Intermedio
Adiós a
la próstata II
Jotamario Arbeláez
Viene de:
NTC … 25 de febrero de 2019
Para
poder asistir a donde el doctor Joaquín García, en Saluvité, hube de camuflar
la bolsa, de tamaño considerable y su largo tubo, sacándolos por la bragueta,
en otra muy elegante de pañueletas, disimulada con la camisa por fuera.
Sentí
que el amor propio se me bajaba a los pies, como cuando antes se me había colado
el orín en los pantalones,
como
después cuando me vería obligado a usar pañal
y ahora
insertando el nabo más de la veces habituales en el agujero del tarro de la
micción.
Qué
chasco, no es nada glorioso para un playboy, así sea del barrio Obrero.
El
urólogo me examinó, me habló de las bondades de la prostatectomía laparoscópica
que bajaba a ceros riesgos vitales y también los otros, que inquietan a los
pacientes en igual trance,
y que
consiste en quedar impotentes por afectarse las bandeletas neurovasculares
adyacentes a la próstata.
Como el
caso mío no es canceroso, no se extirpa la próstata completa sino su interior y
se preservan las paredes, luego el riesgo es mínimo.
El otro
sería el goteo, que obligaría al uso persécula del pañal, o sea el adiós a las
actividades galantes.
¿Para
qué sirve un hombre que no pueda hacer el amor, por más libros que tenga para
leer y botellas de whisky para ingerir, quedando tanto pimpollo?
Subsisten pocos varones en el mundo
para quienes el sexo sea la actividad principal, e incluso las demás
dependientes, y a eso se debe en parte la fortuna del feminismo.
Sin que ello implique desde luego
desvíos hacia la agresión aberrante.
Podría
el afectado transido, si es escritor y está en la edad en que Casanova había
cortado el chorro y decidido escribir sus Memorias, emplearse de lleno en ganar el último premio con la
narración del duelo de su quebranto.
Eros y
Eróstrato son los personajes legendarios que han signado mi tránsito.
Del
primero heredé las flechas de su carcaj, que tuve el tino de disparar tan
certeramente que he obtenido resultados 70% positivos, sin que se me hayan
escurrido los nombres.
Del
segundo el impulso de hacerme famoso a como diere lugar, así eso moleste a
muchos. Como al enemigo malo que cada vez que publico un texto lo defeca con el
primer comentario.
Pero me
huelo que el tal Eróstrato fue una víctima de la maledicencia de sus
contemporáneos, pues se me presenta la duda de que haya logrado ponerle fuego
con una tea al templo de Diana en Éfeso,
que
eran 127 columnas de mármol que encerraban esculturas de Policleto, Fidias,
Cresilas y Fradmon, ninguna material inflamable.
Releo El
amante de Lady Chaterley y encuentro que el leñador Mellors y la lady les ponen
nombres propios a sus zonas erógenas,
El Templo de Diana en
Éfeso, según Google.
para
que actúen como personajes independientes en la tremenda novela.
Al de él ella lo bautizó Long John, nombre
escogido por los escoceses para elaborar un whisky más bien de bajo calado.
Un
profesora experta en el tema y juguetona con personajes novelescos tuvo la
curiosidad de bautizar el mío Moby Dick.
Chicanero
es el que exagera sus escasos méritos en busca de admiración y termina
recibiendo burlas, como los dos “Chicaneros” Mendoza. Farolero el que se ciñe a
la realidad, adornándola con la gracia de su autoburla y termina mereciendo palmaditas. Son
los manes de Woody Allen.
Que a
los 78 años exprese que estoy sintiendo los primeros signos de la vejez,
y no por un mapa de arrugas en el rostro bien
jabonado, sino por un desarreglo interno en la próstata, me es patente de una
vida bien digerida de la que no tengo por qué arrepentirme.
Esta
página no es para contar una desventura suprema, pues esto le suele suceder a
todos los hombres en su momento,
sino
como un ejercicio de humor doloroso que me puede servir de catarsis.
El
poeta uruguayo Alfredo Fressia me dice que el polvo sin próstata es un polvo
etéreo, un polvo zen, altamente higiénico.
Que ni
siquiera deplora su pérdida reciente a pesar de que es el punto G del orgullo
gay.
El caso
es que en Cali el doctor García me ordenó los exámenes correspondientes para
proceder a la cirugía.
Me
dirigí donde el cardiólogo doctor Vera quien mientras procedía al
electrocardiograma me cantaba las excelencias de este urólogo,
quien
le había retirado tratado el carcinoma de próstata mediante radiología
dejándole la cubierta, quedando sin ninguna disfunción ni goteo qué lamentar.
En
cambio el periodista Elkin Mesa me llama para advertirme que a él le
practicaron la prostatectomía radical y debió cambiar los placeres del lecho
por los de la mesa.
Pero mi
EPS Compensar no autorizó mi operación en la amable sede de Saluvité.
El
doctor García procedió entonces a extraerme la sonda en menos de lo que canta
un gallo, y me despachó para Bogotá sin las molestias del trasporte de la
incómoda bolsa y de los posibles alaridos.
Llegué,
cantando victoria. Se había desobstruido el cañuto y me sentía como en mis
mejores jornadas. Tanto que le propuse al doctor Salazar que dejáramos así, y
que dejáramos que pasaron uno o dos años antes de reventir el caso. Pero él, en
medio de su cordialidad y respeto por las decisiones de sus pacientes, me hizo
caer en la cuenta de que ya lleva más de tres años sacándole el cuerpo a lo
inevitable. Hágase estos exámenes y lo espero el martes. En efecto, a partir de
esa noche se recrudeció la oclusión
En este momento estoy subiendo
en el ascensor al patíbulo.
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Publicado parcialmente en EL
PAÍS, Cali, Marzo 5, 2019
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Viene de:
NTC … 25 de febrero de 2019
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