CÓMO CONOCÍ A
LUIS VIDALES
Por José Luis DÍAZ-GRANADOS *
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El Maestro Luis Vidales, con Luis Fayad y José Luis Díaz-Granados
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El Maestro Luis Vidales, con Luis Fayad y José Luis Díaz-Granados
En casa de autor del texto en
Palermo, Bogotá, junio de 1969
Fotografía: Archivo particular del autor. Click derecho sobre la imagen para ampliarla en una nueva
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Yo sentía por
Luis Vidales verdadera devoción. Diría mejor, veneración. Fue tal mi
endiosamiento, que en los años 70, 80 y 90, cuando ya gozaba de su amistad
filial y de la más completa confianza e intimidad, jamás dejé de decirle
Maestro y de tratarlo de Usted, mientras otros poetas jóvenes y contertulios lo
llamaban Luis y lo tuteaban.
Desde que supe de su existencia, en
mi adolescencia, lo admiraba y lo respetaba. Oí su nombre por primera vez por
referencias de mi padre, Manuel José Díaz-Granados, abogado, economista y
estadístico, liberal de izquierda y asesor de la Contraloría General, y por mi
tío materno Carlos Valdeblánquez Moreu, poeta, violinista y bohemio, empleado
de la sección de Cartografía de la Contraloría y posteriormente del DANE (ambos, compañeros de oficina de Vidales en los años 40 primero y luego a comienzos de
los 60, y contertulios ocasionales en los cafés Lord, Automático, Lutecia y de
otros tradicionales bares bogotanos).
Sabía de su amistad con Luis Tejada,
de su militancia comunista, de sus treinta
y pico detenciones carcelarias y su legendaria huelga de hambre durante el
gobierno de Olaya Herrera; de su participación en la huelga del Calzado
Pacífico en Cali, de la toma de San Eduardo en Boyacá, de sus enfrentamientos
con Ignacio Torres Giraldo, de su amistad con Gilberto Vieira, de su exilio en
Chile, de su viaje a la URSS en 1954 y sus encuentros con Picasso, Tristán
Tzará, Luis Cardoza y Aragón, Neruda, Roberto Salgado y Volodia Teitelboim.
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Descubrí la prodigiosa poesía de Luis
Vidales, primero, gracias al segundo tomo de Las
mejores poesías colombianas, compilación hecha por Andrés Holguín para el
Festival del Libro Colombiano de 1960; luego ya, en la secundaria, cuando yo ya
estaba metido de lleno en el mundillo literario, y más tarde, en 1968, cuando
adquirí por un peso la primera edición de Suenan timbres en
la tradicional feria del libro del parque Santander.
A Luis Vidales lo vi por primera vez
a comienzos de 1962, durante la ceremonia de premiación de un concurso de
poesía del cual él era jurado y cuyo fallo revelaban esa noche en la Biblioteca
Nacional. Recuerdo que el ganador fue el poeta barranquillero Víctor Amaya
González (amigo de mi familia, compadre y biógrafo de Barba-Jacob, también
compañero de Vidales en la Estadística).
Entre
1962 y 1968, mi admiración por la figura legendaria de Vidales se volvió una
verdadera obsesión. Se había convertido ya en personaje mítico. El doctor Jesús
María Melgarejo Rey, antiguo director de los Censos Nacionales, le tenía
profunda admiración y contaba muchas anécdotas del maestro que se confundían
con la leyenda.
Con
Melgarejo y su esposa, íntimos amigos de mis padres, celebrábamos todos los
años las festividades navideñas en familia. Y en las largas conversaciones de
Jesús María con mi padre y especialmente conmigo, que ya pergueñaba mis
primeros poemas, siempre salía a flote el anecdotario riquísimo de la vida y la
obra de Luis Vidales.
Alguna vez ¿1965? ¿1966?, pasó con
nosotros el Añonuevo don Omar Rojas Molina, un respetado personaje de la
estadística chilena. Yo aún no conocía personalmente a Vidales y disfruté mucho
su anecdotario sobre el maestro.
A mi conocimiento del poeta y del
político se agregaban malévolas leyendas que le endilgaban el haber
oficiado misas negras en su juventud, el haber orinado en las paredes de un
colegio de monjas justo cuando las inocentes alumnas salían de sus labores
escolares, el haber lanzado irreverentes diatribas contra prohombres de la
nación, y muchas diabluras más, fruto, desde luego, de la mala leche de
viperinas y reaccionarias lenguas chapinerunas.
Pero las leyendas, en blanco y en
negro, no lograban socavar la transparencia del alma y la sensibilidad genuina
de este poeta mayor, ensayista sin par, pensador político correcto y lúcido
orientador de la estética del arte de todos los tiempos.
Recuerdo que en 1964, cuando murió su
madre, doña Rosaura Jaramillo de Vidales, Melgarejo me comentó: “El maestro
Vidales está completamente desgarrado”.
Sin embargo, en esos años 60, (luego
del regreso de su exilio en Chile), el poeta vivía en un discreto retiro de
toda actividad pública. No se me olvida que alguna vez, en el Correo de “El
Tiempo”, apareció una carta firmada por Vidales titulada “¡Yo estoy vivo!”, en
alusión al comentario de un corresponsal que en alguna reseña sobre la poesía
colombiana se había referido a “el difunto Luis Vidales”. (Suenan timbres había
aparecido en 1926 y Vidales no había vuelto a publicar libros de poesía desde
entonces).
En esa época, el maestro vivía en el
tradicional barrio Teusaquillo, en un pequeño apartamento situado en el primer
piso de la carrera 15 con calle 27 (en lo que en alguna época se denominó El ghetto judío). Una
vez, con Luis Fayad, caminando de noche bajo la lluvia, por el centro de
Bogotá, lo vimos en la puerta de “El Tiempo”, aguardando a que escampara. Yo me
atreví, desafiando la timidez de mis 18 años, a saludarlo con efusión y él, muy
amable, correspondió el saludo dándome la mano. Lo mismo hizo con Fayad. Vestía
una gabardina azul oscura que disimulaba su prominente panza.
De lejos lo veía tomando tinto y
fumando en alguna mesa del Café Pasaje o caminando por la Avenida Jiménez (en
esa época trabajaba en el DANE, en la sede del Edificio Lara, en la Calle 13
con carrera 13), o contemplando alguna vitrina en la Séptima con calle 24, con
las manos en los bolsillos del gabán, confundido entre un gentío que también
miraba la vitrina.
* * *
En 1962 había tomado yo la decisión
de dedicarme completamente a la literatura. Sería escritor, esa era mi decisión
inamovible. No me importaba ser empleado público como Vidales. También lo eran
León de Greiff, Jorge Zalamea, José Umaña Bernal y otros poetas que admiraba
profundamente. En aquella época yo escribía versos en cantidades abrumadoras,
pero de la misma forma los rompía o los quemaba. Mi proyecto era escribir un
solo libro con poemas de poderosa factura y no publicar nada más. Es decir,
quería abarcar en una sola obra todas las posibilidades creadoras.
Pero no puedo describir la alegría
cuando leí en un manual del crítico Javier Arango Ferrer, titulado Dos horas de literatura colombiana,
que Luis Vidales había publicado a los 22 años un libro titulado Suenan timbres, y que esto le había bastado para su inmortalidad.
Pues bien, ese sueño lo cultivé
también durante varios años. Y fue así como después de escribir y romper,
reescribir y quemar, volver a tomar la pluma, experimentar y hacer toda clase
de piruetas literarias, poco antes de cumplir mis 22 años, publiqué un poema
narrativo, sin pies ni cabeza, con pretensiones cortazarianas, titulado El laberinto, al que
luego, con el tiempo, le fui adicionando poemas de diversa temática y
estructura, y que fui publicando en ediciones aumentadas hasta la definitiva,
aparecida en 1984.
El día que cumplí los 22 años, el 15
de julio de 1968, fui convocado por algunos amigos a leer poemas en el Consejo
Británico. Allí acudí con Luis Fayad, Carmen Lidia Cáceres, Myriam Luque Peña,
Nicolás Suescún, Darío Samper, Clara Samper (mi novia entonces) y Arturo
Camacho Ramírez, entre otros, y para sorpresa mía, encontré a Luis Vidales,
sentado en un rincón de la sala, dispuesto a leer algunos poemas inéditos.
Cuando terminó la velada, Vidales me
hizo un discreto ademán con la mano derecha, y yo me senté a su lado. Muy
afectuoso me felicitó por mi lectura. Me preguntó si era "hijo de
Manuelito” (así era conocido mi padre, tanto en Santa Marta como en los
círculos políticos y bohemios de Bogotá), y luego me invitó a que fuéramos con
mi grupo de amigos a su apartamento de Teusaquillo. Mi felicidad fue enorme.
Inenarrable.
Recuerdo nítidamente que allí
llegamos con Clara, Carmen Lidia, Fayad y Miryam Luque. Vidales, jubiloso, nos
aguardaba en la puerta con Camacho Ramírez y dos funcionarios británicos.
---Vamos a ver si cabemos, decía sin
dejar de reír.
En verdad, se trataba de un
apartamento muy pequeño: una salita repleta de libros, con un sofá y dos o tres
sillas; un baño y una alcoba diminuta. Allí, Vidales vivía solo, pues por
entonces Paulina, su esposa, y sus cuatro hijos ---Luz, Carlos, Ximena y
Leonardo--- vivían en Santiago de Chile. Se habían radicado allí desde que
salieron exiliados con el poeta en 1952. Con el advenimiento al poder del
presidente Alberto Lleras Camargo, amigo de la infancia de Vidales y compañero
de la Generación de Los Nuevos, el poeta había regresado a
Colombia en 1960 y se había incorporado al DANE como jefe de la Oficina de
Redacción Técnica.
Como pudimos nos acomodamos en la
sala. Vidales nos brindó abundante whisky. Sacó de un closet, situado detrás
del sofá donde se sentó con los británicos, unas latas de sardinas, un frasco
de aceitunas y un enorme pan pastramo que
le regalaban los judíos dueños del edificio. Además, dejó sobre la mesita de
cristal, varios paquetes de cigarrillos ingleses “Dunhill” y “Piccadilly” y una
cajetilla de cigarrillos egipcios, absolutamente exquisitos. Cuando todos
encendimos los tabacos, habló sobre las delicias de un cigarrillo jordano
marca “Abdullah” y nos lanzamos a disfrutar de la más fabulosa travesía por los
senderos infinitos del arte, la poesía, la política y las ciencias
humanas.
Fue el comienzo de una amistad
maravillosa, inmaculada y radiante, que constituyó la más preciosa
condecoración que me ha otorgado la vida.
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* CRONOLOGÍA DE JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS. Por GLADYS SIABATO FERNÁNDEZ. VIDA Y OBRA DE JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
http://joseluisdiazgranados.blogspot.com/
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José Luis Díaz-Granados - EcuRed
http://www.ecured.cu/index.php/Jos%C3%A9_Luis_D%C3%ADaz-Granados
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---------- Mensaje recibido ----------
De: Carlos Vidales
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De: GUILLERMO HENAO *
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NTC ... ENLACES sobre LUIS VIDALES:
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* CRONOLOGÍA DE JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS. Por GLADYS SIABATO FERNÁNDEZ. VIDA Y OBRA DE JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
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José Luis Díaz-Granados - EcuRed
http://www.ecured.cu/index.php/Jos%C3%A9_Luis_D%C3%ADaz-Granados
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Al fondo biblioteca de Vidales. Parecen degustar brevas con arequipe, con vino.
Agradecemos al poeta José Luis el aporte de la histórica foto, marzo 20, 2011.
Agradecemos al poeta José Luis el aporte de la histórica foto, marzo 20, 2011.
(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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---------- Mensaje recibido ----------
De: Carlos Vidales
Fecha: Estocolmo, 21 de octubre
de 2012 20:30
Asunto: Re: CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES. Por José Luis DÍAZ-GRANADOS.
Para: NTC ntcgra@gmail.com Cc: NTC ... ntcboletin@gmail.com
Muchas gracias por ese interesante artículo, escrito con tanto afecto. El cariño de José Luis Díaz Granados hacia mi padre ya es legendario.
Asunto: Re: CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES. Por José Luis DÍAZ-GRANADOS.
Para: NTC ntcgra@gmail.com Cc: NTC ... ntcboletin@gmail.com
Muchas gracias por ese interesante artículo, escrito con tanto afecto. El cariño de José Luis Díaz Granados hacia mi padre ya es legendario.
Debo, sin embargo, hacer algunas mínimas precisiones que, no por ser muy
pequeñas, dejan de tener su importancia:
Nuestra familia (padre, madre y cuatro hijos) salió de Colombia en
febrero de 1953 (no en 1952, como dice Díaz Granados). Nuestra salida, planeada
efectivamente para 1952, fue postergada por mi padre, pese a que corríamos
graves riesgos (era la época de La Violencia), pues estaba empeñado en cumplir
hasta el último minuto con sus obligaciones en la oficina de publicidad y
propaganda de los censos nacionales.
Si bien es cierto que el exilio de mi padre concluyó formalmente en
1960, cuando el presidente Alberto Lleras Camargo le ofreció un cargo técnico
en el DANE, el retorno a Colombia no se produjo de inmediato. Hubo un período
de transición entre 1960 y 1964, durante el cual mi padre y mi madre
reorganizaron la vida familiar para atender mejor la educación de los hijos: yo
ya me había ido de la casa paterna y estudiaba en Argentina; mis tres hermanos
(Luz, Ximena y Leonardo) seguirían estudiando en Chile al cuidado de mi madre.
La obligada separación de mis padres duró hasta 1970, cuando mi madre regresó finalmente
a Colombia a reunirse definitivamente con su esposo.
Espero que estas anotaciones sirvan como un aporte al memorioso artículo
de Díaz Granados.
Saludos muy cordiales.
Carlos
Vidales
http://losimportunos. wordpress.com/
http://luisvidales.blogspot. com/
http://hem.bredband.net/ rivvid/
http://luisvidales.blogspot.
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De: GUILLERMO HENAO *
Fecha: 22 de octubre de 2012 08:03
Asunto: RE: CÓMO CONOCÍ A LUIS VIDALES. Por José Luis DÍAZ-GRANADOS.
Para: NTC ntcgra@gmail.com
Gracias por este aporte tan importante. Saludos
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De: José
Luis Díaz-Granados
Fecha: 22 de octubre de 2012 09:18
Asunto: Saludo para Carlos Vidales
Para: ntcgra@gmail.com, ntcboletin@gmail.com
Muchas gracias al inolvidable y admirado Carlos Vidales por sus
precisiones sobre mis recuerdos del maestro. Sea la oportunidad para manifestar
mi cariño inmenso por Paulina, quien tuvo una amistad entrañable con mi madre,
y mi afecto indeleble por Luz, Carlos, Ximena y Leonardo.
Abrazos fraternos,
JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
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NTC ... ENLACES sobre LUIS VIDALES:
** http://luisvidales.blogspot.com/ Luis Vidales. Página oficial del poeta de "Suenan timbres"
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** http://ntcblog.blogspot.com/2006_03_02_archive.html Publicación de NTC ... . 80 AÑOS DE “SUENAN TIMBRES” de Luis Vidales, 25 de Febrero de 1.926 HOMENAJE Y MEMORIAS. FEBRERO 26, 2.006.
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Luis Vidales. NTC ... Compilaciones 1. Ene 14, 2012.pdf
** http://ntcblog.blogspot.com/2006_03_02_archive.html Publicación de NTC ... . 80 AÑOS DE “SUENAN TIMBRES” de Luis Vidales, 25 de Febrero de 1.926 HOMENAJE Y MEMORIAS. FEBRERO 26, 2.006.
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Luis Vidales. NTC ... Compilaciones 1. Ene 14, 2012.pdf
http://es.calameo.com/read/000948328bfc5f4536c97
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3 de marzo de 2011
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* 12 de enero de 2012
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