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¿Cómo lograron los escritores consagrados de hoy publicar su primera obra?
Por Santiago Cruz Hoyos, Periodista de GACETA
Gaceta. El País, Cali, Domingo, Abril 10, 2016
El primer libro supone un cambio trascendental para la vida de un escritor. Es como si, de repente, una pieza del rompecabezas de la vida, del mundo incluso, hubiera cambiado de lugar. Ya nada vuelve a ser como antes.
FRAGMENTO:
Foto: Pablo Montoya.
La primera publicación es también una especie de amuleto para abrir caminos, trochas, hacer amigos. Sobre todo cuando se está en un país ajeno y sin un céntimo. Le sucedió a Pablo Montoya *, que ahora cuenta la historia desde Envigado.
- Mi primer libro se llama ‘Cuentos de Niquía’ y lo publiqué en París. Había llegado a esa ciudad en 1993 con una flauta, un atril y un ramillete de partituras, un diploma de licenciado en letras, unas cuantas mudas de ropa y una carpeta con estos cuentos de violencia. Pero solo en 1996 pude reunir un dinero y pagarle a Efer Arocha **, el director de Vericuetos, la revista y editorial que me ofreció su apoyo para que el libro saliera.
Con Arocha discutimos sobre la posibilidad de que los cuentos fueran en versión bilingüe. A mí me pareció excesivo que un joven escritor colombiano, completamente desconocido en Francia, sacara su ópera prima traducida. Pero Arocha insistió en que de este modo al libro lo leerían más personas. Durante unos meses, por tal razón, me reuní con Anne-Marie Denormandie, una amiga de Arocha, para colaborar en la traducción que ella habría de hacernos gratuitamente. No dudo en afirmar que Anne-Marie fue el primer humano francés, de carne y hueso, que me mostró la amabilidad, la hospitalidad, el humor y, sobre todo, la confianza de que mi escritura tenía cierta calidad.
Arocha me prometió el cielo y la tierra y me dijo que editaría el libro espléndidamente. Luego alegó costos y el resultado fue un humilde y feo librito de 126 páginas, con una carátula blanca en propalcote y letras verdes que con el tiempo se habrían de desleír. Pero fue mi primer libro y, pese a que es el trasunto de un atropellado aprendizaje, en donde respiran con rareza Rulfo y Kafka, responderé por él hasta que me muera. Con este libro fui abriéndome paso en el París y la Francia que me correspondieron.
Leí muchas veces sus cuentos, entre desolados y oníricos, en reuniones de latinoamericanos, en bares y bazares y eventos organizados por Amnistía Internacional, la Cimade, Vericuetos, la Universidad de Lyon y la asociación France-Colombie, entre otros.
Fue el inicio de mi carrera pública de escritor. El libro también lo presentó con generosidad y entusiasmo Julio Olaciregui, quien desde entonces ha sido uno de mis amigos más queridos. Recuerdo que luego, entre carcajadas y un brindis emocionado, Arocha me vaticinó grandes y futuros triunfos. Le pedí a este amigo entrañable que no exagerara y fuera mentiroso, pero era inevitable su optimismo. Todos, a esa altura de la celebración, estábamos en el mejor instante de la embriaguez...
MONTOYA, Pablo. “Cuentos de Niquía. Nouvelles de Niquía”. Editions Vericuetos. Chemin scabreux, revue littèraire bilingue franco-espagnol.
Traduit de l’espagnol colombien par Anne-Marie Denormandie. París. 1996. 128 pp.
--->* Allí también respuestas de: Ricardo Silva Romero, Santiago Gamboa, Julio César Londoño y Daniel Samper Pizano. Melba Escobar, Jorge Franco, Héctor Abad Faciolince y Margarita García Robayo.
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NTC ... ENLACES:
Allí, entre otros temas: Efer Arocha en Cali. Octubre 11, 2013
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Logo de Vericuetos, que aparece en la portada de ‘Cuentos de Niquía’
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