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17 de mayo de 2015
13 de junio de 2015
Mi
padre, Óscar Collazos
A punto de cumplirse un
año de la muerte del escritor, su hija
recuerda el legado que le dejó.
Por: LAIA
COLLAZOS
EL ESPECTADOR , impreso y
digital, 16 de mayo de 2016
“Los libros son el saldo que
seremos” respondió mi padre a unos amigos cuando le preguntaron sobre el
destino de su obra. En otras ocasiones, escribió, no sin cierta ironía, que los
libros acaban terminando en los sarcófagos de los saldos en librerías de viejo.
Ser hija de un escritor y una
escritora tiene sus ventajas, la pasión por la literatura suele ser contagiosa,
pero también el pequeño inconveniente de tener que compartir la vida con un
sinfín de familiares prodigiosos y extraños llamados autores y personajes
librescos, que a la niña que era yo despertaba ciertas suspicacias y envidias.
“Dejen de hablar de literatura”, les pedía una y otra vez a mis padres siendo
pequeña. Dándome cuenta ahora, del privilegio de haber tenido un padre que me
ha dejado sus palabras escritas, sus conocimientos y su actitud ante la vida
para saber comprenderle mejor.
Cuando iba a casa de mi padre
tenía por costumbre pedirle que me seleccionara de su biblioteca las lecturas
de mis vacaciones. Él disfrutaba maniobrando con ellos. Estos anaqueles eran
todo su patrimonio. Siempre pensé que los libros prestados son como cartas que
uno no se atreve a escribir, conversaciones que no terminan de darse,
intimidades que cierto pudor no nos permite compartir…
Recuerdo, en especial, la
novela 'El olvido que seremos', de Héctor Abad Faciolince. Al leerla me estaba
invitando a compartir la crónica de un país cuya historia yo aún desconocía
bastante, al tiempo que me presentaba a aquel padre que el mío trataba de ser y
también, al hombre autoritario que él mismo detestaba. Por eso no pude menos
que sonreír con su juego de palabras: El saldo que seremos. Óscar Collazos era
un hombre sentimental. Por supuesto, le costaba expresarlo. Sin embargo, las
cartas, los libros y otras muestras de cariño le permitían hacerlo fácilmente.
Su conducta tuvo un cambio en extremo fructífero al ser diagnosticado con la
terrible enfermedad llamada ELA (esclerosis lateral amiotrófica).
El dolor, el miedo al final que
se avecinaba, y del que era muy consciente, me acercó tremendamente a él y nos
convirtió en queridos confidentes. Basta leer sus artículos y entrevistas para
darse cuenta del contenido trascendente e íntimo sobre la enfermedad y sus
consecuencias también emocionales. La carta abierta que dirigió al doctor
Rodolfo Llinás buscaba ser una petición en nombre de todos los que padecían la
enfermedad olvidada, sabiendo con certeza que era ya tarde para que cualquier
clase de medicina pudiera ayudarlo.
En su casa de Cartagena, antes
del traslado final a Bogotá, la enfermedad estaba muy avanzada y empezaba a
fallarle el habla. Tocaba hacer limpieza de su biblioteca. Sentado en su
mecedora indicaba dónde debíamos colocar cada ejemplar. Leíamos cada título y
con un gesto nos señalaba su destino. Unos merecían regresar a la estantería y
otros, a esas alturas de la vida, podían ser prescindibles. Más que un trasteo
de libros, lo que estábamos haciendo era realmente una selección de lo que él
creía lectura necesaria, algunos de sus recuerdos y sus autores más queridos.
Me pidió que le organizara su
egoteca. Así llamaba a su estantería donde estaban todos sus libros publicados.
En algunos casos, generoso como era, había regalado el último ejemplar de
alguna edición única que luego trataba de recuperar en librerías de viejo. Fue
también en estos días cuando me comentó ilusionado, gracias a la aplicación de
voz electrónica que acababan de instalarle, que la tableta le permitiría seguir
dando lecciones de literatura. Fue siempre un celebrado profesor en esta
materia, además de un locutor innato y así lo demostró tanto en las aulas como
en las reuniones de amigos.
En muchas de las entrevistas
que le hicieron queda manifiesto su importante conocimiento de la gran literatura
europea y americana que aprendió ya siendo un muchacho en una escuela y una
biblioteca públicas de Buenaventura (Valle del Cauca). Según sus propias
palabras: “La sed de lectura de los alfabetizados pobres es mayor que entre los
analfabetos funcionales”.
En los últimos meses de su
vida, se mostraba preocupado por el destino de su obra y de su biblioteca
personal. Su amigo, docente y escritor Darío Henao, recuerda en un artículo en
'El País' de Cali (publicado el 24 de mayo del 2015) * la conversación que tuvo
lugar en el hospital, poco antes de su fallecimiento, también con Jaime Galarza
y Roberto Burgos, donde mi padre dice, con cierta nostalgia y respondiendo a la
pregunta formulada: “Sobre mi biblioteca, quiero que vaya a un lugar público. A
mí me gustaría que mis libros y los de mi biblioteca los pudieran leer los
jóvenes”.
Nunca le preocupó la fama y era
agradecido con aquellas personas que lo estimaban intelectual y literariamente.
Se fue con el amor y el afecto de muchos de ellos pero sin un suficiente y
merecido reconocimiento.
Mi padre fue un escritor y
periodista colombiano interesado por su país, como queda manifiesto en toda su
literatura, que sucumbió a la tentación del compromiso, que quería ser
recordado como alguien que buscó la justicia y la fraternidad y que sorteó
escollos para hacer lo que quiso: ser un escritor libre y vivir con intensidad
cada episodio de su vida.
Qué mejor manera de recordarlo
que cumplir con su deseo: colocar en un rincón del Valle del Cauca todos los
libros de su biblioteca y al entrar en ella, una pequeña placa que indique:
Biblioteca Óscar Collazos.
LAIA COLLAZOS
Para EL TIEMPO
* https://issuu.com/ntcgra/docs/la_palabra_junio_2015_collazos
http://lapalabra.univalle.edu.co/index.php?option=com_content&view=article&id=409&Itemid=121
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La edición impresa
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ÓSCAR COLLAZOS en NTC ... , por GOOGLEPara EL TIEMPO
* https://issuu.com/ntcgra/docs/la_palabra_junio_2015_collazos
http://lapalabra.univalle.edu.co/index.php?option=com_content&view=article&id=409&Itemid=121
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Comentario
de NTC en EL TIEMPO digital
Excelente, cercana y
enriquecedora memoria para ell gran amigo y escritor Óscar Collazos. Gracias.
Felicitaciones. Ojalá el Chocó Bahía Solano y el Valle del Cauca Buenaventura y
Cali, liderados por la Universidad del Valle y su biblioteca estructuren u
proyecto colectivo para rendirle perenne homenaje y para conservar su
biblioteca y sus archivos personales y para digitalizarlos. Sobre Óscar
Collazos sugerimos Acceder y navegar: Buscar por Google: oscar collazos ntc
(que conduce a
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