Intermedio *
Ajuste de cuentas
Jotamario
Arbeláez
Cuando
empezamos nuestro tropel éramos enemigos de todo, de la tradición, de las
buenas costumbres, de la Academia de la lengua,
de
los profesores, de la Iglesia y sus sacerdotes, de la literatura que nos habían
heredado, del imperialismo yanqui, del fascismo en todas sus faces, del
Establecimiento en pleno, de los partidos políticos convencionales,
no
se salvaba ni la familia, con lo tolerantes que eran con la minoría de nosotros,
a quienes nos miraban como unos repelentes inadaptados.
De la
ceca a la meca éramos la ñeca. Nadie daba por nosotros un pandebono.
Nos
presentábamos como una horda de poetas pero no éramos más que una parranda de
vagos.
Se
suponía que éramos un producto de la Violencia y por consiguiente había que
aguantarnos, con todo y nuestro terrorismo verbal. Pues para ello contábamos
con un arsenal a filo de lengua.
El
líder del Nadaísmo había declarado que todo este mierdero había comenzado a
fraguarse en su mente con la muerte de Gaitán.
Aparte
de las instituciones había que granjearnos enemigos de carne y hueso, que no
tardaron,
entre
poetas retardatarios y hasta contemporáneos vanguardistas de diferente visaje,
todoístas, algoístas, muchoístas, hijoputistas,
filósofos
germanizantes, rectores magnificados, políticos de tendencias dispares,
francotiradores al aire, agentes e inspectores de policía y no pocos
enterradores.
Todos
a una contra nuestra ovejuna pelambre. Resistimos sin una baja.
En
cambio todos ellos fueron cayendo redondos. Algunos se reconciliaron a tiempo,
los demás se fueron al hoyo porque ninguno disfrutó de esa eternidad roñosa que
nos concedieron nuestros maestros perfectos.
El
nadaísmo es una cosa eterna que apenas está bordeando la sesentena.
De
todos los enemigos que tuvimos y cultivamos a la par con nuestra mala
reputación que para sobrevivir ha servido, en estas vísperas de la paz nacional
tan sólo nos queda uno,
contra
los poetas en general, el nadaísmo en particular y muy en especial contra mi
angelical persona. Con el doloroso agravante de que durante largos años de
juvenil bohemia fuera mi amigo.
De
pronto se le emponzoñó el aguijón. Se rebotó contra quienes algún
reconocimiento iban recibiendo. Comenzó a tejer insidias y a publicarlas por
las redes. A emporcar con seudónimos todo lo que íbamos publicando en los
medios. A hacer amenazas directas a damas escritoras y cebarse con sus malos
momentos. Todo porque a pesar de su bullaranga no fue tomado en cuenta en el
registro de los aedos.
A
pesar de que en su crítica me minimiza y pulveriza, mis cinco premios de poesía
contado el más abultado de Venezuela y el Vida y obra de la Universidad de
Zacatecas de México lo pusieron de catre.
Y
ahora mi presentación en la China que era su feudo y mi triunfo con el poema Después de la guerra, parecen haberle ulcerado
el páncreas. Y está pasando las duras y las maduras en una clínica. (Foto. Ver otra más adelante)
A estas
alturas de la vida no estoy para tener enemigos y mucho menos para alegrarme de
su desgracia.
Creo
que ya luché y agredí lo que me dieron las fuerzas y las que me restan son para
la paz y el amor.
Eduardo
García Aguilar escribió sobre mi reciente paso por París ** una página generosa que
termina con este párrafo:
“Ya es hora de que Jotamario y Fernando Vallejo hagan la paz,
porque en fin de cuentas el novelista antioqueño es otro de los últimos
nadaístas, aunque él no quiera reconocerlo. A ellos debería unirse el notable
poeta y ensayista Harold Alvarado Tenorio. Si ese encuentro se diera algún día,
el nadaísmo habría logrado por fin la paz más difícil de lograr: la paz entre
poetas y escritores que se odian.”
Querido y herido
Harold en tus vísceras y en tu espíritu, espero de todo corazón que tu cuerpo y
tu mente se restablezcan, así sea para seguirme mortificando.
Te ofrezco mi mano y
te dispenso de cualquier residuo de malquerencia.
Mas si te empeñas en
partir, tacha mi enemistad de tu libro de pérdidas y ganancias. Y que Dios o el
demonio te sean benévolos.
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* Publicada el El País, Cali. .com e impreso
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El poeta HAT ya en casa, con su señora madre. Julio 25, 2016
Fotografías de HAT: Cortesía de Carlos Palau