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GABO MÁS ALLÁ DE FRONTERAS
Armando
Barona Mesa
NTC ... agradece el aporte y la autorización del autor para publicar el texto,
el cual aparecerá en la revista ÉPOCAS del presente mes.
Hace unos días el
escritor y columnista de El País Santiago Gamboa escribió un
artículo * en el que comenta sobre un reportaje ** que le hicieron a
Mario Vargas Llosa en la emisora W, en el que el peruano se desliza, aparentando
objetividad y admiración por nuestro
Nobel Gabriel García Márquez, por el camino un tanto tortuoso de una crítica
maleva -rescoldo de un episodio que el tiempo borró, como en el tango- y que él
guarda con un rencor más allá de sus fronteras. Gamboa escribe: "Lo más polémico, de acuerdo a los
comentaristas, es que Vargas Llosa considerara en un plano menor a García
Márquez al decir que no era "un
hombre de pensamiento" sino un
artista primigenio, alejado de las ideas, como esos músicos de jazz que, cuasi
analfabetas, modifican el arte en el que se expresan sin apenas darse cuenta.
" Y agrega el columnista: "Para ser sincero, esto no me parece un
insulto, aunque tampoco creo que García Márquez se ajuste a esa realidad. Es verdad que existen artistas puros,
primigenios, que no necesitan de la reflexión teórica y que están lejos de las
ideas acerca del arte que ejercen.
Mozart debió de ser uno de estos artistas "en estado salvaje..."
Bien, me parece que no
son afortunados ni el comentario crítico
vargasllosano ni el de Gamboa en defensa del Nobel colombiano. Hay que
entender que el novelista lo que debe presentar en su obra son fenómenos
vivientes, tan verosímiles que parezcan realidad. El buen novelista demanda
para su imaginación un talento que fluya sobre las palabras, en primer lugar, y
otro sobre la narración y los hechos imbricados que deben provenir de la
ficción, así lejanamente reconstruyan hechos verdaderos, como en el caso de “Crónica
de una muerte anunciada”. Una novela debe recoger al hombre en su frágil
realidad, aunque su exposición provoque o sugiera meditaciones y filosofías,
que todo esto cabe en la complementación necesaria del lector y de la crítica.
En el caso de Gabo uno
encuentra unos hechos prodigiosos que se sustraen del diario acontecer y
permiten mezclar la realidad y la ficción, como si ambas fueran surgiendo bajo
un encanto mágico. Por supuesto el mejor personaje que se encuentra en la obra
es esa prosa hechizada, como si fuera una poesía que se disfraza y oculta sin
lograr el desprendimiento de la belleza. La narración carismática que juega a
veces con la ironía, otras con el dolor y la observación acuciosa y certera del
comportamiento humano y aun la crueldad de los hombres, le dan a la creación
ese toque de maestría, que la crítica ha reconocido como el realismo mágico,
que quizás tiene como padre a Kafka.
No hay lugar en todo ese
conjunto universal, ni al ensayo como lo pretende Vargas y lo acepta Gamboa, conforme
al estilo de Octavio Paz que es esencialmente un ensayista, ni a la exhibición
de una erudición que aun cuando se tenga, debe mantener una discreta presencia.
No, en Gabo lo que se encuentra es un portentoso despliegue de belleza asistida
por un fino humor y actos sorprendentes que nadie esperaba. La genialidad surge
en medio de ese lenguaje descomplicado, desprovisto de academicismos y
erudiciones, para impregnar el ambiente deletéreo de una literatura nueva, con
un lenguaje que rescata de cualquier ritualismo y embellece con el embrujo
disimulado de una poesía que campea sobre las letras, todas, entregando al
lector -parte de la trama-, el regocijo de salirse de esa realidad torturante
para entrar en la irrealidad mágica.
Así, pues, la crítica del
también Nobel Vargas Llosa intentando disminuir a Gabo al decir que "no es
un hombre de pensamiento", no deja de ser un traspiés inelegante del autor
de "Don Pantaleón y la visitadoras". La novela, es obvio, no necesita
de las largas cogitaciones filosóficas y sicológicas de Dostoievski en
"Crimen y castigo". Al contrario, lo que uno enfrenta con
satisfacción es que en ese universo de "Cien años de soledad" lo que sobresale
es la maestría inigualable de saberse que cada página adquiere su propia vida y
presencia, sin que sea posible que de ella se pueda calcular lo que traerá la
siguiente.
Por supuesto no voy a
hacer una comparación entre Gabo y Vargas Llosa, pero si me atrevo a decir que
éste no tiene en su larga obra un pasaje de tanto alcance y poesía como este:
- “Parecía
una anciana recién nacida –Úrsula- ...
-Pobre la tatarabuelita -dijo Amaranta
Ursula-, se nos murió la vieja.
Ursula se sobresaltó.
-!Estoy viva!-dijo.
-Ya ves -dijo Amaranta Ursula, reprimiendo
la risa-, ni siquiera respira.
-!Estoy hablando! -gritó Ursula,
-Ni siquiera habla -dijo Aureliano-. Se
nos murió como un grillo.
Entonces Ursula se rindió a la
evidencia. Dios mío -exclamó en voz baja-. De modo que esto es la muerte.”
Se puede agregar, dentro
de ese universo maravilloso de "El amor en los tiempos del cólera", esta
observación irónica del doctor Urbino desde un globo:
"El ingeniero del globo, que iba observando el mundo con un
catalejo, dijo: "Parecen muertos". Le pasó el catalejo al doctor
Juvenal Urbino, y éste vio las carretas de bueyes entre los sembrados, las
guardarrayas de la línea del tren, las acequias heladas, y donde quiera que
fijó sus ojos encontró cuerpos humanos esparcidos. Alguien dijo saber que el
cólera estaba haciendo estragos en los pueblos de la Ciénaga Grande. El doctor
Urbino, mientras hablaba, no dejó de mirar por el catalejo. -Pues debe ser una
modalidad muy especial del cólera -dijo-, porque cada muerto tiene su tiro de
gracia en la nuca."
Para mí, en esa obra maravillosa que es "El amor en los tiempos
del cólera", donde se recoge la mayor belleza intelectual del amor
sublime, es cuando han abordado el barco Fermina y Florentino, bajo el arrebato
final de la pasión reprimida de toda una vida:
"-¿Quieres quedarte sola? –preguntó –Florentino-.
-Si lo quisiera no te hubiera dicho que
entraras, -dijo ella.
Entonces él extendió los dedos helados
en la oscuridad, buscó y la encontró esperándolo. Ambos fueron bastante lúcidos
para darse cuenta, en un mismo instante fugaz, de que ninguna de las dos era la
mano que habían imaginado antes de tocarse, sino dos manos de huesos viejos.
Pero en el instante siguiente ya lo eran.”
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* Más de Vargas Llosa
Por: Santiago Gamboa
El País, Cali, Agosto 01, 2017
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** Julio habla con Vargas Llosa: 'García Márquez
no era un hombre de ideas, era un artista'
Julio Sánchez Cristo entrevistó al Nobel de
Literatura; hablaron del amor, de política, de literatura y de un tema que
estuvo vedado por muchos años, Gabriel García Márquez
LA WW, Julio 27, 2017