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Tierra quemada
Óscar Collazos
Nueva novela
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NTC ... SEGUIMIENTOS Y ACTUALIZACIONES A ENERO 13, 2014
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*** Un éxodo sin tierra prometida. Por Raúl Vallejo Corral. Enero 12, 2014. Sobre "Tierra quemada" de Oscar Collazos.
“ … La novela ofrece un destello de esperanza, que ilumina la resistencia de los personajes que sobreviven al horror, y permite respirar a los lectores que han sido conducidos, con una narración maestra, hasta el fondo de la deshumanización más abyecta y, al borde la asfixia, son expuestos al aire de la redención posible gracias a “una historia de amor silenciosa y profunda” (p. 369). Tierra quemada es una novela de lenguaje sustantivo escrita para lectores de literatura dura, no como moda sino como sello de autenticidad creadora.” ACEDEDER y NAVEGAR: http://acoso-textual.blogspot.com/2014/01/un-exodo-sin-tierra-prometida.html
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NTC ... SEGUIMIENTOS Y ACTUALIZACIONES A NOVIEMBRE 7, 2013
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TIERRA
QUEMADA
Por
Ómar Ortiz
El Tabloide, Tuluá, 04 Noviembre 2013, 11:12
Sin duda Óscar Collazos (Bahía Solano, 1942) es uno de los escritores colombianos más importantes después del "realismo mágico" garciamarquiano. Sus vivencias en la Habana, en Barcelona, en Hamburgo, en Berlín, amén, de sus más de diez títulos de obras de ficción, entre cuentos y novelas, lo posicionan no solo a nivel editorial sino como una voz respetada y escuchada en los círculos académicos y de escritores donde se debaten posturas y teorías literarias. Eso lo entendió muy bien la Editorial Mondadori que lo acaba de incluir en su catálogo de escritores con la novela "Tierra quemada".
Partiendo de algunas preguntas
como, ¿Qué pasaría en cualquier lugar del mundo donde se presentará una guerra
sin fin? o ¿Cuál sería el destino de los seres humanos víctimas de una
conflagración que se renueva como una culebra que se muerde la cola? Collazos
ha elaborado un espacio narrativo donde desde la primera página nos cae encima
el peso de la desolación, el fracaso, la violencia, el drama humano cuando
asiste a la negación total de la esperanza. Una vez inicia su lectura el lector
avezado recuerda "La carretera" del norteamericano Cormac McCarthy,
donde un padre con su hijo infante enfrentan un paisaje desolado por una
catástrofe total de índole nuclear en una geografía que puede ser cualquiera,
tal como lo pretende nuestro novelista, aunque para el lector la obra de
McCarthy tiene rasgos de un paisaje norteamericano y la de Collazos no puede
ocultar del todo los paisajes de nuestra costa norte, en especial los ya
deteriorados territorios del Cerrejón y La Guajira.
Tampoco puede soslayar el
lector que esa guerra de ficción es muy similar a la que se libra en Colombia
desde hace por lo menos sesenta años y que se niega a terminar pues como la
medusa se reproduce en un monstruo de millares de cabezas. Insurgencia,
paramilitares, bandas criminales, ejércitos regulares se transforman y se
mediatizan entre ellos creando un único ejército de muerte y barbarie como ya
lo señala magistralmente Evelio Rosero en "Los ejércitos". Pues bien,
para satisfacción de los tulueños, Óscar Collazos fue uno de los invitados al V Festival Universitario de la Imagen y la Palabra y a pesar del alborozo
nacionalista que suscitó el empate entre las selecciones de fútbol de Colombia
y Chile del 11 de octubre, en el auditorio del Centro Cultural Gustavo Álvarez
Gardeazábal un puñado de entusiastas por la literatura lo cobijaron con su
interés y cariño.
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NTC ... SEGUIMIENTOS Y ACTUALIZACIONES A OCTUBRE 5, 2013.
La incertidumbre que camina hacia el abismo
Conversamos con Óscar Collazos sobre su obra Tierra quemada y sus visiones del país, al tiempo que nos revela qué sigue en su vida literaria para los próximos años.Por David Lara Ramos
El Heraldo, Barranquilla, Octubre 5, 2013
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La manera como el escritor Óscar Collazos siente el país se puede apreciar en dos facturas. Una es la de sus columnas de opinión, en las que sus visiones sobre la realidad las entrega con una marca crítica, reflexiva o mordaz. La otra está en sus narraciones, en especial en sus últimas novelas. Las historias que nos cuenta se parecen a los hechos que juzga e interpreta en sus columnas.
En Tierra quemada (Mondadori 2013) presenta el relato de tres mujeres (Elvira, Elena y Dolores) que hacen parte de una multitud errante que camina en medio de un conflicto armado hacia una tierra de esperanzas. La geografía es la de un país que se parece mucho a la de Colombia, son las pistas que nos da para sentar las claves de su pensamiento.
La incertidumbre sobre cuál será el destino final de esa multitud es una sensación presente en toda la obra, es la metáfora de un país que parece ir a tientas, pero sobre todo lleno de preguntas sin respuestas. Al final llega la masacre, la barbarie: un repentino ataque desde helicópteros que aparecen como cuerpos fantasmales que sirven por igual al Estado y a sus aliados. Los cadáveres quedan tendidos en el suelo y el polvillo de carbón de una mina cercana los va cubriendo con lentitud, es como el horror cubriendo otro horror.
Hace catorce años, Óscar Collazos llegó a vivir a Cartagena, un lugar donde ha visto cómo ha crecido la pobreza, la exclusión y la desprotección que cuenta en su novela Rencor (2006). “Quisiera hacer novelas optimistas, pero lo que veo, no solo en esta ciudad, sino en todo el país, es que las cosas no andan bien, y los modelos que se promueven generan injusticias y barbarie. Se dirá que soy pesimista… no es pesimismo, hay que imaginar lo peor para que no suceda”, asegura Collazos, con ese tono amable y sentencioso que lo caracteriza.
Con él conversamos sobre su obra Tierra quemada y sus visiones del país, al tiempo que nos revela qué sigue en su vida literaria para los próximos años.
Si vemos su obra, desde la ‘Modelo asesinada’ (1999), que hace referencia al período Samper, y ahora ‘Tierra quemada’, que cubre el periodo Uribe, se podría pensar que es poco el esfuerzo creativo del escritor, porque todo, o casi todo, está también en la realidad.
.... Sigue en:
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Tierra quemada
Óscar Collazos
Nueva novela
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TIERRA
QUEMADA (Fragmento)
Óscar Collazos
Cortesía
de Random House Mondadori
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Martín
Alonso entraba cada cierto tiempo y con mayor frecuencia en el delirio de sus
conjeturas. Ya no tenía a mano el mapa, ni siquiera el mapa imaginario que le
había servido para orientarse. Por sugerencia del viejo Arcesio, había
destruido el mapa físico que nunca abandonaba. El mapa imaginado se le borraba
a veces. Imaginaba, sin embargo, un mundo que quizá no fuese parecido al que
estaba viviendo pero era el mundo que imaginaba para darle sentido a sus
pensamientos y ponerle un límite a la experiencia de sobrevivir. Llegaría un
momento en el que empezarían una nueva vida. Las ciudades habían sido blindadas
en cada uno de sus flancos, impidiendo el acceso de refugiados del campo. Un
exigente sistema de blindaje taponaba el acceso a las ciudades, amuralladas de
nuevo en sus entradas estratégicas. Un último cinturón de protección eran las
pobres, inmensas barriadas de extramuros, monótonos rectángulos de casas con
trazados de calles angostas, el último límite permitido en el acceso a las
urbes. Las señalaba con el dedo. Ésta,
ésta, ésta. Lo imaginaba cada día y cada día retomaba las imágenes del día
anterior para darle continuidad a lo que imaginaba. Sólo se podía entrar en las
ciudades con salvaconductos especiales y por poco tiempo, con la condición de
abandonarlas y regresar a las periferias. Entre las ciudades y el campo se
estaba creando un limbo que, con el tiempo, estaría entre dos territorios
separados. El campo era a duras habitado por quienes sobrevivían en medio de la
resaca de las guerras. Seguían existiendo plantaciones prósperas custodiadas
por ejércitos particulares, cultivos protegidos en lo más recóndito de las
selvas. De esas selvas salían hacia el mundo sin tocar las antiguas rutas del
campo. Había que impedir que nuevos refugiados ocuparan los extramuros urbanos,
impedir que los bandidos se infiltraran en el campo productivo. No estaba loco,
se decía. El tiempo que llevaban dando vueltas por una geografía improductiva,
dando vueltas en redondo, como lo pensó alguna vez para distraerse, ese tiempo
le había servido para convencerse de que al evitar la entrada a las ciudades se
repetían cada cierto número de kilómetros las señales de PROHIBIDO que vieron
en caminos cerrados por uniformados armados. Las ciudades ya no necesitaban el
campo. Se lo había dicho al viejo Arcesio en una de sus conversaciones
nocturnas y el viejo le había dicho que se dejara de locuras.
¿De dónde cree usted que se alimentan las
ciudades?, le preguntó ofendido.
De las granjas que se construyen en las
periferias urbanas, de los alimentos que llegan más baratos del extranjero a
los aeropuertos de las ciudades y a los puertos de mar, de eso se están
alimentando y alimentarán las ciudades, le había respondido.
Usted está loco, insistió el viejo. Y creo
que está más loco porque lo que dice tiene sentido pero no tiene lógica, se
enredó diciendo.
Si tiene sentido, tiene lógica, le replicó.
Esa noche, pese a la fiebre, sentía que estaba viviendo un raro momento de
lucidez.
No es cierto, esta caravana tiene lógica pero
no tiene sentido, replicó el viejo Arcesio. Si tuviera lógica, nos hubieran
exterminado hace rato.
Y así estuvieron discutiendo y discutieron
otras veces cuando el convoy se detenía y se podía hablar con los vecinos en
voz baja.
No
podía evitar que una conjetura lo llevara a la siguiente. Tenía argumentos para
sustentar su tesis y uno de los más fulminantes era que el campo se estaba
quedando sin gente, muchos se iban por su voluntad, otros eran expulsados por
decenas de miles, multitudes de ellos vivían extraviadas en las ciudades, los
que se quedaban serían expulsados después, las ciudades que habían recibido
campesinos que doblaron su población en pocos años, se resistían a aceptarlos,
de seguir el flujo migratorio no se podría seguir poniendo orden en sus
territorios, ciudades que se planificaban para un millón de habitantes llegaban
en poco tiempo a dos millones, cada día sería más difícil contener la invasión
de las periferias hacia el centro, oleadas incontenibles de desesperados
buscaban sobrevivir allí donde hubiera un poco de riqueza, lo hecho durante
años era deshecho por quienes llegaban en las migraciones salvajes a cultivar
árboles frutales y hortalizas en los extramuros. Trató de exponerle su teoría a
Elena y ella se rió a carcajadas. El campo seguirá siendo el campo, dijo ella.
No se ponga a pensar tantas pendejadas.
Tenía un segundo argumento: el principio del
fin habría llegado en el momento en que los campesinos empezaran a tener la
ciudad en los cuartos de sus casas. Dejarían de pensar como campesinos y
pensarían como citadinos, se hartarían de seguir viviendo rodeados de vacas,
cerdos y gallinas, sus hijos ya no serían campesinos y los viejos se irían
detrás de sus hijos. Lo que cultivaron durante años empezaría a llegar de otras
partes y a precios más bajos, de esta manera los esperaba la ruina, ya no
tendrían ganas de comer lo que cultivaban porque era lo que habían comido
siempre y todos los días, preferirían los enlatados anunciados en la
televisión, carnes legumbres verduras enlatadas, leche envasada en pulcras
cajas de cartón, carne congelada y sellada que se podía conservar durante
muchas semanas, qué mujer dedicaría horas y horas a la cocina si era más fácil
comer lo ya preparado en cantidades industriales, se verían ridículos vistiendo
lo que habían vestido padres y abuelos, en fin, si esto no bastaba para
sustentar su teoría, tenía un último argumento: el campo estaba siendo
envenenado, los ríos ya no eran ríos, las montañas eran secos promontorios de
tierra fumigada, los ríos se desbordaban y traían inundaciones y catástrofes,
poblados enteros flotaban llevados por la corriente, a la temporada siguiente
dejaba de llover durante meses y meses y se secaba la tierra y aparecía otra
vez el campo desértico, las plagas azotaban por igual cultivos y ganado, el
suelo estaba envenenado, en las plantaciones protegidas y vigiladas como
fábricas de armas nucleares alimentadas con nutrientes químicas y por sistemas de riego conseguidos por el
desvío de los ríos y la canalización de las quebradas, crecía la palma para
combustible, el maíz para combustible, la caña de azúcar para combustible, la
soya para combustible, los ríos que atravesaban las ciudades expulsaban en sus
orillas espuma blancuzca y desechos industriales y estas corrientes se
entrometían en las ciudades donde día a día se dibujaba un techo de grisáceos
nubarrones permanentes por donde a duras penas penetraba la luz del sol. ¿No
había visto que a la entrada de las ciudades prohibidas se amontonaban y
solidificaban los desechos creando fronteras artificiales a manera de
blindajes?
Usted está loco, volvió a decirle Elena.
No estoy tan loco como usted cree, respondió
Martin Alonso. Lo que describo está ocurriendo. ¿No te has dado cuenta de una
cosa?, le preguntaba, tratando de ganar su confianza al tutearla. Hemos pasado
por haciendas cercadas y custodiadas por ejércitos privados. No permitieron que
nos acercáramos. Pasamos frente a latifundios tapiados como fortalezas,
enumeraba. ¿Crees que allá adentro trabajan campesinos? Allá dentro ya no
trabajan campesinos. Los que quedaban se están yendo. En la profundidad de la
selva se cultivan y procesan drogas, se talan y arrasan bosques húmedos, se rellenan
millones de hectáreas de humedales y lagunas, la madera sale clandestinamente
como el oro que vuela hacia las fronteras. Todo se está haciendo mecánicamente.
La sabiduría de muchos años, lo aprendido de una generación a la siguiente, le
decía a Elena, exaltado y en tono pedagógico, ha sido condensado en un solo
manual de instrucciones: Sobra la gente. Hay que reducir al mínimo la necesidad
de gente porque cada vez habrá más gente que no se podrá alimentar ni vestir.
Los aviones aterrizan y se llevan lo que tienen que llevarse, el ganado no sale
en cabezas de las ganaderías, allí mismo es criado y sacrificado, seccionado y
guardado en monstruosos refrigeradores, las granjas son operadas a control
remoto, un criadero de conejos es manejado por un señorito especializado en el
manejo de una granja de conejos desde el computador de su casa ¿dónde piensas
entonces queda el campo?
Estás loco, respondía Elena.
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De EL TIEMPO, 17 de Julio del 2013
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2013_07_20_archive.html
Entrevista a Oscar Collazos
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De EL TIEMPO, 17 de Julio del 2013
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2013_07_20_archive.html
Entrevista a Oscar Collazos
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¿El libro que está escribiendo ahora mismo le satisface más que el anterior?
El libro que acabo de terminar y entregar al editor, Tierra quemada, es una novela alegórica de 400 páginas que se publicará dentro de dos o tres meses; es la suma que temas obsesivos en mis últimos libros, desde Rencor hasta Señor Sombra. Gira alrededor de una guerra que no termina, transcurre en una tierra devastada y en un mundo de destrucción casi apocalíptico: 500 desplazados conducidos a ninguna parte, testigos agónicos y paulatinamente sacrificados de una nueva guerra que empieza con los restos de aquella que no terminó del todo. Siento que es lo mejor y más doloroso que he escrito.
¿Qué le falta por escribir?
Mucho. Mi autobiografía: medio siglo de experiencias a veces tumultuosas. Medio siglo con personas y eventos que marcaron el mundo.
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El 19 de septiembre de 2013
se presentará en la Fiesta del Libro de Medellín*
y el 26 del mismo mes en Bogotá.
Detalles próximamente
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* Fiesta del Libro de Medellín
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NTC ... ENLACES sobre el autor:
Óscar Collazos recuerda su amistad con Julio Cortázar. Entrevista. El Tiempo, Julio 17 (.com) y 18 (impreso), 2013. / NTC ... Enlaces
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Oscar Collazos en Cali.
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Fundación Medecina y Humanismo.
Director Adolfo Vera Delgado.
Cali, Febrero 25, 2012, 11:00 AM a 8:30 PM.
Cali, Febrero 25, 2012, 11:00 AM a 8:30 PM.
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* Se actualiza periódicamente. Febrero 26, 2012
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