cuerpo hablante y existente que transmite memoria e identidad.
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Es frecuente la polémica cuando se aborda la literatura escrita por mujeres. En unos casos, porque se busca reivindicación de género, en otros, porque al compararse con la literatura escrita por hombres se le juzga de inferior calidad, o porque más que revisar sus formas se analizan sus temas y contenidos buscando explicar época, lugar de origen o preocupaciones particulares de cada autora, lo que en ocasiones ha permitido el descubrimiento de mujeres en su momento contestatarias o de avanzada frente a su propio su tiempo. No sucede lo mismo con las propuestas masculinas, pues es evidente que éstas gozan de legitimidad desde tiempos remotos.


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Si nos detenemos en las propuestas de algunas estudiosas del tema, aunque encontramos puntos en común, también vemos orientaciones que divergen. Fabienne Bradu, por ejemplo, al iniciar sus ensayos centrados en un grupo de autoras mexicanas del siglo XX, Señas particulares: escritora (1987), afirma que “el debate sobre la literatura femenina se ha empalmado en muchos casos sobre una especie de historia de la emancipación de la mujer vista a través de creaciones artísticas, a las cuales se les hace decir más (o menos) de lo que en realidad expresan” (9). Sostiene que el aumento del número de escritoras está relacionado con una transformación de las mentalidades que lleva a un mayor acceso de las mujeres a la cultura y a la educación, lo que en ningún caso llega a conformar una verdadera voz colectiva (9). Sin embargo, reconoce que al abordar la búsqueda de identidad en la obra de autores de cualquier género, se evidencia de manera particular en las autoras que la identidad se presenta “como un vacío, una interrogación, una angustia, que la escritura resarciría de una manera más o menos satisfactoria” (11).


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Bradu también se refiere a la página en blanco comparándola con el espejo en el que se mira o refleja todo escritor, y señala que en el caso de la mujer corresponde a “un narcisismo no triunfante” (11), pues con frecuencia se revela que desde su escritura el autor no solo quiere expresarse sino ser. En esa idea de la página como espejo que refleja y desde el cual la autora se revela, coincide con lo afirmado por la escritora rusa, para quien no existe el fracaso o la ausencia de triunfo sino esa potencialidad de ser que se trasmite en el manuscrito.
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Por su parte, Luisa Campuzano propone un ejercicio crítico que permita analizar la literatura, en especial la de mujeres, apostándole a una crítica feminista. Desde ella asume una actitud que lleva a reflexionar sobre la literatura de escritoras cubanas y a explicarse los primeros momentos de la exégesis feminista, uniéndose a los planteamientos que en 1988 emitiera Jean Franco. Así reconoce no sólo los inicios de una crítica feminista que desagravia a la mujer desde la doble tarea de desmitificar la ideología patriarcal y la arqueología literaria (13), sino la urgencia de leer mejor la escritura de las mujeres, de encontrar antecedentes y de identificar pioneras, para obtener una mejor visión tanto de la literatura cubana como de la literatura de escrita por las autoras. Campuzano entiende la perspectiva crítica como una forma de conocimiento, de ahí que vea la necesidad de hacer memoria buscando en el pasado y así mismo relacionar la autoconciencia como una de las marcas de la producción literaria femenina. Esta actitud crítica ante la producción textual se entendería como “conocer-para-reconocerse” (204), pues se trata no sólo de leer con agudeza, de escarbar en los procesos históricos para conocer fuentes o genealogías, sino para adquirir una forma de conocimiento de sí misma y de la propia tradición.


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Otra propuesta interesante sería la de Angélica Gorodischer, quien reconoce que “todo texto tiene género como todo texto tiene ideología” (10), y que después de pasar por un largo silencio histórico “las mujeres pensantes estamos aprendiendo […] a escribir con conciencia de género”. Al enfatizar en la necesidad de tomar conciencia de la larga sumisión de la mujer, señala que la escritora ha tenido necesidad de romper con esquematismos y arquetipos; de ahí la urgencia de no escribir más novelas de amor mientras los hombres le apuntan a lo político, lo social o lo científico, pues “se terminó el tiempo del llanto, el gimoteo y el reclamo” (11), y de ahí, también, que al mismo tiempo invite a los autores hombres a escribir más allá de los estereotipos.
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Desde el análisis que Bradu realiza a la obra de algunas autoras mejicanas, se percibe que la escritura de éstas se constituye en una posibilidad de ser que llena lugares vacíos, revelada como “deseo y tortura”, “dependencia y rebeldía”. Y si algunas se rehúsan a escribir por oficio, lo que en unos casos se refleja en largos silencios entre una obra y otra, otras descubren en lo confesional o lo autobiográfico la posibilidad de comunicación del universo ajeno, mientras otras fusionan su propia biografía o su conciencia social o histórica a la imaginación. La perspectiva de Campuzano hace ver lo importante que es hacer memoria desde una actitud reflexiva y crítica, para poder ir más allá de la tradicional idea de la mujer reproductora y mas bien reconocerla como productora de nación. Al abordar autoras cubanas y latinoamericanas, desde la Colonia a nuestros días, la estudiosa lee y coteja modos de vida y formas de pensamiento contenidos en los textos, según épocas y circunstancias, mientras Gorodischer se dirige a la idea de “fronteras diluidas”, al reconocer que cada voz de escritor es particular, y que en muchas ocasiones los análisis están determinados por enfoques que no siempre dejan ver los enunciados sino el lugar de los mismos, así como se soslayan condiciones estéticas o de producto artístico.


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En el caso colombiano, hay autoras que se han inquietado por el debate frente al ser y quehacer de la mujer en la vida social y cultural y artístico: no pueden ignorarse las propuestas de Soledad Acosta de Samper, cuando en el tránsito del siglo XIX al XX y favorecida por sus condiciones de clase que le permitieron una formación que se nutría con viajes y lecturas, además de acceso a medios poderosos, proclamaba la toma de conciencia de la mujer en la sociedad, así como un poco más tarde lo haría Sofía Ospina de Navarro, llamando la atención sobre la ciudad y el cambio de valores en su tiempo. La una desde Bogotá y la otra desde Medellín. Cabe recordar, también, que desde mediados del siglo XX la argentina nacionalizada en Colombia, Marta Traba, ofrecía serias reflexiones sobre la función social del creador, que unida a las propuestas de Helena Araújo y más delante de Montserrat Ordóñez, en paralelo con sus inquietudes y las de otras escritoras, buscaron un discurso comprometido en llamar la atención sobre la necesidad de una escritura y una crítica literaria feministas que tuviera en cuenta sobre qué ha hablado la mujer, cómo se ha expresado y desde qué parámetros debiera escribir.
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Reflexión emanada de la vida universitaria, en un trabajo definitivo para las artes plásticas y el compromiso político y de protesta social en la colombo-argentina, sostenido desde lo feminista por Araújo y Ordóñez, quien dejara a su fallecimiento seguidoras que continúan este legado desde la investigación, como es el caso de su discípula Carolina Alzate de la Universidad de los Andes.


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No es lugar común afirmar que la participación de la mujer como narradora es más bien reciente. Hasta mediados del siglo XX su presencia ha sido discreta y de escasa aceptación, especialmente en el campo de la narrativa, aunque en el de la poesía su reconocimiento no es mayor y mucho menos en el de la dramaturgia, la crítica o el ensayo. ¿Qué han contado, cuáles han sido sus temas de interés, cómo ha sido su escritura, que función han cumplido con este ejercicio? Y más hacia el presente, con el campo abierto y abonado por sus antecesoras, la pregunta regresa: ¿Qué narran las escritoras más jóvenes y cómo lo hacen?


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Si bien la tradición ha sostenido que las mujeres son líricas y los hombres épicos, lo que aún es vigente en muchos lugares cuando se afirma que el campo de acción de la mujer es el de la vida doméstica mientras el del varón es el de la conquista del mundo, estas coordenadas han ido cambiando. Ya no es tan fácil afirmar que “las mujeres son de la casa y los hombres de la calle” o, en palabras más sugestivas, que “las mujeres hacen de su casa el universo y los hombres hacen del universo su casa”. El cambio de sistema de valores y de concepciones, el intercambio de roles, en fin, la dinámica del mundo actual, muestra y refleja otras experiencias e intereses. Desde la Conquista se establecen unos parámetros que se afianzan en la Colonia, se conservan durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX, redundando en la convicción de la mujer como “guardiana del hogar”, lo que se concentra en la responsabilidad de conservar y preservar las normas, la moral, las costumbres, las emociones y los afectos, es decir, todo lo que forma parte del legado fundacional.


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Muchos de los relatos de aquellas mujeres expresan traumatismos o inquietudes. Como se muestra en nuestra antología Ellas cuentan. Una antología de relatos de escritoras colombianas de la Colonia a nuestros días (Seix Barral, 1998), en la que se sigue el proceso de construcción de la voz de la mujer en el desarrollo de nuestra historia literaria y se consigna qué dicen y cómo lo expresan algunas autoras nacidas de 1671 a 1960. Así, por ejemplo, en la Colonia la madre Francisca Josefa del Castillo, como otras religiosas de su tiempo, muestra en sus escritos el significado problemático de una formación moral, social, racial y sexual, que se revela en la imagen del demonio asociada a la sexualidad y al conflicto frente a las condiciones sociales y raciales, lo que se manifiesta en la intimidad del sueño o la pesadilla y sería purgado mediante la confesión y la escritura, tal como se manifiesta en muchos de sus Afectos, esos textos escritos como una forma de liberación a través de la penitencia impuesta por sus confesores. En ella es clara la escritura como exorcismo y liberación. Como expresión del costumbrismo, y a tono con el sentimiento nacional, Josefa Acevedo de Gómez, también como los escritores de su tiempo, relataba situaciones de época referidas claramente a la construcción de nación e identidad, mientras en el tránsito del siglo XIX al XX, entre la sumisión y la rebeldía, Soledad Acosta de Samper buscaba sacudir a la mujer al hacerle tomar conciencia de su papel frente a injusticias sociales y políticas, y mostrar que no sólo los trabajos manuales y las delicadezas de la vida hogareña distinguen el mundo interior y la vida femenina, y que ser escritor no es sólo privativo del género masculino ni adorno de la mujer en el ámbito de la vida privada o social, sino una posibilidad expresiva. Durante la primera mitad del siglo XX, algunas autoras llamaban la atención sobre los abusos de poder en sociedades patriarcales, o sobre el tránsito de la provincia a la ciudad, mientras otras hurgaban en ambientes campesinos y exploraban en la psicología de sus personajes y en los modos existenciales o sociales (A), abriendo camino a esa conciencia que se despliega desde década de los sesenta, cuando se acentúa el compromiso de la mujer en la sociedad de manera más activa, tanto en la vida intelectual como en la académica, la artística, la científica, la política y la cultural.


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Aunque la poesía ha sido arma frecuente en la escritura femenina, es a partir de la segunda mitad del siglo XX que en Colombia se percibe la decisión de algunas mujeres por apostarle a la narrativa y desde ella hablar, cuestionar, indagar, desnudar, construir y proponer. Autoras de diferentes regiones y espacios sociales, generalmente formadas en ambientes universitarios o con participación más amplia en la vida cultural, revelan sus búsquedas, su conocimiento del presente, de su medio, de su cuerpo, de la ciudad, de los problemas de diversa índole, pasando por lo íntimo, lo privado, lo propio y lo colectivo, lo que refleja en sus textos situaciones que van más allá de lo femenino: la historia, la tradición, la violencia, la condición humana, la sensualidad, el erotismo, el cambio de valores y modos de vida y experiencia. Más afianzadas en los últimos lustros, las mujeres cuentan y saben hacerlo: de ahí que el reflejo de la intimidad entre en contacto con las agudezas de la observación en sociedades conflictivas y problemáticas, para dar paso a diversas formas y temáticas en las que se dan cita el tránsito de lo oral a lo escrito desde el relato convencional que reconoce mundos y costumbres populares y urbanas, o desde relato policial y el negro, el de la cuestión existencial, intimista o psicológica, en fin, con variantes que apelan a todo creador y dejan ver la soledad y las miserias humanas, tanto desde mini ficciones como desde estructuras más amplias, así como desde referentes culturales como la música y el arte, o desde situaciones conjeturales que surgen de la realidad y de la fantasía. Es claro que parte de estas conquistas narrativas permiten ver no sólo la época a la que pertenecen, sino las confrontaciones y desarrollos que contribuyen a la presencia de la mujer en sociedad.


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Esta nueva selección pretende concentrarse en las escrituras de algunas narradoras contemporáneas de distintas partes de Colombia que están en constante proceso de creación, unas con mayor trayectoria que otras, pero todas con el deseo de contar, de poner en el papel esos mundos de su realidad más íntima o más externa, que al pasar a la ficción reflejan deseo y tortura, dependencia y rebeldía, satisfacción y frustración, libertad y acción, fantasía, imaginación y realidad. En otras palabras, estas escritoras cuentan al construir mundos que las inquietan y las nombran, que las definen a sí mismas o al contexto. Pero también cuentan en otro sentido: son, existen en la literatura y con la literatura, y en la vida que es palabra. Leyéndolas en el conjunto entendemos la afirmación de Marina Tsvietáieva: “El cuerpo del escritor son su manuscritos.” (14). Sin duda, en estos textos arden años o meses de trabajo, tiempo interior o de calendario. Y en el conjunto de estas páginas palpita el diario vivir de unas mujeres de aquí y de allí, colombianas de nacimiento o de adopción, viajeras de distintas partes del mundo o de sus territorios, pero, al fin y al cabo, viajeras de la existencia que hacen de la página un sitio de partida, de llegada y de encuentro consigo mismas, con la realidad y con los demás.


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Leyendo cada uno de estos cuentos también comprendemos la sentencia de Tununa Mercado: “Yo pulso las teclas y digo yo sobre la línea, pero casi instantáneamente ese yo es otra u otro depositado en una persona escituraria –yo, tú, ella, él- y todavía otro más en la materia escrita y separada o salvada de esos desdoblamientos, apariciones y desapariciones. No son dos, nada menos binario que ese acto en redondo sobre la instancia de escribir”. (25)


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Luz Mary Giraldo
Junio, 2010.


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ReferenciasBradu, Fabienne (1998). Señas particulares: escritora. México: Fondo de Cultura Económica. 2ª reimpresión.
Campuzano, Luisa (2004). Las muchachas de La habana no tienen temor de Dios… escritoras cubanas (S. XVIII-XXI). Cuba: Ediciones Unión.
Gorodischer, Angélica (1998). Esas malditas mujeres. Cuentos de escritoras latinoamericanas contemporáneas. Argentina: Ameghino Editora S.A.
Mercado, Tununa (1999). La letra de lo mínimo. Argentina: Beatriz Viterbo. Primera reimpresión, 2003.
Tsvietáieva, Marina (1997). Una dedicatoria. México: Universidad Iberoamericana, A. C.
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( A ) Piénsese, por ejemplo en: Blanca Isaza de Jaramillo, Isabel Carrasquilla, Amira de la Rosa, Magdalena Fetty, Elisa Mújica, Sofía Ospina de Navarro, María Cano, Olga Salcedo de Medina.


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PRESENTACIÓN EN LA 23 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BOGOTÁ. Invitación.


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*** 21 de Agosto, BOGOTÁ (Feria del libro), 3:00 PM
--> CUENTAN. Relatos de escritoras colombianas contemporáneas. Selección y Prólogo: Luz Mary Giraldo. Sílaba Editores ( http://www.silabaeditores.com/ ) . Presentación a cargo de Roberto Burgos Cantor y Rodrigo Parra Sandoval. Salón José María Vargas Vila. Evento en el marco de la presentación de las obras de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional.
EVENTO REGISTRADO EN: EVENTOS a partir del 18 de Agosto de 2010, inclusive, ... , http://ntc-eventos.blogspot.com/2010_08_18_archive.html
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NTC ... ENLACES RELACIONADOS
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Tiempo de crisálida. Idania Ortiz. Sílaba Editores. Noviembre 2009. , http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009_12_20_archive.html


SUENAN VOCES. Antología RENATA III. Sílaba Editores. Abril 2010 , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2010_04_23_archive.html


ALFABETO DE INFANCIA- Lucía Donadío. Relatos. , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_11_13_archive.html


"BUENOS AIRES, PORTÓN DE MEDELLÍN". Orlando Ramírez Casas , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_09_09_archive.html


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Actualizó: NTC … / gra . Agosto 18 , 2010, 11:00 AM
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viernes, 13 de agosto de 2010

ARCADIA, revista impresa, No. 59, Agosto 12, 2010, tomados de allí ...

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Portal-blog complementario a NTC ... Nos Topamos Con ...
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Y a los relacionados en:
http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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NOTICIAS
La primera de la fila: la nueva ministra de Cultura, Mariana Garcés.
Revista Arcadia impresa No. 59, Agosto 12, 2010. Pag. 4
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Quienes la conocen, hablan muy bien de la nueva ministra de Cultura. Es cierto que trabajó en la campaña de Santos, y que tiene con la esposa del presidente una buena relación, pero sus logros de gestión en el sector público cultural son una buena carta de presentación. Tras graduarse de abogada, Mariana Garcés comenzó su carrera trabajando para Amparo Sinisterra de Carvajal (amiga íntima de la madre de la Primera Dama), cuando ésta fue directora de Colcultura. Después, ya de vuelta a Cali, trabajó en Telepacífico y luego fue nombrada comisionada de televisión, en representación de los canales regionales. Ha trabajado en las secretarías de Cultura de Cali y del departamento también; y por supuesto, en Proartes. Cuentan que es muy ejecutiva, fanática trabajadora, y que es dura pero considerada con sus subalternos. Su espíritu belicoso y una cierta falta de mesura fueron su sello de juventud, pero lograba lo que se proponía. Estudiante brillante. Lectora sensible. Seria conocedora del tema cultural, sin obsesiones de figuración, e interesada en las regiones. ¡Como que pinta muy bien la ministra!
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SOPOR y PIROPOS (Columna).
Por Nicolás Morales.
LA SANTA SUERTE DE LA FERIA
Revista Arcadia impresa No. 59, Agosto 12, 2010.

Rezamos a los dioses para que Walter Risa no sea el hecho cultural de la próxima Feria Internacional del Libro. Pero si las cosas siguen así, podría darse este escalamiento de la autosuperación y la gastronomía. Digámoslo con letras mayúsculas: el año literario que precede a la Feria ha sido uno de los más soporíferos de los últimos tiempos. El aburrimiento inunda los escaparates, los periodistas culturales penan buscando los libros colombianos de calidad y el lector, advertido por el tufillo rancio que desprenden las novedades de la narrativa local, gira la vista hacia los libros nuevos que nos llegan de otros países.
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Las editoriales despliegan sus cartas, aunque, por el número de libros que se lanzan, parece que escasean los presupuestos. Y me temo que, este año, tendremos un único bestseller: Santa suerte, de Jorge Franco. Según mis cálculos, debería poder vender al menos unos 50.000 ejemplares. Lo sabemos: la operación Franco no debe fallar. Doblete el sábado y el domingo en El Tiempo, con dos publirreportajes encargados a la editorial. Lanzamiento con Alejandra Borrero, recetas personales en programas de cocina, bonitas tarjetas, etc. En la otra orilla, la de Alfaguara, encontramos a don Tomás González, carta de una dignidad incontestable, a juzgar por su pasado literario y su modestia, tan lejana a las ambiciones de los autores de café concierto. La novela se llama Abraham entre bandidos y, por supuesto, es la candidata favorita para convertirse en el mejor libro de esta feria -aunque dudo que pase de los 15.000 ejemplares vendidos. De resto, no hay mucho más que ver -por lo menos en las grandes ligas. Norma prefiere el silencio y Ediciones B no logra editar algún novelista colombiano de quilates (por cierto, lo de Gringadas, de Hincapié, es realmente bueno). En resumen, creo que un país con un número tan limitado de novedades, y aún más, de buenas novedades criollas de ficción, en plena época de feria, tiene que comenzar a preocuparse.
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Se agolpan las preguntas: ¿dónde están los relevos para estos novelistas que se llegan hoy a los sesenta? ¿En qué quedaron los autores jóvenes, tan publicitados, que iban a producir un buen número de novelas importantes en este milenio? ¿Por qué las editoriales, en su fabricación natural de best sellers, no encontraron un grupo de autores que les garantizaran calidad y muy buenas ventas? Con esto estoy diciendo que en los últimos años, por supuesto, hemos leído un grupo de novelas colombianas dignas pero muy marginales en circulación y, al revés, bodrios estruendosos que superan, para nuestra desgracia, los 20.000 ejemplares vendidos. Pero la industria editorial en Colombia no ha sido capaz de conciliar calidad y ventas en torno a esa generación que hoy tiene entre treinta y cuarenta y cinco años. Sí, hablo de todos esos autores jóvenes, mil veces fotografiados en las revistas Credencial y Diners, esos que escribieron algunos cuenticos en revistas como El Malpensante, esos que salieron de sabátic o a otros países con la promesa de que volverían con novelas extraordinarias, esos que, hasta ahora, no se han trasformado en grandes autores.
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¿De qué se trata todo esto? Tal vez la culpa esté por el lado de los editores de ficción, antes importantes y ahora actores de segunda. Lo ilustro con un solo caso: el de la editora Pilar Reyes. Editora pragmática, rápida y certera de Santillana Colombia, logró armar un catálogo que intentó darle un lugar primordial a la ficción. Es decir, hacer que buenos y regulares novelistas vendieran más libros. Pues bien, el sello español prefirió bajar el perfil público de su editor de ficción. No digo que los editores que hoy trabajan en la casa española no sean competentes. Lo son, y me consta. Sin embargo, Pilar Reyes hubiera podido ser reemplazada, en mi opinión, por alguien más público y, si se quiere, más literario.
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Y, en el fondo de este escenario, tenemos algunas editoriales que publican en automático lo que los Gamboas y compañía producen. De acuerdo, puede que algunos de ellos escribieran en el pasado algún libro de algún valor, pero, ¿es esa razón suficiente para seguir publicando ad infinitum las novedades de un ingenio muerto, de una disciplina esquiva, de unas ideas secas? Con las cosas así, "santa suerte" la nuestra.
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La nueva novela del autor de Primero estaba el mar .
Las dos violencias de Tomás González
“Leyéndolo, tuve la sensación de que era muy puro”. Eso ha escrito la Premio Nobel Elfriede Jelinek sobre la obra de Tomás González. Ahora, el discreto escritor antioqueño lanza en la Feria del Libro, tras varios años de silencio, su nueva y esperada novela: Abraham entre bandidos.
El autor busca ir más allá de la denuncia patriotera y exceder los límites del 'país desangrado'.
Revista Arcadia impresa No. 59, Agosto 12, 2010.
Jerónimo Duarte* Bogotá

La oferta editorial de novedades sobre el secuestro está a reventar. Pocos días después de regresar a la libertad, los antes rehenes hacen público su drama bajo el sello de una marca que garantiza éxitos de distribución y ventas, y que contribuye, de manera loable (creo), al proceso catártico de las víctimas. Los ejemplos son numerosos; los títulos, más que evidentes (tenemos desde Secuestrada de Leszli Kalli, hasta Siete años secuestrado por las Farc de Luis E. Pérez y Cautiva de Clara Rojas). También hay altas dosis de romance (Íngrid y yo, una libertad agridulce y Amores que el secuestro mata son ejemplo de ello) y de acción (El trapecista, del ex canciller Araújo, y Mi viaje hacia la libertad, del ya famoso John Frank Pinchao). Incluso contamos con nuestra propia mirada extranjera del asunto bajo el título de Out of captivity, el texto publicado por Marc Gonsalves, Tom Howes y Keith Stansell, los norteamericanos que compartieron varios días de suplicio con Íngrid Betancourt.
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De manera que, a primera vista, la aparición de un nuevo libro sobre el secuestro no debería causar mayor revuelo. Mucho menos si se tiene en cuenta que su autor nunca ha estado secuestrado. ¿Qué interés puede tener el lector promedio colombiano, atraído por la violencia coyuntural que nos azota, por una novela que narra una historia de hace más de cincuenta años y que, por lo demás, no es intimista en sus detalles? Ninguno. Y es que Abraham entre bandidos, la más reciente obra de Tomás González, no es una novela para saciar el morbo de tragedia. Para eso ya tenemos muchos títulos. Tampoco está escrita para hablar de la repetida situación de violencia, sus nexos con el narcotráfico y sus trajinadas consecuencias. Para eso tenemos también varios títulos, algunos de ellos adaptados a televisión.
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Abraham entre bandidos no es un libro de secuestrados. Es una novela que tiene como hilo conductor el secuestro, pero que lo que decide contarnos es una his­toria tan absurda y, en cierto sentido, alentadora, que bien hubiera podido ocurrir en Liechtenstein o en Guatemala. Como lo hace en varios de sus textos, González retorna a una de sus obsesiones, a la lucha permanente entre la vida y la muerte que acaba, con frecuencia, demostrando la prevalencia de la primera sobre la segunda: "Me parece que lo que se mueve en mis libros es siempre la lucha entre la vida y la muerte. En todos se narra ese conflicto de fondo, siempre permanente, de la existencia ( ... ) es ese el tema que une todas mis narraciones, desde El viaje infinito de Carola Dixon, que transcurre frente a las costas de Nueva Jersey; hasta La historia de Horacio , que se desarrolla en Envigado durante la década de los 60. Creo que para mí ese es el gran tema: el conflicto entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, entre la forma y el caos".
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Y ese conflicto se manifiesta, en Abraham entre bandidos, por medio de un secuestro que tiene lugar en 1945, en pleno auge de la violencia partidista. La perspectiva, de más de cincuenta años, es para el autor indispensable pues le permite una distancia que, de no contar con ella, lo obligaría a estar "demasiado metido en el conflicto, en el horror, lo que podría producir una falla narrativa que hiciera que la violencia se apoderara de todo, que no dejara ver la luz y que impusiera el desaliento".
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Aquello sería, para González, un desatino. Su literatura intenta presentar una salida y rescatar la posibilidad humana de recuperar la alegría y la esperanza. Pero no por ello sus textos omiten la violencia más terrible, a la que se han visto sometidas varias generaciones de colombianos y que tiene las manifestaciones más inverosímiles: unos cuerpos hinchados, flotando en un charco, con las manos carcomidas por los bichos; o unos cadáveres decapitados y castrados, con el vientre abierto, y cabeza y genitales introducidos allí.
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Abraham entre bandidos es una reflexión sobre la violencia absurda y exacerbada, circular; la que carece de altruismo y, muchas veces, ocurre solo por el afán de sus protagonistas de ser nombrados: "Cada vez era más frecuente que grupos de bandoleros, buscando fama rápida, asaltaran a los trabajadores de obras públicas. Degollaban, decapitaban, mutilaban y dejaban al final una escena de horror tal que el renombre de los bandidos se extendía por valles y cañadas, como niebla oscura".
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Es la violencia que somete al secuestro y a la masacre y que, al mismo tiempo, propicia la creación de una comunidad humana en la que, con frecuencia, los límites entre víctima y victimario se borran, porque en la guerra, se es muchas personas al mismo tiempo. Eso le ocurre a los personajes de la novela: Vladimir es un temible bandido y es también Bejarano, un agente encubierto del ejército; Pavor es el jefe de la insurgencia y, simultáneamente, Enrique, el amigo de infancia de Abraham, el secuestrado. Piojo, otro sanguinario miembro de la manada de bandoleros, es a veces Jesús María, un niño servil que piensa en su mamá; Saúl, compañero de secuestro de Abraham, se convierte, por las noches, en Trompevaca, el contendor de Pavor en el póquer.
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Y más allá del monte, la violencia extiende también sus tentáculos. La guerra, "tan desordenada y caprichosa", se va metiendo lentamente en la cotidianidad de tal forma que los niños olvidan un acuchillamiento con un chocolate y se cree que Pinocho es el alias de un bandolero. Sin embargo, y a pesar de que lo narrado ocurre en Colombia, en un momento histórico definido con implicaciones bien claras, el autor busca ir más allá de la denuncia patriotera y exceder los límites del 'país desangrado'.
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Vicente, el hijo de Abraham con síndrome de Down y tal vez el personaje más entrañable y definido de la novela, tiene, a juicio de su madre, el derecho de "recibir la realidad sin deformaciones ni mentiras ( ... ) para que no fuera a creer que el gusto por la maldad era una cosa de su país o sus compatriotas, se ocupaba de que conociera los pozos de infamia en que habían sabido meterse otros pueblos y, muy en especial, aquellos que sintiéndose más ricos y poderosos, se pensaban también más avanzados, más civilizados".
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González es de la misma opinión, está convencido de que "la violencia es parte de la condición humana y no una enfermedad de los colombianos, como a veces quieren hacerla aparecer en los países desarrollados ( ... ) muchas veces, desde esos países, es desde donde el mal se ha originado y extendido, y ha sido allí que la violencia ha alcanzado proporciones industriales; el grado más alto del horror humano. Los colombianos no son ni más ni menos violentos que nadie. No se trata de contraacusar, sino de entender el momento por el que estamos pasando ahora, como especie, en nuestro desarrollo moral e intelectual".
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Es por esto que lo que hace una novela como Abraham entre bandidos es usar la violencia histórica del país para hablar de otras violencias, más sutiles y subrepticias, omnipresentes y, también, a su modo, atroces. Se trata de la violencia potencial del lenguaje; de la de las tensiones filiales y amorosas que llevan de la bofetada por honor al suicidio por venganza; y, del mismo modo, de las agresiones con origen menos definido pero, no por ello, menos crueles, como las que ocasionan la enfermedad, el miedo y la vejez.
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Entre esas dos violencias oscila la novela de González. Incluso, presenta un momento crítico en el que las dos se mezclan y producen una tercera, con las peores características de cada una. Es lo que, de alguna forma, ha pasado durante gran parte de la historia del país: el horror se exacerba tanto que se hace cotidiano e imperceptible. Se olvida tan fácil un golpe como una masacre, cuando se está en el oficio de golpear y masacrar.
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Sin embargo, en el universo de González, hayal final, siempre, una esperanza. La vida triunfa, así sea por capricho. Un poco como lo sugiere esa imagen de otra de su novelas, Primero estaba el mar , en donde un cementerio es vencido por la acción vital del mar y tiene que dar paso para que sus tumbas convivan con plantas, cangrejos y lagartijas.
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En el mercado
Abraham entre bandidos. Tomás González Alfaguara 2010. 216 páginas $41.000.
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¿POR QUÉ LEER LIBROS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA?
Revista Arcadia impresa No. 59, Agosto 12, 2010.

Los "divulgadores de la ciencia" suelen creer que deben educar poniendo "en lenguaje lego lo que expresan los científicos". Para hacerlo deben ser "ligeros", "amenos" y "divertidos". El quark y el jaguar: aventuras de lo simple a lo complejo, del Nobel de física Murray Gell-Mann, es un intento por mostrar de forma sencilla "el carácter del mundo alrededor nuestro", introduciendo al lector al concepto de complejidad que sirve para entender fenómenos que se comportan de manera caótica, aunque no por ello indescifrable. La incertidumbre está en la base de nuestra incapacidad para predecir sin recurrir a la probabilidad. Lean Lederman, otro Premio Nobel, con gran sentido del humor cuenta lo que hacen los físicos de partículas con los aceleradores. La partícula divina muestra que, al fin de cuentas, los físicos buscan "leer la mente de Dios", como dijo Stephen Hawking, escudriñando las fuerzas de la naturaleza, y por eso hay que apoyarlos.
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La pregunta por la religión se hace aún más aguda cuando hablamos de biología. Evolución, del polémico zoólogo británico Richard Dawkins, es un nuevo round contra el movimiento creacionista en el que, según encuestas, cree el 40% de los norteamericanos. Este "ateo, humanista y escéptico", como se autodefine, expone "los hechos" que hacen que la teoría darwinista sea incontrovertible. Algunos sostienen que el dogmatismo religioso de los que creen que el mundo fue hecho por Dios en siete días, tiene su espejo cientificista en Dawkins. Su libro es científico-político en la medida que busca en "la naturaleza" las "evidencias" para no creer en el diseño inteligente, que él considera atado al oscurantismo intelectual y el pensamiento reaccionario. Aunque no hay muchos ejemplos novedosos (Galápagos vuelve a la escena), la prosa cortante y muchas veces precisa de Dawkins nos hace creer que la naturaleza habla por sí sola, omitiendo que los hechos requieren intérpretes como él.
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Robert Hinde, eminente etólogo de Cambridge, hace una pregunta más interesante: ¿Por qué persisten los dioses? Más que descalificar a los creyentes, trata de entender por qué en un mundo supuestamente dominado por la razón y la ciencia, como el Occidental, la mayoría es "creyente" y qué significa eso. Desde la perspectiva de la psicología y la antropología, y sólo en este sentido, el trabajo es "científico", Hinde sigue una línea que ha interesado a científicos sociales sobre su papel en la modernidad.
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Todos estos libros usan la historia en sus argumentos. Sin embargo, mientras son críticos de todas las instituciones, como la iglesia (el caso Galileo es el más tergiversado) o los Estados (el caso Lysenko en la antigua URSS el más repetido), sólo una institución es tratada con reverencia por los divulgadores, que suelen ser científicos convertidos a misioneros de la razón: la política de la ciencia. Cómo se definen sus agendas de investigación; qué mecanismos sociales permiten a ciertas teorías sobrevivir; qué papel juegan los financiadores ... ¿Hasta qué punto, por ejemplo, Gell-Mann y Lederman están abogando con sus libros de divulgación para que la física de altas energías no siga su caída libre presupuestal, tras finalizar la guerra fría? Los libros de divulgación tienen un papel político en la ciencia; mientras no estén dispuestos a abrir la caja negra de la investigación como una práctica social, persistirá la paradoja de la popularización científica: el conocimiento pasado fue siempre una verdad provisional, pero el actual' es el correcto: son "hechos". Pero recordemos que esos anuncios triunfalistas ya soplaron hace más de cien años, paradójicamente como antesala de la revolución científica que sostiene a la nueva ortodoxia. Si la divulgación fuera más reflexiva sobre la ciencia misma, entonces nos sería útil a los ciudadanos para tener una posición política frente a las opciones que nos plantea la ciencia en un mundo dominado por la incertidumbre, y no sólo como un asunto de "cultura general".
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Actualizó: NTC … / gra . Agosto 13 , 2010, 11:11 PM
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miércoles, 11 de agosto de 2010

Biblioteca de Literatura Afrocolombiana. 19 tomos. Colombia. En GACETA, El País, Cali.

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Portal-blog complementario a NTC ... Nos Topamos Con ...
http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.
Y a los relacionados en:
http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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ACTUALIZACIÓN A AGOSTO 19, 2010.
NTC...-Edición virtual de las portadas, ver:
Agradecemos a Viviana Gamboa de MinCultura el envío del documento en pdf.
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PRESENTACIÓN EN LA 23 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BOGOTÁ
JUEVES, 19 DE AGOSTO de 2010. 11 AM. Salón José María Vargas Vila, Corferias.
OTRAS PRESENTACIONES: Agosto 20: Quibdó. Agosto 26: San Andrés. Septiembre 10: Barranquilla
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Biblioteca de Literatura Afrocolombiana
19 tomos. Colombia
En GACETA, El País, Cali. Páginas 10 a 13.
Agosto 8 de 2010
ESCRITO EN TINTA NEGRA
PALABRA SALDADA
Por Lucy Lorena Libreros
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Carátula de GACETA impresa
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Carátula de GACETA digital.
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Edición digital:
Allí toda la publicación. También se puede leer ampliando las imágenes de este blog.
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PÁGINA 11
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PÁGINA 13.
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ENLACES DE NTC ...
Allí información y detalles sobre la Biblioteca.
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Actualizó: NTC … / gra . Agosto 11 , 2010, 4:18 PM
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jueves, 5 de agosto de 2010

Taller de escritura creativa. Diseñado y dirigido por Julio César Londoño. Convocatoria. Inscripciones.

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¡Escriba como los maestros!
Taller de escritura creativa

Julio César Londoño

¿Se puede enseñar a escribir? Por supuesto que sí, aunque los escritores se empeñen en hacernos creer que lo suyo es un don divino, una cualidad marciana, un misterio impenetrable, como la inteligencia o la telepatía. Cuando se los interroga, responden con gravedad: “Nadie entiende los arcanos de la escritura, y si alguien los entendiera no podrá enseñarlos, y si alguien lograra enseñarlos no será comprendido”.

Tampoco digo que sea una tarea fácil. No hay fórmulas que garanticen la composición de ensayos perfectos, por ejemplo, pero sí podemos enseñarle al alumno la poética del género, darle una bibliografía básica, ponerlo en guardia contra los errores más comunes y, sobre todo, vacunarlo contra cuatro enemigos letales: el patetismo, el proselitismo, la vanidad y la ternura.

Con estas ideas en mente, he diseñado un taller de escritura creativa compuesto por las siguientes asignaturas:

Gramática básica: estudio de la naturaleza de las palabras, vistas de manera aislada (morfología), y la manera de enlazarlas en series lógicas (sintaxis), sin perder de vista que un idioma no es un sistema arbitrario de signos sino la manera como un pueblo siente la realidad y dialoga con su tradición.

Teoría literaria: definiciones de géneros, tropos, escuelas, tendencias y estructuras, en el lenguaje plano y elemental que las enciclopedias estilan.

La poética vuelve sobre los mismos asuntos de la teoría, pero lo hace con el lenguaje y la agudeza de los grandes maestros (v. gr. Los “decálogos” de Poe, Quiroga, Bolaño, Monterroso, etc.). La teoría es una asignatura técnica mientras que la poética es una suerte de filosofía de la literatura; pero ambas, teoría y poética, son de carácter abstracto, general.

La crítica, en cambio, es concreta y particular: resulta de aplicar la teoría y la poética (+ filosofía + sociología + historia de la literatura + lo que usted guste) al análisis de una obra o un autor determinado, sin olvidar que el tema central es la literatura (no la filosofía, ni el sicoanálisis, ni la sociología) y que las conclusiones deben ponerse en lenguaje literario. O, para decirlo con las palabras de Harold Bloom: “En crítica, es válido analizar el estilo de Freud en clave de Shakespeare, pero no es válido leer a Shakespeare en clave de Freud”.

En el capítulo narrativa se estudiará el cuento, esa forma sintética y esencial cuyo protagonista es el argumento, y la novela, que es un género de personajes (o como dijo Philip K. Dick: el cuento trata del crimen, la novela del criminal). También nos ocuparemos aquí de la estructura del relato: manejo del espacio y del tiempo (que puede ser lineal u oscilante), la inserción de descripciones pertinentes y la construcción de personajes con relieve, es decir, “dotados de un ADN singular”, como quiere Roberto Rubiano.

El ensayo es el lenguaje del pensamiento, o “la mejor manera de sostener con gracia un punto de vista original”, según Jaime Alberto Vélez, y tiene tres partes: introducción, desarrollo y cierre. Estudiaremos por qué es este el género de más importancia social, la conveniencia de investigar mucho pero desechar luego las 9/10 partes del acopio, y la razón de que la cualidad clave de un ensayista sea su capacidad de mantener un equilibrio exacto entre el rigor y la especulación.

La última asignatura a estudiar será el periodismo literario, ese poderoso invento de Gabo, Truman Capote y Gay Talese en los años cincuenta, ese híbrido que mezcla las estructuras, la claridad, el impacto y las vastas audiencias del periodismo con el poder de seducción de la poesía.

Los interesados en tomar estos contenidos pueden obtener más información* en La Fundación Casa de la Lectura de Cali: 558 1818 y 317 538 5416,
casalectura@yahoo.com .
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* Operará los sábados en La Casa de la Lectura, calle 8 oeste 25 C – 23, Los Cristales
de 9:00 am a 1:00 pm
Las inscripciones están abiertas hasta el 27 de agosto
Las clases se inician el sábado 4 de septiembre y terminan el 18 de diciembre
El director del taller será Julio César Londoño
En las sesiones participarán figuras destacadas de la intelectualidad y la academia vallecaucanas.
Los contenidos:
Gramática
Teoría literaria
Poética
Crítica
Ensayo
Narrativa
Periodismo literario
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Mayores informes, inscripciones y formas de pago: 558 1818, 317 538 5416, casalectura@yahoo.com, casalecturafcl@hotmail.com
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Actualizó: NTC … / gra . Agosto 5, 2010, 4:27 PM
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