Publica y difunde: NTC …* Nos Topamos Con …
Retrato
de cuerpo entero
Palabras leídas por su autor en el evento:
ARMANDO ROMERO, Reunión-Homenaje de sus compañeros de bachillerato
Colegio de Santa Librada Cali, Promoción 1965.
Colegio de Santa Librada Cali, Promoción 1965.
Club de Tenis Cali. Mayo 10, 2018
Este texto pretende ser un homenaje a Armando Romero pero quiere ser también una declaración de afecto y
agradecimiento hacia mis compañeros de estudio del Colegio Santa Librada. Está
también dedicado a la memoria de Pedro Chang. Y no podría estar hecho sino en
referencia a mi relación con Armando pues, como él mismo lo diría, “las
palabras están en situación”.
En esa pasión yo mismo ardí. Me acerqué a Armando por mi
gusto entonces crudo por la literatura pero también porque compartía su sensibilidad
marginal. Ahora lo sabemos plenamente: nada como el arte para refugio de los expulsados
del paraíso terrenal; pero en ese momento era apenas una clarividencia
intuitiva. Armando se fue convirtiendo poco a poco en una especie de faro que
aclaraba mi camino confuso. Aunque, dicho sea de paso, no puedo desaprovechar
esta oportunidad de oro para confesar que no obstante la fuerza de este
poderosísimo influjo que Armando ejercía en mí, la persona que me hubiera
gustado ser y que veía como un ejemplo a seguir era Carvajal, no tanto por sus
virtudes futbolísticas como por las acrobáticas ejecuciones de mambo que
desplegaba en los corredores del colegio en las horas de recreo y por los
escabrosos relatos de sus fantásticas proezas sexuales adelantadas los fines de
semana en las zonas más sórdidas de la ciudad. Era mi modelo social, sí, pero nunca
le di ni en los tobillos. Hace poco lo vi, estaba de espaldas a mí en los
pasillos de una clínica hablando con una enfermera, su pelo de color negro
intenso azabache revelaba todo el exitoso trabajo capilar de los tintes
industriales, manoteaba con ademanes de zurdo, en uno de sus dedos brillaba
ostentoso un grueso anillo de graduado y una pesada esclava de plata bailaba floja
en la muñeca de su mano derecha, y portaba unos zapatos de charol de bailarín
de chachachá. Por un instante fugaz volví a envidiarlo.
Como muchos de nosotros, si no todos, Armando era de origen
popular. Ya en los años de nuestros estudios (1959-1965), Santa Librada había
dejado de ser el colegio donde muchos hijos de la burguesía local adelantaban
su formación académica y habían cedido el lugar a desafiantes muchachos sin
nada que perder pues venían de ser despojados de todo. Aluviones enteros de
desplazados por la violencia política habitaban los barrios populares de Cali,
de donde, a gotas contadas, llegaban a los colegios públicos y los marcaban a
fuego vivo con sus reclamos rabiosos y sus prácticas y discursos de justo resentimiento.
Desconozco de dónde provenía la familia Romero Delgado, pero sospecho, basado
en el fuerte acento vallecaucano de don Alfonso, el padre, capaz además de
devorar gozoso en una sola sentada un mate entero de manjarblanco de la señora
Domínguez de Buga, que eran de los pocos oriundos de la ciudad de Cali y no huían
hostilizados por lo tanto de los lejanos horizontes sangrientos del Tolima, del
Quindío, de las poblaciones antioqueñas del norte del Valle. Pero vivían en san
Nicolás, lo que no es poco; barrio de talabarteros, de impresores, de gente que
mira de través, de zapateros y de bares de música de vinilo contrabandeada a
través del bello puerto de mar, mi Buenaventura. En una ocasión, al volver de
paso a Cali, ya adulto, Armando, de paseo por su antiguo barrio, encontró que
la casa de su niñez era ahora un bar trepidante, lleno de putas y de rumberos nocturnos
entregados al frenesí de las guarachas de la Sonora Matancera. Jubiloso, se
tomó varias cervezas en la sala de su casa y bailó hasta el amanecer con sus
fantasmas personales.
Armando me condujo de su mano por los caminos misteriosos de
la literatura cuando yo era un jovencito de apenas 15 años experto en nada y
desconocedor de todo, y cuyo referente cultural más notable era “El indio”
Mera, el baterista de una charanga de marihuaneros del barrio Bretaña,
intérprete de pachangas antillanas y sones cubanos. Armando me llevaba 4 años:
esa diferencia en ese momento de la vida es una eternidad, pero hoy tenemos la
misma edad. Contábamos con la simpatía secreta y el estímulo sin condiciones de
los profesores de literatura Omar Velásquez y Villarreal (quien nos hizo leer
de Jean-Paul Sartre el cuento “El pasamuros”). Junto a su hermano Óscar,
entonces estudiante de medicina, leíamos después de clases en los salones
vacíos de sexto b traducciones suyas, de Óscar, de Blaise Cendrars, de Henri
Michaux, de Milozs, poemas de los subrealistas franceses que vaya usted a saber
de dónde los sacaba, novelas de Jack Kerouac y poemas de Lawrence Ferlinghetti,
Gregory Corso, Allen Ginsberg y todos los luminosos escritores de la Beat Generation. De su mano, insisto,
fui llevado a los encuentros resonantes de los poetas nadaístas en el Café
Colombia, en la cuarta con diez esquina, y a la mítica conferencia de Jorge
Luis Borges en el sótano de la Librería Nacional, diagonal a donde hoy se
encuentra la principal en la Plaza de Cayzedo. La gran llama tranversal que
probablemente nos hermana a Armando y a mí puede que sea En el camino, de Kerouac, pues ha sido el viaje el norte común de
nuestras vidas paralelas, como lo era para el extraordinario basquetbolista
norteamericano, fundador de una estirpe de escritores visionarios de pies
alados. Quizás ello explique la persistencia en el recuerdo del viaje hecho al
final de nuestros estudios de bachillerato, cuando en grupo fuimos a Bogotá,
donde Armando me presentó durante un almuerzo privado al poeta X 504 –yo,
deslumbrado-- y donde en el Cerro de Monserrate, Rafael Leonidas Trujillo, Alfonso Domínguez, Pedro Chang, Armando Romero y
yo, nos fotografiamos irreverentes colgados al cuello de las estatuas de Jesús
en su camino al calvario, y el posterior desplazamiento en tren hasta Santa
Marta en un viaje alucinante de más de 50 horas durante el cual, en el coche
restaurante, conocimos a un hombre sin nariz que llevaba cuentas a lápiz en un
cuaderno ajado y evocaba para nosotros los accidentes mortales que él había
presenciado durante la construcción de esta titánica obra de ferrocarril; más
tarde, en la ciudad de Cartagena de Indias, un sacerdote nos permitió entrar a
las 12 de la noche a la majestuosa y vacía Iglesia de san Pedro Claver y al
silencioso monasterio aledaño para mostrarnos a la luz de una vela tenue la
tumba callada del apóstol cristiano. Pura magia.
No quiero hacer de este texto un anecdotario. Sólo quiero agregar
que, planeando viajar a Bogotá a estudiar en la Universidad Nacional y con el
propósito de hacer algunos ahorros pobretones de estudiantes de provincia,
Armando y yo, gracias a un palancazo contundente de su padre, entramos a
trabajar a la librería Camacho Roldán, en plena Plaza de Cayzedo, al lado de la
Catedral de san Pedro, donde aprovechamos nuestra condición de vendedores de
útiles escolares para proveer de libros con métodos indebidos al poeta nadaísta
Alfredo Sánchez, lleno de hijos en edad escolar y sin un centavo donde caerse
muerto.
Frustrado nuestro proyecto de estudiar en Bogotá, nos
inscribimos en la Universidad del Valle, de donde Armando salió huyendo la
misma mañana en que encontramos el cadáver caliente y en desorden del profesor Pacavita, suicidado en su oficina profesoral en medio de sus textos de
enseñanza de la lengua francesa, para iniciar un peregrinaje por Chile, quizás
persiguiendo las sombras chinescas de Nicanor Parra, y después por Venezuela,
donde se enraízo tanto que hasta el día de hoy, tras tantos años de haber
emigrado hacia los Estados Unidos, conserva un irrevocable acento venezolano. Armando
ha hecho toda su carrera profesional allí, en Pittsburgh y en Cincinatti, con
viajes frecuentes a su amada Grecia, patria de Constanza, su mujer, patria de
todos los que amamos la inteligencia, el mar, el aceite de oliva, Nikos
Kazanzakis, el olor de la albahaca y los colores blanco y azul así en la tierra
como en cielo. Todo eso está allí, como si fuera un castillo habitado por
fantasmas, pero hoy prima en mí la imagen viva y reluciente de tres jóvenes
reunidos en torno al fuego de la poesía escuchando la voz de uno de ellos, de Óscar,
repitiendo quedo en la soledad del sexto b “Dime, Blaise, ¿estamos aún muy
lejos de Montmartre?”, versos tomados de “Prosa del transiberiano” de Cendrars.
Es a este influjo que hoy rindo homenaje.
Pienso que Armando es un ejemplo perfecto de lo que
significa asumir plenamente una vocación; no ha parado de escribir desde que
garrapateaba clandestinamente en los trasfondos de los salones de Santa Librada
sus poemas iniciáticos. Más de veinte títulos, repartidos entre novelas,
cuentos, poemarios y ensayos, conforman su copiosa obra literaria, algunos de
ellos traducidos al inglés, al griego, al búlgaro, al francés o al italiano;
algunos de ellos también premiados. La Universidad de Atenas lo honró con el
título de Doctor Honoris Causa. Ha creído siempre en el poder redentor de la
literatura y no ha hecho de ella un arma tramposa para alcanzar fines espurios,
campo superespecializado en el que abundan los gordos y melosos falsificadores
de prestigios. No ha habido en él concesiones ni arreglos con el poder. No ha
aspirado tampoco a detentarlo: su patria es el campo magnético y tormentoso de
la palabra y no la superficie árida y lisa de los escritorios donde se barajan las
decisiones con cartas marcadas de oscuros intereses personales.
Bien. Todo lo que he leído hace referencia a hechos pasados.
Pero no se crea que soy un complaciente de la nostalgia. Si he procedido así,
es para señalar que los efectos de ese pasado persisten en el presente, como
esas silenciosas ondas estelares que impactan los oídos de los observatorios
espaciales tras un viaje de miles de años luz por el infinito espacio sideral. Pues
de alguna forma somos el eco actual de aquellos lejanos jóvenes que leíamos a
Blaise Cendrars en otra galaxia, en las luminosas aulas de Santa Librada.
Hernán Toro
Cali, 10 de mayo de 2018
---------------
ARMANDO ROMERO en OTRAPARTE, Envigado, Antioquia. Mayo 8, 2017
De Der a Izq: Armando Romero, Constanza Lardas- su esposa-, María Isabel Casas R. y Gabriel Ruiz Arbeláez
.
---
---------------
.
.
*** 11 de Mayo, viernes, 6:00 p.m. Universidad del Valle (Meléndez). Biblioteca. Auditorio Ángel Zapata Ceballos.
--- ARMANDO ROMERO en VIERNES de LETRAS. Lugar: Universidad del Valle (Meléndez). Biblioteca. Auditorio Ángel Zapata Ceballos. Entrada libre. Sobre : Armando Romero en NTC ...: Revista Aleph. No. 160. Enero/marzo 2012. Año XLVI. Edición monográfica sobre la obra de Armando Romero. 96 páginas. http://ntcpoesia.blogspot.com /2012_02_14_archive.html --- El color del Egeo. Armando Romero. Poemas. Colección Los Torreones. Caza de Libros y Agenda Cultural Gimnasio Moderno. 2016 . http://ntc-libros-de-po esia.blogspot.com.co/2016_05_0 1_archive.html
-----------------------
ARMANDO ROMERO en OTRAPARTE, Envigado, Antioquia. Mayo 8, 2017
Constanza Lardas- su esposa-, Armando Romero y Lucia Donadio (Sílaba Editores)
----
.
*** 8 de Mayo, martes, 7:30 p.m. Envigado -Medellín está cerca-, OTRAPARTE
--- Armando Romero. Lectura y Conversación. Poeta homenajeado en el 26 Festival Internacional de Poesía de Bogotá, 2018. Armando Romero (Cali, 1944) es poeta, narrador y crítico literario.Perteneció al grupo inicial del nadaísmo, movimiento vanguardista literario de la década del 60 en Colombia. Doctorado en Pittsburgh, actualmente vive en Estados Unidos, donde , desde hace más de 20 años, es profesor de la Universidad de Cincinnati. Ha publicado numerosos libros de poesía, narrativa y ensayo. En 2008 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Atenas, Grecia. Escuchar transmisión en vivo: Otraparte.org/casa-museo/voces/radio.html , https://www.otraparte.org/casa-museo/voces/radio.html . Más información y detalles: https://www.otraparte.org/actividades/literatura/armando-romero-1.html .
Oír grabación del evento
.
-----------------
CALI, Mayo 14, 2018. 1:00 a 6:00 PM
Constanza Lardas y Armando Romero
.
.
De Der a Izq: Armando Romero, Constanza Lardas- su esposa-, María Isabel Casas R. y Gabriel Ruiz Arbeláez
-
.
---
Restaurante LA BOQUERÍA *. Sede Menga
Yumbo, Chipichape y Cali
Con LEY SECA en CALI. Sin LEY SECA en Yumbo
Día del Libre Desarrollo de la Personalidad en Yumbo
Mayo 14, 2018. 1:00 a 6:00 PM
------
-----
Publica y difunde: NTC …* Nos Topamos Con …