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Por colaboración del autor, que agradecemos, y con su autorización, difunde:
NTC … Nos Topamos Con … (Año 10) http://ntcblog.blogspot.com/ ,
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ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Nov. 21, 2010
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ANTONIO SKÁRMETA: LA RUTA HACIA “EL CARTERO”
Por: Alejandro José López Cáceres
Madrid, Noviembre 21, 2010 *
1
Juventud y rebeldía no han sido siempre ideas afines. Una panorámica mirada a la historia nos permitiría avizorar que durante los periodos políticamente más convulsos -sobre todo durante las guerras-, quienes ejercen el poder prefieren diluir la noción de juventud en beneficio de otros motivos que favorezcan la manipulación de sus gentes. En estos casos, los conceptos socorridos por excelencia suelen ser los de Patria y Nación. Y la verdad es que pocas ideas como éstas -exceptuando la de Dios y la de Libertad- han arrojado tan evidentes réditos a los gobernantes cuando se trata de provocar la inmolación de generaciones enteras. El transcurso de los siglos nos muestra que, paradójicamente, la mayor acumulación de poder se produce cuando más se llega a despreciar la vida humana; y esto con prescindencia de cuál sea el ideal utilizado en favor de semejante despropósito. Por contrapartida, los momentos de relativa calma entre países -o de tendencia al equilibrio- suelen propiciar la asociación de los dos conceptos que mencionaba atrás. Cuando los jóvenes tienen la ocasión de volcar su extraordinaria energía hacia la búsqueda del bienestar, hacia el deleite vital, la rebeldía aflora como síntoma y a la vez como camino. La última vez que esto ocurrió de modo ostensible en la historia de nuestra cultura fue en mayo de 1968.
En el campo literario, muchas obras se ocuparon de lo sucedido en aquel momento y dieron cuenta de las transformaciones que se produjeron entonces en el imaginario social. Y en lo que toca a la narrativa latinoamericana, hubo una generación de autores que se volcó a vivir este fenómeno y a indagarlo desde su escritura. Me estoy refiriendo a novelistas como Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Mempo Giardinelli, Óscar Collazos, Andrés Caicedo, Bryce Echenique, Sergio Ramírez, Severo Sarduy, Norberto Fuentes, Isabel Allende, Antonio Skármeta, entre otros muchos; es decir, estoy hablando de ese conjunto de voces juveniles que por aquellas calendas iniciaban sus carreras literarias y que algunos críticos han dado en llamar Posboom. (1) Ahora bien, casi todos estos narradores transitaron posteriormente hacia una gran diversidad de motivos. Pero uno de ellos ha hecho de la juventud el tema por excelencia de toda su literatura: el chileno Antonio Skármeta. Sobre este punto precisamente -a propósito de la reedición que en 2004 hiciera Random Huose de sus dos libros inaugurales-, Camilo Marks escribía:
Y aunque aún produzca placer la lectura de estos notables trabajos juveniles, a más de 30 años desde que vieron la luz, se advierten en ellos rasgos que después predominarían en el Skármeta maduro: un narcisismo galopante, un culto hacia la juventud, casi una fijación obsesiva por lo adolescente, un experimentalismo a ratos gratuito (…) Cuando se tienen 26 ó 28 años, eso carece de importancia y ésta es una de las razones, aparte de las artísticas, gracias a las cuales “El entusiasmo” y “Desnudo en el tejado” se han convertido en clásicos y siguen perviviendo como recurrentes ejemplos de lo mejor que la prosa nacional generó durante la segunda mitad del siglo pasado. (2)
Pues bien, de este narrador quisiera ocuparme en las páginas que siguen. O más exactamente, de la manera como ha elaborado su tema central hasta llegar a legarnos al más famoso y quizás el más entrañable de todos sus personajes: Mario, el cartero de Pablo Neruda.
Por: Alejandro José López Cáceres
Madrid, Noviembre 21, 2010 *
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Juventud y rebeldía no han sido siempre ideas afines. Una panorámica mirada a la historia nos permitiría avizorar que durante los periodos políticamente más convulsos -sobre todo durante las guerras-, quienes ejercen el poder prefieren diluir la noción de juventud en beneficio de otros motivos que favorezcan la manipulación de sus gentes. En estos casos, los conceptos socorridos por excelencia suelen ser los de Patria y Nación. Y la verdad es que pocas ideas como éstas -exceptuando la de Dios y la de Libertad- han arrojado tan evidentes réditos a los gobernantes cuando se trata de provocar la inmolación de generaciones enteras. El transcurso de los siglos nos muestra que, paradójicamente, la mayor acumulación de poder se produce cuando más se llega a despreciar la vida humana; y esto con prescindencia de cuál sea el ideal utilizado en favor de semejante despropósito. Por contrapartida, los momentos de relativa calma entre países -o de tendencia al equilibrio- suelen propiciar la asociación de los dos conceptos que mencionaba atrás. Cuando los jóvenes tienen la ocasión de volcar su extraordinaria energía hacia la búsqueda del bienestar, hacia el deleite vital, la rebeldía aflora como síntoma y a la vez como camino. La última vez que esto ocurrió de modo ostensible en la historia de nuestra cultura fue en mayo de 1968.
En el campo literario, muchas obras se ocuparon de lo sucedido en aquel momento y dieron cuenta de las transformaciones que se produjeron entonces en el imaginario social. Y en lo que toca a la narrativa latinoamericana, hubo una generación de autores que se volcó a vivir este fenómeno y a indagarlo desde su escritura. Me estoy refiriendo a novelistas como Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Mempo Giardinelli, Óscar Collazos, Andrés Caicedo, Bryce Echenique, Sergio Ramírez, Severo Sarduy, Norberto Fuentes, Isabel Allende, Antonio Skármeta, entre otros muchos; es decir, estoy hablando de ese conjunto de voces juveniles que por aquellas calendas iniciaban sus carreras literarias y que algunos críticos han dado en llamar Posboom. (1) Ahora bien, casi todos estos narradores transitaron posteriormente hacia una gran diversidad de motivos. Pero uno de ellos ha hecho de la juventud el tema por excelencia de toda su literatura: el chileno Antonio Skármeta. Sobre este punto precisamente -a propósito de la reedición que en 2004 hiciera Random Huose de sus dos libros inaugurales-, Camilo Marks escribía:
Y aunque aún produzca placer la lectura de estos notables trabajos juveniles, a más de 30 años desde que vieron la luz, se advierten en ellos rasgos que después predominarían en el Skármeta maduro: un narcisismo galopante, un culto hacia la juventud, casi una fijación obsesiva por lo adolescente, un experimentalismo a ratos gratuito (…) Cuando se tienen 26 ó 28 años, eso carece de importancia y ésta es una de las razones, aparte de las artísticas, gracias a las cuales “El entusiasmo” y “Desnudo en el tejado” se han convertido en clásicos y siguen perviviendo como recurrentes ejemplos de lo mejor que la prosa nacional generó durante la segunda mitad del siglo pasado. (2)
Pues bien, de este narrador quisiera ocuparme en las páginas que siguen. O más exactamente, de la manera como ha elaborado su tema central hasta llegar a legarnos al más famoso y quizás el más entrañable de todos sus personajes: Mario, el cartero de Pablo Neruda.
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Google Doc .doc : ANTONIO SKARMETA, LA RUTA HACIA EL CARTERO, Alejandro Jose Lopez C. Nov. 20, 2010.doc , https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=explorer&chrome=true&srcid=0B-ABjQmYGMXbNmI0MWExM2UtZDY2OC00NjJkLTk4ZWQtZTczMDRjMzRhNGI5&hl=en
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ISSUU .pdf: http://issuu.com/ntcgra/docs/skarmeta.por.lopez.caceres (direrentes formatos para la lectura)
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Antonio Skármeta, Alejandro José López Cáceres y Michael Radford (Director de "El cartero")
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http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/skarmeta/home.htm