Gracias al aporte y autorización del autor,
publica y difunde: NTC …* Nos Topamos Con …
Una
tarde de hace ya sesenta años le alargué mis tímidas poesías escritas durante
el bachillerato perdido en Santa Librada, al profeta Gonzalo Arango, quien
arribaba a Cali a pregonar las crapulosas virtudes de ese círculo vicioso
recién trazado con el inspirado nombre de Nadaísmo. Él los leyó de arriba para
abajo y de abajo para arriba y, refiriéndose a los poemas amorosos, me dijo que
si me los había infundido el amor por la novia, cambiara de novia, como
respecto de mis proclamas políticas me puntualizó que, si obedecían a los
dictados del partido, “le dices a don Nicolás Buenaventura que te escurres del
Comité”. Recordé que ella me decía después de cada caricia en polvo: “Debes
haber gozado mucho porque yo nunca había sufrido tanto”, como si yo fuera el
aberrante marqués de Sade y ella una estoica marioneta de Sacher Masoch, y que
en la célula me adoctrinaban con que, para la revolución, más épica que una
poesía era una tachuela.
Les prendí fuego con fósforos de palo a ese ramo de
madrigales persecutores del virgo potens
de colegialas inverecundas y a ese arsenal de arengas rabiosas contra los
gobiernos por haber realizado la reforma
agraria al revés. Me empeñé en aplicar la receta de la nadería excluyendo de
mis versos lo que iba del coqueteo al toqueteo,
como los reclamos sociales en pro de la pavimentación del barrio Jesús
Obrero. Con poemas abstractos, pues, nos convertimos por largos años en los
enemigos públicos número 1, 2, 3, 4 y así hasta el 13, por nuestras hilachas
escandalosas, nuestras manías escabrosas y nuestras greñas grasosas. Así
logramos dar forma a nuestra revolución sexual, consagrándonos a facturar el
amor loco en lugar de poemas sobre el amor y delegamos la revolución social en
los hippies, quienes en realidad sí la hicieron, pues no hay revolución mayor
que circular por el mundo sin un centavo. Hicimos uso de nuestra entera liberté que nos
convirtió en libertinos de la revolución, como el antedicho marqués y aplicamos
esa libertad a ejemplarizar el amor libre y los versos libres, pasando del aire
libre a las apestosas inspecciones de policía. Porque a muchos sorprendieron
los agentes patógenos con las manos en la musa.
Rechazamos todas las sujeciones; para empezar la sujeción
religiosa, de los párrocos con sus prédicas en sus púlpitos, así nos tocara
llevarnos al mismo Dios por delante, y luego la sujeción académica, que nos
indicaba que debíamos escribir como Jorge Isaacs la María y como José Asunción el
Nocturno, existiendo ya Juliette y
Justine y los Caligramas y La unión libre, y luego la sujeción
laboral, que nos implicaba comprometer nuestras mínimas fuerzas físicas en
ordeñarle producción a una máquina, y luego la sujeción política que nos
condenaba a estar pendientes de los chorros de babas de los candidatos
presidenciales, y luego la sujeción patriótica que nos ponía en posición firmes
para saludar el palo de la bandera y desde luego la sujeción familiar que nos
conducía sin remedio a la reproducción en cadena del apellido. Libre de todas
esas amarras, me empeñé con la poesía. Ella sería mi bandera, mi escudo, mi
talismán; ella sería mi amante, mi amiga, mi confidente; ella me llevaría de la
mano por los malos caminos y en tablas ebrias de salvación por sobre mares sin
fondo.
Nos tocó enfrentarnos al enemigo, y a los enemigos del
enemigo, y a los enemigos de los enemigos del enemigo, que se destruyeron entre
sí, creyendo que nos combatían, con fuego amigo. Pasaron 60 años y ya nadie nos
persigue ni discrimina, dado que cumplimos nuestro objetivo de “no dejar una fe
intacta ni un ídolo en su sitio”; antes bien, el único mito de nuevo cuño es el
nadaísmo, cosa que nos espanta, pues desde el principio advertimos que
seguiríamos en desacuerdo con el mundo cuando el mundo nos concediera la razón.
Por eso nos abrieron tribunas, como esta, para que le cantemos al mundo la victoria de
su derrota. Victoria que debemos a la libertad esposada a la poesía, y
encadenada al amor por la vida y a una que otra muñeca brava, como Alelí.
Jotamario Arbeláez y Alelí Mesa
Entrada al auditorio J. Mario Arbeláez
en el Santa Librada college
Evento: Homenaje a Jotamario *
Cali, Septiembre 14, 2018
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