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Compilaciones NTC ... MVLL (Nobel, 2010)
"Espacio de difusión, reflexión y opinión sobre la vida y obras de MVLL
que dan para recorrer múltiples aspectos de los últimos 50 años
de la vida culural de América Latina y el mundo."
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Portal-blog complementario a NTC ... Nos Topamos Con ...
http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com , Cali, Colombia.
Y a los relacionados en: http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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¡ UN TRIBUNAL PARA JUZGAR A LOS ACADÉMICOS DEL NOBEL DE LITERATURA !
Por Ives Moniño (París, Octubre 19, 2010) ymonino@orange.fr
¡ UN TRIBUNAL PARA JUZGAR A LOS ACADÉMICOS DEL NOBEL DE LITERATURA !
Por Ives Moniño (París, Octubre 19, 2010) ymonino@orange.fr
Para: NTC ...
Que me perdone mi amigo Carlos Vidales, quien, exasperado con razón por eso de "Fulano se merece o no se merece el Nobel", asegura , en su texto “Ya me tenís chanchito!”, que los dieciocho académicos amos del premio, jueces autosuficientes y seguros de sí mismos pese a su ignorancia de cualquier lengua que no sea inglés o sueco, son los que no se merecen a ningún(a) escritor(a), fuese Corín Tellado.
Tengo que confesar un grave desacuerdo con Carlos : el Nobel sí se lo merecen algunos, aunque no sea por sus escritos. Un Doctor Jekyll sueco, asustado por el Mister Hyde que llevaba en sus adentros, autor oculto de un estruendoso y mortífero explosivo, creó para conjurar su monstruoso doble el premio que lleva su apellido y que al revés se lee Lebon, o sea "El Bueno" en francés. Nuestro buen dinamitero deseó ensalzar obras MORALES y, por si las moscas, literarias. Y como galardón ético, su premio les sentó de maravillas a Sully Prudhomme por sus rimas remilgadas pero sumamente instructivas y conformes al orden burgués, a Mauriac por lo mismo en prosa, a Frédéric Mistral, por su costumbrismo provenzal aunque provinciano (sus poemas apenas los recuerdan los propios provenzales), a Kipling por magnificar con un apacible racismo la obra civilizadora inglesa en las Indias, a Spitteler por ser suizo, a André Gide y Jean-Paul Sartre por predicar la esencia de su cultura protestante, que es la autosuficiencia y la seguridad de sí mismo, a Churchill por su inmenso aporte a la Realpolitik Literatur (pero tengo que lamentar, como francés chovinista, que Charles De Gaulle, cuyas Memorias son un monumento del género, no recibiese el premio literario que parecía diseñado para él), a Hemingway por el relato exótico de sus aventuras en París y en la guerra civil española (Ernesto miró España con las gafas de Rudyard en las Indias), y a tantos suecos, noruegos, daneses y finlandeses por haber nacido en el ámbito territorial sueco presente o pasado. Y le sentaría muy bien el Nobel a Corín Tellado, cuya prosa kilométrica contribuye de manera magistral tanto a la salud mental de muchas mujeres como a la paz de las familias. Todos estos merecieron o hubieran merecido el Premio Sírvete-de-las-letras-en-vez-de-servirlas, que es el nombre secreto del Nobel de literatura.
Ya se volvió una cantinela en este debate enumerar los que tuvieron la suerte de escapar a la desgracia de ser nobelizados, los Zola, Ibsen (y eso que era noruego), Tolstoï, Tchekhov, Proust, Kafka, Joyce, Musil, Gombrowicz, Borges, Rulfo y muchos otros asiáticos y africanos, entre quienes destacaré a Jaroslav Hašek, demasiado salvaje y amoral para ser admitido siquiera a concurrir en esa farsa bien pensante de la Academia sueca.
Nó, basta de cantinelas, prefiero mencionar a unos de los desdichados escritores de verdad a quienes les tocó la indignidad del Nobel : Thomas Mann, Sinclair Lewis, Pirandello, Martin Du Gard, Gabriela Mistral, Faulkner, Steinbeck, Cholokhov, Soljenitsyn, Neruda, García Márquez, Nadine Gordimer, Oe, Wole Soyinka, Kabawata, Gao Xingjian (estos cinco últimos figuran como coartadas afroasiáticas del imparcial jurado), Asturias, Saramago, Pamuk, Doris Lessing, Vargas Llosa y unos cuantos más. Es cierto, Carlos, que el premio Nobel-Jekyll no se merece a estos hombres y mujeres que dedicaron o dedican su vida a la literatura antes que todo, así hayan intervenido o no, para bien o para mal, en otros asuntos del mundo y de la humanidad. Ellos no necesitaban ese galardón politiquero, aunque el millón de euros que lo acompaña no sea exactamente un incentivo desdeñable, pero los burócratas de la Academia Jekyll-Hyde se equivocaron al premiarlos, enceguecidos por los compromisos o las posturas sociopolíticos de sus elegidos. Se necesita con urgencia un Tribunal Internacional para juzgar a esos dieciocho burócratas por el error imperdonable de haber galardonado a escritores geniales o de gran talento y por el crimen de substituirse a nosotros los lectores del mundo. Y propongo que su castigo sea de traducir los 4000 libros de Corín Tellado al nahuatl.
Yves Moñino
Que me perdone mi amigo Carlos Vidales, quien, exasperado con razón por eso de "Fulano se merece o no se merece el Nobel", asegura , en su texto “Ya me tenís chanchito!”, que los dieciocho académicos amos del premio, jueces autosuficientes y seguros de sí mismos pese a su ignorancia de cualquier lengua que no sea inglés o sueco, son los que no se merecen a ningún(a) escritor(a), fuese Corín Tellado.
Tengo que confesar un grave desacuerdo con Carlos : el Nobel sí se lo merecen algunos, aunque no sea por sus escritos. Un Doctor Jekyll sueco, asustado por el Mister Hyde que llevaba en sus adentros, autor oculto de un estruendoso y mortífero explosivo, creó para conjurar su monstruoso doble el premio que lleva su apellido y que al revés se lee Lebon, o sea "El Bueno" en francés. Nuestro buen dinamitero deseó ensalzar obras MORALES y, por si las moscas, literarias. Y como galardón ético, su premio les sentó de maravillas a Sully Prudhomme por sus rimas remilgadas pero sumamente instructivas y conformes al orden burgués, a Mauriac por lo mismo en prosa, a Frédéric Mistral, por su costumbrismo provenzal aunque provinciano (sus poemas apenas los recuerdan los propios provenzales), a Kipling por magnificar con un apacible racismo la obra civilizadora inglesa en las Indias, a Spitteler por ser suizo, a André Gide y Jean-Paul Sartre por predicar la esencia de su cultura protestante, que es la autosuficiencia y la seguridad de sí mismo, a Churchill por su inmenso aporte a la Realpolitik Literatur (pero tengo que lamentar, como francés chovinista, que Charles De Gaulle, cuyas Memorias son un monumento del género, no recibiese el premio literario que parecía diseñado para él), a Hemingway por el relato exótico de sus aventuras en París y en la guerra civil española (Ernesto miró España con las gafas de Rudyard en las Indias), y a tantos suecos, noruegos, daneses y finlandeses por haber nacido en el ámbito territorial sueco presente o pasado. Y le sentaría muy bien el Nobel a Corín Tellado, cuya prosa kilométrica contribuye de manera magistral tanto a la salud mental de muchas mujeres como a la paz de las familias. Todos estos merecieron o hubieran merecido el Premio Sírvete-de-las-letras-en-vez-de-servirlas, que es el nombre secreto del Nobel de literatura.
Ya se volvió una cantinela en este debate enumerar los que tuvieron la suerte de escapar a la desgracia de ser nobelizados, los Zola, Ibsen (y eso que era noruego), Tolstoï, Tchekhov, Proust, Kafka, Joyce, Musil, Gombrowicz, Borges, Rulfo y muchos otros asiáticos y africanos, entre quienes destacaré a Jaroslav Hašek, demasiado salvaje y amoral para ser admitido siquiera a concurrir en esa farsa bien pensante de la Academia sueca.
Nó, basta de cantinelas, prefiero mencionar a unos de los desdichados escritores de verdad a quienes les tocó la indignidad del Nobel : Thomas Mann, Sinclair Lewis, Pirandello, Martin Du Gard, Gabriela Mistral, Faulkner, Steinbeck, Cholokhov, Soljenitsyn, Neruda, García Márquez, Nadine Gordimer, Oe, Wole Soyinka, Kabawata, Gao Xingjian (estos cinco últimos figuran como coartadas afroasiáticas del imparcial jurado), Asturias, Saramago, Pamuk, Doris Lessing, Vargas Llosa y unos cuantos más. Es cierto, Carlos, que el premio Nobel-Jekyll no se merece a estos hombres y mujeres que dedicaron o dedican su vida a la literatura antes que todo, así hayan intervenido o no, para bien o para mal, en otros asuntos del mundo y de la humanidad. Ellos no necesitaban ese galardón politiquero, aunque el millón de euros que lo acompaña no sea exactamente un incentivo desdeñable, pero los burócratas de la Academia Jekyll-Hyde se equivocaron al premiarlos, enceguecidos por los compromisos o las posturas sociopolíticos de sus elegidos. Se necesita con urgencia un Tribunal Internacional para juzgar a esos dieciocho burócratas por el error imperdonable de haber galardonado a escritores geniales o de gran talento y por el crimen de substituirse a nosotros los lectores del mundo. Y propongo que su castigo sea de traducir los 4000 libros de Corín Tellado al nahuatl.
Yves Moñino
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Mi querido amigo Yves me hace notar algunas fisuras de mi magistral diatriba “Ya me tenís chanchito!” : algunos malos escritores sí se merecen el Premio Nobel y el premio, a su vez, se los merece.
Estoy en un todo de acuerdo con el desacuerdo de Yves. Es verdad que en el furor de mi diatriba no quise ver todas las caras del prisma y solamente fijé mi cólera en la arrogante presunción de la Academia sueca de autoerigirse en Corte Suprema de la literatura universal.
Rige en estas latitudes una ley inapelable que se llama “Ley Jante”, que se resume en los siguientes mandamientos:
Mi querido amigo Yves me hace notar algunas fisuras de mi magistral diatriba “Ya me tenís chanchito!” : algunos malos escritores sí se merecen el Premio Nobel y el premio, a su vez, se los merece.
Estoy en un todo de acuerdo con el desacuerdo de Yves. Es verdad que en el furor de mi diatriba no quise ver todas las caras del prisma y solamente fijé mi cólera en la arrogante presunción de la Academia sueca de autoerigirse en Corte Suprema de la literatura universal.
Rige en estas latitudes una ley inapelable que se llama “Ley Jante”, que se resume en los siguientes mandamientos:
Du skall inte tro att du är något (No vayas a creer que eres algo).
Du skall inte tro att du är lika god som vi (No vayas a creer que eres tan bueno como nosotros).
Du skall inte tro att du är klokare än vi(No vayas a creer que eres más sensato que nosotros).
Du skall inte inbilla dig att du är bättre än vi (No vayas a creer que eres mejor que nosotros).
Du skall inte tro att du vet mer än vi(No vayas a creer que sabes más que nosotros).
Du skall inte tro att du är förmer än vi(No vayas a creer que eres más importante que nosotros).
Du skall inte tro att du duger till något (No vayas a creer que tú sirves para algo).
Du skall inte skratta åt oss (No te vayas a reír de nosotros).
Du skall inte tro att någon bryr sig om dig (No vayas a creer que alguien se preocupa por tí).
Du skall inte tro att du kan lära oss något (No vayas a creer que tú nos puedes enseñar algo a nosotros).
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Es en cumplimiento de esa ley inviolada e inviolable que se han establecido los cimientos de ese pomposo ritual por el que, cada año, se renueva el principio dogmático de una superioridad racial e intelectual que, precisamente por ser dogmático, no necesita demostración. Vistas las cosas desde esta perspectiva, el otorgamiento del codiciado premio a personajes dudosos o mediocres refuerza y consolida la autoridad del Tribunal Supremo tanto como la concesión del diploma a verdaderos genios de la literatura: lo que interesa, en ambos casos, es la ratificación de la potestad de juzgar y de dictar sentencias inapelables, no importa cuán absurdas sean. Hay en esa ceremonia algo de aliento divino, olímpico, como una emanación del Consejo de los Dioses, que se extiende como un manto de imposición imperial sobre las muchedumbres absortas de lectores. Diría más: las sentencias injustas, bien administradas, fortalecen y consolidan el poder arbitrario del juez (y su prestigio), del mismo modo que otorgar a un caballo el título de Cónsul certifica dramáticamente el poder absoluto de Calígula.
Pero el prisma tiene otras facetas y otras aristas: los premios se negocian, se niegan, se retrasan, se dosifican, según cálculos y conveniencias que a los ojos del gran público se presentan como designios insondables. Mark Twain es condenado al rincón de los olvidados, en apariencia porque es “solamente” un humorista (¿como Cervantes, tal vez?), pero en realidad porque es un socialista que denuncia las horrendas masacres, mutilaciones y torturas a que está siendo sometida la población del Congo por parte del rey Leopoldo de Bélgica, con la ayuda entusiasta de mercenarios suecos y de todas las monarquías europeas. Por la misma razón será castigado con la indiferencia y el desprecio Józef Teodor Konrad Nalecz Korzeniowski, más conocido como Joseph Conrad, autor de “El corazón de las tinieblas”, que es el corazón del Congo. Otro socialista, August Strindberg, será repudiado a causa de sus irreverencias, en especial por su terrible libelo “Det Nya Riket” (“El Nuevo Reino”), feroz requisitoria contra la sociedad sueca reaccionaria, aristocrática, hipócrita y farisea de la segunda mitad del siglo diecinueve. Una Academia germanófila y racista rechazará sistemáticamente a Sigmund Freud y a otros notables escritores judíos, entre los que sobresale Franz Kafka. Proust será “decadente”, James Joyce “degenerado”. Ninguna de estas afrentas contra la literatura universal obedece a la ignorancia o a la incompetencia de los académicos, no. Ellas son fruto de la prostitución política de la Academia.
Sobre este trasfondo, los aciertos han servido para darle brillo y esplendor al premio. Bien miradas las cosas, no han agregado más brillo y esplendor a los premiados. Y es por esta razón que resulta bizantino discutir si los premiados “merecían” o “no merecían” el galardón. Discutir los merecimientos de los agraciados es legitimar la impostura del tribunal.
Vivimos en una época sombría pero ya se vilsumbran destellos de lucidez: los habitantes de este planeta comienzan a cuestionar viejos valores, tradiciones obsoletas, conceptos retrógrados. La “Ley de Jante” comienza a tambalearse y el simple y sencillo ciudadano del mundo comienza a decirse a sí mismo:
Sí, soy algo;
sí, soy tan bueno como cualquiera;
sí, soy más sensato que los jueces prevaricadores;
sí, soy mejor que los detentadores del poder;
sí, sé más que los sabihondos arrogantes;
sí, soy más importante que los fatuos;
sí, yo sirvo para algo noble y justo;
sí, me río de los imbéciles solemnes;
sí, millones de mis prójimos se preocupan por mí
y yo me preocupo por ellos;
sí, yo puedo enseñar algo
a quien quiera aprender algo nuevo;
sí, yo conozco el valor de mi dignidad
inalienable e intransferible.
Vengo del corazón de las tinieblas
y voy hacia el corazón del mediodía.
Carlos Vidales , Estocolmo, 2010-10-19
http://hem.bredband.net/rivvid/
http://luisvidales.blogspot.com/
http://losimportunos.wordpress.com/
Es en cumplimiento de esa ley inviolada e inviolable que se han establecido los cimientos de ese pomposo ritual por el que, cada año, se renueva el principio dogmático de una superioridad racial e intelectual que, precisamente por ser dogmático, no necesita demostración. Vistas las cosas desde esta perspectiva, el otorgamiento del codiciado premio a personajes dudosos o mediocres refuerza y consolida la autoridad del Tribunal Supremo tanto como la concesión del diploma a verdaderos genios de la literatura: lo que interesa, en ambos casos, es la ratificación de la potestad de juzgar y de dictar sentencias inapelables, no importa cuán absurdas sean. Hay en esa ceremonia algo de aliento divino, olímpico, como una emanación del Consejo de los Dioses, que se extiende como un manto de imposición imperial sobre las muchedumbres absortas de lectores. Diría más: las sentencias injustas, bien administradas, fortalecen y consolidan el poder arbitrario del juez (y su prestigio), del mismo modo que otorgar a un caballo el título de Cónsul certifica dramáticamente el poder absoluto de Calígula.
Pero el prisma tiene otras facetas y otras aristas: los premios se negocian, se niegan, se retrasan, se dosifican, según cálculos y conveniencias que a los ojos del gran público se presentan como designios insondables. Mark Twain es condenado al rincón de los olvidados, en apariencia porque es “solamente” un humorista (¿como Cervantes, tal vez?), pero en realidad porque es un socialista que denuncia las horrendas masacres, mutilaciones y torturas a que está siendo sometida la población del Congo por parte del rey Leopoldo de Bélgica, con la ayuda entusiasta de mercenarios suecos y de todas las monarquías europeas. Por la misma razón será castigado con la indiferencia y el desprecio Józef Teodor Konrad Nalecz Korzeniowski, más conocido como Joseph Conrad, autor de “El corazón de las tinieblas”, que es el corazón del Congo. Otro socialista, August Strindberg, será repudiado a causa de sus irreverencias, en especial por su terrible libelo “Det Nya Riket” (“El Nuevo Reino”), feroz requisitoria contra la sociedad sueca reaccionaria, aristocrática, hipócrita y farisea de la segunda mitad del siglo diecinueve. Una Academia germanófila y racista rechazará sistemáticamente a Sigmund Freud y a otros notables escritores judíos, entre los que sobresale Franz Kafka. Proust será “decadente”, James Joyce “degenerado”. Ninguna de estas afrentas contra la literatura universal obedece a la ignorancia o a la incompetencia de los académicos, no. Ellas son fruto de la prostitución política de la Academia.
Sobre este trasfondo, los aciertos han servido para darle brillo y esplendor al premio. Bien miradas las cosas, no han agregado más brillo y esplendor a los premiados. Y es por esta razón que resulta bizantino discutir si los premiados “merecían” o “no merecían” el galardón. Discutir los merecimientos de los agraciados es legitimar la impostura del tribunal.
Vivimos en una época sombría pero ya se vilsumbran destellos de lucidez: los habitantes de este planeta comienzan a cuestionar viejos valores, tradiciones obsoletas, conceptos retrógrados. La “Ley de Jante” comienza a tambalearse y el simple y sencillo ciudadano del mundo comienza a decirse a sí mismo:
Sí, soy algo;
sí, soy tan bueno como cualquiera;
sí, soy más sensato que los jueces prevaricadores;
sí, soy mejor que los detentadores del poder;
sí, sé más que los sabihondos arrogantes;
sí, soy más importante que los fatuos;
sí, yo sirvo para algo noble y justo;
sí, me río de los imbéciles solemnes;
sí, millones de mis prójimos se preocupan por mí
y yo me preocupo por ellos;
sí, yo puedo enseñar algo
a quien quiera aprender algo nuevo;
sí, yo conozco el valor de mi dignidad
inalienable e intransferible.
Vengo del corazón de las tinieblas
y voy hacia el corazón del mediodía.
Carlos Vidales , Estocolmo, 2010-10-19
http://hem.bredband.net/rivvid/
http://luisvidales.blogspot.com/
http://losimportunos.wordpress.com/
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Este texto fue publicado el 2010-10-21 en la excelente web: Centro de Documentación Mapuche, Ñuke Mapu (Madre Tierra en lengua mapuche), http://www.mapuche.info/?nos en su página: http://www.mapuche.info/?kat=11&sida=1803 .
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De academias y reptiles
Una pequeña añadidura a la Ley de Jante y al comentario del amigo Carlos Vidales.
Abu Omar, Berlín, 19 de octubre de 2010
“Tú me adularás si quieres algo de mí.”
Un compañero de bachillerato que, bastantes años después de la etapa escolar, vivía en Barcelona y trabajaba en la agencia literaria de Carmen Balcells, tenía en esa época, igual que otros colombianos, trato con Gabriel García Márquez. Como el escritor viajaba con cierta frecuencia a Suecia, sus amigos se preguntaban y le preguntaban "a qué santo". El escritor respondía riéndose: "Voy a lagartear el Nobel."
Tengo que decir que ese amigo de juventud se contaba (ya murió hace bastantes años) entre los muchos que apreciaban y aprecian los escritos de "Gabo".
García Márquez era amigo de Artur Lundkvist, miembro de la Academia Sueca y del Comité Nobel. Lundkvist era considerado, entre los académicos, el conocedor de la literatura española e hispanoamericana y, por ende, la persona autorizada para proponer autores de lengua española como candidatos al ilustre premio. Lundkvist ostentaba, además, la reputación de izquierdista, fruto de sus escritos.
Otra "indiscreción", parte de esta "inside story": Artur Lundkvist no tenía un conocimiento suficiente de nuestra vernácula. Contaba con la fortuna de que una pareja española leyera las obras y le redactara resúmenes, que luego florecían en largas reseñas en el mayor diario sueco, Dagens Nyheter, firmadas –¿cómo no?– por el hombre nórdico ducho en letras hispánicas.
El desenlace de esta historia sí es del dominio público. Quienes nos encontrábamos en Estocolmo en el año 1982, presenciamos el espectáculo de un nobelificado con un séquito sin precedentes en la historia del premio, cantantes y bailarines, amén de otros que engrosaban esa eufórica claque oficial. (Dicho sea de paso: los llaneros residentes en Estocolmo estaban indignados por la torpeza de la pareja que ejecutó, en todo sentido, un joropo.)
El espectáculo no se detuvo ante la solemne ceremonia de entrega del premio. Un frac o smoking, dijo el escritor, no son representativos de la América Latina. Por esa razón se presentó en liqui-liqui, una indumentaria usual en partes de Colombia y Venezuela, calificándola de representativa de toda el área iberoamericana. Con la placa conmemorativa, el cheque y la venia de rigor ante el rey se consumó el acto. A propósito del rey de Suecia... no, esto nos llevaría demasiado lejos.
Colorín colorao...
Abu Omar, Berlín
Una pequeña añadidura a la Ley de Jante y al comentario del amigo Carlos Vidales.
Abu Omar, Berlín, 19 de octubre de 2010
“Tú me adularás si quieres algo de mí.”
Un compañero de bachillerato que, bastantes años después de la etapa escolar, vivía en Barcelona y trabajaba en la agencia literaria de Carmen Balcells, tenía en esa época, igual que otros colombianos, trato con Gabriel García Márquez. Como el escritor viajaba con cierta frecuencia a Suecia, sus amigos se preguntaban y le preguntaban "a qué santo". El escritor respondía riéndose: "Voy a lagartear el Nobel."
Tengo que decir que ese amigo de juventud se contaba (ya murió hace bastantes años) entre los muchos que apreciaban y aprecian los escritos de "Gabo".
García Márquez era amigo de Artur Lundkvist, miembro de la Academia Sueca y del Comité Nobel. Lundkvist era considerado, entre los académicos, el conocedor de la literatura española e hispanoamericana y, por ende, la persona autorizada para proponer autores de lengua española como candidatos al ilustre premio. Lundkvist ostentaba, además, la reputación de izquierdista, fruto de sus escritos.
Otra "indiscreción", parte de esta "inside story": Artur Lundkvist no tenía un conocimiento suficiente de nuestra vernácula. Contaba con la fortuna de que una pareja española leyera las obras y le redactara resúmenes, que luego florecían en largas reseñas en el mayor diario sueco, Dagens Nyheter, firmadas –¿cómo no?– por el hombre nórdico ducho en letras hispánicas.
El desenlace de esta historia sí es del dominio público. Quienes nos encontrábamos en Estocolmo en el año 1982, presenciamos el espectáculo de un nobelificado con un séquito sin precedentes en la historia del premio, cantantes y bailarines, amén de otros que engrosaban esa eufórica claque oficial. (Dicho sea de paso: los llaneros residentes en Estocolmo estaban indignados por la torpeza de la pareja que ejecutó, en todo sentido, un joropo.)
El espectáculo no se detuvo ante la solemne ceremonia de entrega del premio. Un frac o smoking, dijo el escritor, no son representativos de la América Latina. Por esa razón se presentó en liqui-liqui, una indumentaria usual en partes de Colombia y Venezuela, calificándola de representativa de toda el área iberoamericana. Con la placa conmemorativa, el cheque y la venia de rigor ante el rey se consumó el acto. A propósito del rey de Suecia... no, esto nos llevaría demasiado lejos.
Colorín colorao...
Abu Omar, Berlín
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ARCHIVOS:Compilaciones Nos Topamos con ...
Mario Vargas Llosa....
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Compilaciones NTC … MVLL ( VIII-A ) Esta página
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ALBUM NTC ... sobre MVLL:
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