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Los viajes de la música
Música y poesía afroamericana
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1ª edición Mirada Malva, 2015
1ª edición Mirada Malva, 2015
Colección Mirada Ensayo n. 5
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Los viajes de la música. Música y poesía afroamericana de Fabio Martínez
1ª edición Mirada Malva, 2015, Colección Mirada Ensayo n. 5, 210x133, ISBN 978-84-942146-4-6, Depósito Legal M-1563-2015, nº de páginas 140 pp.
Será editado tanto en papel como en formato epub
Su lanzamiento se hará tanto en España como en Colombia, donde se hará una impresión del libro en papel. Estará disponible en librerías a mediados de marzo 2015, así como en la web de la editorial.
Índice del libro
Índice del libro
Introducción
1.- El viaje
del tambor
2.- El
romance español
3.- Las
primeras fusiones musicales:
¾ El son cubano
¾ La cumbia colombiana
¾ El samba brasileño
4.- Cantos de
vida:
¾ Los ancestros
¾ Cantos espirituales, blues, jazz y cubop
¾ Arrullos, gualíes y cantos de angelitos
5.- Cantos de
trabajo:
¾ Cantos de boga
¾ Cantos de minería
¾ Cantos de laboreo y vaquería
¾ El porro
6.- Cantos de
carnaval y rumba:
¾ Poesía y rumba
¾ Mujeres del rumbo
¾ El currulao
¾ El merengue y la bachata
¾ El calipso, el reggae, el zouk, la champeta y la salsa chocke
¾ Joselito Carnaval
7.- Cantos de
muerte:
¾ Alabaos y lumbalúes
¾ La muerte de Papá Montero
¾ La lírica del Hip Hop
8.- Coda.
Nuevas fusiones musicales
Glosario
Índice de
nombres
Bibliografía
Introducción
De las artes, aquella que viaja más rápido en el tiempo, es la música, porque es impulsada por el viento. La música es poesía sonora y la poesía es música llevada al lenguaje literario. Ambas son tan antiguas como la historia de la humanidad y nacieron al mismo tiempo, en la época de los aedas, los rapsodas, los juglares y los poetas.
La música y la poesía vienen de las comunidades que se han expresado oralmente, para cantarle a sus dioses, cantarle a la naturaleza, al trabajo, al recién nacido y al difunto. Música y poesía son una pareja indisoluble que siempre han marchado juntas de la mano.
El presente ensayo nació gracias al deseo que siempre he tenido por la música popular Afroamericana: aquella diáspora cultural que se ha extendido desde el legendario barrio de Harlem, en Nueva York, hasta el Río de La Plata, en Uruguay y Argentina, pasando, por supuesto, por el mar Caribe y el mar Pacífico.
Desde mi infancia tuve la fortuna de tener una relación afectiva con la música. Así como el son (columna vertebral de la música del Caribe) entró a mi ciudad a través del puerto de Buenaventura, o así como el currulao (columna vertebral de la música del Pacífico), viajaron a mi ciudad por el mismo puerto.
Antes de aprender a hablar en español, mi generación aprendió a bailar la música cubana. Esta música venía en los clásicos discos de acetato negro, y eran transportados por los marineros, en los barcos que hacían la ruta: La Habana, Ciudad de Panamá y Buenaventura.
De aquellos años juveniles mi generación comprendió que América también se podía explicar a través de la música.
De esta pasión por el arte de Orfeo nació una curiosidad enorme por la música que se producía en el país; pero así mismo, por la música que se interpretaba en otras latitudes.
De esta forma fue naciendo un deseo inmenso por conocer el son, la cumbia, el porro y el currulao; pero también, el jazz, el merengue, la bomba, la plena, el calipso, el candombé, el samba, el bosa nova, el rap, la timba y el songo.
De aquel conocimiento que entró por el oído, se fue creando en mi espíritu un mundo sonoro rico y vario, como es nuestro continente.
Con la música vino la poesía; la rica poesía Afroamericana que nació con el canto de los bogas y con las voces sincopadas de los negros que emergieron en la plantación de caña y el socavón. Desde el año 1500, los afrodescendientes supieron expresar sus alegrías, sus penas y sus dolores, a través del verso hecho canción.
Desde sus orígenes, la poesía Afroamericana tuvo su marcada influencia del romance español, que viene del Siglo de Oro, a través de autores como Jorge Manrique, Lope de Vega, Luis de Góngora y Argote y Vicente Espinel, entre otros. Espinel, quien nació en la región de Andalucía, es el precursor de la décima, que se conoce mejor como Décima espinela, en honor a su nombre, y fue la que se propagó en el continente americano.
La música me llevó a conocer a los poetas negros de América y los poetas me llevaron de la mano y me mostraron el ritmo, la cadencia y el frenesí de la música: Nuestra Cosa latina.
Este trabajo va desde el viaje del tambor, que se inicia en el año 1500, hasta llegar a las músicas contemporáneas, como el Rap y el Hip Hop, que hoy surgen en las calles y suburbios de las principales ciudades de América, gracias a la pujanza de la juventud latina.
No puedo dejar de nombrar aquí a algunos estudiosos y melómanos de la música negra americana, que me dieron luces de navegación, en este viaje poético-musical por el continente. Mencionemos a: Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, Lydia Cabrera, Joachim Berendt, Luc Delannoy, Alex Ross, Cristóbal Díaz Ayala, Manuel Zapata Olivella, Orlando Fals Borda, Rogerio Velásquez, Peter Wade, Isabel Castellanos, Ildefonso Pereda Valdés, José Sanz y Díaz, Armando González Pérez, Ángel G. Quintero, Alejandro Ulloa, César Pagano, Sergio Santana, Isabel Aretz, Umberto Valverde, Medardo Arias, Rafael Quintero, Gary Domínguez, Richard Yory Torres, Ossiel Villada, Andrea Arboleda, Orlando Montenegro, Lucy Lorena Libreros, Óscar Jaime Cardozo, Alfredo Vanin, Pablo Montoya, Ariel Castillo, Álvaro Suescún, Adriana Maya y Alberto Salcedo.
Los viajes de la música es un trabajo que se despliega a lo largo de nuestras costas; desde el delta del río Mississippi hasta el delta del río Paraná. Es, así mismo, un homenaje a la Memoria poética y musical americana. Es un ensayo para ser leído; pero ante todo, para ser escuchado. Al fin y al cabo, el oído es el órgano más cercano que tenemos al espíritu humano.
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PRESENTACIONES
24 marzo 2015 a las 19:30 horas: Madrid. Librería Cervantes y Cía (con la presencia de Omar Ortiz * y la editora.
Marzo 2015 (fecha por confirmar): Granada (con la presencia de Omar Ortiz y la editora)
23 abril 2015, a las 18:30 horas: Cali. Biblioteca Departamental Diego Garcés Giraldo (con la presencia de Omar Ortiz y Fabio Martínez)
Mayo 2015: Feria Internacional del libro de Bogotá (fecha por confirmar, estarán presentes los autores).
Mayo 2015: Tuluá. Biblioteca Daniel Potes. (Fecha por confirmar, estarán presentes los autores).
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* LIBRO EDITADO SIMULTÁNEAMENTE
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NTC ... SEGUIMIENTOS
Los Viajes de la Música de Fabio Martínez:
La Geografía Creativa de una Diáspora
Marzo 31, 2015
Fiel compañera de toda empresa humana, en la
música han viajado los versos canónigos, las letanías religiosas,
los cantos tribales y los lenguajes del cosmos. Desde el rugido
gutural que celebraba la presa en manos del primate y se iluminó con la
tea en el paleolítico; hasta el canto melismático y las danzas
medievales; pasando por el jadeo incesante de los hombres
montaraces de estas tierras equinocciales; ya sea con el laúd o el
tambor, en la música se han reinventado los alfabetos para feliz ventura
del ingenio humano.
En El Odio a la
Música, Pascal Quinard, en uno de sus luminosos
fragmentos, afirma que su propósito es interrogar los lazos que tiene el
arte de Euterpe con el sufrir sonoro. Si la música es un testimonio de época, y
al igual que las otras artes se nutre de lo adverso y aciago que ha padecido la
especie humana; hemos de ver ella algo más que un divertimento. El
aforismo del escritor francés, parece haber obrado como divisa en las
búsquedas esenciales del ensayo de Fabio Martínez.
Viajar implica mudanza, cambio
de piel y transmutación de códigos. Fueron once millones de esclavos, nos
recuerda el autor, los que llegaron al nuevo mundo. Un arribo impelido
por el látigo y bañado por la sangre que en las ancestrales ceremonias de
la tradición Yoruba solo era vertida como tributo y regocijo; nunca
como sojuzgamiento y genuflexión. La llaga más lacerante, la del alma, se
cicatrizaría con el canto lastimero y un acezante golpe en el tambor Batá que
provocaría en las nuevas tierras la invención de las músicas del Caribe.
Las resonancias secretas de los
rituales africanos, la readaptación instrumental y una inescrutable mixtura de
saberes y universos sensoriales, catalizarían un sincretismo bañado de asombro
en los parajes tropicales de la nueva tierra.
Los Viajes de la Música (Editorial La Mirada Malva) de Fabio Martínez
explora las coordenadas en las que se engendraron las fusiones
musicales. De estos fértiles encuentros eclosiona, entre muchos otros ritmos,
el son cubano, que en palabras del autor, es una síntesis maravillosa
del romance español, los areítos indígenas y el tambor africano.
Las pieles musicales que irán a
cubrir los cuerpos vejados de los esclavos que arribaron a esta parte del
mundo, no sólo contaron con la frenética expresión instrumental. El
romancero español, profundo legado de la lírica ibérica, condimentó con las
formas sonoras de los versos de Jorge Manrique, Lope de Vega y Luis de Góngora
y Argote, los sones, guarachas y montunos. De esta manera surge una
singular poética en quienes se aventuraban a componer y cantar.
Fabio Martínez celebra con este
libro el periplo de la música que ya sea como canto de vida, de trabajo,
de muerte, de carnaval y rumba, ha hecho parte del torrente sanguíneo de los
hombres de América. En las fiestas del San Pacho del Pacífico Colombiano,
en el santoral de la Regla de Ocha de Cuba o en los ritos de festejo en
cualquier latitud, la poesía de Afroamérica restaña el dolor y esfuma las
penas.
El Viaje ensayístico de Fabio
Martínez, es también una indagación a los nuevas vertientes del hispanismo. El
español, esa lengua que se rehace en cada hablante y que hoy configura una
fraterna comunidad de hombres itinerantes, bebe de la savia de las músicas
populares que se crean en los barrios de latinos en Nueva York y en las
estribaciones andinas de Suramérica. Es la lengua de inmigrantes que
guardan en sus entrañas los rescoldos del África negra, las endechas de la
guitarra española y los frenéticos ritmos de litoral. Los géneros urbanos
como el calipso, el reggae, el zouk, y lo que de manera genérica se denomina
salsa, se escuchan en las calles de cualquier capital Latinoamericana,
y dan cuenta, lo explica el autor, de la apertura del firmamento musical
de un continente que no sólo ha revestido de policromía un idioma, sino que lo
ha hecho música y celebración.
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SEGUIMIENTOS a Mayo 26 de 2015
LOS VIAJES DE LA
MÚSICA Y POESIA AFROAMERICANA DE FABIO MARTINEZ
Editorial La
Mirada Malva. Dúrcal Granada,
España, 2015.
Por: Cristhian
Pereira Castillo
Universidad del Valle. Estudiante
de Sociología
Los viajes de la música, ensayo del escritor Fabio
Martínez profesor titular de la Universidad del Valle por más de 20 años, está
cargado de una fuerte composición antropológica e histórica en donde la
afrocolombianidad y aquellos ritmos caribeños y europeos que se entrelazaron gracias
a la historia y el mestizaje, lograron la combinación perfecta entre lo
ancestral, lo cultural y lo étnico, imponiendo ritmos que hasta hoy se mantiene
vivos y aunque un tanto trasformados, han podido soportar el pasar de los años.
El tambor, instrumento que se mantiene vivo en todas
las culturas, y que gracias a él, los distintos ritmos han podido evolucionar y
transformarse hasta el día hoy; el ritmo africano traído a América podría dar
cuenta de lo que vivieron los afros en estas tierras y cómo las música y
especialmente su instrumento madre, el tambor, les sirvió para hacer más
llevadera su estadía en el nuevo mundo americano donde estaban condenados a ser
esclavos.
Los africanos revelan el sufrimiento y la desidia
encarnada en la misma esencia de la conquista de los nuevos mundos en donde los
europeos solo se preocuparon por intereses económicos y donde se pudo apreciar
lo crueles y déspotas que puede llegar a ser la raza humana.
Con lo que no contaban aquellos conquistadores era
con la agilidad del muntú africano que en su mente y su esencia trajeron
consigo el sabor y el ritmo que los caracteriza; esa esencial afro que los hace
únicos y que está representada en el folclor y la música en donde emplearon
instrumentos autóctonos de su tierra como el ya mencionado tambor, reconocido
como tótem y símbolo de los tres reinos: el vegetal (madera), el animal (cuero)
y el humano (mano)[1].
Así como los migrantes forzados venidos de África
contribuyeron a la música, también los españoles y los indígenas contribuyeron
al desarrollo de los distintos ritmos. En el caso de los españoles, toda esa
cultura renacentista, que vino en los barcos, hizo el gran aporte poético
consignado en el romance español, que fue clave en la invención del bolero y la
canción latinoamericana.
En el caso de los aborígenes, las culturas
indígenas hicieron su aporte a la música latinoamericana con los cantos de
areítos y los instrumentos aerófonos, como: las gaitas, las flautas, las
maracas y los güiros, que fueron claves en el desarrollo del son, la guaracha,
el merengue, el guaguancó, la bomba y la plena.
En los tiempos de la colonia, los africanos
especialmente traídos desde su continente de origen, fueron despojados de su
cultura, secuestrados y obligados a ejercer trabajos forzados para beneficio de
la economía de la corona española.
La música surge como un elemento de resistencia al
dominio religioso como lo presenta el escritor Fabio Martinez en su ensayo, ya
que, como es sabido, la religión jugó un papel determinante en esta época, pues
era la madre de todo, la que exigía y la que hacia cumplir los designios de Dios.
La religión, además de ser la que dominaba a las
personas, también profesaba un estilo de vida particular, siendo tanto así que todo
estaba debidamente normatizado y todo aquel que estuviera por fuera de las creencias
que defendía la iglesia católica, era reconocido como un pecador.
Los indígenas y los afros fueron vistos como
animales que vivían en la ignorancia y no conocían a Dios. Por esta razón se somete
a los indios y africanos a condiciones de vidas indignas, y empiezan a crear en ellos ese espíritu
católico que no les fue implantado en sus lugares de origen.
Dentro de este entramado y complejo orden socio-cultural,
surgen las primeras combinaciones de los sonidos africanos con el europeo; en los
ritos religiosos oficiados en las iglesias y catedrales, los jóvenes Afro eran
invitados a formar parte de las corales con el fin de animar este tipo de
celebraciones. Además de ser la religión
una forma de unificar este tipo de ritmos, así mismo las mujeres contribuyeron
a la creación de décimas y poemas que con el tiempo, se convirtieron en la
inspiración de algunos artistas europeos que permeados con la ola renacentista,
acudieron a las hermosas mujeres para componer cánticos y poesías con el fin de
cortejarlas.
Las celebraciones que realizan algunos grupos
palanqueros, cimarrones e indígenas que se empezaron a establecer en los distintos
lugares del continente, por fuera de los centros urbanos, fueron claves en el
desarrollo de sus cantos y sus formas de interpretar los instrumentos, enriqueciendo
la música Afroamericana.
La música como expresión de rechazo a la dominación
comienza a ser la salida de las tribus afros e indígenas ya que al ser desarraigados
de su tierra, familias y demás, esta se convierte en la forma de contar su
pena, de desahogarse y de constituir una nueva manera de vivir; resignarse ante
lo que estaba pasando era la opción que tenía, pero lo que haría más llevadera
esta penosa culturización era sin duda, sus cantos y su tambor los cuales
sonaron, suenan y seguirán sonando por el resto de los días.
Los viajes de la
música de Fabio Martínez es un texto
exquisito e histórico, de una gran importancia y trascendencia. Un ensayo que
puede ser leído por cualquier persona interesada en conocer la historia de la
música, la historia de todos los pueblos a través de la versatilidad y riqueza
que nos brinda un autor colombiano: la conquista de la música en la sociedad actual
y como esta se ha convertido, gracias a sus raíces enmarcadas dentro de las
culturas africanas e indígenas, en el
rasgo característico y primordial de los pueblos actuales. La carencia de
textos que tomen la música como objeto de estudio en donde se ve su evolución cronológica
hacen de este ensayo de Martínez, un libro necesario y de colección.
[1] Fabio Martínez, ensayo los viajes de la
música capitulo primero” el viaje del tambor”