sábado, 28 de febrero de 2009

"Vive tu cuento, escríbelo". Concurso. Informe de la preselección

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¡Vive tu cuento… escríbelo!
Informe de la preselección
(Enero 2009)
Por Julio César Londoño
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Agradecemos al autor habernos proporcinado el informe y la autorización para publicarlo.

En rojo los ganadores

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De los 3473 cuentos que llegaron al concurso, mis estudiantes del Taller de Escritura RENATA - Biblioteca Departamental del Valle seleccionaron los mejores 256, y de estos yo escogí, para el escrutinio final del jurado, los 110 cuentos que discrimino y comento aquí grado por grado.
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El evento de premiación. Detalles en: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_02_19_archive.html Allí los 11 ganadores
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Primero de primaria
· La hormiguita y el niño por John Kevin Idrobo, I. E. Antonio José de Sucre, no indica la ciudad.
· Las chicas titanes por Jose Vélez Araque, Colegio Santa Teresa de Jesús Fe y Alegría, Cali.
· El vacío de mamá por Nicol Andrea Braco Ruiz, Vijes (no menciona plantel educativo).
· Soy Margarita (título sugerido, pues no presenta) por Melissa Alzate, plantel educativo Rafael Pombo (no menciona ciudad).
· Un mundo de colores por Gissel Dayana Ríos H., I. E. Alfredo Posada Correa, sede Comuneros, Pradera.
· El niño fracturado por Jáider Yatacue Quitombo, I. E. General Santander, sede Mario Sánchez Solís, Jamundí.
· La mariposa de colores por Ana Sofía Ríos Chiquiza, Centro Educativo Técnico Industrial, Jamundí.
· Los dinosaurios ladrones por Luis Fernando Alvarado, no indica municipio ni institución educativa.
· La osita bailarina por Tatiana Rivera, Colegio Stella Maris, Cali.
· Otra navidad sin mamá por Paula Alejandra Peña, I. E. Francisco de Paula Santander, sede León XIII (no menciona ciudad).
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Me llamaron la atención dos historias que giran en torno a la ausencia de la madre, que es emigrante. Es interesante apreciar la forma en la cual estos menores construyen, con pasión y claridad argumentativa, un fenómeno que no sólo tiene ribetes económicos sino sociales y psicológicos, como es el éxodo de nacionales al exterior. Por otro lado, los relatos clasificados en esta categoría presentan algunos elementos de composición en medio de entornos fantasiosos donde priman los diálogos entre animales, plantas y seres humanos, debatiendo cuestiones relacionadas con la moral. Esto refleja la manera como los menores comparten sus primeras experiencias en cuanto a la socialización de las costumbres y la dicotomía entre el bien y el mal.
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Panorámica de la Biblioteca Departamental desde la Calle 5, Cali.
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Segundo de primaria
· El sueño de una campesina por Jhon Eider Rengifo Samboní, I. E. Jorge Robledo (no menciona ciudad).
· El niño pianista por Santiago Libreros García, Colegio Santa Teresita del Niño Jesús (no menciona ciudad).
· La hormiguita fresita por Juan Esteban García, I. E. José Eusebio Caro (no menciona ciudad).
· El niño y el dragón por Paula Valentina Tapias Díaz, Liceo Pichincha, Cali.
· La vaquera del desierto por Laura Romero, Colegio Gimnasio La Colina, Cali.
· Un niño extraño por Sebastiana Vinasco (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· La niña campesina por Isabella Izquierdo Marín (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· La ranita roja por Nicol Yulieth Dávalos, I. E. Antonia Santos, sede Antonia Santos, Yumbo.
· ¿Quién soy? por Jeffrey Lasso , María Auxiliadora, La Cumbre (Valle)
· El ratón travieso por Laura Herrera, Colegio Santa María Stella Maris, Cali.
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Se observan aptitudes para crear relatos de corte fantástico echando mano de la prosopopeya. Para destacar, el tino con el que los menores eligen los argumentos que ponen “en boca” de plantas y animales, y su preocupación por el aspecto económico de la vida diaria.
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Tercero de primaria
· El gigante y el lobo por Ariel Antonio Castillo Gallego, I. E. General Francisco de Paula Santander, sede León XIII, Cali.
· La bruja por Melissa Ortiz García, Colegio La Merced, Jamundí.
· La cartilla de Wilson por Cristhian Alberto García Reyes (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· El pirata sin cabeza por Luis Fernando Chamorro Rosero, I. E. José Antonio Aguilera, San Pedro.
· El pequeño gigante Pepe por Sara Vélez, I. E. Manuela Beltrán, sede Inmaculada Concepción, Costa Rica, Valle.
· Mis ocho años por Angélica María Ospina, Colegio Santa María Stella Maris, Cali.
· El origen de la luna y el sol por Nubia Ríos, I. E. Manuela Beltrán sede Inmaculada concepción, Costa Rica, Valle.
· Hello Kitty, la gatita juguetona y traviesa por Manuela Gaviria (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· El gato risueño por Kevin Rengifo Prada, I. E. Técnica Industrial José María Carbonell, sede Escuela Nº 67 Honorio Villegas, Cali.
· El gato y el ratón por Jean Carlos Bernal Ríos, I. E. Técnica Industrial José María Carbonell, sede Escuela Nº 67 Honorio Villegas, Cali.
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En los cuentos de esta categoría son frecuentes la utilización de elementos fantásticos verosímiles, como los apreciados en El pirata sin cabeza, un buen ejemplo de cómo tejer una trama fantástica eficaz con un lenguaje sencillo. La calidad y fluidez exhibidas por historias como Mis ocho años, reflejan la capacidad literaria de los niños para narrar situaciones en ambientes familiares (el hogar, el barrio, el colegio). Se aprecian habilidades narrativas mezcladas con los elementos fantásticos que caracterizan la creación literaria infantil. Relatos como El origen de la luna y el sol, nos ponen frente a un autor con capacidad de articular una historia rica en elementos cosmogónicos con una trama clásica.
Los autores de primero, segundo y tercero adolecen de algunas falencias gramaticales previsibles, pero demostraron ser capaces de desarrollar un plan textual para la redacción de un texto narrativo –algo digno de mención puesto que los estándares de competencias para estos grados sólo les exigen textos descriptivos.

Fachada de la Biblioteca con pendones de escritores vallecaucanos. Detalles en: http://literaturaenelvalle.blogspot.com/2007/10/blog-post.html

Cuarto de primaria
· Sueños de una niña por Karina Alexandra Ramírez, I. E. Ateneo, sede Eloy Sevilla, Pradera.
· El pequeño elefante por Vanessa Giraldo M., Centro Docente John F. Kennedy, Politécnico Municipal (no menciona ciudad).
· Leiton y su perrito Tobi por Jhonatan Camilo Delgado Paredes, I. E. Absalón Torres Camacho, sede Sagrado Corazón de Jesús, Florida.
· El maletín rojo por Víctor Manuel Toro, Colegio San Luis Gonzaga, Cali.
· El amor de los hermanos por Margy Nathalia Rojas Palacios, Colegio San José Obrero (No menciona ciudad).
· El gorrión y el charquito de agua por Dayana Tarquino, Centro Educativo Técnico Industrial, Jamundí.
· Los problemas de mis padres por Jhoan Stivenson Cuenca Díaz, Escuela Nueva Guillermo Valencia Nº 25 (no menciona el municipio).
· El explorador de los animales en el tiempo por Johan Sebastián Tangarife Bedoya, Colegio Parroquial Nuestra Señora de Fátima, Ansermanuevo.
· Los sueños de una familia por Aixa Alejandra Ramírez Cárdenas, I. E. Narciso Cabal Caicedo, sede Graciana Álvarez, Buga.
· El mundo que mi niñez busca por Farid Steven Idrobo, I. E. Antonio José de Sucre, sin municipio.

En esta categoría sorprende el alto porcentaje de cuentos realistas; El maletín rojo, por ejemplo, exhibe una crudeza hábilmente retratada por su autor. El mundo de mi niñez demuestra un realismo impactante enmarcado en un ambiente cotidiano bien bosquejado. En este sentido, se puede observar que los autores escriben con el deseo y, de paso, expresan su aprendizaje en términos de valores humanos. Por otro lado, los relatos fantásticos están narrados con fluidez y claridad, haciendo posible una lectura entretenida. Historias como El amor de los hermanos, revelan una sorprendente madurez literaria, pues propone un argumento clásico desarrollado con buenos recursos argumentativos.

Quinto de primaria
· El gigante de un solo ojo por Erika Alexandra Gamboa Rúa, I. E. Argemiro Escobar Cardona, sede Simón Bolívar, La Unión.
· La cabaña misteriosa por Juan Diego Carmona, Colegio San José, La Unión.
· Un sueño de tres deseos por Yuli Andrea Tróchez, Colegio Santo Tomás de Aquino, sede Santo Tomás de Aquino (no menciona el municipio).
· ¡Daniela! La bruja que no quiso ser bruja por Melissa Valencia Benavides, Colegio Leonístico La Merced, Cali.
· La campana de oro por Diego Andrés Motato Bedoya, I. E. Luis F. Lloreda Zamorano, del corregimiento El Saladito.
· El rey y su fiel amigo el burro por Hilary Silvana Andrade Dorado, Liceo Los Farallones, Cali.
· El perrito feo por Harry Alejandro Gómez González, Liceo Los Farallones, Cali.
· La gallina josefina por Luz Alcira Trujillo Buitrago, I. E. Julián Olaya, Trujillo, Valle.
· La historia de los felinos por Laura María Bolaños, Colegio Santa María Stella Maris, Cali.
· El niño invisible por Marjean Ospina Cuadros, Liceo Anglo del Valle, Cali.

Aunque aparentemente distraídos, los menores son en realidad agudos observadores de su entorno natural y social. Prueba de ello es El niño invisible, que relata de forma cruda las tristes consecuencias del maltrato intrafamiliar. O La gallina josefina, que reconstruye bellamente las relaciones de los campesinos con sus animales, y la manera como las fiestas y los rituales colectivos refuerzan el tejido social. La historia de los felinos recrea de manera vigorosa el proceso del crecimiento en los niños y el choque de sus primeros encuentros con la realidad.
Los autores de cuarto y quinto demostraron su capacidad para componer cuentos cuidando aspectos formales, conceptuales, gramaticales y ortográficos. ¡Buena categoría!

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Maqueta de LA MANZANA DEL SABER (Cali) donde está la Biblioteca

Grado Sexto
· Las ventanas de oro por Mónica Liliana Aponte, I. E. Argemiro Escobar Cardona, sede Simón Bolívar, La Unión.
· El morral mágico por Juan Esteban Jimenez Bustamante, Colegio San José, la Unión.
· El cuento del colibrí por Rosa Angélica Idárraga, I. E. Argemiro Escobar Cardona, sede Simón Bolívar, La Unión.
· El pobre jornalero por Ingrid Vanessa Loaiza Pedroza, I. E. San Juan Bosco, sede Central, Cali
· El día más feliz por Yesenia Piedrahíta Lemos, Colegio San Vicente de Paúl, sede Central, Buga.
· Si sueño casi se me hace realidad: los habitantes olvidados por Isabella Alexandra Gutiérrez Rendón, I. E. Nuestra Señora del Rosario, Jamundí.
· El árbol encantado por Daniela Andrea Aguirre (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· Un hombre llamado sangre negra por Kelly Johanna González (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· El espejo por Yvonne Andrea Chamorro Rosero, I. E. José Antonio Aguilera, San Pedro.
· El columpio del perdón por Juan Sebastián Arias Rosero, Colegio Americano, Cali.

Esta categoría reúne buenos relatos y diversidad de temáticas. Un ejemplo lo constituye la historia Un hombre llamado sangre negra, que ilustra fielmente y con estilo muy grato, un difícil el periodo de la violencia de mitad del siglo XX. Relatos como Si sueño casi se me hace realidad: los habitantes olvidados, constituyen un escrito elaborado con profunda sensibilidad y atención a los detalles que en términos descriptivos exige el relato. En general, es una buena categoría con trabajos bien escritos y con una creatividad admirable.
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Grado Séptimo
· El sol y la luna por Daniel Delgado, I. E. Borrero Ayerbe, Dagua.
· Un despertar amargo por Tania Marcela Guerrero, I. E. José María Villegas, Buga.
· El gorila boxeador por Eider Jecid Gómez (sin colegio ni municipio).
· Bajo tierra (sin nombre de autor, colegio ni municipio).
· El Ángel Negro por Daniel Mateo Posso González (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· El evento recordado por Carlos Andrés Concha Vallecilla, Colegio Gimnasio La Colina, Cali.
· El caso de la cueva por Moisés Hernández, Colegio Gimnasio La Colina, Cali.
· Las Iguanas por María Paula Ramírez Chávez, Colegio Santa Mariana de Jesús, Cali.
· Las aventuras mágicas de Pablo y Andrea por Lina María Fernández Tafur, I. E. Técnica de Comercio Simón Rodríguez, Cali.
· La señal por Juan David Rico Velasco, Liceo Pichincha, Cali.

Esta categoría contiene relatos más depurados, buena parte de ellos pertenecientes al subgénero del terror. Hay historias delicadas, como La señal, y relatos que propenden por la conservación del ambiente, hecho que evidencia una mayor madurez frente a los problemas de este tipo.
Los autores de sexto y séptimo muestran habilidad para elaborar un plan textual eficaz organizando la información en secuencias lógicas.

Grado Octavo
· La máquina que fabrica las palabras por Julián Nupán, I. E. Fe y Alegría Madre Alberta, Cali.
· El no sé que decir por Tatiana Vanessa Miranda, cel 316 3449896 (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· Una triste historia por Jhoan Estiven Martínez, I. E. Absalón Torres Camacho, Florida.
· El paquete misterioso por Pedro Antonio Lenis Cortés, Colegio La Merced (no menciona el municipio).
· Un sueño no realizado por Laura Aricapa, I. E. Carlos Holguín Mallarino, sede Niño Jesús de Atocha, Cali.
· La esperanza es lo único que no podemos perder por María Fernanda Ramírez, I. E. San Vicente, Buga.
· El ciclo de amor por Leidy Giraldo, Colegio Bilingüe I. Bender (no menciona el municipio).
· Como nace una familia por Maricela Montoya, I. E. Panebianco Americano, sede Atanasio Girardot, Candelaria.
· Sandra, el libro y el plasma por Karen Tatiana Pérez Ramos, I. E. Inmaculada Concepción, sede General Anzoátegui, Ginebra.
· Un paseo de integración por Edward A. Fierro, I. E. San José, La Unión.

En esta categoría hay textos con riqueza descriptiva y argumental. Se destaca Un paseo de integración, un cuento querecrea con vigor escenas cotidianas. También hay historias construidas con buen pulso, que dejan entrever la habilidad de los autores a la hora de describir -ambientes y situaciones.

Noveno Grado
· Los leones hambrientos por Verónica Betancourt Motta, I. E. María Inmaculada Moctezuma, Ulloa.
· Un apacible hogar llamado vientre por Angie Yurani Albarán Moreno, I. E. María Inmaculada Moctezuma, Ulloa.
· Sobreviviendo a mi realidad por Camila Córdoba Cárdenas (no menciona ciudad ni plantel educativo).
· Cuidando a nuestro Valle del Cauca por Jeisson Andrés Valle Villegas, Colegio Parroquial Nuestra señora de Fátima, Ansermanuevo.
· Memorias al vacio por Ana María León Castañeda, I. E. Jorge Robledo, Vijes.
· El hombre por Alejandro Panesso Duque, Liceo Los Farallones, Cali.
· El tesoro de don Nereo, por Luisa M. Rivera Jaramillo, Colegio Santa Mariana de Jesús, Cali.
· La polilla inteligente por Lina Vanesa Toro Cruz, Colegio Santa Teresita, Buga.
· El niño y el piano por Estefanía Posada Acevedo, I. E. Inmaculada, Ginebra.
· Hassan Amir: perseguidor de la felicidad por Estefanía Ortiz González, Colegio María Auxiliadora, Cali.

En esta categoría se puede apreciar una serie de historias construidas con precisión y madurez propias de una categoría en la cual los autores cuentan con mayor bagaje sobre la composición escrita y la redacción de cuentos. Predominan relatos que abordan temas como el desplazamiento forzado y el cuidado del medio ambiente. Por otro lado, se apreciaron historias que evidencian la forma en que un autor introyecta su experiencia de vida, materializándola limpiamente en términos argumentales y gramaticales.
Los autores de octavo y noveno cumplen los estándares de competencias al utilizar estrategias que garantizan la coherencia, cohesión y pertinencia del texto.
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Décimo Grado
· En los zapatos de una hermana por Valeria Valencia, Colegio Rafael Pombo, Cartago.
· Princesa de un cuento infinito por Lina alexandra Reyes Blanco, colegio La Merced (no indica el municipio).
· Mi primer amor, por Luis Mario Sánchez Villa, Liceo Los Farallones, Cali.
· Lluvia con nieve por Brian Ramírez, Colegio Líderes (no indica el municipio).
· Cómo María volvió a ser la misma de antes por Sara Lucía Varela Valencia (no indica colegio ni municipio).
· Él y yo por Lady Johana Ríos, Colegio Joaquín de Caycedo y Cuero (no indica el municipio)
· Excursiones por Sol María Sánchez. I. E. Antonio Nariño, La Paila, Valle.
· El solitario andino por Íngrid Lorena Aranda, I. E. San Pío X (no indica el municipio).
· Ausencia de una familia por Annyi Liseth Tangarife Díaz, I. E. Manuel Antonio Bonilla, La victoria.
· La gallina y el gato por John Edwin Brand P., I. E. José María Carbonell, Cali.

Los comentarios de esta categoría los he agrupado, por su similitud, con los del grado once.
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Undécimo grado
· Todo empezó cuando tenía que acostarme a dormir por Kevin Delgado, Liceo Cañaveral, tel. 5528073 (no indica el municipio).
· La pérdida por Leydi Rivera (no indica colegio ni ciudad).
· Juego del destino por Julieth Vanessa Asprilla Leudo, I. E. Santa Ana de los Caballeros, Ansermanuevo.
· El sueño que nadie soñó por Sandra Ruiz, I. E. Santa Ana de los Caballeros, Ansermanuevo.
· La casa grande por Yurany Vélez León, I. E. Antonio José de Sucre, cel. 312 8999327, La Fresneda (Vijes).
· El pobre ancianito por Luz Karime López H. (no indica colegio ni municipio).
· El secreto de Samy por Karen Gallego Herrera, Liceo Los Farallones, Cali.
· Cuatro vidas por Juan Andrés Briceño (no indica colegio ni municipio).
· Viviendo bajo sombras por Andrés Felipe Montaño Cortés, I. E. Panevianco Americano, sede Atanasio Girardot, candelaria.
· Resignación por Daniel Fernando Gallego Burbano, I. E. Antonio José Camacho, Cali.

En las categorías décima y undécima se observan estas características: a la vez que persisten los cuentos infantiles (las hadas, las princesas, los duendes, los tesoros, los monstruos) empiezan a predominar temáticas adultas: el amor, la violencia de la calle y la intrafamiliar, la droga, el satanismo, el sexo. Hay un evidente salto cualitativo en el manejo del lenguaje y el desarrollo de la trama. El cuento La pérdida tiene un delicado manejo del erotismo. El sueño que nadie soñó, que trata sobre el poder mágico de las palabras, tiene una sutileza: el autor no da la solución , sólo da las claves para que el lector la encuentre.
En lo que atañe a los estándares de competencias, podemos decir que estos cuentos evidencian la capacidad de sus autores para producir textos argumentativos utilizando estrategias descriptivas, argumentativas y analógicas.

Nota: estas observaciones no pueden tomarse como una radiografía de las competencias linguísticas de los estudiantes del Valle del Cauca, porque lo que he analizado aquí corresponde a un grupo élite de los 3417 cuentos participantes: los 110 finalistas. Tendrí-amos conclusiones más reales si analizáramos una muestra aleatoria de unos 340 cuentos para analizar en ellos variables tales como la capacidad narrativa, la imaginación, la tensión, la gramática y las relaciones dialógicas de los relatos con su entorno.






viernes, 27 de febrero de 2009

'Mortajas cruzadas'. Lina María Pérez (2)

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NTC ... Narrativa
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'Mortajas cruzadas'
Lina María Pérez
Seix Barral. Bogotá. Abril de 2008.
13.5 x 23.0 x 1.6 cms. 233 pp.
Carátula

Epígrafes (pag. 7)

Iban y venían, los trenes, como enloquecidos. Y toda la gente subiendo y bajando, cada uno cosiendo su historia, con la aguja de su propia vida, trabajo maldito y hermoso, tarea infinita.
ALESSANDRO BARICCO, Tierras de cristal

Se aceptan todas las apuestas: Eternidad, infierno, aventura, estupidez ...
JUAN CARLOS ONETTI, Balada del ausente

Eres un agua informe que corre según sea el declive que se te ofrece, un pez sin memoria y sin reflexión; mientras vivas en tu pecera, tropezarás cien veces al día con el cristal creyendo que es el agua.
MARCEL PROUST, Los amores de Swann

Este valle de cuerpos desnudos que se disgregan no me da más asco que la fosa común del género humano vivo.
ÍTALO CALVINO, El caballero inexistente.

RECONOCIMIENTOS

A Adolfo Valdivia y Oliviana Tascón por su terquedad para existir. Con Plutarco, Sandra, Lafinur, Irene, Humberto Pantoja, Fajardo y Doble R, formaron un grupo de compinches que no me dejaron desfallecer.
A mis hijas Catalina y Cristina por iluminar mis jornadas de trabajo.
A la solidaridad de mis hermanos OIga Lucía, Juan David y Ricardo.
A la memoria del fantasma feliz de Ignacio Ramírez.

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SOLAPA

(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)Lina María Pérez Gaviria (Bogotá, 1949). Su cuento "Silencio de neón" fue galardonado en 1999, en la modalidad de género negro, con el Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo convocado por Radio Internacional de Francia. Además, sus cuentos "Sonata en mí" y "Bolero para una noche de tango" obtuvieron el Premio Nacional de Cuento Pedro Gómez Valderrama en 2000, y el XXXII Premio Internacional de Cuentos Ignacio Aldecoa 2003, convocado en España. Ha publicado Cuentos sin antifaz (2002); la biografía de VIadimir Nabokov A la sombra de una nínfula (2004); el cuento infantil Martín Tomineja (2006) y Cuentos punzantes (2006). Varios de sus relatos han sido incluidos en antologías de narradores colombianos.
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CONTRACARÁTULA
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

Lina María Pérez es la única mujer colombiana que ha ganado el concurso internacional de cuento Juan Rulfo de París , al cual concurren cada año centenares de escritores de la lengua castellana. Este premio, igual que otros, ha reconocido su muy merecido prestigio como una talentosa exponente en el arduo y difícil género del relato. Pero todos sus fieles lectores estaban a la espera de su primera novela. Y aquí, por fin, está.
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En Mortajas cruzadas, Lina María Pérez explora la desazón de un hombre que sufre una agobiante infertilidad creativa y una sequía prolongada de afecto. Adolfo Valdivia, un escritor cercano a los cuarenta, siente que pierde su juventud a medida que se aleja de la inspiración. Después de publicar su primera novela las palabras no fluyen, no halla el tono. Empeñado en escribir sobre la muerte, y ante el malabarismo de su autenticidad y la fragmentación de sus identidades, Adolfo contrata a Oliviana, una estudiante que se gana la vida haciendo crucigramas, para que recoja impresiones en funerarias bogotanas.
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Utilizando contrastes de voces, de lenguajes, de formas de ver la vida y concebir el amor, Lina María Pérez lleva al lector por una historia llena de vericueto s y misterios en la que, con un guiño de sarcasmo y humor negro, ahonda en las paradojas y perplejidades de los seres comunes.
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FRAGMENTO INICIAL (Capítulo 1 de 126 -cortos-)

1. MANOS
Las manos del cadáver de María Ignacia Cornejo cruzadas sobre el pecho muestran arrugas, lunares y uñas recién pintadas con esmalte aperlado. Primera crónica para el cuaderno de Adolfo Valdivia. Imagino los secretos que guardan sus manos de señora rica. Joyas y dinero, y también caricias y roces, quizás manoseas solitarios y otras travesuras inconfesables, abajo en el nido tibio donde palpitó su centro de gravedad. ¡Qué desvergonzada! Ante los restos mortales de una anciana inofensiva mi mente se las arregla para pensar en asuntos eróticos. No puedo evitarlo. Amanecí trenzada a Lafinur y la piel se estremece con el recuerdo de su boca que dice y explora con un descaro delicioso. Mejor empezar los apuntes. No soy una diablita lujuriosa sino una cronista de entierros que trabaja para un escritor.
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Cuando era niña, mi papá nos traía a esta iglesia a la misa de 12. Me sobrecogían la penumbra y el frío y el Espíritu Santo de yeso colgado del techo con su arrogante poder y todo su misterio. Era enorme. Temía que en cualquier momento cayera y me aplastara o, lo que es peor, lo imaginaba castigándome por mis pecados, sin saber qué significaba esa palabra tantas veces repetida. Con vergüenza confesaba ante el cura Romero mis malos pensamientos. Él repetía: «Las niñas buenas no piensan, rezan». Cuando me lavaron el cerebro con la fábula de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo se parecía a mi abuelita o al perro del vecino. A mis siete años, no tenía alas ni cara de hombre con gestos de mujer como el de la iglesia. El recuerdo infantil me aterroriza. El cajón de la difunta, justo bajo las alas del Santo, cae del techo para aplastarla y pulverizar sus secretos.
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Los comportamientos convencionales en los entierros reflejan rutinas y falsas cortesías que esconden gestos de codicia y otras pasiones. La anciana pertenecía a la aristocracia bogotana y dejó más de media docena de descendientes de dedo parado y una herencia enorme. Una mujer cercana a los cuarenta, viste un sastre gris de corte impecable. Su cara ovalada me recordó la de mi mamá con sus proporciones alargadas y un misterioso sentido del patetismo. Tenía gracia y refinamiento como las mujeres que pintó Modigliani. A su lado, un hombre joven, de buena pinta y ojos alertas, sintoniza su mirada fugaz con la mía.
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Pienso en mi piel erotizada mientras los miro con disimulo. Algún movimiento de la pareja aguijonea mi curiosidad. Tal vez un gesto sutil, la formalidad de sus apariencias, la manera como se comportan para abrazar a los allegados. Nada fuera de tono, al contrario, tan educados y mesurados que conmueve la solidaridad de su dolor.
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Intento concentrarme. Por fijarme en la mujer y pensar en Lafinur me perdí el final de la ceremonia. La gente arma un tumulto a la salida de la iglesia, hay abrazos y llantos, pero a mí sólo me obsesionan sus manos, morenas y sabias, audaces, ganosas. Salí por una puerta lateral sin importarme los ecos de las mujeres con sus reclamos. Les habían robado billeteras y celulares.
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En el taxi seguí pensando en los recientes momentos con Lafinur. A punto de dormimos, casi de madrugada, le hablé del nuevo trabajo con el que debía dividir mi tiempo entre funerarias y la universidad.
-Así te entrenas para mi muerte. Tendrás doble tarea, porque moriré dos veces y mi cuerpo dispondrá de dos entierros.
Pensar en vivir sin él apagó la felicidad.
-Tienes toda la vida por delante ...
-y la muerte por detrás.
Sabía que era mejor no preguntar. Quise ser una brizna de su aire para anidar entre su pecho, cerca de su corazón.
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LAS IMAGENES SON "COLOCADAS" por NTC ...
"Cuando me lavaron el cerebro con la fábula de la Santísima Trinidad."
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"Tenía gracia y refinamiento como las mujeres que pintó Modigliani."
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"El desfile". Fernando Botero
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Actualizó: NTC … / gra . Febrero 17, 2009 . 11:23 AM




jueves, 19 de febrero de 2009

‘Vive tu cuento, escríbelo’. PREMIACIÓN

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‘Vive tu cuento, escríbelo’.
Concurso de Cuento. 2008-2009
Biblioteca Departamental del Valle del Cauca. Cali
PREMIACIÓN
Febrero 17, 2008
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Sucedió en la Biblioteca
La plana. Por: Julio César Londoño
EL PAÍS, Cali. Febrero 23 de 2009
http://www.elpais.com.co/historico/feb232009/OPN/plana.html

Reprodujo y difunde: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.­blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Febrero 24, 2009

El miércoles se realizó en la Biblioteca Departamental la premiación del Concurso de Cuento que se inventó su directora, la inteligente y alta (y buenísima) Patricia Alaedine. La respuesta de los estudiantes nos desbordó: llegaron casi 3.500 cuentos que nos causaron serios problemas logísticos. Por fortuna recibimos el auxilio de los estudiantes del taller de escritura de la Biblioteca, quienes aliviaron la tarea del severo y lujoso jurado: Horacio Benavides, Irene Vasco, Dora Castellanos, Margarita Londoño y Jairo Aníbal Niño. Los once ganadores recibieron computadores portátiles y sus colegios sendas colecciones de libros. Ver subir al estrado a esos pites que escalaban con dificultad la altura del escenario me estremeció hasta la corbata y lloré como cualquier poeta, aunque con la discreción que los prosistas estilamos, claro.

Entre los muchos cuentos buenos que llegaron, había tres magníficos. El primero se llama El morral mágico, lo escribió Juan Esteban Jiménez, de la Unión, y es la historia de un niño que se encuentra un maletín muy especial: bastaba meter allí los cuadernos y las tareas aparecían luego muy bien hechas (quién no ha soñado con un maletín así). Lo extraordinario es que el diminuto escritor presiente que, hasta allí, su historia es sólo un chiste, que le falta el ingrediente esencial del cuento, la tensión. Entonces nos cuenta que unos niños han descubierto su secreto y planean robarle el morral, ¡y comienza el cuento!

El segundo se llama El niño invisible, su autor es Marjean Ospina Cuadros y cuenta el drama de un niño cuyo padre se emborracha todos los viernes, llega a la casa y golpea a su mamá, a sus hermanitos y a él. Todos los viernes el niño se despierta con cólicos y le ruega a Dios que lo vuelva invisible para que su papá no le pegue, pero Dios no escucha sus ruegos. O tal vez sí, porque su papá no vuelve a la casa. La mamá habla de un viaje. El mayorcito dice que en realidad está en la cárcel “por lo que hizo”. Un día su mamá y sus hermanos se arreglan para salir. El niño les pregunta para dónde van, pero nadie le contesta. Entonces comprende, lleno de felicidad, que Dios ha escuchado sus ruegos y se va, invisible, detrás de su mamá y sus hermanos. Llegan todos al cementerio y la mamá pone flores en una tumba. El niño invisible se aproxima y lee en la lápida… su propio nombre. Fin. ¡Cuánta sutileza, por Dios, cuánta maestría!

El tercer cuento se llama La perdida, de Leydi Rivera. Es la historia de una jovencita que llega a una fiesta, recibe un trago, tal vez dos, un muchacho la toma del brazo, la sube a la segunda planta, la mete a un cuarto y empieza a tocarla, ella trata de defenderse, pero no puede, está ebria o drogada, no se sabe. El muchacho la arroja sobre una cama, le quita los calzones y la penetra. La joven lucha en vano con sus escasas fuerzas, le duelen el cuerpo y el corazón, había soñado muchas veces con ese momento, no con esta pesadilla, se siente sucia, ultrajada. Para colmo de males, de repente su cuerpo reacciona y se excita. Desde ese momento la lucha no será contra el joven sino entre su propio cuerpo y su conciencia moral. Con esta tensión, la autora construye un relato humano y erótico a la vez, eludiendo hábilmente cantaletas y moralejas.
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(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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LA MESA PRINCIPAL
Julio César Londoño (Escritor, Asesor del concurso y preseleccionador), Patricia Alaeddine (Directora de la Biblioteca), Nino Caicedo, Jorge Iván Ospina (Alcalde de Cali), Jairo Aníbal Niño*, Irene Vasco*, Margarita Londoño*, Dora Castellano* y Horacio Benavides* (*Miembro del Jurado)

Fotografías: María Isabel Casas de NTC …

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La directora de la Biblioteca Departamental, Patricia Alaeddine, interviene.
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Jorge Iván Ospina, Alcalde de Cali, interviene.
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Nino Caicedo, Secretario de Cultura del Departamento y representante del Gobernador Juan Carlos Abadía, interviene.
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Julio César Londoño, interviene. Presenta el proceso de selección de los cuentos.
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RESULTADOS
3.473 cuentos enviados desde el Valle, Antioquia, Bucaramanga, Magdalena, Quindío y Cartagena, entre otros, de los cuales 256 fueron elegidos para pasar a la segunda fase.
A la final llegaron 110 cuentos que serán publicados en un libro que entregará la Biblioteca y que llevará el mismo nombre del concurso.
ONCE GANADORES, uno por categoría (grados 1 al 11)
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LOS GANADORES
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Juan Diego Correa, Sin título, de primer grado en la Institución Educativa Pedro Vicente Abadía, de Guacarí
Jeffrey Lasso, con ¿Quién soy?.. Cursa segundo en el María Auxiliadora de la Cumbre.
Jean Carlos Bernal Ríos, hace tercero en el José María Carbonell de Cali. Su obra: El gato y el ratón.
Johan Sebastián Tangarife, estudiante de cuarto en el colegio parroquial Nuestra Señora de Fátima de Ansermanuevo, escribió El explorador de los animales en el tiempo.
Luz Alcira Trujillo, tituló su cuento La gallina Josefina, el cual envió desde la Institución Educativa Julián Trujillo de Trujillo, hace el grado quinto.
Isabella Alexandra Gutiérrez, alumna de sexto de Nuestra Señora del Rosario de Jamundí, con la obra Si sueño casi se me hace realidad: los habitantes olvidados.
Daniel Delgado, escribió El sol y la luna. Cursa séptimo en la Borrero Eyerbe de Dagua.
Julián Nupán, quien cursa octavo en Fe y alegría de Cali, hizo historia con La máquina que fabrica las palabras.
Yurani Alvarán Moreno, “Un apacible hogar llamado vientre”, noveno grado, Institución Educativa María Inmaculada de Ulloa
Santiago Vega Guerrero, quien hace décimo en el Colegio Internacional Los Cañaverales de Cali, narró en su cuento El fin del juego.
Yurani Vélez León , “La casa grande”. Ella cursa 11 en la Institución Educativa Antonio José de Sucre.
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AUDITORIO

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Jairo Aníbal Niño dialoga con algunos concursantes y firma libros.
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PENSANDO A LO GRANDE
jueves, 19 de febrero de 2009 http://www.bibliovalle.gov.co/articulo.php?ArticulosID=411 vivetucuento@bibliovalle.gov.co
LINKS:
http://www.bibliovalle.gov.co/articulo.php?ArticulosID=389
http://tades-jcl.blogspot.com/2009/01/vive-tu-cuento-escrbelo-se-inici.html (Preselección)

Premiación concurso de cuento, "Vive tu cuento, escríbelo".
ESTUDIANTES DEL VALLE DEL CAUCA GANARON CONCURSO VIVE TU CUENTO, ESCRÍBELO.

Con el deseo de hacer realidad su imaginación y sin importar tiempo ni distancia, con la fe de ganadores once de los 110 invitados al acto de premiación del concurso Vive tu cuento, escríbelo, lograron su primer sueño de convertirse en escritores.

La única diferencia estuvo en sus edades, porque sólo pensaron en que, algún día, expertos calificaran su manera de escribir; las obras fueron sacadas de la imaginación, algunas, mientras que otras son el reflejo de la realidad que sin pausa involucra al ser humano con el tiempo.

Cinco horas de trayecto hicieron largo el camino desde zona rural de Ulloa, pero al final Angie Yurani Alvarán Moreno, de la Institución Educativa María Inmaculada, tuvo su recompensa, ocupó el primer lugar entre centenares de cuentos escritos por alumnos de noveno grado. “Un apacible hogar llamado vientre”, fue su obra ganadora.

Menos trayecto para lograr la meta anhelada en la Biblioteca Departamental del Valle, vivió Yurani Vélez León, quien, desde el campo de Vijes, debió tomar transporte expreso para ver construida en su texto “La casa grande”. Ella cursa 11 en la Institución Educativa Antonio José de Sucre.

Pero igual que los demás escritores noveles, con su historia ganadora Juan Diego Correa, de primer grado en la Institución Educativa Pedro Vicente Abadía, de Guacarí, tuvo un final feliz. Vivaz y de buen dialecto, Juan Diego no tituló su trabajo pero ganó por decisión del jurado.

Los demás ganadores, con historias tan interesantes como las primeras, dejan ver que en cada mente hay un universo.

De acuerdo con el jurado, integrado por los escritores Dora Castellanos, Irene Vasco, Jairo Aníbal Niño, Margarita Londoño y Horacio Benavides, también ganaron primeros premios (en su respectivo grado escolar):

Juan Diego Correa, Sin título, de primer grado en la Institución Educativa Pedro Vicente Abadía, de Guacarí
Jeffrey Lasso, con ¿Quién soy?.. Cursa segundo en el María Auxiliadora de la Cumbre.
Jean Carlos Bernal Ríos, hace tercero en el José María Carbonell de Cali. Su obra: El gato y el ratón.
Johan Sebastián Tangarife, estudiante de cuarto en el colegio parroquial Nuestra Señora de Fátima de Ansermanuevo, escribió El explorador de los animales en el tiempo.
Luz Alcira Trujillo, tituló su cuento La gallina Josefina, el cual envió desde la Institución Educativa Julián Trujillo de Trujillo, hace el grado quinto.
Isabella Alexandra Gutiérrez, alumna de sexto de Nuestra Señora del Rosario de Jamundí, con la obra Si sueño casi se me hace realidad: los habitantes olvidados.
Daniel Delgado, escribió El sol y la luna. Cursa séptimo en la Borrero Eyerbe de Dagua.
Julián Nupán, quien cursa octavo en Fe y alegría de Cali, hizo historia con La máquina que fabrica las palabras.
Yurani Alvarán Moreno, “Un apacible hogar llamado vientre”, noveno grado, Institución Educativa María Inmaculada de Ulloa
Santiago Vega Guerrero, quien hace décimo en el Colegio Internacional Los Cañaverales de Cali, narró en su cuento El fin del juego.
Yurani Vélez León , “La casa grande”. Ella cursa 11 en la Institución Educativa Antonio José de Sucre.

Los premiados serán beneficiados con una serie de trabajos en torno a la literatura, que a manera de seguimiento les hará la Biblioteca Departamental con el fin de desarrollar su potencial hasta verlos convertidos en escritores vallecaucanos.

Todos los ganadores se hacen acreedores a un computador que será entregado en acto especial el próximo 27 de febrero, mientras que los planteles donde estudian recibirán una donación de libros para sus bibliotecas escolares".

Tomado de: Jefatura de Prensa . Créditos : José Dario Peña . Fecha de Publicación : 2009-02-19
Publicado por : Extensión Cultural
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‘Vive tu cuento, escríbelo’. Concurso
Cali y su cuento
EL PAÍS, Cali, Febrero 19 de 2009
http://www.elpais.com.co/historico/feb192009/VIVIR/far4.html
Foto: Ganadores del concurso 'Cuenta tu cuento, escríbelo' de la Biblioteca Departamental, con el diploma que los acredita como escritores.
Foto: Hernán Tovar / El País http://www.elpais.com.co/historico/feb192009/fotos-periodico2/ganadores.jpg
Por Redacción de El País
La biblioteca departamental realizó la premiación del concurso ‘vive tu cuento, escríbelo’.
Con importantes escritores colombianos como jurados, la Biblioteca Departamental realizó ayer la premiación del concurso ‘Vive tu cuento, escríbelo’.
Dora Castellano, Irene Vasco, Margarita Londoño, Horacio Benavides y Jairo Aníbal Niño, acompañados por el alcalde, Jorge Iván Ospina; el secretario de cultura del Departamento, Nino Caicedo; y la directora de la Biblioteca Departamental, Patricia Alaeddine, fueron los encargados de realizar la premiación.
Los once niños ganadores, cada uno representante de una categoría, estudian en cursos que van desde primero de primaria hasta el undécimo grado.
El concurso recogió 3.473 cuentos enviados desde el Valle, Antioquia, Bucaramanga, Magdalena, Quindío y Cartagena, entre otros, de los cuales 256 fueron elegidos para pasar a la segunda fase.
A la final llegaron 110 cuentos que serán publicados en un libro que entregará la Biblioteca y que llevará el mismo nombre del concurso.
Los ganadores que con su imaginación y creatividad lograron este triunfo son: Juan Diego Díaz Correa, de primer grado; Jeffrey Lasso, de segundo grado; Johan Sebastián Tangarife, de cuarto grado; Luz Alcira Trujillo, de quinto grado; Isabela Gutiérrez, de sexto; Daniel Delgado, de séptimo; Julián Nupán, de octavo; Angie Albarán, de noveno; Santiago Vega, de décimo y Yurani Vélez de grado undécimo.
Cada uno de los ganadores se hizo acreedor a un computador y a una donación de libros para la biblioteca escolar de su plantel educativo.
Para el escritor Jairo Aníbal Niño, este encuentro de los niños con la palabra es como “un bosque que empieza a nacer y a crecer, y que muy pronto tendrá mariposas, flores y frutas. Estos niños merecen todo el reconocimiento, todo el amor del mundo”, concluyó.
Dato clave
La biblioteca departamental lanzó la convocatoria para el concurso 'vive tu cuento, escríbelo' para el año 2010.
En sus propias palabras
"Los niños son poesía pura. Son un cuento, una sinfonía, una canción, un abrazo y un helado de chocolate”. Jairo Aníbal Niño, escritor.
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Actualizó: NTC … / gra . Febrero 19, 2009. 10:58PM







lunes, 16 de febrero de 2009

Bolero para una noche de tango. Lina María Pérez

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ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.
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Bolero para una noche de tango
Cuento ganador del XXXII Concurso Internacional de cuentos Ignacio Aldecoa (2003) , Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Álava, en el País Vasco.
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Bolero para una noche de tango
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Yo tengo una suerte del carajo para encontrarme
con estos metafísicos bien alimentados,
que comen la mierda de la trascendencia
como si fuera tocinillo del cielo.
Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante
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El suicidio de mi personaje sucede en la última de las diez páginas de intrincada trama de amor e ironía. Ni una más, ni una menos, de acuerdo con la convocatoria del concurso de cuento de la biblioteca de la universidad. Escribí la palabra “fin” convencido de haber creado un relato en el que vibran presentidos reconocimientos. Releí varias veces el texto, cambié una que otra palabra, y resolví las tortuosas dudas sobre los signos de puntuación. Con el seudónimo “Apolo” y un tímido complejo de audacia lo puse en el buzón. Nada podía detenerlo con las tres copias y mi incipiente hoja de vida en sobre adjunto.
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La ansiedad incontenible del mes previsto para que se diera a conocer el fallo del jurado reemplazó la amargura por mi rompimiento con Paloma Domínguez. Si, Paloma, ese era su nombre, lo juro, no es el producto de alguna burda analogía. Desde que nos conocimos, aquella tarde de ventisca y granizo, ese amor nació sin destino. Y es que no era fácil conciliar el mundo de una autorizada bióloga con el de un casi graduado en literatura. Los tanteos y desatinos, los goces ilusorios, las expectativas fallidas nos cercaron sin futuro ante el estorbo de que Paloma era diez años mayor que yo. Ese desbalance no era contundente a la hora de la deliciosa pasión que enhebraba nuestros cuerpos; estaba embriagado de felicidad erótica, y el asunto cronológico, que a ella contrariaba, me resultaba intrascendente. Es cierto que esa desavenencia se hacía cada vez más evidente y nos asfixiaba en silencios amargos o disputas funestas -sólo un escritor tan solvente como yo, utilizaría tan atinados calificativos-. Concluí, después de profunda reflexión, que nuestros gustos irreconciliables en asuntos simples, simplísimos, casi anodinos, hacían imposible unir nuestros corazones. A mí Carlos Vives, a ella Serrat; yo soy de amaneceres de boleros; y ella de crepúsculos de tangos; a mí helados de chocolate, a ella burbujas de vainilla; Woody Allen contra Almodóvar... lista interminable, insidiosa.
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- Es un disparate, no debemos seguir.- Dijo sin compasión un jueves después de hacer el amor. Me dejó aturdido y desarmado. Desde entonces, era una tortura verla correr, volar, por los pasillos de la universidad envuelta en una enorme bata blanca con su autoridad de doctora. Pasaba de largo indiferente a mi presencia; al contemplarla tan fugaz, evanescente en su vuelo y cada vez más inalcanzable, me sentía miserable. La apremiante necesidad de ella se fermentaba en mi piel, en mis deseos. La desgracia de verme despreciado después de los tres meses del más dichoso enamoramiento, me causó una punzada de dolor en el pecho que sólo podría calmar con la fuga. Huir a donde la impenetrable hosquedad de Paloma no me matara; pensé, por ejemplo, en encerrarme en un claustro tibetano que me obligara al celibato, o postularme como voluntario de cualquier causa en el más lejano rincón del planeta. Sí, escapar de su recuerdo a un lugar en el que el aleteo blanco de su imagen no me persiguiera. En algún momento se me cruzó la idea de emular a Werther que mata con él sus románticas desdichas de soñador; pero ¡qué va! Para cometer suicidio hay que tener esencia de héroe, y estoy lejos de ostentarla.
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Mientras esperaba ansioso el fallo del concurso, no pude concentrarme en mi tesis de grado: un complicado estudio de literatura comparada sobre los fundamentos semiológicos de las narrativas de amor, locura y muerte. Como era visitante asiduo de la biblioteca, miraba de reojo el espacio en la cartelera en el que revelarían el documento. Desconté los días, uno a uno, como quien deshoja una margarita. En mi fantasía de triunfador me imaginaba pletórico de felicidad al contemplar mi nombre en el primer renglón, – no en el segundo, mucho menos en los posteriores- enfrentado con el título de mi cuento: “Bolero para una noche de tango”. El espejismo me mostraba en sesión solemne, con mi mejor vestido recibiendo la carta portadora del instante de fama que mi relato me tenía reservado. El cheque ilusorio alcanzaría para reemplazar el vestido de galas; la sesión de lectura de mi “Bolero” ante un nutrido auditorio preveía un acto que mi vanidad bendeciría por mucho tiempo. En la primera fila de mi fantasía, mis padres orgullosos de emoción dejarían de reprocharme el que me hubiera dedicado a los estudios literarios y no a la ingeniería, o al derecho, profesiones en las que, según ellos, me movería a todo motor por la autopista de la vida. En esa quimera, Paloma estrechaba su cuerpo contra el mío no sólo para felicitarme, sino como seña inequívoca de que volvería conmigo. Ensayé gestos ante el espejo para dejar registrado un inocente aire de modestia en la imprescindible fotografía del evento. Esa noche dormiría agradecido con mis protagonistas y su desdichada pero honda, hondísima historia de amor.
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El día indicado, desde temprano, simulé indiferencia frente a los resultados del concurso. Como era usual, me encontré con mis amigos Valerio y Manolo que rondaban, inoficiosos, los alrededores de la biblioteca. Ellos, y algunos profesores de la facultad que conocían mis veleidades narrativas, me preguntaron si había concursado. Puse cara de ¿quién sabe?, me hice el tonto, subí los hombros, sonreí. El día transcurrió en una calma insoportable, como si las partículas de arena del reloj imaginario se hubieran unido unas a otras convirtiendo su recorrido en un avance lento y tortuoso. Registré con disimulo los movimientos que se sucedieron en el muro que soportaba la prometiente cartelera. Sólo hacia las seis y media de la tarde, desde una esquina estratégica, encaramada en el ruido de sus tacones, vi a Leonor, la desteñida secretaria de la Dirección. Se acercó con una cartulina enrollada bajo el brazo, indiferente al bullicio, a las caras ansiosas. Mi corazón empezó a cabalgar. Desplegó el rollo con una lentitud exasperante, y lo fijó en sus cuatro esquinas. En cuestión de segundos la horda de curiosos desfiló a consultar el edicto. Contuve la incertidumbre. Esperé, inquieto, a que la procesión me dejara el espacio libre. Observé los gestos de desilusión; los interpreté como una certera seña a mi favor. Se despejó el sitio. Conté uno, dos y tres. Caminé excitado e inseguro. Me planté frente al fallo. ¡Respiración espasmódica, terror morboso! Salté los consabidos formalismos, fechas, jurados, objetivos, bla-bla-bla... quedé suspendido en el renglón que anunció el primer premio: fue culpa del cataclismo expectante que me recorrió el cuerpo, estoy seguro; fue por eso que leí mi nombre entreverado en las letras del de Samuel Lozano, y en el lugar del título “Señales de sombra”, se superpusieron anhelantes, los tres sustantivos de mi prometedor “Bolero para una noche de tango”. Pero esa falacia, atroz para mi espíritu, sólo duró unos segundos: la contundencia de la verdad reemplazó mi quimérico triunfo. Con el ánimo en el suelo, recorrí la lista de finalistas y los sugestivos títulos de sus cuentos. Me retiré doblegado por la derrota.
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En un esfuerzo por dominar mi frustración acepté ir a la taberna con Valerio y Manolo. Intenté mostrar el ánimo de siempre, hablamos de mujeres, de lo bien que se veía Paloma, y de lo mucho que su presencia palpitante y evasiva todavía me dolía en el alma. Ellos hicieron bromas sobre eso: uno martillaba con: “se te nota más de la cuenta, y no es la primera vez que una mujer mayor se enamora de un joven”, y el otro atornillaba: “ni es la primera que termina por aburrirse de él”, y otras sandeces que me dejaron amargas la boca y la piel. Se atrevieron a decir que yo era un fanfarrón y que sufría de un síndrome de indigestión literaria. Estábamos pasados de tragos y por eso ignoré sus ácidas verdades y la sentencia de que iba a terminar como Alonso Quijano. Con un tono de ironía Manolo sugirió brindar por el premiado Samuel Lozano, nuestro déspota profesor de prosodia en quinto semestre. Valerio, irremediablemente borracho, se burló de los concursos literarios y de los bobos que pretenden algún reconocimiento a través de ellos. “Eso lo hacen los escritorzuelos mediocres, y perdón el pleonasmo”. Los tres nos reímos pero ninguno mencionó haber participado en la convocatoria de la biblioteca. No está de más decir, que los vi merodeando la cartelera después de la retirada de Leonor.
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Con la resaca fresca afronto lo inevitable: recorro lentamente las diez páginas de ”Suicida”, palabra que archiva mi cuento. El argumento fluye al ritmo del zumbido asordinado de la pantalla. Mi personaje, un brillante ejecutivo de una multinacional de Internet, cruza su destino con una reconocida economista, asesora de la Comunidad Europea. Un fulminante flechazo los hace víctimas de un amor contrariado y sin esperanzas ante la contundente realidad de que él es diez años menor que ella. La imposibilidad de realizar el amor la lleva a ella a retirarse de la vida pública y a refugiarse en la meditación en un monasterio del Tíbet, y él, como ya se sabe, se suicida por amor, dedicando su acto a León Naphta, en la mágica montaña, con sus falaces ironías. La sinopsis de mi cuento, puede llevar a peregrinas conclusiones, y a condenar mi talento por la apariencia sosa y convencional de mi historia, más apropiada para telenovela del mediodía. No. Mis diez páginas penetran en el drama de dos almas en función de reglas universales que se hacen tiempo, lenguaje, atmósfera. Al menos ese es mi intento: mostrar los ribetes de tragedia de folletín, esa derrota del amor, fatídica por las condiciones en que se plantea el combate. ¡Torpes jurados! ¡Cómo pueden ignorar la hondura de cada uno de mis personajes, y la forma certera como enfatizo la situación de distorsionado dramatismo que existe en el simple, simplísimo y anodino hecho – bienvenida la reiteración -, de que a él le gustan los boleros y a ella los tangos!
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Me concentré en el documento. Le hice una crítica descarnada, admiré uno que otro hallazgo luminoso, sus imágenes brillantes, las ideas felices. Para mí el cuento era perfecto y merecía otra oportunidad. Revisé mi agenda y encontré el recorte guardado dos semanas atrás:
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“Enviar antes del 5 de octubre, al Tercer Concurso de narrativa breve convocado por la Unión obrera, Apartado 3521, Habana, Cuba, un cuento inédito, ocho páginas, tres copias, datos adjuntos. Premio: 300 dólares y las obras completas de Alejo Carpentier”.
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Me dediqué a la tarea de adelgazarle dos páginas y adaptarlo al contexto del mundo obrero, conservando, eso sí, la profundidad semiológica que destila mi pequeña joya narrativa. Esta vez, mi hombre cruza su destino con ella, una ferviente voluntaria de los cuerpos de salud. Una soleada tarde de brisas y palmeras ella acude a registrar las estadísticas médicas en el ingenio azucarero en el que él trabaja los ocho días de la semana. No pueden evitar el fulminante flechazo del que son víctimas de un amor contrariado y sin esperanzas ante la contundente realidad de que él es diez años menor que ella. La imposibilidad de realizar el amor la lleva a ella a arriesgar su vida con veintitrés moribundos en la quimera de una endeble balsa entre el tortuoso oleaje que separa las costas de Cuba y las de la Florida. Él, como ya se sabe, se suicida por amor, dedicando su acto a Septimus, el personaje que se autoelimina dejando a la Señora Dalloway con la mirada en el vacío. Lo de suprimirle las dos páginas a la primera versión fue lo de menos; el meollo lo conservé intacto. Los jurados cubanos admirarían la dimensión de cada uno de mis personajes, el énfasis de la situación de distorsionado dramatismo que existe en el simple, simplísimo y anodino hecho – otra vez la feliz reiteración-, de que a ella le gustan las habaneras y a él el son. Quedé satisfecho con la nueva versión que se fue con el seudónimo “Aquiles”. Cuando conocí el resultado del concurso en el que no apareció mi nombre, me consolé convencido de que las tres copias de “Habanera para una noche de son” se habían extraviado en lo que supuse un tortuoso correo hasta la isla caribeña.
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Me olvidé del cuento durante varios meses y quise hacer lo mismo con la obstinación por Paloma. Me dediqué a la lectura desenfrenada. Por una especie de inercia melancólica no podía dejar de acechar las escaleras y los pasillos a la espera de simular un encuentro casual del que sólo obtendría un enfrentamiento con su indiferencia. Me obsesioné con la tesis de grado. Se me impuso la necesidad de dejar la casa paterna, con el secreto deseo de demostrar a mis padres que sí podía valerme con mis estudios literarios. Si bien, el destino no me proponía mejor camino que el de hacerme profesor, obtuve un curso de literatura medieval en el colegio de bachillerato. Una tarde vi a Paloma en la cafetería de la universidad conversando animadamente - adverbio imprescindible para evitar “embelesada”-, con el insoportable Samuel Lozano. Te miré con rabia, Paloma. En ese instante anhelé tener ocho brazos, sí ocho; uno para neutralizar al tipejo ese, y los otros para atraerte a mi cuerpo, despojarte de tu bata banca, anudarte en mi cintura mientras otros dos brazos erotizados te recorren, otros dos delinean tus curvas, otros dos se aferran a tu cuello, y toda tú, Paloma Domínguez, te enlazas en mis abrazos locos... Y te gozo en una trinca de amor y deseo al ritmo de nuestras vibraciones, qué importa si son las de algún bolero decadente o un tango atormentado...
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Me acerqué con la pretensión de que mi fantasía me daría fortaleza para abordarla. Calculé cada palabra, cada gesto y la invité al concierto de Serrat. El desaire de su mirada me indicó que la batalla para reconquistarla sería larga.
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Cuando terminaba las últimas correcciones de la tesis, pensé de nuevo en el cuento. La facultad acababa de estrenar una novedosa cátedra de taller de escritura, y sus participantes se embriagaban con el furor de la creatividad. Sobra decir, que no me inscribí porque me consideraba un escritor y no un aprendiz. Tampoco lo hicieron Valerio y Manolo, convencidos de que nada podíamos aprender del prepotente profesor Lacambra, conductor del taller. Veíamos con cierto desdén su juventud y su fanatismo por la ciencia ficción. Pero los tres mirábamos con inconfesada envidia el deleite del que gozaban sus alumnos. Lacambra, inauguró, además, el “consultorio literario”, una modalidad de crítica abierta a los escritores clandestinos y vergonzantes para que se atrevieran a sacar a la luz sus textos y someterlos a juicio. No lo pensé dos veces. Lleno de entusiasmo hice doble click, la tesis desapareció de la pantalla y el documento “Suicida” se desperezó después de su letargo de cuatro meses y medio.
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Esta vez la lectura me sorprendió menos por sus hallazgos luminosos pero me consoló que en el trasfondo sobreviviera una visión del amor con esas paradojas entre lo sublime y lo trivial, entre la pasión sin fronteras y la cordura inevitable. Sospeché que la concepción de mi ácida historia en un ingenio azucarero poco le diría a un obstinado por la ciencia ficción. Así es que decidí hacer algunos cambios: mis protagonistas se conocen en un viaje interplanetario bajo el hechizo de un atardecer de tres soles y una lluvia de meteoritos. Ella es cartógrafa espacial y él se desempeña como auxiliar de jurisprudencia galáctica. Un fulminante flechazo los hace víctimas de un amor contrariado y sin esperanzas que sólo dura tres años luz. Sus desavenencias, cada vez más evidentes los asfixia en silencios amargos o disputas funestas ante la contundencia de que ella fue clonada diez años, también luz, antes que él; además, él tiene ocho brazos, y ella dos alas. La imposibilidad de realizar el amor la lleva a ella a arriesgar su vida en una frágil cápsula sideral con una docena de refugiados entre el tortuoso oleaje de basura cósmica que separa a Nova 7 de Plutón. Él, como ya se sabe, se suicida por amor dedicando su acto valeroso a Guy Monod que alcanzó el cielo de su rayuela con un tubo de veneno.
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Imaginaba al arrogante Lacambra penetrando en la profundidad de cada uno de mis personajes; lo presentía conmovido ante la situación de distorsionado dramatismo que existe en el simple, simplísimo y anodino hecho - de nuevo la afortunada letanía -, de que a él se le estremecen las dos espinas dorsales con el jazz hiper-extremo, y a ella, le hierve la sangre verde con los vetustos rock mega-metálicos. Lo envié con el título: “Jazz para una noche de rock” con el seudónimo “Menelao”. Debo confesar que me retorcía en la esperanza de que el imbécil de Lacambra considerara los méritos de mi texto y fuera el descubridor de mi talento. Ocho días después recibí una lacónica nota que interpreté como un gesto de envidia: “Su estéril talento está vedado para la literatura. Dedíquese a otra cosa”. Mi ego torturado me convenció de que había cometido un error al caer en la trampa del consultorio literario. Pasé la amarga página y me entregué a la versión definitiva de la dilatada tesis. Resignado, seguía con lánguida mirada el inalcanzable vuelo de Paloma por los pasillos de la universidad.
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Fue Manolo el que me habló de la convocatoria de relatos femeninos publicada en el suplemento literario. Consulté las condiciones, pasé por alto eso de “por el derecho vital al reconocimiento de la mujer como dueña de un imaginario propio en la narrativa.” El premio exacerbó mis deseos de gloria. Pensé que por cuenta del vetusto feminismo, mi relato, por fin, lograría su merecido reconocimiento. Una ilusoria semana en París con gastos pagados palpitaba en lo más hondo de mi vanidad de escritor. Recordé mi cuento y me emocioné al pensar en las infinitas posibilidades que anidaban en ese intenso tejido de dilemas en el que amor y muerte avivan pasiones y nostalgias.
El mecanismo del procesador corrió veloz hasta cumplir la orden de detenerse en el documento “Suicida”. Alteré el texto conservando la más pura esencia, intentando significar, en su invariable contenido, la resonancia de un drama conmovedor, profundo, sin el más mínimo esguince. En esta versión lúcida y amarga, ella, una aguerrida socióloga, asesora de “Women Rights” cruza su destino con él, un auxiliar de protocolo al servicio de organismos internacionales. Un fulminante flechazo los hace víctimas de un amor contrariado y sin esperanzas: la contundente realidad de que ella es independiente y aguerrida feminista, y él, con diez años menos que ella, apenas inicia su carrera diplomática. La imposibilidad de realizar el amor la lleva a ella a reclutarse como voluntaria para la asistencia de mujeres inmigrantes que arriesgan sus vidas en endebles balsas entre el tortuoso oleaje que separa las costas de África y las de España. Él, como ya se sabe, se suicida por amor dedicando su acto valeroso a Pietro Crespi que no alcanzó a vivir ni treinta años de soledad porque se quitó la vida con un disparo en el corazón.

Satisfecho con los rumbos impredecibles de mi entusiasmo creador, comprobé, una vez más la hondura de cada uno de los personajes, el énfasis en la situación de distorsionado dramatismo que existe en el simple, simplísimo y anodino hecho – afortunado estribillo -, de que ella prefiere la mazurca, y para él, la rumba simboliza la dialéctica del amor. El cuento se fue con el seudónimo “Safo”, y sólo porque reconozco en mí una honestidad literaria a toda prueba, acepté que el fallo del jurado femenino ni siquiera seleccionó “Mazurca para una noche de rumba” entre los veinte títulos. Estoy seguro de que, por algún misterioso mecanismo inconsciente, no logré agazapar mi sensibilidad machista.

El fracaso en mis empeños literarios hizo que mi obsesión por Paloma se convirtiera en un combate de vida o muerte. Comprendí que en las disputas estéticas padecidas una y otra vez en los últimos dos años por cuenta del relato, existió siempre la certeza de que todo en él podía alterarse menos el suicidio del personaje. Desde la primera versión sentí esa intuición iluminada que daba a mi cuento significados certeros. Era la manera de mostrar esa paradoja tragicómica que entraña la confrontación del ideal amoroso con la realidad. Sin suicidio la historia se vendría abajo. Eché mano de Romeo y Julieta, y cinco siglos después, de Arianne y Solal, que respaldan mi argumento. Tanto Shakespeare como Cohen emulan la sublime tragedia amorosa. Sin suicidio, grandes obras de la literatura caerían de su pedestal. Pero, ¿qué saben de esos impulsos la esquiva Paloma, el laureado Samuel Lozano, o el imbécil de Lacambra?

Pienso en mis amadas lecturas, en los entrañables personajes cuyas voces, silenciadas por ellos mismos, me hablan desde su eternidad literaria: Ana Karenina justificó más de mil páginas por lanzarse a las ruedas de un tren de carga; la historia de Emma Bovary es una ciega y desesperada rebelión contra las normas sociales que logra sofocar con un recursivo veneno; Pursewarden abandona la vida con el deseo subversivo de provocar al cuarteto de amigos de Alejandría; y Eduviges Dyada, con su muerte, se suma a los fantasmas de Comala. Alejandra no alcanza a superar la adolescencia y se convierte en héroe y tumba, y el padre de Emma Zunz tomó la pócima en su terrible acto de venganza... Y cómo olvidar a Smerdiakov que puso fin a su destino marcado por el apellido Karamasov; y a Kirilov, el héroe de Dostoyewsky que quiso matarse para reafirmar su insubordinación.

Como en el bizantino dilema entre gallinas y huevos, me he planteado varias veces ¿qué fue primero: el suicidio o la literatura? ¿Qué sería de los escritores sin ese feliz y socorrido recurso? Cuando uno está empantanado, sin rumbo, el relato se vigoriza con un suicidio. Y entonces el personaje cobra un halo misterioso de héroe. Algún poeta, cuyo nombre he olvidado, dijo que el suicida es un asesino tímido. El autor se deleita en el rompimiento de la máxima ética vital: quitarse la vida es el crimen perfecto, la impunidad en estado puro. ¿De qué otra manera podría terminar - en diez páginas, en ocho, en doce- mi héroe destronado?
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Mi tesis recibió un estrecho “aceptable” y la ceremonia de grado no tuvo brillos; conservo la foto con sonrisa sosa en medio de mis resignados padres. Paloma ni se enteró. A estas alturas, ella ejerce un alto cargo en el departamento de investigaciones biológicas de la universidad. Intento pensar menos en ella: la inalcanzable, la fugitiva. Me resigné a su vuelo esquivo. Además de la cátedra de literatura medieval, dicto otros dos cursos en el colegio.
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Desde hace tres meses emprendo un nuevo proyecto: El Premio Nacional de Narrativa. Su jugosa bolsa de cinco mil dólares me sumerge en el delirio de una escritura febril. La conciencia de poseer el dominio de la intrincada trama de amor e ironía vibra en cada palabra. “Tango para una noche de bolero” crece en una ambiciosa novela de doscientas páginas, ni una más, ni una menos, de acuerdo con la convocatoria del concurso. Se irá en el correo sin que nada pueda detenerla con el seudónimo “Pericles”. El personaje, un estudioso de la literatura, dedicará su suicidio a Dorian Gray que se enterró un puñal en el pecho frente al espejo de su conciencia.

domingo, 15 de febrero de 2009

"La ceiba de la memoria". Roberto Burgos Cantor

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ACTUALIZACIÓN A OCTUBRE 3, 2010:
*** 4 de Octubre, lunes, CALI, 6:00 PM
--> “La ceiba de la memoria: nueva expresión de la Novela Total”. Por Kevin Alexis García.
Sustentación pública de la Tesis de Maestría. Contenido. El evento contará con la presencia del escritor Roberto Burgos Cantor, premio Casa de las Américas 2009. Organiza e invita la Escuela de Estudios Literarios y la Maestría en Literatura Colombiana y Latinoamericana de la U. del Valle. Lugar: Universidad del Valle, sede Meléndez. Edificio 386, auditorio Germán Colmenares. Hora: 6:00 PM. Entrada libre. Tarjeta. (Enlaces NTC ... sobre la novela y su autor: "La ceiba de la memoria". Roberto Burgos Cantor , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_02_15_archive.html y ROBERTO BURGOS CANTOR. "Memoria Sin Guardianes" , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_03_archive.html )
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Actualización a Dic. 3, 2009
"ROBERTO BURGOS CANTOR. Memoria Sin Guardianes"
Libro-homenaje a RBC
Edición y compilación: Ariel Castillo Mier y Adriana Urrea Restrepo
Ver:
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_12_03_archive.html
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“Poetas. Sí. La savia de La ceiba es la poesía,
desde afuera hacia adentro, …”


La ceiba de la memoria
Casa de las Américas, 2009, La Habana
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Cuando leí La ceiba de la memoria (2007), casualmente acababa de leer El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. En la mente tenía fresco el país de la violencia y de la desmemoria visto a través de la prosa poética.

A propósito de que la novela de Roberto Burgos Cantor fue escogida el miércoles por la Casa de las Américas, en La Habana, como ganadora del Premio de Narrativa José María Arguedas*, es oportuno analizar por qué esta obra, exaltada también en la feria del libro de Madrid del año pasado, condensa como pocas la necesidad de volver sobre nuestra historia para reconocernos, además de explorar la condición humana.

Desde el punto de vista histórico, seguramente es la obra que mejor documenta la Cartagena de Indias del siglo XVII, con la esclavitud de una sociedad colonizada como eje narrativo. “Le dediqué más de un año a la investigación”, me cuenta Burgos y me parece poco para la precisión con que entreteje detalle tras detalle, desde la proa de un galeón hasta un remedio de Paracelso.

Para lograr su cometido se vale de cinco personajes principales que definen la estructura de la novela en cuatro partes y 49 capítulos, en los que las introspecciones abren “la historia invisible” que el autor dice haber intuido antes de entregarse a la aventura de reconstruir el pasado de la ciudad de sus raíces.



Conmueve especialmente la doble reflexión sobre el oficio de la escritura desde Thomas Bledsoe y Alonso de Sandoval. Ya en puerto seguro, Burgos siente que salió a navegar encarnado en Bledsoe, y estoy de acuerdo porque representa la incertidumbre permanente, uno de los interrogantes mayores de La ceiba: ¿tiene sentido hoy escribir novela histórica? Y la respuesta es un Sí mayor. Cuatro siglos después de los hechos aquí ficcionalizados, la epopeya de las negritudes congregadas en el Caribe colombiano se convierte no sólo en un documento literario e histórico sino en una denuncia para nunca olvidar lo que alguna vez ocurrió.


Foto y texto: http://www.eluniversal.com.co/noticias/20090213/ctg_cul_roberto_burgos_cantor_gana_premio_casa_d.html lo mismo que la de más adelante con GGM.

La otra voz que va y viene sobre el oficio de construir “el árbol de las palabras” es la del jesuita De Sandoval. Un intelectual europeo en constante conflicto ético-moral hasta el punto de que la Inquisición termina persiguiéndolo. Enfrenta las mismas dudas que un pensador contemporáneo y es por eso que el uso de la segunda persona en sus intervenciones genera la distancia necesaria para identificarse con él o disentir. Para Burgos representa el “buscar congruencia entre los pensamientos y los actos”.

La ceiba también es un homenaje a la estética y al raciocinio. Impacta al lector cómo se construye esa comparación entre lo que fue el holocausto judío en Auschwitz y el esclavismo en el Nuevo Mundo. Dice el escritor: “Me di cuenta de que ese mundo estaba sumergido y valía la pena estructurarlo con una polifonía de voces”.

Cuenta que la voz que más le generó problemas de reescritura fue la de Analia Tu-Bari, la mujer que representa el drama de los esclavos. Le digo que fue la que más rápido me cautivó, tal vez por su lenguaje eficaz, sus pensamientos cortos, desgarradores, la belleza de sus lamentos, el sufrimiento de sus últimos días, la paradoja de su libertad tardía, su ceguera. Le demandó más rigor que inspiración puesto que debía elaborar a través de ella el pensamiento y el lenguaje africano para acoplarlo a una ciudad donde se llegó a hablar 700 lenguas.




Como siempre, parte del éxito de esta novela radica en la biblioteca del autor, empezando por antropólogos especializados en afronegritudes y siguiendo con un compendio de poetas africanos que han estado en el Festival de Poesía de Medellín. Con Analia no podía decaer su propuesta lingüística que marca en cada frase la musicalidad del dominio de la palabra exacta, signo de madurez literaria. La voz reflexiva de Dominica de Orellana también logra su cometido porque es por la mujer y por lo que representa para las tradiciones culturales que Roberto decide que ella represente a La ceiba que riega con su savia el entorno.

¿Qué otras influencias obran en el crecimiento de La ceiba? Burgos hace un apartado especial para el Nobel de la isla de Santa Lucía, el gran Derek Walcock, “el Homero del Caribe”. Nadie como él ha pintado en versos la historia negra en América. En esa pluma encontró pistas para plantear la fragmentación del tiempo del relato, que nace en el presente, acude al pasado y se vale de un futuro a partir de las advertencias a De Sandoval. No menos importante fue para él reencontrarse con Saint John Pierce y su visión de “la dignidad del negro”. Poetas. Sí. La savia de La ceiba es la poesía, desde afuera hacia adentro, incluyendo a Álvaro Mutis, otro artesano de la palabra que ha marcado a Burgos desde sus comienzos.

Y si de créditos se trata, Roberto insiste en Manuel Zapata Olivella, quien le publicó su primer cuento y cuyos estudios realistas de las negritudes impulsaron esta obra. Le aportaron otro personaje trascendental: Benkos Biohó. Aquí el mérito radica en levantar una vida desde la leyenda que todavía se centra en si este símbolo de los negros existió o no. En La ceiba existe y persiste, como un grito creciente, la voz de los esclavos silenciados. Distinto ocurre con Pedro Claver porque es un personaje muy cercano a Burgos, a la Cartagena sometida, la imagen del hombre que se sacrificó por los desvalidos.

Desde la contraposición de esclavitud y libertad se empieza a configurar la gran metáfora que hace imposible que al leer esta hermosa novela no se piense en nuestra guerra, en los derechos humanos, en apropiarse de ese sentimiento de solidaridad —como piensa Roberto— que condena “todas las afecciones contra el ser humano”.

Otro significante definitivo es el mutismo, que comienza con la agonía callada de los esclavos y termina manifestándose en “el silencio de Dios” de Pedro Claver. Resuena la voz de Roberto Burgos: “Esa mudez de una época es el elemento que me condujo a la necesidad poética de escarbar la memoria”.


Cuentista y abogado

Nació en Cartagena el 4 de mayo de 1948. Se dio a conocer a través de revistas como Vanguardia, la página cultural del periódico El Siglo y Letras Nacionales. Estudió derecho y ciencias políticas en la Universidad Nacional de Colombia, profesión que ha ejercido regularmente. En 1971 obtuvo el primer premio del concurso Jorge Gaitán Durán, del Instituto de Bellas Artes de Cúcuta.

Entre sus obras se encuentran las novelas El patio de los vientos perdidos (1984), El vuelo de la paloma (1992), Pavana del ángel (1995), Señas particulares (2001) y los cuentos Lo amador y otros cuentos (1985), De gozos y desvelos (1987), Quiero es cantar (1998), Juegos de niños (1999), Señas particulares: testimonio de una vocación literaria (2001) y La ceiba de la memoria (2007), obra por la que fue invitado especial a la Feria del Libro de Madrid del año pasado. Es profesor de la Maestría de Escrituras Creativas de la Universidad Nacional, está terminando un nuevo libro de cuentos y se prepara para otra inmersión en la Cartagena desconocida, que volverá a ser tema de su próxima novela.
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“El último resguardo de la resistencia”. Reseña sobre “La ceiba de la memoria”
Por Kevin Alexis García < kevimaster@gmail.com >
VER: http://periodismoyliteratura.com/burgos.htm y http://lapalabra.univalle.edu.co/Roberto_burgos.htm y http://poligramas.univalle.edu.co/28/10KevinAlexis.pdf
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· Premio Literario Casa de las Américas 2009 Premios especiales
PREMIO DE NARRATIVA JOSÉ MARÍA ARGUEDAS 2009
http://www.casa.cult.cu/premios/literario/2009/premios.php?pagina=premios
La ceiba de la memoria
Roberto Burgos Cantor, Colombia
ROBERTO BURGOS CANTOR (Cartagena de Indias, 1948)
Narrador, inició su carrera literaria publicando cuentos en revistas y periódicos de su país como Vanguardia, la página cultural de El Siglo, y Letras Nacionales. Estudió derecho y ciencias políticas en la Universidad Nacional de Colombia, profesión que ha ejercido regularmente. Es autor, entre otros, de los libros: Lo amador (1980); El patio de los vientos perdidos (1984); De gozos y desvelos (1987), El vuelo de la paloma (1992), Juegos de niños (1999) y Señas particulares: testimonio de una vocación literaria (2001).
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Argentina y Bolivia ganan premios literarios Casa de las Américas 2009
El boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot conquistó el galardón en novela con El exilio voluntario, mientras que el de literatura testimonial fue para Eduardo Rosenzvaig por Mañana es lejos.
AFP, Publicado: 12/02/2009 00:04 http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2009/02/12/argentina-y-bolivia-ganan-premios-literarios-casa-de-las-americas-2009
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La ceiba de la memoria , Roberto Burgos Cantor * Seix Barral, 2007 409 páginas
POR Nahum Montt**
Tomado de Arcadia Libros, Abril de 2.007. Pag. 59.
Reprodujo y difunde: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Mayo 22, 2007

Uno de los deberes del escritor, dijo Faulkner en su discurso de aceptación del Nobel, es ayudar al hombre a resistir y a prevalecer, "elevándole el corazón, recordándole el coraje y el honor y la esperanza y el orgullo y la compasión y la piedad y el sacrificio que han sido gloria del pasado."

Esta premisa adquiere resonancia en una novela como La ceiba de la memoria , de Roberto Burgos Cantor, donde se explora la posibilidad de reconstruir la historia de Cartagena del siglo XVII a través de una estructura compleja de voces simultáneas, voces que se fragmentan y superponen de manera similar a Mientras agonizo, de William Faulkner.

Diversidad de tiempos y atmósferas confluyen en este relato polifónico, donde se entrecruzan monólogos alucinantes, evocaciones poéticas y descripciones de un mundo en ruinas; testimonios de la búsqueda literaria de Thomas Bledsoe, escritor obsesionado con el proyecto de una novela sobre Pedro Claver, santo que dedicó su sacerdocio a cuidar a los esclavos en la Cartagena de aquellos tiempos.

"Cada realidad se asoma a la vida -descubre Bledsoe-, con una lengua propia construida de gritos y silencios, de olvidos y memorias, balbuceos y llanto, palabras que son emblemas, árboles, tierras, casas, frutas, corrientes de agua, mareas y oleaje de bajamar".

Y es aquí donde el lenguaje adquiere protagonismo en el relato de Burgos Cantor, pues las palabras portadoras de memoria, crecen, extienden sus ramas y amarran en una continuidad dolorosa los tiempos de la trata de negros del siglo XVII en la Cartagena de Indias con el genocidio judío en el campo de concentración de Auschwitz, en el siglo XX; como si la historia de la humanidad fuera una ceiba, un árbol frondoso que echa sus raíces en las infamias cometidas tres siglos atrás.

Los personajes son la savia de esta ceiba: perdidos ante la indiferencia de la cotidianidad, torturados por el silencio de Dios, testigos de la agonía de un santo; esclavos ahogados entre gritos de locura y libertad, mujeres obsesionadas con palabras que nunca escribirán y un narrador caribeño que visita las entrañas de Auschwitz. Personajes enfermos de mar, marcados por el hierro del fracaso y el olvido, pues "la vida humana cumplirá su ciclo con sigilo. La tierra cubrirá los restos. Sembrarán las ceibas los días de llanto por los muertos y allí, en su altura y su sombra, y su tallo más grande que un abrazo, pondrán la memoria de las acciones. Se irán unos y llegarán otros." Y, como lo dijo Faulkner, el hombre resistirá.
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*Roberto Burgos nació en Cartagena en 1.948 y publicó Lo amador, su primer libro de cuentos, en 1.981.
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**Escritor.
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"La Ceiba de la Memoria" de Roberto Burgos Cantor
Palabras de presentación en la Feria del Libro, aparecidas en Cronopios.
ALBERTO DUQUE LÓPEZ * Mayo 6, 2007
http://www.eluniversal.com.co/noticias/20070506/spl_dom_la_ceiba_de_la_memoria_de_roberto_burgos.html
Foto http://www.eluniversal.com.co/noticias/20070506/spl_dom_la_ceiba_de_la_memoria_de_roberto_burgos.html

Desde niño, cuando su padre lo llevaba a recorrer los oscuros y frescos aposentos del convento de San Pedro Claver, en Cartagena de Indias y adivinaba los gritos de agonía y dolor de los esclavos rescatados de la muerte por ese jesuita español que permaneció 38 años en una ciudad donde solo queda su cuerpo incompleto y saqueado.

El escritor Roberto Burgos Cantor (57 años), se ha sentido fascinado con un personaje que ahora regresa en su espléndida, madura, extensa y contagiosa novela, La ceiba de la memoria, lanzada por editorial Planeta como celebración del idioma en la Feria del Libro.

Y es que la escritura de este autor que tiene otros libros alabados (Lo Amador, cuentos, 1980; El patio de los vientos perdidos, novela, 1984; De gozos y desvelos, cuentos, 1987; El vuelo de la paloma, novela, 1992; Pavana del ángel, novela, 1995; Quiero es cantar, cuentos, 1998; Juegos de niños, cuentos, 1999; Señas particulares, testimonio de época, 2001), es el mejor homenaje a un idioma que maneja como pocos para reconstruir personajes e historias ubicados en ese escenario delirante de una ciudad donde el aporte cultural de su familia ha sido valioso.

Esos recuerdos infantiles sobre Pedro Claver estallarían de nuevo durante varias semanas de 1997 mientras compartía la agonía de su padre, enfermo en el hospital Naval: entonces para sentirse menos solo, se iba caminando hasta el convento, entraba a la capillita y se sentaba a pensar en el padre y la historia de ese santo defensor de esclavos. Como la ficción y la realidad se muerden la cola, varios años después, como director del Museo de Arte Colonial en Bogotá, se emocionaría al descubrir otro rastro del santo personaje: la capillita de indios que se conserva intacta. Demasiadas coincidencias.

Alimentada con las voces de Pedro Claver, Alonso de Sandoval (sociólogo de la esclavitud y su maestro), un historiador contemporáneo, los esclavos, los notarios y otros personajes de esa Cartagena de un siglo XVII que prospera con el comercio de la esclavitud, la novela trasciende la época y contempla también el Holocausto y la barbarie contemporánea, y enseña la obra creadora de un escritor en pleno dominio de sus técnicas y fijaciones narrativas.

Esta es la historia de alguien que quiere escribir una novela sobre el siglo XVII y se topa con Claver (Lérida, 24 de junio de 1580 – Cartagena de Indias, 8 de septiembre de 1654), descubre que el santo no dejó papeles escritos (apenas una carta a su familia), lo rastrea en la Biblioteca Vaticana, siente que está perdido, utiliza el recurso más simple pero efectivo: escribirle una larga carta al santo, reconociendo que no podrá responderle ni leerle, sin saber a quién le escribe, preguntando sin encontrar respuestas, comprobando que el santo permaneció 38 años en esa tierra, dejó pocos rastros y sintió que, cuando quiso irse, ya no pudo….

Y en medio de esas voces cargadas de soledad y dolor, el autor de la ficción descubre algo más terrible y oscuro, que existe una relación estrecha entre esa destrucción masiva de los esclavos, y el exterminio ejercido por los nazis en sus campos de concentración, y entonces los recorre en busca de respuestas y se topa, como una metáfora del absurdo, con la maleta que llevaba la hermana de Kafka rumbo a su muerte, marcada con letras blancas.

Si alguien quiere acercarse al motivo físico de este libro espléndido, basta que entre a la iglesia de San Pedro Claver en Cartagena de Indias y descubra, bajo el altar, ese esqueleto saqueado, destrozado y conservado en pedazos por sus fieles, quienes propagaron una leyenda terrible: que el personaje había sido enterrado vivo. Su proceso de canonización, a pesar de las curaciones públicas, se tomaría más de un siglo.

Claver, según el personaje de la novela, es la voz perdida de los esclavos. Burgos Cantor, en un impulso de justicia literaria, camina de la mano con sus personajes, desciende a las bodegas de los barcos negreros, transmite la descomposición de los cuerpos, el dolor de las heridas, las lágrimas y el hambre, reconstruye las calles de una ciudad que en el fondo sigue siendo igual e injusta, entra y sale de la pequeña y desnuda habitación del santo en el convento, se queda en la enfermería, presencia las curaciones, y siente que después de tantas páginas, lo mismo que su personaje que escribe, nunca llegará a conocer el laberinto insondable de ese hombre que ejerció uno de los oficios más escasos, dolorosos y aparentemente inútiles: la compasión, la misma que padece Burgos Cantor ante un personaje formidable como éste, compasión que le nació desde niño, alimentó durante largos años, estalló mientras presenciaba la agonía del padre y ahora se materializa en una novela que, sin duda alguna, es el acontecimiento literario del año.

Que el lector no se asuste ante la extensión de esta novela. Burgos necesitaba muchas páginas para narrar, con un dominio brillante y espectacular del idioma castellano (las descripciones de la peste con sus síntomas y heridas y lágrimas y dolores recuerdan algunas páginas de Fernando del Paso en Palinuro de México porque están cargadas de imágenes inquietantes), la saga de este personaje controvertido y a través de tantas voces de tantos personajes alcanza esta crónica que puede ser considerada, esa sí, una de las más grandes novelas colombianas y latinoamericanas de los últimos años.
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* Alberto Duque López
(Barranquilla, 1943). Escritor y crítico de cine. Ha publicado las novelas Mateo el flautista (premio Esso 1968), Mi revólver es más largo que el tuyo, El pez en el espejo, Alejandra y Muriel, Mi amor. Otros libros son Barranquilla, Por nuestros niños y Colombia, país de flores. Estas fueron sus palabras de presentación en la Feria del Libro, aparecidas en Cronopios.
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*** Las voces de la esclavitud *: “La ceiba de la memoria”
Por: Pablo Montoya
Revista Aurora BOREAL, (España y Dinamarca) Mayo 2009, No. 6. Pág. 52 a 54.
http://www.auroraboreal.net/index.php?option=com_content&view=article&id=239:las-voces-de-la-esclavitud&catid=86:libros&Itemid=266
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Actualizó: NTC … / gra . Febrero 15, 2009 9:08 AM / Nov. 24, 2009. 8:32 PM