jueves, 7 de enero de 2016

UN INFIERNO ORGANIZADO. Por Juan Manuel Roca. Prólogo a la novela “ADN/DNA” de Guillermo Linero Montes

Publican y difunden 

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UN INFIERNO ORGANIZADO

Juan Manuel Roca

Prólogo a la novela “ADN/DNA” de Guillermo Linero Montes*
Editorial "Babilonia", Bogotá. Serie narrativa. 63 páginas.
Noviembre de 2015 https://www.facebook.com/editorial.babilonia1/
NTC .. agradece al prologuista el aporte del texto 
y la autorización para publicarlo

El lector tiene entre manos una historia bizarra que se mueve en los linderos del horror cotidiano, en esa pesadilla con aire acondicionado de la que hablaba Henry Miller a propósito de la rumia del tiempo, de ese masticar una y más veces un mundo un tanto hueco, asordinado.

En una trama delineada con pulso de cartógrafo pero no creada desde una linealidad avasallante, gira la narración de una vida familiar anómala, atrapada no solamente por la historia verbalizada sino por sus silencios, por sus evocaciones y  la poderosa creación de una atmósfera fronteriza que se mueve entre el sueño y la vigilia, como si trazara un secreto pasadizo entre la opacidad de sus personajes y de una casa sonámbula y el brillo de sus descripciones.

Que un hombre culto, que tiene en la cabeza una leída biblioteca babilónica, lecturas filosóficas, literatura de diferentes cataduras y un cúmulo de pasajes de la historia, un buen día y sin decretárselo a sí mismo se dedique a leer al desgaire revistas frívolas, a lecturas de ocasión y al abandono de los dramas colectivos vistos con la comodidad de un diario ante los ojos, parece más un desdén que una renuncia.

Que ese mismo hombre llamado Guillemo Linero se encuentre de buenas a primeras con un aviso clasificado que busca a un hombre flaco, cincuentón y escrupuloso, cuyo mayor requisito es que se llame Guillemo Linero, pudo en principio parecerle una broma. Pero en verdad, tras señalarle al acudir a la solicitud los beneficios económicos y de vivienda a condición de que realizara un retrato familiar, tenía visos de no ser una chanza, una burla rastrera.  Lo que pedía el anuncio era algo más que un sosía a la manera del personaje de Plauto, pues no era el único Guillermo Linero que andaba por el mundo, suponía, pero el mismísimo pintor y lector de intrascendencias se sabía capaz de hacer un gran retrato de familia, pues contaba a su favor con el rigor y los secretos de la plástica.

Había algo milagroso en ese encuentro con lo inesperado. Miren que encontrar algo a todas luces trascendente en medio de la morralla noticiosa de un diario, ya implica un verdadero sobresalto. Así que sembrado de dudas pero sin duda espoleado por el espejismo, imaginamos al señor Guillemo, caballete al hombro, en camino de la dirección del empleo.

Es curioso pensar en una casa que en su ambigüedad espacial puede estar levantada en Santa Marta, en cualquier otra ciudad o en mitad de la nada y que allí reine una “atmósfera de quietud y desaliento”, Una morada claroscura y una pulsión por el encierro de su propietario, un hombre de tendencias anómalas que ama la que considera la mejor hora, ese momento del día cuando se apaga la luz, que es como cuando se enciende la oscuridad. Y esa atmósfera de tiempo detenido, de sueño amortajado, es la que le da un centro a la narración, como ocurre en “Aura”, a mi juicio la mejor novela de Carlos Fuentes.

El propietario de la morada tiene ideas fijas. Quiere el cuadro de su familia en “un estilo figurativo, pero surrealista”. Le gusta “lo absurdo, lo sorprendente”. Esa afirmación puede ser el preámbulo sutil de una sucesión de hechos que encabalgan la presencia de la hija del señor Lafuente, Iliana, una muchacha que siempre parece flotar a orillas del deseo, en sus fronteras. ¿Qué reúne en su seno la casa?  Las fotos de una esposa muerta, un ayudante enanoide que parece reemplazar la presencia teratológica de las Meninas en el cuadro del legendario pintor que quiso hacer visible lo invisible. O que intercambia a Pablo, el ayudante, con algún otro enano de los que llamaban en España “la tiniebla viviente” y que se regalaban los nobles de Europa, sobretodo en Italia y aunque parezca una ironía, de los “países bajos”.

A todas estas, un haz de felinos, como todos, libérrimos y misteriosos, que una vez más nos recuerdan que uno nunca acaba de tener un gato, rondaban y ronroneaban en la casona. Al pintor le agradaba pintar quizás más a los gatos que a sus propios dueños.

Así mismo, como un gato en un almacén extraño, que así decía Van Gogh que sentía su presencia en el mundo, se sentía también el pintor invitado a esa cena de sombras que es la familia Lafuente. Él es un extraño en un mundo más extraño aún. Como extraña resulta Lorenza, la cocinera que pone en el aire el olor de la mesa servida en ese ambiente que reclama aunque sea la calidez de las viandas, el paisaje de su olor.

La sobriedad del relato se permite narrar los insólitos y casi oníricos sucesos de un espacio sin lugar, de un ámbito sordo y casi sórdido en una geografía sin mapa. No obstante hay una presencia delicada, lírica y misteriosa que atraviesa los espacios de la casa. Lo hace como en puntillas, como en un sueño en medio de la opacidad cotidiana.
Hay en todo esto una ceguera impuesta por la prohibición, 22 peldaños que hay que adivinar en la noche como si el pie fuera un avisado lazarillo, mucha penumbra, una habitación prohibida, también una pesadilla no narrada, un mundo cerrado que quiere ser violentado con la ganzúa de la imaginación, una vida bocetada una y más veces como quien realiza un “pentimento”, algo que el pintor narrador describe como “un pequeño y privativo infierno organizado”.

Otro aspecto que quisiera señalar por fuera de la historia misma, es la forma como el autor de “ADN/DNA” toca sin excesos el ensayo y la reflexión de orden filosófico. Lo hace en yunta con sus conocimientos de la plástica, sin alardeos, amparado en ciertos guiños de su humor, un humor a veces confesional pero siempre distanciado por la máscara eficaz de quien sabe que si el cuerpo es sedentario la imaginación es nómada.


Hay pocas narraciones en Colombia tan elusivas y a la vez tan atrayentes como esta de Guillermo Linero y de su sosía pintor. Y sí, es tan elusiva, dice tanto entre las líneas del silencio como desde su prosa justa, sobria y sin alardes, lejos de un enamoramiento verbal que arrastre a pasos lentos el relato. Es un bello y extraño libro, en suma.
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* Guillermo Linero Montes
Santa Marta, Colombia, 1962. Pintor, escritor y crítico literario.
Ha publicado los siguientes libros: Aventuras en la calle, relato, Editorial Magisterio, 1996; Rostros de la palabra, ensayos sobre poesía colombiana contemporánea, Editorial Magisterio, 1997; Cuadros de una exposición, poemas, Departamento de Literatura, Universidad Nacional, 2000. La última carta, poemas, Colección Catapulta de Poesía, Bogotá, 2008. El arma secreta del navío Leandro, novela histórica sobre la Expedición Miranda, Editorial Ícono; Mi ciudad en tus ojos, relato, Alcaldía Mayor de Bogotá-Instituto Distrital de Patrimonio, Bogotá 2011.  Historia del Derecho Romano, Editorial Diké-Universidad Sergio Arboleda, Medellín, 2014; “Palabra de Dios”, poemas (plaquette), Punto de Convergencia, Bogotá, 2015.

Sus textos y poemas han sido incluidos en antologías como: Poetry Rewiev, Mississippi, 2001; México en la Poesía Colombiana, Universidad Autónoma de México-Universidad Nacional de Colombia, México, Colombia, 2002; Versos Comunicantes II: poetas entrevistan a poetas iberoamericanos, Ediciones Alforja y Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2003; El poeta canta dos veces, El Habitante de la Bahía Producciones, 2003; Antología de la poesía colombiana, compilador Jorge Cadavid, Editorial Universidad de Antioquia; Palabra Capital, Mondadori Editores, Bogotá 2007; Celebraciones, Editorial Domingo Atrasado, Bogotá 2007; y en revistas como: Puesto de Combate, Alforja, Golpe de dados, y Revista Casa Silva, entre otras.

El Club de Lectores de Poesía publicó la plaquette Plumillas, en homenaje a su obra plástica, con textos de los escritores Julio Daniel Chaparro, Juan Manuel Roca y Evelio José Rosero.





Video. Entrevista a G. Linero: https://youtu.be/fg8lmH4nhpI  . 8 feb. 2011