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Mesa de
noche
Jotamario Arbeláez
La literatura colombiana va palo arriba, mientras que la industria editorial cae como coco.
Es uno más lento en despachar los escritos de los amigos que los de aquellos monstruos extraños que se van aposentando sobre la mesa de noche, bajo el foco de la lámpara de vigilias. Los lectores somos así, pensamos que los vivos tienen tiempo de esperarnos, en tanto los muertos desesperan porque les pasemos revista. Mientras me he tomado cinco semanas englobado leyendo pañuelo en mano la Historia trágica de la literatura, de Walter Muschg, que me dejaba sin aliento para acometer otro libro, aguardaban sin finiquitar aquestos a los que voy a referirme así sea en breve y noticiosa reseña, atendiendo al impacto que me han producido. Quedan en el tintero por lo menos una docena. Que dan fe de que la literatura colombiana va palo arriba, mientras que la industria editorial cae como coco.
Cajambre, por Armando Romero, uno de los monjes viajeros del nadaísmo, poeta y novelista, profesor de la Universidad de Cincinnati y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Atenas. Después de haberse internado por los meandros de la ciudad de Carl Sandburg y de El Hombre del brazo de oro con La rueda de Chicago (Villegas Editores. Premio a la mejor novela de aventura Latino Book Festival, New York 2005) ahora se adentra por los ríos, la selva y el mar del Chocó, a destejer la telaraña del crimen de una joven y hermosa negra por parte de un colono blanco, en un intrincado cruce de razas y sinrazones. El año pasado ganó el Premio Novela Corta Concejo de Siero, en España, que sólo divulgó NTC ... . Ahora me llega una pulcra edición que no circulará en Colombia, a menos que un avisado editor nacional esté interesado.
La intriga del lapislázuli, por Gonzalo Mallarino. Si hay que ir al extremo de la ambición narrativa, debemos reconocérselo a este autor que abandona las intrigas de la corrupción en su patria y opta por la Italia del siglo XVI, para crear un tapete renacentista donde campean personajes como Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, Botticelli, convocados por el papa Julio II para realizar un óleo de la Madonna. Tan ambiciosa como preciosa obra fue petardeada a su aparición por Arcadia, en una zancadillesca maquinación maquiavélica, que en lugar de aplastar la obra desacredita el opúsculo. Deplorable la desaparición de Norma como editor literario, pues estaban en turno los siguientes dos tomos de una trilogía de las artes. Pero no todos se dan por vencidos, tal vez sea llegada la hora de los editores independientes.
Cuatro mujeres imprescindibles, por Renata Durán, en Ediciones B. Nuestra poeta de Muñeca rota, con una prosa de muy señor mío encara en sendas noveletas la vida de cuatro fortalezas espirituales de la femineidad, Alexandra David Neal, Lou Andreas Salomé, Isabel Eberhardt y Tina Modotti, grandes en el pensamiento, en la literatura, en la fotografía y la política, en la mística, pero sobre todo en sus vidas, llenas de pasión por sus causas. Es una exaltación de la mujer al más alto nivel elegíaco y trascendente.
Marguerite Yourcenar o la profundidad, por el ensayista cafetero manizalita José Chalarca, en la Colección Los Conjurados, de Común Presencia. Otra exaltación de la mujer de pensamiento en la cumbre, ésta de la autora de Las memorias de Adriano, el perfecto y perturbador libro de cabecera de Belisario durante su regencia. Es un obsesivo tratado, pleno de luminosidad, donde escruta y desentraña los propósitos y estructura de las obras de una de las más grandes escritoras de todos los tiempos.
El demoledor de Babel, por Larry Mejía, el niño Victorino de la primera serie en TV, uno de los fundadores del grupo literario Negacionista. Novela publicada el año pasado por la editorial El perro y la rana, de Venezuela. Historia autobiográfica de un joven escritor metido de obrero en la construcción de un hospital en Bogotá, donde percibe cómo es la turbia realidad de las contrataciones en el país. Estilo ágil, agudo y perspicaz describiendo la torre del desencanto. El autor acaba de ganar el Premio Platino de Poesía del Club del Libro en Español de las Naciones Unidas en Ginebra, del que no ha hablado la prensa en Colombia.
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