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PAUL AUSTER y JOHN MAXWELL COETZEE
en la
FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES, Versión 40.
http://www.el-libro.org.ar/
Fotografía s, Textos y audios:
Claudia Patricia Mantilla Durán y Carolina Urbano
NTC ... les agradece los aporte y la valiosa corresponsalía
Fotografía
Claudia Patricia Mantilla Durán y Carolina Urbano
NTC ... les agradece los aporte y la valiosa corresponsalía
CRÓNICA DE UNA AMISTAD
Carolina Urbano (1)
Dentro de la nutrida programación de la Feria Internacional
del Libro de Buenos Aires, para celebrar sus 40 años, tuvo lugar una especial
agenda para los seguidores de Paul Auster y John Coetzee, quienes tuvieron la
posibilidad de ofrecer diferentes actividades: una entrevista en el caso de
Auster en el MALBA, y una lectura de fragmentos de La infancia de Jesús, en la editorial y librería Eterna Cadencia,
por parte de Coetzee. El gran acto, sería el diálogo entre ambos en el salón
Jorge Luis Borges en las instalaciones de la Feria y culminaría el periplo con
la ceremonia de entrega de títulos Honoris Causa por la Universidad de San
Martín. La programación tuvo el interés y la asistencia esperada, miles de
personas se congregaron en torno a esta agenda y debido a la limitación de los
espacios se habilitaron salas con pantallas para quienes no hicieron la fila
con tres horas, o más, de anticipación, como nos tocó a muchos para obtener el
pase de entrada al evento en vivo. Sin embargo, el sentimiento de haber estado
cerca a los autores de Desgracia y La trilogía de Nueva York tuvo mucho de
sinsabores y desaciertos, tanto por la falta de empatía y naturalidad en la
entrevista que Carlos Ruta hizo a Auster, como el desconcierto del público que
fue a la Feria esperando un conversatorio y se tuvo que contentar con verlos
leer algunas de las cartas que aparecen en el libro Aquí y ahora. Para mí también fue decepcionante, pero mi sorpresa
se esfumó al recordar el temperamento de Coetzee a quien ya había tenido la
oportunidad de escuchar y de observar en Bogotá durante el seminario organizado
por la Universidad Central. De ahí que mi intuición me diga que ese
conversatorio, que sin duda estuvo en la mente de los organizadores, no se pudo
llevar a cabo a petición del Nobel sudafricano.
Es una dupla bastante particular esta de Auster y Coetzee,
quienes a pesar de su diferencia de estilo, y sin duda de carácter, son amigos
desde 2005, amistad que da como resultado el libro Aquí y ahora, el cual compila una selección de cartas que estos
intercambiaron durante tres años. Cartas (correos electrónicos), que por cierto
también son el resultado de una excepción que hace Coetzee, teniendo en cuenta
que no usa teléfonos celulares y utiliza la Internet solo en casos de absoluta
necesidad. El escritor sudafricano se comporta de acuerdo a sus convicciones,
su apariencia sobria, distante, un tanto frágil pero aplomada, nos muestra un
hombre al que se le nota su dificultad de interactuar con los demás seres
humanos, que lleva el traje del misántropo. No en vano escribe en su ensayo Sobre la vida del escritor: “el mundo
visible nunca me ha provocado mucho placer y no siento con demasiada convicción
el impulso de recrearlo con palabras”. Estar ante él es poner en duda si algo
de sangre corre por sus venas, aunque sepamos que mucha savia circule por su
mente para crear personajes y situaciones tan complejas, en escenarios al
límite de la solución o la última palabra. El mundo de Coetzee solo puede
recordar el atormentado mundo de los clásicos rusos, especialmente el de
Dostoievski, porque ambos ponen a sus personajes a debatirse con
preguntas morales tan problemáticas (e incluso desesperantes) que es imposible
leer sus novelas sin que las preguntas por lo bueno y lo malo, la esperanza y
la justicia se conviertan tanto en una necesidad como en una quimera. Coetzee sabe
que el único contacto con el público es a través de su literatura, por eso en
su agenda no hay entrevistas o conversatorios, solo la lectura de partes de su obra, publicada o inédita, es ahí donde su
expresividad sale a flote y deja de lado la apariencia de un monje Zen. A pesar
de que en Argentina parece tener más acogida el estilo de Auster que el de
Coetzee, en la Feria salió al público el quinto título (de doce) de la Biblioteca
Personal de J.M. Coetzee bajo el sello editorial El Hilo de Ariadna. Se trata
de El ayudante de Robert Walser, una
novela que junto a La letra escarlata de Hawthorne, Tres mujeres de R. Musil, La Marquesa de O. de M. Kohlhaas, entre
otras, constituyen las obras que marcaron la vida del Nobel, en una bellísima
edición de lujo y con introducción inédita del mismo.
Auster, por su
parte, es el típico americano: expresivo pero sin excesos, claro, ameno, y
sobre todo práctico (siempre he pensado que los escritores que, como él, son
tan prolíficos tienen esa virtud). No tiene problema en enfrentar a un público,
no hace un esfuerzo sobrehumano para interactuar con la masa, por eso en su
agenda sí tuvimos la posibilidad de una entrevista en la que reiteró algunas de
sus posturas acerca de la literatura y la política. Por ejemplo, llama la
atención la importancia que da a la poesía, pues considera que (esto también lo
decía García Márquez) no se puede escribir en prosa si no se tiene poesía. A
diferencia del Nobel colombiano, Auster escribió en verso antes de hacerse el
novelista que hoy conocemos, práctica de la cual, dice, le quedó la musicalidad
que también necesita una historia para ser contada. Digo que esto me llama la
atención, porque a pesar de haber escrito poemas, sus novelas parecen carecer
de toda poesía y artificios metafísicos, es como buscarla en la obra de Vargas
Llosa. Y aunque me parezca antipática la comparación, Auster, al igual que el
Nobel peruano, se caracterizan por el uso del recurso de la caja china. Una
historia de la que sale otra y otra, y otra, es ahí cuando la imaginación de
Auster cautiva al lector: arriesga tanto en los caminos que escoge para sus
personajes, que parece imposible seguir sosteniendo la historia o que el lector
no la abandone. Ser un maestro en dicho
artilugio, quizás se deba a que concibe el arte de contar y recibir historias
como una necesidad connatural al ser humano: todos necesitamos de historias y
ficción y Auster la alimenta en cada una de sus novelas con generosidad.
Queda claro, que la literatura unió a estos dos
escritores, pues antes de conocerse se habían leído mutuamente, se conocían
desde el disfraz de sus novelas y escritos, pero tal como se percató Coetzee,
si como escritor: “creía ir por ahí disfrazado, en realidad iba desnudo”. Así
mismo, podríamos decir que cuando se encontraron por primera vez en el año
2008, ya se conocían muy bien. Supongo que por esto Auster escribe en una de
sus cartas: “las mejores amistades, las más duraderas, se basan en la
admiración”.
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( 1 ) Filósofa y poeta, quien en la actualidad realiza estudios de Doctorado en Literatura en Buenos Aires. Generosa corresponsal, ad honorem, de NTC ... en Argentina.
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( 1 ) Filósofa y poeta, quien en la actualidad realiza estudios de Doctorado en Literatura en Buenos Aires. Generosa corresponsal, ad honorem, de NTC ... en Argentina.
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NO PUEDO IMAGINAR UN MUNDO SIN FICCIÓN
“Hace seis días un hombre voló en pedazos al borde
de una carretera en el norte de Wisconsin.
No hubo testigos, pero al parecer estaba sentado en la hierba junto a su
coche aparcado cuando la bomba que estaba fabricando estalló
accidentalmente”. Así inicia Leviatán, novela del estadounidense Paul
Auster, un libro que pide ser leído de principio a fin y en el que se expresa
una idea recurrente en su obra: siempre serán más sugestivas las historias
donde las certidumbres de pronto se acaban, aquellas en que los momentos
inciertos traen giros inesperados y obligan a cambiar el rumbo.
No es fácil encontrar una novela en la que sucede
una historia tras otra, como si fuese una gran muñeca rusa, y donde todo es creíble. Ninguna historia es más pequeña que otra,
todas guardan un misterio y hacen parte de un engranaje perfecto que alimenta
el enigma. ¿Cuál es la historia verdadera? Los propios personajes se preguntan. Finalmente no importa, habrá que atenerse a una
de ellas, quizá a varias, tal vez todas tengan su porción en la trama porque cada
una late con fuerza, están vivas.
Si bien, ésta no es la típica “novela de carretera”,
sí describe la legendaria ruta de este a oeste que se repite en otras de sus
novelas como La música del azar. Benjamín Sachs, el protagonista de Leviatán hunde el acelerador a fondo al
intentar recomponer un país fracturado, un mundo que se ha roto
irremediablemente. Podrán caerse todas
las réplicas de la Estatua de la Libertad y sin embargo, algo está perdido de
antemano.
Sachs además es escritor y su gran amigo Peter le
acompaña en la aventura. Sus
concepciones del oficio son abismalmente distintas y, servirán de contrapunto
en contundentes diálogos sobre lo que significa
escribir: “La palabra más corta está
rodeada de kilómetros de silencio para mí, y hasta cuando consigo poner esa
palabra en la página, me parece que está allí como un espejismo, una partícula
de duda que brilla en la arena”, afirma Peter.
Premio Médicis
a la mejor novela de un autor extranjero, Leviatán
se cuenta entre las grandes obras de Paul Auster, el escritor de mirada
perspicaz y manos amplias quien, luego de dar sus primeros pasos en la poesía,
a la que consideró su principal escuela –Auster escribió poesía durante una
década-, se decidió por completo por la narrativa. Un autor verdaderamente prolífico que
estudió literatura francesa, italiana e
inglesa en la Universidad de Columbia para dedicarse luego a la traducción,
crítica literaria y escritura de las más insólitas estructuras narrativas.
En
su reciente visita a Buenos Aires aseguró que no puede imaginar un mundo sin
ficción, la expresión lógica de un espíritu que tiene hambre de historias y que
sabe narrarlas.
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* Periodista ( 1 ) . Buenos Aires (Argentina). En la actualidad la autora realiza estudios de Doctorado en Periodismo en Buenos Aires. Generosa corresponsal, ad honorem, de NTC ... en Argentina.
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* Periodista ( 1 ) . Buenos Aires (Argentina). En la actualidad la autora realiza estudios de Doctorado en Periodismo en Buenos Aires. Generosa corresponsal, ad honorem, de NTC ... en Argentina.
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UN ENCUENTRO HISTÓRICO
PAUL AUSTER Y JOHN MAXWELL COETZEE EN LA
CUADRAGÉSIMA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES
Claudia
Patricia Mantilla Durán
Las grandes figuras de la Feria del Libro de Buenos
Aires que se realiza por estos días, sin duda son: el Premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee
y el Premio Príncipe de Asturias Paul
Auster. Escritores de procedencias, tonalidades y temas tan distintos reunidos por
su inigualable capacidad para narrar historias.
El sudafricano J. M. Coetzee, autor de Esperando a los bárbaros, Vida y época de Michael K, Desgracia, Elizabeth Costello, Diario de
un mal año y, su más reciente obra: La
infancia de Jesús inquieta por su prosa despojada en la que aborda las
diferencias sociales y raciales, los abusos de poder que suscitan toda clase de
conflictos y cuestionamientos morales.
Por su parte, el estadounidense Paul Auster se desliza en el terreno del
azar y la incertidumbre. Sus historias van
encadenándose una tras otra de manera casi imperceptible, muchas de ellas con
rasgos autobiográficos que pueden ser comunes a todos. Sus personajes parecen librar una lucha
intensa por mantenerse en pie, así lo vemos en: Trilogía
de Nueva York, La música del azar,
Leviatán, Mr. Vértigo, La invención de la soledad o Invisible –entre otras novelas-.
El esperado diálogo entre J. M. Coetzee y Paul
Auster en la feria del libro, decepcionó en buena medida las expectativas del
público puesto que el acto se había anunciado como un conversatorio en torno a la
relación epistolar que sostuvieron los escritores entre 2008 y 2011 y, que dio vida
al libro Aquí y ahora pero, en
realidad se limitó a la lectura de algunas de las cartas.
Más que explorar el retrato íntimo que recoge este
diálogo epistolar y que abarca desde el tema de las finanzas, la paternidad, la
amistad hasta el deporte, vale la pena detenerse en algunos fragmentos donde
Auster y Coetzee advierten la importancia del lenguaje, especialmente aquellas palabras
desnudas que sólo llegan con el paso de los años.
24 de agosto de 2009
Querido
Paul:
He
estado pensando en nombres, en nombres que son adecuados y otros que no lo
son. Yo me imagino que a ti también te
interesan los nombres, aunque solo sea porque tienes que encontrar nombres
oportunos y “adecuados” para tus personas imaginarias. No parece que a ninguno de los dos nos guste
llamar a nuestros personajes A o B o Pim o Bom.
(…)
A través de un acto supremo de poder poético, Franz Kafka le ha conferido a una
letra del alfabeto fuerza alusiva (connotativa). El último libro de Roberto Calasso se titula
simplemente K. Sólo hay que mirar la
cubierta para saber de qué trata.
Yo
una vez llamé a un personaje K (Michael K) como intento de reclamar esa letra
del alfabeto que Kafka se anexionó, pero no tuve mucho éxito.
(…)
Tu nombre es tu destino. Oidipous, pie
hinchado. El único problema es que tu
nombre solo dice tu destino de la misma manera que la sibila de Delfos: en
forma de enigma. Solo cuando estés en el
lecho de muerte descubrirás lo que quería decir “Tamerlán” o “John Smith” o
“K”. Una revelación borgiana.
Cordialmente,
John.
29 de agosto de 2009
Querido
John:
(..) Crecemos con los nombres que nos han dado,
los ponemos a prueba, lidiamos con ellos hasta que llegamos a aceptar que son
los nombres que llevamos.
(…)
Ni que decir tiene que me he pasado la vida explorando mi propio nombre y
meditando sobre él, y mi gran esperanza es nacer de nuevo en la piel de un
indio americano. Paul: en
latín, pequeño, humilde. Auster: en
latín, viento del Sur. Viento del
Sur: un viejo eufemismo norteamericano que designa
un bocinazo rectal. Por tanto volveré a
este mundo llevando el orgulloso y enteramente apropiado nombre de Pequeña
Ventosidad.
Escribe
pronto.
Un
abrazo,
Paul
26 de septiembre de 2009
Querido
Paul:
(…)
No es infrecuente que los escritores, a medida que envejecen, se cansen de la
llamada poesía del lenguaje y busquen un estilo más desnudo (“el estilo
tardío”). El ejemplo más famoso,
supongo, es Tolstói, que en sus últimos años expresó su desaprobación moral de
los poderes de seducción del arte y se limitó a contar historias que no
estuvieran fuera de lugar en el aula de una escuela primaria. Un ejemplo más elevado nos los da Bach, que
en el momento de morir estaba trabajando en su Arte de la Fuga, que es música pura en el sentido de que no está
vinculada a ningún instrumento en particular.
Siendo
esquemáticos, podemos pensar que la vida del artista está dividida en dos o
quizá en tres fases. En la primera
encuentras, o te planteas a ti mismo, una gran pregunta. En la segunda te esfuerzas por
contestarla. Y luego, si vives lo
bastante, llegas a la tercera fase, en la que esa gran pregunta te empieza a
aburrir y necesitas buscar otras cosas.
Cordialmente,
John.
Tal vez, tanto Paul Auster como J.M. Coetzee se
encuentren en la tercera fase, no sólo por el paso de los años también por la
madurez de sus preguntas. A ambos los
impulsa la genuina necesidad de escribir que implica, entre otras cosas, “mantener abierta la herida” y esquivar, o al
menos, contener la fama.
.
FOTOGRAFÍAS
En el NTC ... Ábum
PAUL AUSTER Y JOHN MAXWELL COETZEE EN LA FILBA 40
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/PAULAUSTERYJOHNMAXWELLCOETZEEENLAFILBA40#
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FOTOGRAFÍAS
En el NTC ... Ábum
PAUL AUSTER Y JOHN MAXWELL COETZEE EN LA FILBA 40
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/PAULAUSTERYJOHNMAXWELLCOETZEEENLAFILBA40#
A la Der: JAIME ROOS, PARTE DEL PÚBLICO EN EL MALBA (AUSTER)
Paul Auster lee su poema titulado: Memory of Myself.
Estando allí click en DESCARGAR
In Memory of Myself
Simply to have stopped.
As if I could begin
where my voice has stopped, myself
the sound of a word
I cannot speak.
So much silence
to be brought to life
in this pensive flesh, the beating
drum of words
within, so many words
lost in the wide world
within me, and thereby to have known
that in spite of myself.
I am here.
As if this were the world.
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"En memoria de mí mismo":
"Sencillamente haberme detenido. / Como si pudiera empezar / donde mi voz se ha detenido, yo mismo / el sonido de una palabra/que no puedo decir. / Tanto silencio / vuelto a la vida / en esta pensativa carne, en este rítmico / tambor interior de palabras: / tantas palabras / perdidas en el ancho mundo / de mi interior, y de ese modo haber sabido / que a pesar de mí mismo / estoy aquí. / Como si esto fuera el mundo. " http://www.lanacion.com.ar/1515776-paul-auster-poeta-en-sus-origenes
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En conmemoración mía
Nada más, haberse detenido.
Como si pudiera comenzar
donde la voz se detuvo, uno mismo
el sonido de una palabra
que no puedo decir.
Tanto silencio
que necesita vivir
en esta carne absorta,
el tamborileo interior
de las palabras, tantas palabras
perdidas en el ancho mundo
de adentro, y de ese modo
haberlas descubierto, a mi pesar.
Aquí estoy.
Como si éstas fueran el mundo.
Versión
de Armando Ibarra Racines
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VIDEOS en el YOUTUBE DE LA FERIA
VIDEOS (EN INGLÉS)
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OTROS TEXTOS de Carolina Urbano en NTC …
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OTROS TEXTOS de Claudia Mantilla en NTC ...
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