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Aleph
Revista, Manizales Enero/Marzo 2015, año XLIX
Publicación
literaria y de pensamiento
Ilustración de carátula
Científico/Académico Jorge Arias de Greiff (n. 1922) por Pilar González-Gómez
.
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Edición monográfica dedicada a Jorge Arias de Greiff
En el 2016: ¡50 años! de la revista
Director: Carlos-Enrique Ruiz ( 1 , 2 )
Impresa y virtual
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De: oscar dominguez oscardominguezg@outlook.com . http://www.oscardominguezgiraldo.com/?page_id=528
Fecha: 13 de marzo de 2015, 10:47
Asunto: FW: Aleph No. 172 Revista, Manizales
Enero/Marzo 2015, año XLIX. Director: Carlos-Enrique Ruiz (CER). Publicación
digital-virtual de NTC ...
Para: "aleph@une.net.co" aleph@une.net.co
Cc: gabo ntc ntcgra@gmail.com
Suena Aleph por todas partes.
Y aquí una nota que escribí de una velada en la Casa de Antioquia en la
que conocí al profesor Arias. Se
trata de un correo enviado al maestro Boris de Greiff.
La
“hiperbórea” Ilse
Maestro Boris, esta noche estuvimos escuchando en la
Casa de Antioquia a una "hiperbórea rubia", su prima Ilse.
Habló, claro, de su padre el maestro Otto de quien, como sabrá, lanzaban su
libro sobre notas musicales.
Doña Ilse no se cayó una sola vez y sólo al final
casi se le "pianta un lagrimón", pero alcanzó a dictarle auto de
detención al sollozo se quedó a mitad de camino.
Ni siquiera se equivocó cuando leyó nombres de
autores en varios idiomas. Al fin y al cabo el maestro Otto dominaba la
picadurita de mosco de 8 idiomas. Tal vez le hizo falta tomar agüita porque a
veces su voz se le convertía en un Sahara.
La acompañó su esposo, Alfredo Perea, a quien le
dio crédito merecido. Don Alfredo estuvo atento a la jugada en el videobim.
Inclusive tuvo tiempo de que le sonara el celular en una ocasión. Antes habían
sonado otros 69 celulares. En honor de don Alfredo debo decir que el
cachivache que está sin acabar de inventar, como los hombres, le sonó pasito y
no se puso a echar paja por ese bejuco. Identificó la llamada y adiós.
Entre la concurrencia estaba otro ilustre pariente
suyo (todos los De Greiff lo son). Me refiero a don Jorge Arias de Greiff con su aire de
Einstein, quiero decir, de profesor distraído. No sé si estaba durmiendo o si
estaba soñando con “altas constelaciones que fulgarais tan lejos”. (Una
pareja de jóvenes embluyinados completaban la cuota degreiffiana en la
reunión).
Esta vez, el anfitrión Iván Darío Cadavid
–quien fue novio de Noemí Sanín cuando los dos tenían cuatro y cinco años de
edad- no se dejó venir con ningún ladrillo oratorio. Se limitó a leer apartes
del acta de Independencia de Antioquia en la que se dice que no queremos ver un
chapetón un millón de leguas a la redonda.
Le cuento que su ilustre prima nos leyó la
traducción que hizo don Otto de un soneto de Vivaldi. Y nos encimó la audición
de un trozo de las siete, perdón, las Cuatro Estaciones. No recuerdo bien cuál
escuchamos porque en asuntos de música yo ando todavía en la Sonora Matancera.
El libro sobre el tío que le enseñó a jugar ajedrez
a usted, según lo recordó doña Ilse, resultó el más taquillero, copó la velada.
Se presentaron otras seis obras pero De Greiff es de Greiff.
Recordé que el maestro Otto una vez me recibió a
regañadientes en su apartamento de la cuarenta y pico adonde fui a
entrevistarlo por el premio de periodismo Simón Bolívar por su andar cultural.
El premio le importó un reverendo carajo.
Además de la presentación de los libros, las
pinturas del maestro Pineda que se exhiben por estos días, salvaron la noche. Se
la recomiendo: qué fuerza tiene su pintura. Me gustaron muchos de sus cuadros
pero cuando “atisbé” los precios me dije: si apenas me alcanza para el
transmilenio de regreso a casa, qué te va a alcanzar para comprar cuadros.
No le alargo más el chico, pero le cuento que la
velada terminó con el dueto de Hugo y Gilberto, quienes remplazaron a Vivaldi.
Algo así como mezclar caviar con rellena.
Cuando iba a empezar el dueto de cuatro, toqué la
retirada. Vi que el maestro Arias de Greiff,
el papá de Eduardo, con un paraguas chiquito en la mano, de cinco mil
pesos a lo sumo, igual al que cargo yo, también empezaba a poner pies en
polvorosa, sin esperar las empanadas de iglesia, ni el buscapleitos licor
oficial con que nos amenazó el anfitrión, don Iván Darío.
Esperemos a ver si editan los comentarios de don
Otto sobre las partidas de ajedrez. Me abro del parche.
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