sábado, 30 de enero de 2016

La historia comenzó ... , y terminará cuando ... . De animales a dioses. Una breve historia de la Humanidad. Yuval Noah Harari

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Un ateo que escribe como los dioses

Por Julio César Londoño

El metarrelato es un subgénero de la historia.

El Espectador .com 29 ENE 2016 - 9:00 PM. Impreso 30 ENE.  

Es difícil. Ambicioso. Consiste en registrar períodos largos de la historia de un imperio, el planeta, la galaxia, las “murallas” o el universo, desde el mito, la filosofía, la política, la ciencia, el arte, la sociología. Jehová, Willy Durant, Matt Ridley y Peter Watson son los maestros del género. Entre nosotros, Germán Arciniegas y Antonio Vélez lo han intentado con elocuencia y lucidez.

La revelación del metarrelato se llama Yuval Noah Harari, un judío de 39 años. Su libro, De animales a dioses, agota ediciones en 39 lenguas aunque su dominio es modesto: se limita al estudio de los avatares delhomo sapiens en los últimos 70.000 años, es decir, desde cuando era un bárbaro puro hasta el bárbaro ilustrado de hoy.

Los hitos del libro son la revolución cognitiva (70.000 años a. C.: comercio, arte, religión, jerarquías sociales), la revolución agrícola (12.000 años a. C., “el mayor fraude de la historia”, según Harari) y la revolución científica, hace apenas 500 años, contados a partir del día en que un muchacho florentino dejó caer libros, piedras, sapos y saliva desde la Torre de Pisa y midió el tiempo de caída con los latidos de su exacto corazón.

Entre tantas cosmologías y metarrelatos que agobian los anaqueles, ¿qué hace distinta la versión de Harari? Tres cosas: puede pensar con agudeza porque es ateo (es imposible pensar dentro de un dogma), pero no se enfrasca, no hace alharaca, ni desafía la ira divina, como Ciorán, digamos. Su prosa tiene relieve, a diferencia de ese lenguaje soso que las enciclopedias y los profesores estilan. Como nadie ignora, la buena prosa obra dos veces: primero encuentra, luego revela. Es una herramienta cognitiva y pedagógica a la vez. Y, toque maestro, sabe especular. No se limita a rumiar su erudición: vuelve a pensar todas las cosas por su cuenta. Inventa. Arriesga. Imagina. Sonríe.

Por ejemplo: acepta que el lenguaje fue el gran plus del homo sapiens, la “chispa divina”, pero precisa que fue su inclinación a urdir ficciones (chismes y cosmologías) lo que le dio unidad a la tribu y sentido trascendente a las vidas de sus integrantes. Con los milenios, el homo sapiens descubrirá que no existe tal sentido, que la evolución tantea en los laberintos del azar, extrañará a los dioses y creará nuevos mitos: el oro, el poder, las marcas, el progreso, la felicidad...

Por ejemplo: en el capítulo “El credo del capital”, nos cuenta cómo fue que los holandeses construyeron, a punta de crédito y responsabilidad, un imperio más serio y poderoso que el español. Y cómo de la confianza nacieron los bancos… que día y noche abusan de nuestra confianza.

En el capítulo dedicado a la felicidad reconoce que los casados son más felices que los solteros, pero advierte que no es seguro que el matrimonio produzca felicidad. Puede ser al contrario, que la felicidad produzca matrimonios.

Para mí, la felicidad es un engendro incubado por un teósofo maligno para amargarnos la vida.

Yuval Noah Harari también sabe llorar. Lo preocupa la suerte de los pobres; las condiciones en que viven y mueren los animales en las granjas industriales. “La evaluación de la felicidad global no puede limitarse solo a la felicidad de las clases altas, de los europeos o de los hombres”. Al final del libro irrumpen cyborgs, clones, personas inmortales, backups de cerebros humanos, monstruos de laboratorio, dilemas bioéticos… de aquí la síntesis del libro del propio Harari que recoge el blog NTC ... * “La historia empezó cuando los humanos inventaron los dioses, y terminará cuando los humanos se conviertan en dioses”.
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De: NTC  ntcgra@gmail.com 


Fecha: 29 de enero de 2016, 12:26


Asunto: Yuval Noah Harari conversa con Rosie Boycott. Conversatorio 28 de enero. En diferido. Hay Festival


Para: Suscriptores 
Yuval Noah Harari conversa con Rosie Boycott. Conversatorio 28 de enero. 
​VIDEO e
n diferido. Hay Festival 


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Allí entre otros videos del HAY FESTIVAL,  en diferido

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From: NTC ntcgra@gmail.com


Date: 2016-01-28 10:06 GMT-05:00

Subject: La historia comenzó cuando los humanos inventaron los dioses y terminará cuando los humanos se conviertan en dioses. 

De animales a dioses. Una breve historia de la Humanidad. Yuval Noah Harari


To: Suscriptores 

De animales a dioses. Una breve historia de la Humanidad.
Yuval Noah Harari


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La historia comenzó cuando los humanos inventaron los dioses 
terminará cuando los humanos se conviertan en dioses.
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A brief History of Humankind
Yuval Noah Harari
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A Brief History of Humankind
The course surveys the entire length of human history, from the evolution of various human species in the Stone Age up to the political and technological revolutions of the twenty-first century.
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domingo, 17 de enero de 2016

¿A dónde vas?, de Tim Keppel, uno de los cuatro finalistas del Premio Biblioteca Narrativa Colombiana, II Versión, 2016

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NTC ... SEGUIMIENTOS a Enero 26, 2015


Escritor Andrés Felipe Solano gana Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana
EL HERALDO .com, Martes 26 de Enero de 2016 - 10:12pm

El escritor colombiano Andrés Felipe Solano ganó hoy la segunda edición del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana (PBNC) con el libro "Corea: apuntes desde la cuerda floja" de la editorial Ediciones Universidad Diego Portales de Chile.
La obra de Solano, elegido miembro del grupo Nuevos Cronistas de Indias, tiene como ingrediente adicional que fue publicada por una editorial universitaria pequeña y extranjera.
Solano, nacido en Bogotá en 1977, es un cronista y novelista que ha trabajado para varias revistas colombianas y que en 2010 fue seleccionado por la revista británica Granta entre los 22 mejores escritores menores de 35 años en español.
"Es honor haber estado junto a los otros autores finalistas que tienen para decir un montón de cosas. Siento muchas ganas de seguir escribiendo", expresó Solano, quien calificó de "modesto" su libro y que empezó como "algo muy simple y que después cogió mucho vuelo".
"Corea: apuntes desde la cuerda floja" es un texto en el que el autor narra sus experiencias durante un año vivido en ese país asiático con un estilo entre la crónica y el diario íntimo, un género híbrido que sedujo a los jurados del premio, entregado en el marco del Hay Festival de Medellín.
"Es un cruce entre un diario íntimo, con apartes muy confesionales, y una exploración de Corea, un país en el que he vivido desde hace cuatro años. Fue una manera de lidiar con mis días, que eran difíciles en ese país; fue una forma de llenarlos", detalló sobre el libro, que fue editado por la escritora argentina Leila Guerriero.
La obra de Solano, elegido miembro del grupo Nuevos Cronistas de Indias, tiene como ingrediente adicional que fue publicada por una editorial universitaria pequeña y extranjera, que fue la que al final tomó la decisión de postular el libro.
Solano disputó el premio con 99 libros de narrativa (novela, cuento, periodismo literario y testimonio) y su obra terminó como finalista junto a "La forma de las ruinas", del colombiano Juan Gabriel Vásquez (novela), Editorial Alfaguara; "El año del verano que nunca llegó", del también colombiano William Ospina (novela), Editorial Random House, y "¿A dónde vas?", del estadounidense Tim Keppel (cuentos), Editorial Alfaguara.
"Gané en medio de novelas muy colmilludas, eso me alegra muchísimo y me sorprende también porque me publicó una editorial pequeña y tenía un tema un poco lateral", dijo a Efe el ganador.
El jurado del II PBNC estuvo integrado por el escritor mexicano Juan Villoro, Carmen Barvo, Juan Esteban Constaín (ganador de la primera versión del premio), Mario Jursich, Juan Diego Mejía y Nicanor Restrepo Santamaría, fallecido en 2015.
"Este premio registra todos los modos de la narrativa, algo único. Elegimos cuatro libros, cuatro maneras difíciles de ver la literatura", dijo Villoro, quien indicó sobre el ganador que hace "una crónica personal, desconociendo el entorno e ignorando la lengua" para lograr un "registro existencial" hecho por un "buen diarista".
El escritor ganador del premio recibió un diploma, una escultura del escultor colombiano Hugo Zapata y la suma de 40 millones de pesos (unos 12.000 dólares).
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La noticia en otros medios.

NTC ... ENLACES: 
Imágenes integradas 1
José Zuleta Ortiz y Andrés Felipe Solano 
Los hermanos Cuervo. Andrés Felipe Solano 
   5 de Octubre, 2012. Cali, "Lugar a dudas", 6:00 PM. Foto: MIC, de NTC
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¿A dónde vas?

de Tim Keppel, 


Imágenes integradas 1.Imágenes integradas 2

uno de los cuatro finalistas del 

Premio Biblioteca Narrativa Colombiana, II Versión, 2016


Los libros finalistas al II Premio Biblioteca Narrativa Colombiana —organizado por la Universidad Eafit con el apoyo de Caracol Televisión y Grupo Familia—:

 ¿A dónde vas?, de Tim Keppel

El año del verano que nunca llegó, de William Ospina; 

Corea: apuntes desde la cuerda floja, de Andrés Felipe Solano; y 

La forma de las ruinas, de Juan Gabriel Vásquez.

El jurado —con formado por Juan Villoro, Carmen Barvo, Juan Esteban Constaín (Ganador del Premio Biblioteca en 2014), Mario Jursich y Juan Diego Mejía— había dado a conocer los once libros nominados de los 99 que se presentaron al concurso ... 

Texto completo en Semana: http://www.semana.com/cultura/articulo/los-finalistas-del-ii-premio-biblioteca-narrativa-colombiana/456700-3 ) 



NTC ... ENLACES: 

2 de septiembre de 2015

¿A dónde vas?. Tim Keppel. Cuentos. NTC ... Registro: 2 de septiembre de 2015

http://tikentc.blogspot.com.co/2015_09_02_archive.html

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13 de diciembre de 2007 : 

TIM KEPPEL  en NTC ... 

 PRESENTACIÓN GENERAL


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De los archivos (galerías) de NTC ... 
Imágenes integradas 3
Tim Keppel Germán Patiño, Amparo Romero Vásquez, Sonia N. Truque
María Eugenia Rojas y Gabriel Ruiz

FOTO DEL EVENTO: SONIA TRUQUE. "Los perros prefieren el sol y otros cuentos". Presentación del libro en Cali.
Presentó Fabio Martinez. NTC ... Registros del acto realizado en "Lugar a dudas" el 2 de Marzo de 2.007
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martes, 12 de enero de 2016

La biblioteca seductora. Por Jotamario Arbeláez. Intermedio. Diciembre 12, 2016

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Intermedio

La biblioteca seductora

Jotamario Arbeláez
 Foto Salomé Arbeláez

Desde que —a los 12 años— terminé la primaria en la escuela San Nicolás, tenía ya una biblioteca de unos 33 volúmenes, que era a la vez el asombro y la incredulidad de mis compañeros de barrio.
Libros de segunda, en rústica, pasta blanda, adquiridos en el parque de Santa Rosa, en Cali, a precio de huevo,
entre los que recuerdo El hombre mediocre, de Ingenieros, El hombre de la máscara de hierro, de Dumas, El hombre que ríe, de Hugo, El hombrecillo de los gansos, de Wassermann, 
La mujer, de Severo Catalina, La bruja, de Michelet, La doncella, de Voltaire, La celestina, de Rojas,
El amor, las mujeres y la muerte, de Schopenhauer, Así hablaba Zarathustra, de Nietzsche, El retrato de Dorian Gray, de Wilde y El lobo estepario, de Herman Hesse.
“Un hombre no puede leerse en la vida tantos libros, no le alcanzarían ni el tiempo ni las vistas, además de que despilfarraría mil oportunidades de tirar para tener hijos”,
aventuró el sabiondo de Víctor Mario Martínez, que era el guapo de la gallada, dando a entender que yo lo que estaba era faroleando.
Y me espetó la sentencia que más me ha conmovido en la vida, proveniente de un condiscípulo: “Lo que es yo, no aprendí a leer para leer libros. A mí que me los envuelvan, pero que no me los vendan.”


Tres años después, ya mi escuálida biblioteca ocupaba cinco tablas de cama sostenidas con ladrillos,
y mi fiel amigo Luis Alfonso Ramírez proclamaba que me la había leído toda, porque para eso había suspendido otras actividades manuales como el ajedrez, el billar pool y la masturbación.
Y divulgaba que todo lo que salía de mi boca provenía de los personajes de cada libro. Por eso cada uno de mis parlamentos, hasta el saludo, tomaba categoría de apotegma.
En otras palabras, que había perdido, no solo la originalidad, sino la propia identidad, en aras de la lectura.
A él, que presumía de su cociente de inteligencia dado el diámetro de su cráneo,
ya lo había envenenado con El satiricón, en una edición ilustrada por un pornógrafo, a cambio de que me prestara su rotunda bicicleta Raleigh pintada a polvo,
para ir a visitar en el barrio Salomia a Gloria Sánchez, perspicaz pelinegra a quien trataba de conquistar con empanadas de cambray y Las tribulaciones del estudiante Werther.
En vista de que la chica no me hacía caso —supe varios años después que lo hizo para estimularme como poeta sufrido, que son los únicos que escriben buenos poemas—, 
ataqué a su papá, rojaspinillista, con una edición de La técnica del golpe de estado, de Malaparte, a ver si se ponía de mi parte.
Él me lo agradeció mucho pero, en vista de que el parecer de su hija mayor era indoblegable,
me ofreció que me embocara por la hija menor, que además era rubia, y se llamaba Florencia, como la ciudad del Dante,
a la que regalé, como era correspondiente, un ejemplar de Vita Nuova, que me devolvió sin abrir.
Es el libro más precioso que tengo en mi biblioteca, le dije. ¿Y es que me viste cara de bibliotecaria?, me respondió subiéndose con el índice las enormes gafas cuadradas.
En tanto mi condiscípulo Asbel, que me acompañaba en su bicicleta Philips, se reía de mi desventura.
El señor Sánchez, que no se dejaba doblegar tan fácil, me sugirió entonces que invitara de paseo a su hijo intermedio,
que era muy sensible y tenía cierta predilección por los pajaritos.
Le agradecí mucho, pero por aquella época no estaba muy interesado en otras variantes que las del método de ajedrez de Dorfman, que se centraba en atacar tan sólo a la reina.
Para no dejar sin su merecido al doncel, le obsequié una edición apestosa de Muerte en Venecia. Y delegué en el guapo de Víctor Mario la subsiguiente invitación al cine y las palomitas.
Vi que lo montó en la barra de su bicicleta Monark y se perdieron felices.


Estos chascos mortificantes me conducían al local del zapatero del Pasaje Sardi,
quien me reponía los tacones a cambio de que le leyera páginas de Vargas Vila o de Eduardo Zamacois, de Flor de Fango o de Punto negro,
mientras él martillaba con todo el entusiasmo sus medias suelas.
A mí me encantaba escuchar el timbre de mi voz, mientras bebía del ‘tapetusa’ que él me ofrecía. Hasta que me daban ganas de ir a hacer aguas.
Entonces el zapatero, sin preguntar si eran mayores o menores, me invitaba a proseguir a su minúsculo baño, donde no había papel higiénico, por lo que yo prefería decirle que iba hasta la casa y volvía.
Para no quedar como un cuero por escurridizo le traía de regalo un ejemplar de Las zapatillas rojas, de Andersen, o de La zapatera prodigiosa, de Lorca.


Para que me expidieran sin problema el certificado de aprobación de la escuela elemental y poder acceder al bachillerato en Santa Librada
tuve que desprenderme, con el dolor de mis cojones, de El maestro de escuela, de Fernando González, para el señor Toro, director de grupo,
y para el señor Perlaza, director del establecimiento con algo de amadamado, de A los pies del maestro, un libro sagrado.


En el bachillerato mi biblioteca siguió creciendo como espuma, pues con lo que me daban para buses del día yo, gran caminador,
adquiría en el mismo parque un nuevo título, con algo de filosofía,
que me permitiera refutar con aplomo los peregrinos argumentos de los compañeros que pretendían razonar mientras se fumaban su cacho de marihuana,
tales El banquete, el Discurso del método, el Elogio de la locura, El contrato social, los Manuscritos, la Dialéctica de la naturaleza, el Tractatus Lógico-Philosophicus, La risa y las Cartas a Estanislao.


Desde la adolescencia, cuando me fui a vivir con la primera gata que encontrara en los iniciales peldaños hacia el abismo,
he cargado con la cruz de mi pesada colección de mamotretos, que se me fueron perdiendo cada vez que tuve que desalojar el establecimiento amoroso.
Para evitar que ello siga sucediendo, ahora tengo dos casas. En una vivo con mi mujer y mis dos hijos, y en la otra con mis 7.777 libros, un sommier dispuesto para la visita esporádica, un conejo que se llama Playboy y un par de rosas amarillas en el jardín.
Ya casi no regalo libros y ni siquiera los presto. Y mi hobby actual es reponer los que me robaron.


Pasados 50 años me reencontré —descendiendo del avión—  con una monumental Florencia, procedente de Francia,
donde vive desde entonces con uno de mis grandes amigos de adolescencia, ya imaginarán ustedes con quién, con Asbel.
Quien, por cierto, nunca me devolvió Mi vida y mis amores, de Harris, el libro que más he querido en mi vida.
Yo regresaba de leer en la UNESCO unos poemas que enfrentan el amor otoñal.
Ella, que de niña se parecía a la Bardot por la cola de caballo y la otra, apenas si había cambiado de peinado. Mientras a Brigitte se le han borrado por completo las señas de su belleza, Florencia entraba radiante en la noche del gran saldo de otoño. 

Venía prendido con los whiskeys que me había servido la azafata, a quien de entrada había obsequiado una edición pirata de Aeropuerto, de Hailey. Por eso no tuve ninguna objeción de conciencia de metérmele por los ojos a inspeccionar a mi amiga.
Flora se limitó a preguntarme cómo iba mi ‘vida nueva’. Mejor que nunca, le dije,  sigo devorando todo lo que me cae a mano, incluso libros y comidas,
y le fui alargando de regalo el libro que venía leyendo en la nave, Sólo dime dónde lo hacemos, de Mercedes Abad,
y exhalando mi último aliento de seductor: “Así no sea bibliotecaria, me gustaría meterte en mi biblioteca.”
El que no aprende a pedirlo no debe quejarse de que no se lo den.
Debió ofenderse al sentirse tratada como un volumen.
O agradecida de ir a ocupar un sitio entre todo lo que más amo.
Todavía estoy aguardando a que me responda.
En tanto mi esposa me pita desde el parqueadero del aeropuerto.   
      
Foto Claudia Jaramillo
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NTC ... NOTA: 

El texto se publicó, parcialmente, en la columna del autor
en El País de Cali. Enero 12, 2016
http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jotamario-arbelaez/biblioteca-seductora
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